27
—¿Qué sabor van a querer? —pregunta Hyein, colocándose en la fila.
—Vainilla —responde Hanni y Minji se ríe.
—Que básica.
—Habla la lesbiana que viste chaquetas de cuero y camisas a cuadro.
Minji volteó hacia ella, abriendo la boca.
—¡Duende maldito!
—¡Por Dios, chicas! —Hyein las miró con rabia—. ¡Dejen sus peleas de niñas si hace menos de veinticuatro horas estaban tragándose la lengua!
Lo dijo para Minji y Hanni, pero Danielle y Haerin no pudieron evitar sentirlo como un reproche hacia ellas, aunque ni siquiera estaban discutiendo.
La cara de Hanni se volvió un tomate, y quedó en silencio, sin levantar la cabeza. Minji le dirigió una mirada y mordió sus labios. Que adorable duende.
—¿Qué van a querer? —volvió a hablar la menor de las cinco, quien irónicamente parecía la unnie de todas.
Una vez se pusieron de acuerdo, Hyein pagó todo y luego las demás le transferirían. Menos Minji, por supuesto, que comía su helado tripe que era más grande que su propia cabeza.
Hanni y Haerin fueron por la vieja confiable: vainilla. Danielle chocolate blanco y Hyein café.
Minji, otra vez, tenía como cuatro sabores mezclados en su copa.
Se sentaron en una mesa de afuera que las cubría de los rayos gracias al quitasol que había sobre ellas.
—¿Tus padres te retaron mucho? —cuestionó Minji hacia la australiana.
—Por supuesto que no, porque yo, la mente más brillante del planeta, mandé a limpiar todo antes de que los señores Marsh llegaran.
—Sí, es verdad. Me desperté y todo estaba en perfecto estado.
Menos yo, pensó con burla para sí misma.
La charla siguió entre las muchachas, por supuesto con pequeñas interrupciones de las peleas ridículas de Minji y Hanni y Danielle y Haerin, pero siguió.
—Debería incluir una nueva chica a este grupo para que yo también discuta con ella como ustedes lo hacen —dijo Lee, parada frente al espejo del baño. Haerin a su lado rió—. En serio, a veces no sé qué hacer cuando ustedes se ponen a pelear como animales —dijo dramáticamente, estresada de sus amigas.
—Tal vez esa universitaria que conociste termine siendo tu enemiga.
Si bien Haerin aún no estaba muy convencida de que su bebé hablara con una de diecinueve años, ya lo iba asumiendo un poco más. Probablemente porque Hyein le mostró una foto de la chica y era realmente bonita.
—¡¿Qué universitaria?! —salió Danielle desde un cubículo, interesada.
Hanni y Minji se quedaron afuera esperándolas.
No es que no quisieran acompañarlas, sino que, como seguían en sus peleas, ninguna notó que sus amigas se habían ido. Aún así cuando estas les habían gritado más de tres veces.
—¡Haerin! —reclamó la más alta, cohibida—. ¡Era un secreto!
Se avergonzó, tapando sus cachetes.
—¡Ay, Hyeinnie! ¡Soy tu amiga! —una vez terminó de lavar sus manos, se acercó a ella para comenzar a hacerle cosquillas—. ¡Dime, dime! ¡¿Con qué chiquilla andas hablando?! —se rió molestándola.
—¡Yah, unnie!
Haerin las veía con una sonrisa.
—Está bien, te dejaré ahora, pero luego me cuentas.
Hyein rodó los ojos, asintiendo de todas maneras.
—Como sea. Hae, me puedes tener esto mientras voy al baño —le pidió a la de ojos gatunos, pasándole su cartera y entró al primer cubículo.
Haerin lo tomó, quedándose estática. Era incómodo estar a solas con Danielle si no estaban discutiendo (o besuqueándose).
Sintió la mirada punzante de la más alta en ella, por lo que levantó la mirada.
—¿Qué? —trató de sonar ruda.
Danielle la miró con burla antes de acercarse, tomarla del mentón y lamerle los labios. Literalmente. Lamerle los labios.
Haerin quedó atónita y sonrojada. Primero, Hyein estaba a unos metros suyo, segundo, ¿por qué carajos Danielle la lamió?
Danielle supo que debía explicarse.
—Quería probar tus labios sabor vainilla.
Y antes de que Haerin dijera algo más, Danielle volvió a su boca, esta vez besándola de verdad. Tomó sus mejillas y profundizó el beso cuando la menor le correspondió con dificultad.
La puerta del cubículo sonó y Marsh se separó rápidamente, actuando inocente mientras se veía al espejo. Haerin por otro lado tenía las mejillas rosadas y sus labios algo hinchados.
Hyein se paró a su lado y la miró con extrañeza.
—¿Qué tienes? —preguntó, lavándose las manos mientras observaba a su amiga cabizbaja.
—N-Nada.
—Déjala, Hyein, sabes que es una rara —se burló Danielle, pasando por su lado y saliendo del baño.
—Bueno, Dani no se equivoca —y copió el acto de la mayor, dejando a una Haerin furiosa.
Maldita Danielle Marsh.
***
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