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04

***

Minutos antes:

Una vez terminó la clase de la mañana, Danielle arrastró a su mejor amiga, obligándola a que la acompañase para "hablar con Hyein".

Se acercaron al grupo y rápidamente todo se salió de control.

Hanni comenzó a discutir con Minji sin motivo alguno, Haerin se metió en cuanto la vietnamita le hizo un comentario a Min acerca de su sexualidad y allí saltó Danielle a contradecir a Haerin y defender a su amiga.

En resumen era: Minji contra Hanni, Danielle contra Haerin y Hyein contra la vida.

Pobre chica.

En un enfurecido grito de Danielle hacia la de ojos gatunos, se le volteó su vaso de Starbucks -que compró antes de llegar al colegio- sobre el pecho de Haerin, quien indignada comenzó a insultar como jamás lo hizo antes.

Salió furiosa en dirección al baño, sola, pues Hanni y Minji seguían muy metidas en su pelea como para tomarle importancia, Danielle no pensaba en moverse y Hyein... pues ella tenía una idea en mente.

—Acompaña a Haerin, Danielle —le dijo la menor.

—¡Ni en joda!

—¡No seas maleducada, fue tu culpa! —argumentó, exagerando su enojo. Solo quería dejarlas a solas porque en su cabeza eso acabaría de una manera muy graciosa.

Un perro y un gato en una sola habitación. ¿Qué no ocurriría allí dentro?

La australiana gruñó, haciéndole caso de todos modos y pronto comenzó a trotar hasta alcanzar a Haerin.

—¡Danielle, juro matarte! —le gritó una vez la vio entrando por la puerta, la nombrada le sacó la lengua.

—Exagerada.

Hae cerró los ojos, estresada. Abrió el grifo y se concentró en limpiar la mancha de café. Debía calmarse o terminaría dándole una patada en el culo a esa chica.

Dani no pudo evitar reír, desde ayer supo que ver molesta a Haerin le divertía un montón.

—Te detesto, Marsh. Te detesto.

Danielle la observó al menos durante cinco minutos batallando por arreglar el desastre, pero la verdad es que sí le había chorreado su buena cantidad. Tenía desde el escote mojado hasta el fin de la polera. Y ahora, además de que la tela esté sucia, era inutilizable por la cantidad de agua que la coreana le fue agregando en un intento fallido de hacer desaparecer los rastros de café.

Marsh se aburrió de ver algo que no tenía solución y decidió hacer un acto de caridad -solo porque estaba aburrida, recuerden-.

Se sacó el gran poleron que llevaba puesto y se lo extendió.

—Toma.

Haerin volteó hacia ella, algo impresionada.

Pero pronto rió, recibiendo la prenda.

Danielle no comprendió a qué se debía su risita.

—¿Qué?

—No es muy hetero de tu parte prestarle tu poleron a una chica —alzó las cejas, burlesca.

—¡Qué asco! —negó con la cabeza, refunfuñando—. Mejor sácatelo, ya me arrepentí.

—No. Tú fuiste quien ensució mi ropa, ahora es tu responsabilidad hacerte cargo —alzó los brazos y comenzó a levantarse la polera para quitársela.

Danielle cerró los ojos, escandalizada.

—¡¿Qué haces?! ¡Cámbiate en un cubículo!

—¿En serio, Marsh? ¿No es normal entre las amigas heterosexuales cambiarse frente a la otra? —rió.

Danielle destapó sus ojos y se arrepintió de inmediato. Ahí estaba, Kang Haerin en un lindo sostén de encaje blanco.

—Primero que nada, nosotras no somos amigas, segundo... tú no eres heterosexual.

Haerin bufó con fastidio y se pasó el poleron sobre la cabeza. Se le veía bonito.

—No, yo no, pero tú sí. Y si la que está viendo a la otra cambiarse de ropa es la heterosexual, no debería haber problema —acomodó su cabello, volteando al espejo—. Porque a ti no te importa ver a chicas desnudas, ¿verdad, Danielle? —cuestionó con una sonrisa irónica, mirándola a través del espejo.

Danielle quiso golpearla.

—Por supuesto que no, idiota —bufó molesta y abrió la puerta del baño para salir de ahí—. Mañana quiero que me lo devuelvas a la primera hora del día, y lávalo, que no quiero tu olor lésbico en mis cosas.

Sonrió satisfecha, pensando que había volteado la situación y ahora Haerin quedó como la tonta.

Haerin sólo pensó que era una inmadura de mierda.

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