Al llegar a la entrada pudieron ver las enormes raíces que se extendían por varios metros antes de adentrarse en la tierra. Hegani descendió de su montura y luego ayudo a Darthañan y Frigglene a bajar. Enseguida agarró la cesta que tenía colgada en su pecho y saco con cuidado a los dos pequeñines que se encontraban dormidos.

―Muchas gracias señor Hegani― dijo Darthañan.

―Gracias― dijo Frigglene recibiendo a los dos bebes.

―No hay nada que agradecer... ― les respondió el ent dándoles la espalda y llevando a su montura hacia la parte interna del primer nivel de Vorpiax. En el centro de esta, decenas de Sauropodxylon podían verse andando y comiendo plantas como si estuvieran libres.

En ese momento Fusca y Albella se les acercaron.

―Síganme, mi padre está despidiendo al grupo de flora que nos acompañó para entregar las ofrendas ―dijo Fusca con una sonrisa.

―Podemos esperarlo no hay problema― dijo Darthañan por cortesía.

―La mayoría de los que viajaron con nosotros pertenecen a los hijos de Bachué, son un grupo religioso bastante conservador, la despedida tardara bastante por lo que es mejor que nos sigan. Debemos de visitar a un médico lo antes posible― explico Albella.

Frigglene al ver que su esposo iba a insistir en esperar le entrego a Elizabeth.

―Estoy de acuerdo, tenemos que revisar que los niños se encuentren bien.

―Muy bien, por aquí por favor― respondió Fusca.

Los dos jóvenes lepiotas los guiaron hasta una estación que se encontraba hecha de pétalos gigantes. En este lugar podían tomar el teleférico para subir de nivel. La estación era lo suficientemente grande para acomodar a cientos de personas y a pesar de la muchedumbre y el aparente caos todo se encontraba en un orden poco aparente. Todos los tipos de flora humanoide se reunían en esta ciudad por lo que Darthañan y Frigglene no se sorprendieron al no encontrar ningún otro tipo de especie en la estación.

Cuando abordaron la cabina floral Fusca y Albella se sentaron frente a los dos invitados. Frigglene estaba haciéndole caras a Theodor que se acababa de despertar mientras Darthañan observaba con fascinación por la ventana.

Al lado de los teleféricos había enredaderas que constantemente ayudaban a subir todo tipo de objetos, en su mayoría materias primas de la isla; así como escaleras gigantes por donde los ent y las criaturas más grandes subían a los siguientes niveles. Al llegar al segundo nivel los recibió una vibrante metrópolis llena de vida, parecía más un jardín que una ciudad.

Lo que sorprendió a Darthañan fue que pudo ver que había varias criaturas de cristal con cuerpos bastante peculiares. Su tamaño era parecido al oso con el que se habían enfrentado, su parte trasera era pequeña y se apoyaba en cuatro delgadas patas, su torso era proporcionalmente mucho más grande y se apoyaba en dos patas mucho más grandes que las otras cuatro. Su cuello se alargaba unos cuantos centímetros hasta llegar a una cabeza ovalada. Del cuello salían dos delgadas y finas manos con cuatro dedos cada una. En su rostro había seis ojos, tres de cada lado, y de su nariz hasta la parte de atrás de su cabeza se extendía una hermosa ornamentación de cristal. Estas criaturas se veían tanto agiles, por su anatomía, como fuertes, por su composición de cristal.

― ¿Cómo se llaman esos animales que están allí? ― pregunto Darthañan bastante interesado.

Fusca se empezó a reír, por lo que su hermana Albella respondió por él.

―No son animales, son seres inteligentes como nosotros. Su raza se llama Krisyll y son parte de las dos razas no florales nativas de Lhimkio.

― ¡Jeje! ― Darthañan se rio avergonzado.

Este tipo de errores sucedía con frecuencia en el imperio pues la gran cantidad de especies consideradas personas con derechos era tal que muy difícilmente todos las conocían por completo.

― Mama

― ¡Oh! Theodor también aprendió a hablar― dijo Frigglene emocionada.

Darthañan intentó quitarle el pequeño a su esposa para ver si también decía papá, pero se llevó una mirada de su mujer que lo dejo paralizado. En ese momento el teleférico empezó a subir al tercer nivel. Al igual que la anterior vez también se podían ver las enredaderas y escaleras a los lados del teleférico.

― Cuando lleguemos al tercer nivel, tenemos que coger un tren para dirigirnos al árbol central― indico Fusca.

― ¿No podemos seguir subiendo en el teleférico? ― pregunto Darthañan, aun con la cara pálida.

―Este árbol solo tiene cuatro niveles y por diseño ninguno de los anillos de los últimos niveles se conecta con los demás en ese nivel. Como nos dirigimos al castillo tenemos que ir al árbol central para poder subir hasta el séptimo nivel.

Darthañan quedo boquiabierto, cada anillo en cada nivel parecía una ciudad por aparte ¿Cuántas personas habitaban Vorpiax? esta ciudad era mucho más increíble de lo que se había imaginado.

Cuando llegaron al tercer nivel, las puertas del teleférico se abrieron y Fusca los guio hasta donde se encontraba el tren que tomarían para llegar al árbol central. Los teleféricos, enredaderas y escaleras permitían el tránsito entre niveles, mientras que los trenes, vehículos y monturas eran permitidos para andar en un mismo nivel. Para subir de nivel los vehículos y monturas deberían de poder subir las escaleras o de lo contrario deberían de ser cargados por las enredaderas.

Cuando abordaron el tren Elizabeth se despertó y vio a su hermano riendo frente a su mamá.

―Tod― dijo la niña sin notar lo sorprendido que su padre se puso.

―Eli― respondió el niño volteando la cabeza.

Los dos pequeñines se sonrieron e intentaron acercarse, pero sus padres los detuvieron.

―Ahorita no podemos jugar, tenemos que sentarnos juiciosos― dijo Frigglene mirándolos con amor.

Elizabeth asintió y saludo a su papá.

― ¡Papa!

Darthañan casi se desmaya con la ternura de su hija.

Theodor, por otro lado, empezó a inquietarse, moviendo sus brazos y sus piernas para intentar zafarse de su madre. Al ver que no lograba lo que se proponía empezó a llorar y armar un alboroto que ninguno de sus padres ni los dos jóvenes lepiotas se esperaban.

Frigglene se alarmo, pero recupero la cordura mucho antes que su esposo y empezó a amonestar a Theodor. Le dolió hacerlo, pero sabía muy bien que la educación de sus hijos dependía de ella y Darthañan. Al pensar en eso le dio dolor de cabeza, su esposo iba de seguro a malcriar a sus hijos. Ahora el hecho de que sus hijos crecieran bien y fueran educados realmente dependía de ella.

Al bajar del tren en el árbol central donde los recibió lo que muy bien podría ser una ciudad independiente en cualquier otro lugar. Se dirigieron a un nuevo teleférico y empezaron a subir del tercer nivel hasta el séptimo.

Gracias a que estaban ahora en la cabina privada del teleférico Darthañan y Frigglene soltaron a sus hijos en el medio para que pudieran jugar.

―Tod

―Eli

Dijeron los dos dándose un abrazo. El teleférico se movió justo en ese momento haciéndolos caer. Elizabeth cayó de espaldas y por el susto empezó a llorar, cerró su puño y golpeo a su hermano con fuerza. Y antes de que sus sorprendidos padres reaccionaran Theodor le devolvió el puño a su hermana.

A continuación, Frigglene regaño a los dos pequeños volviéndolos a levantar y separándolos, mientras que Darthañan a duras penas podía cerrar su boca.

Llegar al séptimo nivel les tomo aproximadamente 5 minutos. Y lo que los recibió fue una enorme plataforma prácticamente vacía, en este último nivel solo se encontraban diversos jardines, y un gran castillo de madera que tenía un diseño tan natural que a simple vista el castillo se difuminaba entre los últimos tallos del Lignum Vitae en el que se encontraban.

Fusca y Albella los guiaron por entre los turistas que estaban admirando la asombrosa vista que ofrecía la altura, hasta llegar al perímetro resguardado por un muro de solo cinco metros, hecho de una peculiar planta carnívora llamada Guahaioque, única de Lhimkio, con apariencia de una enredadera formada de troncos.

Varios guardias lepiotas vigilaban el muro para advertir a todas las personas que mantuvieran su distancia. Se encontraban, no vigilando que nadie entrara sino protegiendo a los incautos de la peligrosa planta que resguardaba el castillo del barón.

― síganme con cuidado, antes de que mi padre hable con esta planta no se le acerquen nunca estando solos― advirtió Fusca.

― ¿Vamos a estar encerrados en el castillo? ― pregunto Frigglene con un poco de hostilidad en su voz al empezar a sentirse insegura por el comentario de Fusca.

―No, nada de eso. Cuando mi padre de la autorización, podrán entrar y salir del castillo con toda tranquilidad. Solo queremos evitar un accidente mientras mi padre está ocupado. ― dijo Albella buscando calmar a Frigglene.

―Solo cuando tengamos autorización― repitió Frigglene grabándose esas palabras.

Por la situación en la que se encontraban debía de tener en cuenta el peor caso posible para poder garantizar la seguridad de su familia. Incluso estas personas que los estaban ayudando podían tornarse hostiles en algún momento, y hasta no estar ella y Darthañan en condiciones óptimas, Frigglene no se arriesgaría a poner en riesgo nada.

Cuando caminaron hasta el muro de Guahaioque, los guardias se inclinaron y saludaron a los dos jóvenes lepiotas, el muro se abrió en dos y una bella puerta les dio paso a los jardines que conectaban con el castillo.

Al atravesar los jardines llenos de plantas medicinales con apariencias hermosas y exóticas llegaron a unas puertas que se abrieron por si solas para recibirlos. Varios guardias y sirvientes saludaron a los recién llegados con una venia de cortesía y continuaron con sus tareas.

Fusca y Albella les explicaron a sus sirvientes sobre los nuevos invitados y prosiguieron a llevar a Darthañan y Frigglene a la villa medica.

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Hola, espero les este gustando la historia hasta ahora.

Me avisan si la descripción del Krisyll no se entiende XD

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