-El día azul. | AwaMomo.
[Día cinco: Azul | Lágrimas.]
(Angstober)
[✨AwaMomo✨]
Daiki recuerda ese día a la perfección, y a veces no sabe si eso es algo bueno o algo malo.
Su padre tenía que ir a unas reuniones con una agencia que se encontraba en su ciudad natal, y cómo no era una misión sino más bien algo de negocios para expandir las conexiones de la agencia Creati, a Yosetsu le pareció una oportunidad perfecta para llevar a su hijo de visita a la casa de la abuela.
Se habían estado hospedando en el apartamento de la abuela, incluso el otro héroe que habían llevado con ellos, Strike, quien era, algo así como el mentor de Daiki desde hace un tiempo, y justo ahora, era uno de los héroes que sus padres le tenían mayor confianza a pesar de lo joven que era.
—Papá, ¿Puedo ir con ustedes a la agencia en la que están trabajando, por favor? —pidió Daiki, juntando las manos y haciendo un puchero.
—Pero Daiki...
—¡Por favor, papá! ¿Ya me viste? ¡Practiqué mi inglés y mi español con la abuela! Y me la he pasado aquí dentro del apartamento todos estos días, solo quiero ver la agencia de héroes, por favor. —suplicó con enormes ojos de cachorro. —Piensa en lo mucho que beneficiará esto a mi futuro heróico, podré aprender como funcionan otras agencias además de la de ustedes.
Strike se rió, apartando los rizos castaños de su cabello de su rostro. Y puso una mano sobre la cabeza del niño de once años, aprovechándose de los largos centímetros de altura que le ganaba.
—Vamos, jefe. El niño tiene razón, será algo bueno para él, además será el último día que estaremos aquí en Niigata. Será genial que vea un poco de esta agencia y su forma de trabajar, sobretodo si la negociación termina en buenos términos. —dijo el héroe de oscuros ojos púrpuras, apoyando al menor.
—El héroe Callypso me pidió que hiciera un patrullaje con su equipo hoy antes de marcharnos para ver más de cerca su forma de trabajar, así que no estaré en la oficina para mostrarle el lugar.
—¡Eso es perfecto, papá! Strike y yo podemos ir detrás de tí para ver cómo trabajas... ¡Siempre he querido verte en acción! —chilló emocionado el menor.
—Daiki, sabes que no pueden saber que eres mi hijo, debemos cuidarte y...
—¡No te preocupes! Me quedaré callado y solo te llamaré por tu nombre de héroe. ¡Ni siquiera nos vamos a acercar! Solo vamos a mirar de lejos y Strike me va a cuidar ¿Verdad?
El castaño miró al niño y sonrió, le parecía adorable, aunque no quisiera admitirlo, se había encariñado lo suficiente con el niño como para tener una debilidad por él, aunque la personalidad de Strike era más inclinada al hecho de ser odioso, y burlón para molestar al menor, siempre habían ocasiones (como esta) en la que quería darle el gusto al niño.
—Por supuesto, ni siquiera va a notar que estamos ahí, jefe. —comentó el castaño, con una sonrisa de media luna. —Caminaremos detrás de usted unos minutos, luego Daiki y yo iremos a comer algo, y daremos algunas vueltas por aquí para que el niño me enseñe la ciudad antes de que tengamos que volver a casa. ¡Todos ganamos!
—¡Todos ganamos! —repitió Daiki con una sonrisa, mientras volvía a ver a su padre con una expresión suplicante. —Vamos, papá. ¡Dí que sí!
Yosetsu solo suspiró antes de rendirse, después de todo, sus argumentos eran bastante buenos.
Muy temprano a la mañana siguiente los tres salieron en dirección a la agencia, al poco tiempo de entrar Yosetsu empezó a explicar y a mostrarle los distintos lugares que conocía de esa agencia, no era la primera vez que venía, ni tampoco su primera vez negociando con esos héroes, pero entendía que para Daiki todo era nuevo, y en parte también para Strike, aunque él escuchó la explicación el primer día de su visita.
Yosetsu volvió usando su traje de héroe, recibiendo un silbido coqueto por parte de su hijo como broma, el menor que empezó a reírse cuando vió el ceño fruncido de su papá cuando lo notó.
—¿Cuándo aprendiste a silbar? —preguntó avergonzado su padre, cubriéndose el rostro con la mano cuando otros héroes también miraron en su dirección.
—Strike me enseñó. —respondió el menor, el nombrado se ahogó con su batido de banana antes de negar con la cabeza.
—¡A mí ni me mire! Spectrum fue quien le enseñó, conmigo nada más práctica. Si yo caigo, ella también. —reclamó el castaño, ganándose un bufido de parte de su jefe.
—Hablaré con ambos sobre lo que le enseñan a mi hijo cuando está con ustedes ¿Bien?
—Sí, jefe.
—¡Bien, es momento de irnos! —gritó el héroe Callypso cuando llegó a la entrada con su destellante traje de vistosos colores.
—¡Momento de irnos! —celebró Daiki, que estaba muy feliz. Ahora tenía una selfie con el héroe Callypso, su autógrafo, podría ver a su padre en acción y también podría ir de paseo con Strike, definitivamente estaba siendo un gran día.
Callypso y Welder empezaron a caminar en dirección a las calles, siendo parados cada poco metros por fans que querían unas fotos o solo hablar con ellos. El primero era un héroe con bastante reconocimiento por la zona, debido a su resolución en grandes casos, mientras que Welder cada día subía más en el top de héroes en Japón, llenando de orgullo a las personas de su lugar de origen.
Daiki miraba todo con una sonrisa de emoción, sintiéndose feliz de ver a su padre ser tan reconocido, grabando y tomando fotos que le enviaba a su madre y su tía Yoshi, quienes habían estado al pendiente de él desde el día que se fueron de su hogar, ya que pocas veces el niño viaja sin su madre. Strike debe en cuando lo levantaba en sus brazos para que tuviera mejor visibilidad, y mejores ángulos en las fotografías, también deteniéndose a veces a tomarse fotos en las tiendas que se le hacían llamativas, el castaño se sentía orgulloso de estar en la agencia de Welder, y de haber pasado de aprendiz a compañero, solo quedaba anhelar el momento de ser así de querido por la gente, aunque de por sí, era algo reconocido en su pueblo.
Todo parecía perfecto, y cómo siempre, es difícil saber cuando esos momentos se acaban y las situaciones cambian por completo.
El suelo empezó a temblar, la gente se asustó mientras que los objetos se caían y los vidrios se rompían debido a la fuerza del sismo.
La reacción automática de Strike fue lanzarse contra Daiki, sujetarlo entre sus brazos y correr hasta ponerse junto a una pared para cubrirse ambos. Callypso empezó a gritar órdenes a las personas para buscar refugio y junto a Welder empezaron a salvar a las personas de los distintos objetos que caían, que se rompían y de los autos que se chocaban al no poder controlar el movimiento de sus autos.
Para Daiki ese momento fue aterradoramente largo y asfixiante, mientras se abrazaba al cuerpo de Strike, temblaba, sin saber si era a causa del miedo o del sismo, mientras que pedía en su interior que no le pase nada a su papá.
De pronto todo se detuvo, pocos segundos después Strike se apartó, para empezar a mirar al pelinegro entre sus brazos con preocupación.
—¡¿Estás bien, Daiki?! —preguntó asustado, mientras apretaba las mejillas del menor. Sus oscuros ojos púrpuras estaban abiertos de par en par, intentando encontrar alguna herida en el niño.
—¡Estoy bien, Strike! ¡¿Tú estás bien?! —respondió el niño, igual de preocupado por su amigo, que a pesar de ser un héroe adulto, también podía salir lastimado.
—Estoy bien, estoy bien.
Ambos suspiraron con alivio, se encontraban llenos de tierra y polvo. Realmente las rodillas del héroe estaban raspadas al igual que su cuello por una piedra que le golpeó, y el niño tenía raspones en las palmas de sus manos, pero no era nada que preocuparse.
—¡¿ESTÁN BIEN?! —La voz gruesa de Yosetsu los hizo levantar la mirada en su dirección, mientras se acercaba corriendo hacia ellos. Callypso se encargaba de ayudar a algunas personas que habían sido lastimadas, y por supuesto que Welder también lo haría, claramente después de asegurarse que ellos dos estuvieran bien.
—Estamos perfectamente, jefe. —contestó Strike. —¿Usted se encuentra bien?
—Papá, ¿Te duele? —Daiki se acercó preocupado, asegurándose de decirle "papá" es voz baja, pero sin apartar la mirada del hilo de sangre que se extendía desde la frente hasta la mejilla del héroe.
—Dai, no te preocupes, estoy... ¡Ahg! —Yosetsu siseó de dolor al sentir el ardor de algo presionarse contra su herida, no se sorprendió de ver a su hijo con un pequeño algodón limpiando su herida, porque si algo había heredado Daiki era la rapidez para pensar de Momo, y la rápida reacción de Yosetsu. Antes de notarlo, su herida había sido limpiada con cariño y enseguida un pequeño vendaje adhesivo pegado en el lugar para evitar el sangrado. —Gracias, hijo.
Después de responder, vió la mueca de preocupación en los ojos de su hijo, apenas pudo reaccionar para atraparlo entre sus brazos cuando esté se lanzó a abrazarlo, susurrando que había estado muy asustado.
—No te preocupes, hijo. Todo estará bien. Yo voy a cuidarte. —contestó.
Strike no quería interrumpir el lindo momento, aunque no hizo falta, un nuevo temblor inició y tuvo que agacharse con rapidez, Welder en un rápido movimiento se acercó a él para intentar proteger también a su discípulo mientras resistían el segundo sismo que aunque duró menos tiempo, fue mucho más fuerte, logrando estallar vidrios, tirar faroles y fracturar las edificaciones que habían sido debilitadas en el temblor anterior. Fue horrible de escuchar, como las cosas caían y se destruían al caer.
El miedo inundó a todos desde héroes hasta quienes no, al ver cómo algunos edificios no pudieron resistir el segundo temblor, al no estar edificados para soportar este tipo de desastres. Y terminaron cayendo de forma catastrófica.
Las sirenas eran ensordecedoras, el sonido de los gritos era agonizante y aterrador, mientras veían todo lo que se destruyó en cuestión de segundos.
[✨]
Por supuesto que, incluso en los recuerdos perfectos hay pequeños borrones en la memoria, porque a menos de tener una memoria fotográfica, era casi imposible recordar cada detalle cuadro por cuadro y de forma perfecta.
Daiki admite que lo que sucedió poco después del temblor fue como un borrón difuso de situaciones, entre el hecho de que su padre debía ayudar a las personas, y debido a la urgente necesidad de tener a cualquier héroe disponible para ayudar, también Strike tuvo que ponerse a trabajar, luego el hecho de que ninguno de los dos quería dejar al niño descuidado y al mismo tiempo que Daiki no quería ser ninguna clase de impedimento para que ambos empiecen a ayudar.
Después de una acalorada pero rápida discusión, se llegó a la conclusión que de llevar a Daiki de regreso a casa de la abuela (de la cual sabían que su estado era bueno, debido a que su edificio sí era seguro para estos casos), sería una perdida considerable de tiempo debido a lo lejos que se encontraban y a qué distintos caminos se encontraban bloqueados por los daños. Y a falta de otras opciones, el menor tuvo que quedarse en una carpa de primeros auxilios que había sido montada para llevar a los niños que necesitaran ayuda.
Yosetsu besó la frente de su hijo un par de veces, Strike le chocó la palma y le sacudió el pelo para molestarlo, ambos prometieron volver para después irse a ayudar en los rescates. Y el menor de once años solo pedía en su interior que esa promesa fuera cumplida.
Daiki se sentó en una esquina, intentando no meterse en el camino del personal de salud, después de todo, no tenía ningún daño riesgoso aún cuando en el segundo temblor una roca cayó sobre su pie, causándole un gran moratón, doloroso pero nada de lo cual preocuparse demás, se sentía agradecido de que ninguno de los tres tuviera mayores daños más almas de pequeñas magulladuras y raspones.
Su teléfono estaba sin servicio, y se imaginaba a su madre extremadamente preocupada en cuanto se entere del terremoto.
—¡Mamá! ¡¿Dónde está?! ¡Quiero a mi mamá!
—Por favor, tienes que calmarte, pequeño.
—¡Quiero a mi mamá! —gritó una vez más el niño, que tenía una venda en su cabeza y otra más en la mano. La enfermera intentó calmarlo pero una nueva emergencia llegó y ella tuvo que ir a ayudar debido a la falta de personal que tenían en esos momentos por lo reciente de los hechos.
Su mamá alguna vez le había dicho que era un héroe. Aunque Daiki no entendía porqué, debido a que nunca había hecho nada ni por lejos tan valiente y grandioso como sus padres, ella decía que eso no era lo que los hacía héroes, sino que aquello que te convertía en un gran héroe eran las ganas de ayudar a quien lo necesite.
Daiki se acercó al niño, arrastrando su pie derecho debido al moratón y pidió permiso antes de sentarse con algo de dificultad sobre la camilla dónde el más pequeño que debía rondar los nueve años se encontraba. Lo miró con sus ojos azules por un periodo algo corto de tiempo antes de decidirse, y simplemente abrazar al más pequeño.
Y Daiki lo abrazó con más fuerza cuando lo sintió llorar en su hombro.
—Entiendo que tengas miedo, yo también lo tengo, pero llorar solo hará que tus heridas duelan más, debes calmarte, por favor. —pidió en voz baja, mientras dejaba pocas caricias en la espalda del niño de cabello verde que lloraba con fuerza junto a su oído. No le molestaba, aunque sí le dolía, y deseaba ayudar de alguna forma.
—Pero... Pero... ¡No sé dónde está mi mamá!
—Lo sé, lo sé. Yo tampoco sé dónde está mi papá, pero debemos ser valientes. ¿Crees que tú mamá estará feliz de verte llorando? —respondió el Awase. Apartando al pequeño de su cuerpo, lo suficiente para crear un pequeño pañuelo de tela suave en su mano y empezar a limpiar las lágrimas que se habían mezclado con la suciedad del rostro del peliverde. —Debes estar calmado y así será mucho más fácil sonreír cuando la veas. Así que respira, tu mamá vendrá pronto.
Daiki le sonrió, intentando infundir algo de paz y calma a su corazón, porque Momo también había dicho que las hermosas sonrisas de su hijo, eran capaces de hacer feliz a cualquiera. Y si su mamá lo decía, debía ser cierto ¿No?
Tardó un par de minutos pero el niño se calmó lo suficiente para ya no llorar aunque aún se veía perturbado y nervioso, lo cual no era para menos tomando en cuenta la aterradora situación que habían vivido. En otra camilla, una niña un poco más pequeña que los observaba, preguntó si su papá también vendría pronto, Daiki respondió que sí, antes de levantarse y darle un gran abrazo a ella también cuando se lo pidió para poder llorar un poco.
Daiki no está del todo seguro pero de un momento a otro pasó de repartir abrazos y palabras de apoyo a dos niños, a estar rodeado de al menos una docena de ellos, mientras cantaba con voz moderada canciones un infantiles y otras más populares, mientras los niños coreaban.
El pequeño Yaoyorozu sabía que no era correcto cantar canciones tan animadas en un ambiente tan catastrófico en dónde algunas personas habían perdido la vida (porque aunque tenía once años, conocía algunas de las palabras que los doctores estaban usando, como deceso o fallecimiento mientras que los otros niños parecían no entender) pero le parecía que era correcto llevarles algo de paz y una forma de distracción al resto de los infantes.
También suponía que no estaba del todo mal, porque las enfermeras no le habían regañado y algunas incluso le sonreían cuando pasaban cerca de ellos.
—Mi sueño ideal, mi sueño ideal... —cantó el pelinegro, porque en algún momento le pidieron una canción Disney y ya parecía un concierto de las mismas, ya que se sabía un montón de ellas. —Las linternas ver brillando al volar, cada hora más me acerco y de mi torre, no estoy cerca. Y cómo todos tengo un sueño ideal...
Su voz se cortó al momento de ver a su papá llegar apurado con una niña que gritaba y lloraba entre sus brazos, Daiki les pidió perdón a los niños, prometiendo que volvería pronto, mientras que otra chica, un poco mayor que él, siguió cantando, prometiendo que lo esperarían con paciencia.
Aunque cojeó un poco, Daiki logró acercarse a su padre que dejaba a la niña en una de las camillas y una de las enfermeras que había llegado hace poco con quirk calmante se acercaba para ayudar a la pequeña de cabello azul y poder así calmarla, preservando el ambiente cálido que sorprendentemente se mantenía en la carpa infantil.
—Welder ¿Estás bien? —preguntó su hijo con preocupación, ofreciendo su mano pero en cambio recibiendo un abrazo de su padre, al cual obviamente no se iba a negar. El menor lo estrechó entre sus brazos, mientras le decía que lo había extrañado aunque solo habían pasado unas pocas horas desde su partida.
—¿Tú estás bien, Daiki? ¿Está todo bien? —Yosetsu se veía algo perturbado y su hijo era bastante receptivo después de pasar gran parte de su vida estudiando las reacciones de Kane para ayudarle cuando la ansiedad lo sobrepasaba. Así que entendió que algo malo pasó, y por eso su papá no estaba del todo bien.
—Estoy bien, papá. Mi pie me duele, pero el doctor dijo que solo es un moratón, nada peligroso. Y he estado ayudando a las enfermeras calmando a los niños. —contestó el de ojos azul oscuro. —Ayuda siempre que puedas ayudar, como ustedes me enseñaron.
Un par de lágrimas se asomaron en los ojos de Yosetsu pero las disimuló con rapidez, atrayendo a su hijo en otro fuerte abrazo. La imágen de ese hombre, usando toda su fuerza para empujar a Amaya y salvarla del derrumbe no se borraba de sus retinas, y no podía parar de pensar que de haber sido él habría hecho exactamente lo mismo.
Porque entre sus brazos tenía a lo más preciado de su vida, y prefería perder la vida antes que perderlo a él.
—Te amo, Daiki.
—También te amo, papá.
—Daiki, has estado ayudando a calmar a los niños ¿Cierto?
—Sí, quiero ayudar, porque eso es lo que hacen los héroes. —respondió, antes de apartarse del abrazo y mirar a la niña de cabello azul que temblaba en su lugar. —Y seré un héroe y la ayudaré a ella.
—¿Por qué quieres ayudar a Amaya? —preguntó su padre, sin ánimo de ofender, pero sorprendido por la convicción de su hijo.
—Porque tú la salvaste, tal vez, ver a alguien parecido a tí la haga sentir mejor, ya que debes irte a seguir ayudando en los rescates y además... —Daiki apretó los labios, y los puños a la vez, viendo cómo la niña lloraba casi sin voz, y en silencio luego de que usaron el quirk de calma con ella, el cual evitaba su griterío pero no reducía el dolor en su corazón. —Tiene un ataque de pánico. Debo ayudarla.
—Ahí está la enfermera.
—La niña no tienen ninguna herida de gravedad, porque de otra forma ya lo habrías dicho, así que las enfermeras deben atender a los casos más graves porque hay falta de personal. Y aunque necesite ayuda, no podrá ser de utilidad sino se calma.
—No es tu responsabilidad, Daiki. Solo eres un niño. —comentó su padre, que admiraba la convicción que sentía su hijo por ayudar, pero intentando recordarle que no debía forzarse a ser un héroe todo el tiempo.
—Lo sé, pero un abrazo puede hacerla sentir mejor ¿No crees? —comentó su hijo antes de apartarse de los brazos de su padre, y tomar asiento en una de las sillas junto a la niña de cabello azul oscuro y ojos verdes brillantes que se veían más claros debido a las lágrimas. —Hola, mi nombre es Daiki. No sé lo que pasó, pero quiero ayudarte. Por favor, trata de respirar.
—No... No... No pu-puedo. M-me due-le. —lloró Amaya, apretándose el pecho mientras que sollozaba con fuerza.
—Yo sé que puedes hacerlo, Amaya. —contestó el pelinegro, recordando que debía ser un poco insistente para hacerla sentir segura. —¿Sabes contar?
—Has... Has... Hasta... Diez... —A la niña le costaba responder, mientras apretaba los puños y tartamudeaba. La enfermera no se había quitado del lado de ambos, y Yosetsu había tenido que irse luego de besar la frente de su hijo, pidiéndole que se cuide y que también cuide a la niña.
—Eso es perfecto. Solo cuenta y respira... Tú puedes hacerlo, yo creo en tí.
Daiki estiró los brazos para tomar la mano de la niña, y Amaya lo sujetó, mirándolo con los ojos llenos de lágrimas, el pelinegro entendió el pedido silencioso, porque a veces las palabras sobran, así que se subió a la camilla y la abrazó.
—Respira, uno, dos, tres... —Daiki contó inhalando a la par de la niña de cabello azul. —Exhala, cuatro, cinco, seis...
La niña de ojos verdes se resguardaba en sus brazos, se veía tan pequeña y delgada, no debía tener más de cuatro años, tal vez cinco, temblaba muchísimo mientras lloraba en silencio luego de quedarse sin voz de tanto gritar.
Daiki intentaba darle el mayor confort y seguridad, mientras susurraba que ella era muy fuerte. Detrás de ellos, se escuchaba el ruido de las sirenas de las ambulancias que se llevaban a los heridos de más gravedad al ser una emergencia demasiado reciente. Una niña sufriendo un ataque de pánico y algunos rasguños no era una prioridad justo ahora, pero para él sí, porque sabía lo horroroso que era eso para las personas a pesar de nunca hacer sufrido uno. Así que se mantuvo ahí para ella, incluso cuando la enfermera se fué al tener que atender otra emergencia, a pesar de que los niños querían que volviera a cantar, Daiki ignoró todo, y sin estar seguro del porqué, solo se mantuvo con ella, todas esas horas, sin saber exactamente cuántas fueron.
Fue en un día azul cuando Daiki entendió que sí, que su sueño era ser un héroe pero también entendió que era un trabajo agotador, y sobretodo, doloroso.
Fue en un día azul cuando Amaya perdió todo lo que había tenido en su vida.
Y fue en un día azul, cuando se encontraron. Cuando Amaya conoció a sus héroes y cuando Daiki encontró a quien debía proteger.
[✨]
¡Ahg! ¡Este día fue el más difícil de escribir! Honestamente me lo había imaginado de otra forma, pero justo ahora, este resultado es el que me parece más correcto y con sentido. Así que se quedará así.
Espero que les guste.
¡Nos vemos el siguiente día!
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