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-Amanecer. | ShinTodo.

[Día tres: Amanecer.]
(Flufftober)

[✨ShinTodo✨]

Cuando alguien no puede dormir por las noches, a veces, en su mente, solo puede suplicarle a sus ojos cerrarse para permitirle descansar.

A la vez, cuando alguien tiene una pesadilla y sus ojos se abren entre la penumbra de la noche oscura, solo puede pedir una cosa y es que el sol salga por el horizonte lo más pronto posible, porque la luz siempre traerá ese sentimiento de confort que nos otorga (al menos un poco) de calma.

Mientras que los ojos de Teru luchan para no cerrarse, los de Hanabi no tienen problemas para quedarse abiertos de par en par, mientras ambos miran las piezas del ajedrez frente a ellos. La televisión suena de fondo con la película de Rapunzel mientras cantan "Un sueño ideal".

El de ojos turquesa mueve un alfil mientras tararea la letra de la canción que se sabe casi de memoria.

—Te toca. —comenta él, antes de tocar el reloj junto a ellos.

No son expertos ni mucho menos, nunca aprendieron bien del todo las reglas del ajedrez más allá de haber leído el tema un par de veces en la primaria, seguramente rompen algunas reglas, porque obviamente el peón no se mueve a la derecha y la torre no se mueve en diagonal, pero son ellos y es su forma de jugar, nadie más tiene que entenderlo porque la única otra persona con la cual se atreven a jugar de esta manera es el uno con el otro.

—Tu turno. —contesta la mayor de ojos púrpuras una vez que movió a su peón, casualmente, a la casilla que se encuentra a su izquierda, su gemelo no protesta, simplemente le recuerda que debe tocar el reloj.

Hablando de relojes, sobre ellos, colgado en la pared, hay un viejo reloj en forma de gato que aún funciona con su cola como péndulo y sus ojos se mueven de lado a lado mientras en sus agujas muestra la hora.

Faltan cinco minutos para las 6:00 AM. Y cómo se encuentran en las noches de verano, el amanecer no tardará mucho en aparecer acompañado de los pasos pesados de su padre que volvía de las rondas nocturnas como héroe y los gemelos tendrían que escabullirse hasta sus habitaciones si no querían recibir el viejo sermón sobre la importancia de dormir.

—Jaque. —comenta Teru, en un momento dónde la reina blanca en las piezas de su hermana queda arrinconada. El menor relame sus labios para reprimir las innecesarias ganas de bostezar.

—Ya no. —De un movimiento veloz y seguramente ilegal, el caballo derriba al alfil negro. Los dedos pálidos de su gemela tocan el botón del reloj con una fuerza un tanto exagerada, y sabe que es ella controlando su frustración al escuchar al gato maullar, marcando que ya eran las seis de la mañana. Dejando en claro que es otra noche más en la que ninguno de los dos pudo dormir lo necesario. —Debemos subir antes de que Dad nos vea.

Teru ni siquiera se lamenta de dejar el juego a medias, de cualquier forma, ya era la sexta vez que jugaban en esa noche, y cómo en muchas otras, el amanecer los alcanzaba estando ambos en un eterno empate.

Hanabi apaga la televisión, sin mirar dos veces al comercial que se interpuso en la película, ya podrían verla luego de nuevo. Mientras tanto, Teru guarda las piezas sin mucha rapidez dentro del tablero antes de doblarlo sobre sí mismo y cerrarlo con su broche. Ambos estiran la sábana blanca como era de costumbre hasta dejarla sobre el sofá dónde estaban sentados antes para evitar que le caiga polvo.

Los gemelos ahora sí, se disponen a caminar con rumbo a la escalera que los llevará a casa, abandonando su lugar dentro del hogar. El sótano era para muchos un lugar aterrador o un tiradero dónde dejar todas las cosas viejas que probablemente nadie usaría en mucho tiempo, para ellos, era su lugar seguro, con las suficientes comodidades y con lo más preciado que tenían, silencio, un lugar donde solo podían estar ellos dos, sin ser unos chicos problemáticos, unos jóvenes con quirks demasiado poderosos, sin ser una comparación constante, y sin ser gemelos.

En ese lugar solo eran Teru y Hanabi.

Y eso lo volvía un lugar perfecto.

Abrieron la puerta, despidiéndose del sótano por un par de horas, antes de empezar a caminar con delicadeza y lentitud en sus pasos, el ruido siendo opacado por el algodón de sus pantuflas. Con suerte llegarían cada quien a su habitación, sin contratiempos, tal vez Teru podría cerrar sus ojos un par de minutos antes de que fuera hora de desayunar, y con muchísima suerte Hanabi podría dormir un poco también, aunque ambos dudaban que fuera el caso.

—Los ví.

Los gemelos se tensan y piensan que, hoy no es su día de suerte.

—Buenos días, Dad. —Saludaron a Hitoshi, sin siquiera intentar justificarse o inventar una mentira. Esta situación ha ocurrido un montón de veces antes (probablemente un montón de veces en el futuro también sucederá).

Después de todo, ¿Que chicos de catorce años se levantan antes del amanecer en un fin de semana?

Obviamente, muy pocos, si no es que ninguno, y su padre no es ningún tonto, por supuesto que sabe que no han pegado un ojo en toda la noche.

—¿Por cuánto tiempo durmieron esta noche?

—Hanabi durmió tres horas, yo dormí como cuatro horas y media. —respondió Teru, apartandose el cabello del rostro mientras se frotaba el párpado con el puño, aunque le dolía mucho lo pesadas que estaban sus ojeras. —Tres horas continúas, la otra hora y media la dormí entre pequeñas siestas cortas.

Escucharon un suspiro profundo de parte de su padre. Los gemelos se sintieron un poco tristes, sabían muy bien que Hitoshi se sentía mal por eso, le preocupaba demasiado las pocas horas que dormían y se sentía culpable múltiples veces, creyendo que era su culpa el haberles heredado el insomnio, por más que los gemelos le recordaban que no era su culpa, que simplemente fue algo inevitable.

—Lo sentimos. —comentaron al mismo tiempo, sin sorprenderse de hablar a la vez. —Lo intentamos pero...

—No tienen que disculparse, gatitos. Yo... Sé que lo intentaron. —Hitoshi se acercó hasta rodear a cado uno con un brazo sobre los hombros y acercarlos para darles un abrazo de medio lado. —Sé que es difícil, así que... Gracias por intentar.

Teru se mordió el labio hasta dejarlo de un color tan rojo como las fresas que amaba comer, Hanabi apretó sus puños hasta dejar sus nudillos blancos como el helado de vainilla. Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas, que supieron disimular entre suspiros y respiraciones pesadas, era tonto llorar por esto, porque ya era algo común, noches en vela a causa del insomnio de la mayor y la terquedad del menor en no querer dejarla sola en la inmensidad de la noche, sucedía muy seguido, pero aunque fuera algo común, no dejaba de ser dolorosamente frustrante el no poder hacer algo tan básico como dormir.

Hitoshi los abrazó con algo más de fuerza, y empezó a caminar, los gemelos no hicieron más que seguirlo.

Por las ventanas podían ver el cielo pintarse de colores púrpuras, celestes y rosáceos, dejando en claro que el amanecer estaba arribando sobre los altos edificios de New York, y los techados de las casas residenciales dónde la familia Shinso-Todoroki residía.

Subieron las escaleras con tranquilidad pero antes de que los gemelos pudieran cruzar a su lado del pasillo, dónde se encontraban las habitaciones de ambos, una frente a la otra, Hitoshi cambió de rumbo y los guió a ambos hasta su propia habitación.

En la enorme cama de sábanas color lavanda, se encontraba ya alguien durmiendo, el cabello de dos colores mezclado hasta no diferenciar dónde empezaba el rojo y dónde terminaba el blanco, con la respiración pesada y la camisa del pijama algo levantada.

—Vayan a acostarse, yo me cambiaré bastante rápido. —dijo su padre de cabello púrpura con voz calma.

—Pero Dad... Papá está... —Intentaron refutar pero el mayor les pidió silencio y los empujó ligeramente para que siguieran su instrucción. Los gemelos se miraron por un segundo dudando de qué hacer.

—Solo vengan ya... —Una voz sumamente ronca respondió la duda que no se atrevían a formular, y no necesitaba levantar la vista para saber que los ojos heterocromáticos de Shoto miraban cada uno de sus movimientos.

Los gemelos decidieron dejar de resistirse, un par de hermosas sonrisas tomaron lugar en sus labios y sin dudar ni un segundo más, se encaminaron hasta la cama de sus padres, dónde Teru tomó lugar en el lado derecho, justo en el lado frío del cuerpo de su padre Shoto, quien no tardó en abrazarlo con su brazo, y Hanabi tomó lugar junto a su gemelo, ya que a los pocos minutos, como era de esperar, Hitoshi se acostó junto a ella, también abrazándola con uno de sus brazos.

Así, sus padres quedaron a las orillas de la cama, los gemelos en el centro, la calidez se sentía reconfortante en sus corazones, mientras sus respiraciones empezaban a ser cada vez más calmadas a medida que el sueño los vencía. Lo último que recuerdan antes de caer dormidos es sentir un beso en la mejilla.

Y es que para casi todos, el amanecer simboliza el comienzo de un nuevo día, pero lo cierto, es que cada quien inicia su día a su particular manera.

La familia Shinso-Todoroki, prefiere descansar el tiempo que haga falta, aunque sea el amanecer, para así (justo ahora o después) iniciar de buena forma su día.

[✨]

Me gusta como quedó, es bastante tierno y este tipo de narración me gusta mucho aunque me cuesta mucho conseguirla (creo que no es tan diferente a como escribo generalmente pero sigue teniendo algo especial).

Y espero que sí haya quedado con el tema de amanecer, yo creo que sí. Iba a escribir recuerdos de alguien más pero me gusta como se ve y así se quedará, aunque lo único FLUFF sea el final. Porque bueno ¿Qué es más tierno que el cariño y preocupación de tus padres?

¡Nos vemos el siguiente día!

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