Capítulo 5
En pocos segundos Frigglene acorto la distancia que los separaba de los seres que acababan de encontrar. Lo primero que pudo notar fue que no se trataba ni de humanos o vampiros, ni siquiera Quinoids (humanoides animales).
Las personas frente a ella, que se encontraban realizando alguna clase de ritual, poseían rasgos mayormente asociados a la flora. Unos eran de madera y grandes como árboles, otros pequeños y delicados como flores. Este tipo de criaturas por lo general tienden a ser pacíficas, pero Frigglene prefirió evitar cualquier riesgo y antes de hacer contacto retrocedió para hablar con Darthañan.
― ¿Qué paso? ― pregunto Darthañan extrañado de que su esposa volviera tan rápido.
―Son criaturas de flora. Están haciendo algún tipo de ceremonia.
― Deberían de ser amigables ¿no?
― Se supone, pero no podemos arriesgarnos, sobre todo por la condición en la que te encuentras― Frigglene le respondió bajando su mirada a los brazos de su amado.
―Pues si no queremos quedarnos a vivir por aquí deberíamos de hacer contacto con ellos o rodearlos para continuar hasta Vorpiax sin que nos noten.
Frigglene soltó un suspiro. De verdad sentía ganas de hacer contacto con esas personas y terminar con el aislamiento por el que habían estado pasando, pero el riesgo de tener que entraren combate era demasiado grande. Ella sola no podría defender a los cuatro.
―Rodeemos el lugar. No podemos darnos el lujo de...
En ese momento Frigglene fue interrumpida por la fuerte risa de Theodor.
― ¡Agjaja! ― La araña le estaba haciendo cosquillas de nuevo.
Darthañan reaccionó de inmediato abrazando a los dos pequeños entre sus brazos.
―Escóndete, no salgas hasta saber sus intenciones cuando me vean.
Frigglene no lo dudó ni un segundo, antes de que su esposo terminara de hablar ella ya se había camuflado con el entorno. A los pocos se pudo escuchar una voz proveniente de alguna de las copas de los árboles.
― Solo es un humano cargando dos retoños.
― ¿Un humano? ¿Qué hace un humano en esta isla?
― ¿Y porque me lo preguntas a mí? Baja y pregúntaselo a él.
―Bueno.
La persona que respondió bajo de un salto, aterrizando a dos metros de Darthañan.
―Hola, mi nombre es Fusca ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
―Da Darthañan ― respondió sorprendido.
Al mismo tiempo en el claro en donde las criaturas florales realizaban su ofenda una mujer hongo de un color blanco pálido, con un sombrero negro (Una parte de su cuerpo no el objeto que utilizan los humanos) con escamas amarillas apareció de rodillas frente al jefe de los presentes.
―Padre, encontramos un humano cargando dos retoños.
― ¿Tres personas? ―se preguntó a sí mismo el hombre con piel igual de pálida a su hija, pero con sobrero rojo y escamas blancas. Mentalmente se preguntó si había percibido mal la presencia de 4.
― ¿Hace cuánto no aparece un humano en esta isla?
Un Ent se llevó la mano a la barbilla y acaricio su corteza de abeto, cerrando los ojos por unos segundos antes de responder.
― Hace unos 31 años que no vemos a ninguno― su voz era grave y transmitía el cansancio de todos los años que había vivido el ent.
― ¿Y ahora nos encontramos con uno en Ofrenthos? Esto es lo que necesitaba esta ceremonia tan aburrida.
Los ojos del hombre se iluminaron antes de continuar.
― Albella, dile a tu hermano que traiga a nuestro inesperado invitado y a sus retoños.
―Enseguida― respondió la mujer desapareciendo de donde se encontraba.
Darthañan no se sorprendió al ver a Fusca, pues de pequeño su padre le había presentado a un Lepiota en una de sus muchas reuniones de negocios. Explicándole esta raza en pocas palabras:
―Estos hongos humanoides que suelen abundar en las islas inferiores o los pantanos de las islas medias y superiores, son una especie poco conocida. Pero jamás debes subestimarlos, les gusta ser vistos como débiles y afables cuando en realidad son de las personas más poderosas e inteligentes que existen.
El joven Lepiota frente a él tenía un sombrero café pardo con escamas marrones y una piel blanca tan pálida que ni siquiera un enfermo se le compararía.
― ¿Te encuentras bien? ¿necesitas comida o un poco de agua?
Darthañan noto que Fusca ni siquiera se molestó en preguntarle que hacía en medio del bosque y recordando las palabras de su padre infirió que este además de saber que se encontraba perdido ya había analizado que en su estado actual no era ninguna amenaza, por lo que no se molestó en confirmar nada antes de ofrecer ayuda.
"De no haber acompañado a mi padre jamás habría notado que este joven me pudo medir en tan poco tiempo" pensó Darthañan intentando controlar sus nervios. Con su nivel de poder no cualquiera sería capaz de analizarlo, incluso en el grave estado en el que se encontraba.
―Te aceptaría un poco de agua, por favor.
―Muy bien, tengo incluso para los retoños ― sonrió Fusca.
―Muchas gracias.
Frigglene, que había estado a punto de mostrarse se detuvo al ver como una mujer lepiota apareció detrás de Darthañan y sin hacer ningún ruido se comunicó con Fusca por medio de señas.
―No hay problema, sígueme y les daremos algo de tomar y de comer― Fusca se dio la vuelta y empezó a guiar a Darthañan hacia donde se encontraban los demás.
Cuando salieron al claro del bosque Darthañan pudo ver a los aproximadamente 50 seres que se encontraban reunidos en un altar tallado en cristal morado oscuro, con esculturas de diferentes tipos de plantas en un cristal mucho más claro. El altar se encontraba al borde de un enorme foso del cual apenas podía ver sus extremos. La naturaleza parecía evitar el foso, pues el bosque se distanciaba del foso en unos diez metros haciendo una circunferencia más o menos simétrica alrededor de este.
―Mira un humano.
―Parece un Pikmi rasurado
Las criaturas más pequeñas, aquellas con apariencias de flores humanoides no pudieron evitar empezar a comentar. Darthañan se sintió bastante incomodo, pero al estar acostumbrado a eventos en donde recibía toda clase de miradas decidió ignorar a las pequeñas flores y continuar caminando detrás de Fusca.
Cuando llegaron frente al altar Fusca se detuvo y arrodillándose dijo:
―Padre, encontré a este humano perdido en el bosque. Podríamos darle un poco de agua y comida. Carga con dos retoños de la misma edad que mis hermanos.
Los ojos del líder que se encontraba en el altar escanearon a Darthañan, su rostro tenía una sonrisa siniestra que en un instante se desvaneció. La presencia de la lepiota cambia en un instante ahora parecía estar sumergido en una seriedad que nunca antes había mostrado ante sus hijos.
― ¿Padre? ― intento preguntar Fusca.
― ¡Alto! ― Grito el lepiota deteniendo con la palma de su mano a su hijo.
―Pequeño Darth, no sé qué paso para que hallas terminado en esas condiciones frente a mí.
Darthañan levanto una de sus cejas al no entender lo que acababa de escuchar.
―No te preocupes, aquí estarás seguro con tu mujer y tus hijos. Dile que salga. Viendo tu condición no debemos gastar tiempo jugando.
Darthañan lo dudo, que esta persona supiera su nombre era mucho más sospechoso aún.
― ¿En serio? ― pregunto el lepiota soltando un suspiro frustrado. Enseguida empezó a buscar en sus bolsillos para luego sacar una pequeña moneda. En una de sus caras tenía una estrella de seis puntas y en la otra tenia escrito "Nosotros recordamos, Nosotros volveremos".
―Si reconoces esta moneda dile a tu mujer que salga― dijo la criatura empezando a pasar la moneda entre sus dedos.
―Frigg...
―Aquí estoy ― Frigglene interrumpió a su marido saliendo del bosque.
Detrás de ella aparecieron otros 3 lepiotas. Durante todo el tiempo que estuvo escondida no se había dado cuenta de que la habían estado observando. De no ser por el grito del líder, estos tres hongos la habrían matado sin que se diera cuenta.
― ¡Este humano, la vampira y sus retoños son amigos!
Dejo un momento para que la vampira llegara.
― ¡Necesito hablar con ellos de inmediato, mañana en la mañana terminaremos con las ofrendas!
Todos los seres presentes asintieron y empezaron a prepararse para acampar sin hacer ninguna clase de cuestionamiento.
―Por favor acompáñenme, necesitamos un lugar privado para hablar.
Se alejaron unos diez metros de donde estaba el altar, ahora Darthañan y Frigglene se encontraban solos con el líder y los otros 5 lepiotas. Fusca saco de entre una bolsa que cargaba en su cintura un disco metálico con inscripciones rúnicas, le inyecto un poco de energía y lo coloco en el suelo. A los pocos segundos el disco genero un campo de energía que los cubrió a todos.
―Ahora nadie podrá escucharnos ― Afirmo Fusca.
Su padre solo asintió con la cabeza antes de fijar su mirada en Darthañan.
―Por la mueca que tienes doy por entendido que no te acuerdas de mí.
Darthañan solo pudo responder con una sonrisa incomoda.
―Soy el Barón Helvella, como tú, pertenezco a una familia de guardianes. Estos son mis hijos: Fusca, Albella, Latispora, Brevi y Rivularis
Los cinco jóvenes lepiotas inclinaron sus cabezas en señal de saludo cuando sus nombres fueron mencionados.
―Conozco tanto a tu padre como a tu abuelo, incluso te conocí cuando apenas tenías 6 años. Si me permites preguntar ¿Qué haces aquí en esas condiciones?
Darthañan tardo un momento en digerir lo que acababa de escuchar.
―Intentaron exterminar mi familia.
Helvella no pudo evitar reír.
―Jojojo ¿Quién fue tan estúpido de intentar eliminar a la familia Pralefur?
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