36
Haerin miró su reflejo en el espejo con amargura. Se sentía fea, pero ni siquiera hizo el esfuerzo de ponerse máscara para pestañas. El cuerpo le dolía y no sabía si era por lo mal que durmió todo el fin de semana o por lo triste que se sentía.
No solo eso, no era solo tristeza, era vergüenza; patetismo.
Se atrasó un poco en la ducha, así que su madre ya se había ido junto al señor Kang. Ahora tendría que irse en transporte público y tampoco le animaba la idea.
Enganchó su mochila al hombro y salió de casa, sin ganas de desayunar.
—¡Extraña!
Haerin volteó a la ya conocida voz y por un instante, su vida no pareció tan terrible. Sejong estaba con una jardinera que le quedaba un tanto pequeña, sin playera que ocultara su trabajado pecho. En el piso vio unas tablas de madera, herramientas y una regla junto a un lápiz. La curiosidad se insertó en ella y se acercó al muchacho de cuello tatuado.
—Buenos días, extraña y vecina —limpió sus manos en la tela y le sonrió, aunque el gesto duró poco—. ¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara?
Haerin lucía mal. No mal de fea (eso jamás), sino de cansada, abatida.
—Nada... Es solo que... —apretó sus puños—, tengo miedo. No quiero ir a la escuela.
Sejong le dedicó una mirada de aflicción.
—¿Por tu chica?
—¿Mi chica? —rió con sarcasmo. Danielle no era su chica.
—Lo siento, por Danielle.
—S-sí, por... ella —se le cortó la voz y Sejong se apresuró en darle un abrazo.
El domingo ambos jóvenes pasaron la tarde juntos, Haerin lo había invitado cuando se lo encontró sacando la basura y pronto tenía a Sejong fumando en su terraza mientras compartían una divertida y agradable conversación. No decía mucho acerca de su vida, por lo que Haerin sentía que debía contarle todo de ella para que le tuviese confianza, aunque la mera verdad es que, además de ser un hombre cerrado, Sejong prefería mil veces oírla hablar, mientras se veía feliz, a que contarle de su pasado.
En esos dos días habían logrado formar una amistad que ninguno esperó, pero disfrutaron sin duda.
—T-tengo miedo, extraño... Terror —sollozó y quiso golpearse por ser tan sensible—. No sé qué hacer con D-Danielle y... y...
—Tranquila, respira.
La pegó más a él, ayudándola con un ejercicio de respiración. Si Haerin seguía hablando del tema, explotaría, y Sejong creía que Haerin se merecía un descanso de la pena.
—No q-quiero ir...
—Mira, haremos una cosa —se separaron y él fue hasta las cosas que tenía sobre el escalón, agarrando el lápiz azul—. Te dejaré mi correo, escríbeme cuando desees, hoy tengo libre.
Y sin esperar respuesta, estiró el brazo de Haerin, escribiendo su email completo. La letra era grande y marcada, pero Haerin la entendía.
¿Por qué su email y no su número o alguna red social? Kang no lo sabía, pero de alguna forma, le gustó mucho más eso. Hablar por email.
—Gr-racias, extraño.
—De nada, extraña.
***
En cuanto llegó a la escuela, Hyein y Minji saltaron hacia ella.
No supieron nada de Haerin en todo el fin de semana, sumado a las palabras de Danielle, tenían mucha intriga.
—¿Qué ocurrió entre tú y Danielle? ¿En serio intentaste besarla?
Minji fue directa, demasiado, y Hyein no dudó en golpearle el brazo.
Haerin las miró con una expresión extraña, indescriptible para sus amigas, y solo respiró hondo intentando calmarse.
—¿Eso fue lo que les dijo? —preguntó, sin mirarlas a los ojos.
—Bueno... más o menos. Luego de que desaparecieras casi no vimos a Danielle. Se la pasó hablando con extraños y terminó drogada, así que Minji la llevó a casa. Pero no dijo mucho.
—¿Drogada? —el terror brilló en los ojos de Haerin, inquieta por alguna razón.
—Los tipos con que estaba tenían éxtasis y otras cosas raras.
Joder.
Kang sintió su estómago revolverse y ahora solo podía pensar en si Danielle estaba bien. Sabía, por lo que le contó una noche en su casa, que de vez en cuando con Hanni ingerían drogas, pero habían dejado de hacerlo hace varios meses atrás.
¿Por qué? Era la pregunta que se hacía. ¿Por qué se destruiría de esa manera a sí misma? Danielle la pisoteó con ganas, pero aún así se preocupaba por ella y odiaba la idea de que la australiana anduviera metida en cosas de ese tipo.
Luego de más cuestionamientos por parte de las chicas, logró sacárselas de encima sin revelar información comprometedora. Aunque Danielle fuese una tonta que se merecía uno que otro golpe, jamás la sacaría del closet así. No les diría a sus amigas que la verdad es que llevaba tiempo compartiendo besos con la mayor y que en la discoteca fue ella quien se lanzó a sus labios.
La quería demasiado como para eso.
Solo les dijo que Danielle, como era sabido, exageraba las situaciones y creyó que Haerin quería besarla cuando simplemente quiso decirle algo al oído.
No fue muy convincente, pero por la cara de la de ojos gatunos, Minji y Hyein decidieron dejar el tema hasta allí.
Media hora después, cuando el timbre que daba inicios a clases había tocado hace veinte minutos, Danielle se presentó. Hicieron un doloroso y pequeño contacto visual, pero ambas se hicieron las desconocidas, y en el momento del receso, solo vino Hanni a sentarse con el grupo.
Por lo que había dicho la vietnamita, Danielle fue con un grupo de amigos que Haerin poco conocía.
El día fue duro. Lento y tortuoso. Todas lo notaron, Danielle y Haerin se estaban ignorando.
Odiaba las miradas de lástima que sus amigas le dirigían. Como si creyeran que en realidad Danielle la había rechazado. Pero se aguantó.
O eso, hasta que en hora de almuerzo oyó a unas chicas de su generación murmurar cosas cuando pasó cerca de ellas, y pronto, tenía las miradas de todo el colegio sobre su cuerpo.
"Intentó besarla, ¿lo puedes creer?"
"Es linda, pero debería respetar las sexualidades de las personas".
"Nunca me cayó bien".
Haerin se levantó de golpe de la mesa del comedor, ignorando los llamados de sus amigas con la, ahora rabia, recorriendo sus venas, y salió de ahí.
Que Danielle les haya dicho mentiras a Hyein, Minji y Hanni, podía tolerarlo y hasta comprenderlo, pero que haya empezado a esparcir rumores falsos con quienes ni siquiera habían estado esa noche en la discoteca... Oh, por Dios, Haerin iba a asesinarla.
¡Era una desgraciada! ¡Una estúpida y descarada! ¡¿Cómo se le ocurría?!
Se detuvo frente a su casillero, intentando regular su alterada respiración. Tenía ganas de buscar a Danielle y escupirle todo lo que pensaba, pero al momento de abrir su locker en busca de agua para tranquilizarse, el polerón que jamás le entregó a Danielle le dio un golpe bajo. Ahí estaba, doblado y no sabe cómo, pero seguía oliendo a la australiana.
La rabia pasó a tristeza.
¿Por qué le hacía esas cosas? ¿Cómo lograba ser tan cruel con la chica que hace menos de dos días besaba con tanta pasión y cariño? Haerin jamás le haría algo como eso, a ninguna persona.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
¡¿Por qué, Danielle?!
Se agachó en el suelo, juntando sus rodillas y hundiendo la cabeza en ellas.
El corazón no solo lo tenía roto por la mitad: estaba hecho trizas, casi en polvo. Destrozado tanto como Haerin.
Pensó en sus posibilidades. Largarse a llorar o... largarse a llorar. ¿Qué más podría hacer?
Y como si fuese un rayo de esperanza, vio la tinta azul en su brazo. El email de aquel extraño.
Se levantó apenas, yendo a la biblioteca.
Ya sentada frente a un computador antiguo y lleno de polvo, ingresó sesión.
Asunto: Quiero morir
De: Haerin
Hola, extraño, soy extraña.
Lamento molestarte, pero no creerás lo que ocurrió. ¡Danielle le dijo a los idiotas de la escuela que yo intenté besarla esa noche en que nos conocimos! ¡No le bastó con mentirles a nuestras amigas!
Dios mío, tengo tantas ganas de llorar, Sejong. Hace mucho que no me sentía así.
La odio.
Bien, no la odio, pero desearía hacerlo. ¿Cómo puede ser tan mala?
Quiero irme a casa, extraño. Ayúdame.
Pensó que sería un caso perdido escribirle,
porque debería estar muy ocupado arreglando cosas en la casa de sus vecinos, pero en unos tres minutos había una nueva notificación.
Sonrió al leer el nombre.
Asunto: No te mueras
De: Sejong
Hola, extraña.
Que idiota es. Ni la conozco y ya la odio.
Sé que es fácil decirlo, pero mi único consejo es que te distraigas en otras cosas. Danielle no merece tu atención.
Mucho menos tus lágrimas.
Joder, me dan ganas de golpear a esa mujer. ¿Qué tan mal suena eso?
Juro no ser un abusivo.
Asunto: Re No te mueras
De: Haerin
JAJAJA, la verdad es que deseo lo mismo.
Me tiene cansada, pero aunque intente odiarla, se me hace imposible.
Vieras lo linda que anda hoy. :(((((((((((
Asunto: Ñe
De: Sejong
Tú eres mucho más linda.
Asunto: ¿Ñe?
De: Haerin
¿Ñe? Nunca creí que el tipo de tatuajes y estilo maleante usara esa expresión, jdkqkkd. Suena tierno.
Y gracias, pero ni siquiera la has visto. Te apuesto que si lo haces, quedarías igual de encantado que yo.
Quién sabe, quizás hasta te enamoras y desees que te la presente.
Asunto: No + ñe
De: Sejong
No suena tierno y ahora no lo volveré a usar. -__-
Y, para que sepas, no podría enamorarme de alguien como Danielle. Si es verdad todo lo que me contaste de ella, estoy seguro que antes de encontrarla linda, la encontraría parecida a un monstruo feo y malvado.
Asunto: Re No + ñe
De: Haerin
Me alegra escuchar eso.
Bueno, leerlo.
Su plática por emails siguió hasta que Haerin tuvo que entrar a clases.
Estaba mejor, el chico de pinta "bandida", como se burlaba Haerin, logró otra vez desconcentrarla de su mundo en blanco y negro, que era consumido por nadie más que Danielle.
No pudo evitar pensarlo. Sejong era muy agradable y gracioso, por más que se hiciera el de corazón frío.
¿Por qué no le podía gustar gente así, que valía la pena? Bien, no podía asegurar que Sejong valiera la pena porque seguía siendo un extraño casi, pero estaba más que dispuesta a averiguarlo.
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