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14

Han pasado unos días desde la fiesta que dio Haerin en su casa y esta se ha percatado de una "nueva" actitud en Danielle.

A ver, no es que alguna vez hayan sido amigas o algo parecido, pero Haerin siente que cada vez Danielle la trata peor. Discuten más, la chica es el doble de molesta, le lanza comentarios pasivos-agresivos... En fin, se podría decir que Danielle ha multiplicado su mal comportamiento con ella.

Y Haerin está segura que es debido al suceso algo comprometedor que ocurrió en su baño.

Por su parte, es verdad, en aquel momento sintió una extraña tensión entre ambas que no hubiese tenido problema en acortar con un beso, porque vamos, Haerin es bisexual, Danielle una chica bonita (por más idiota que sea) y ambas estaban pasadas de copas. Pero ahora la surcoreana estaba segura que Danielle siente miedo, probablemente porque jamás se imaginó a ella misma en esa situación.

No es que le interese demasiado los sentimientos de la extranjera, pero le aburre un poco toda esa dinámica de rivales que tienen.

Y no muy lejos de ser realidad, Danielle Marsh está espantada, no, aterrorizada de lo que pudo haber ocurrido esa noche. Cada día amanece con inquietud, queriendo desaparecer todos los recuerdos, negándose a sentirse atraída hacia una mujer, peor aún, hacia Kang Haerin.

Tiene miedo de pensar en esa fiesta (que por más que tomó, no logró borrar la topada del baño, solo lo siguiente a eso), de siquiera pensar en todo lo que tenga que ver con la niña de ojos gatunos, y su única forma de demostrarlo es siendo borde con Haerin. Es su mecanismo de defensa obligándola a protegerse.

—Iremos a comer pizza luego de clases, ¿quieren ir? —propuso la mayor del grupo, observando a las nuevas presencias que han comenzado cada día a sentarse con ellas.

Minji sigue discutiendo por estupideces con Hanni, pero siempre con este toque caliente que no deja a ninguna tranquila.

—Por mí está bien, ¿tú, Dani?

La mencionada no estaba prestando atención a la conversación, demasiado ida en sí.

—Oye, Marsh —Haerin le tiró una papita—, te hablan, idiota.

—¡Hey! —reclamó la australiana, por fin volviendo a la realidad. Agarró la fritura dispuesta a devolvérsela a su dueña con fuerza, pero su estómago gruñó con hambre, así que terminó comiéndosela—. ¿Qué dijiste, Minji?

—Que si quieren ir después de clases a la pizzería de aquí. Me la han recomendado mucho.

—¿Irían todas?

—Ehh... ¿sí? —respondió Hyein, con una sonrisa burlesca.

Danielle le lanzó una pequeña mirada a la de ojos gatunos antes de negar con la cabeza.

—Entonces paso, no estaré con Kang en un lugar público, ¿qué pensará la gente de mí?

—¡Mira, hija de puta! —saltó Haerin, ahora con una gran porción de papas fritas en su mano.

—¡Eh, baja eso, Haerin! —la regañó Minji, sentándola en su puesto.

Danielle le sacó la lengua y Haerin entrecerró los ojos, irritada.

—Vamos, Dani, a ti te encanta la pizza. Además, si te sirve de consuelo, a mí me verán junto a Kim... Definitivamente mi vida social acabó —dijo Hanni.

—¡Pequeña enana! —ahora era Minji quien tenía un puñado de frituras en sus manos.

—¡Cálmense todas! —gritó Hyein—. Parecen unas niñas, por Dios. No puedo creer que sea la menor —las chicas la miraron avergonzadas, tenía razón—. Iremos las cinco a la pizzería y por tener que aguantar sus idioteces, ustedes me pagan mi pizza —habló decidida, arreglando su cabello y antes de cualquier reclamo, se levantó de su asiento—. Me voy, no se maten mientras no estoy y nos vemos a la salida del colegio.

Y sin más, salió de ahí.
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Haerin llegó a la entrada de su salón, alzando la mirada al sentir unos ojos puestos en ella.

Allí estaba Danielle, sentada en unos puestos de atrás mirándola directamente, su rostro serio, pero las cejas fruncidas.

Haerin arrugó la nariz, sintiéndose repentinamente molesta. Quería ir hasta la australiana y golpearle el rostro tan fuerte que su mano doliera.

Ahora todo era rabia entre ellas, enojo por situaciones ridículas y pensamientos molestos.

La guerra había iniciado.

—Señorita Kang, ¿qué hace ahí parada? —preguntó la profesora, con ojos extrañados.

Haerin cortó con la lucha de miradas que estaba teniendo para proceder a disculparse, avergonzada por dejarse llevar.

—Perdón —dijo simplemente, tomando asiento en cualquier pupitre.

Su clase se trató de una explicación a lo que sería el próximo debate. Tenían unas clases para preparar su material y expondrían el lunes en la tarde. Debían llevar uniforme completo porque sería una competencia importante con doble nota al libro.

Haerin y Danielle se prepararon con mucha dedicación, sabiendo perfectamente que debatirían en contra y eso solo significaba una cosa: destrucción total.

La que ganaba el debate ganaba todo, pues este era solo un pretexto para poder arruinarse mutuamente.
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