Capítulo 40
Los días que siguieron no fueron alegres. La expedición fue un fracaso. Aunque podría decirse que los nativos de Vorpiax fueron los vencedores lo único que obtuvieron fue muerte. El único objeto de valor, la caja en forma de libro con un candado mágico, permanecía cerrada. Ni siquiera Darthañan supo cómo abrir el candado.
Con dos de sus hijos debatiéndose entre la vida y la muerte, decenas de sus hombres muertos, y el posible comienzo de una guerra contra otras tres baronías; Helvella determino que esconder a Darthañan y Frigglene solo traería más problemas. Durante los días que salió con sus hijos averiguo las identidades de quienes los habían atacado, y en estos momentos no contaba con los recursos ni las fuerzas para ayudarlos.
Helvella decidió reunirse con Darthañan y Frigglene cuanto antes, pero los acontecimientos que siguieron aplazaron la importante reunión.
Mushi perdió la batalla. El veneno del hazasayi había provocado demasiado daño en su pequeño cuerpo. Por lo que, cuando Anya y Kolia eliminaron la perjudicial toxina ya era demasiado tarde.
El día en que se realizó el funeral de aquellos que perdieron sus vidas en la expedición, un homenaje especial fue dedicado a Mushi. En las afueras del castillo por el lugar donde ingresaban las personas al último nivel para ver el paisaje una estatua del pequeño lepiota fue develada.
En la majestuosa estatua aparecían Mushi y Destructor acabando con un Hazasayi. En la placa que la acompañaba se podía leer:
"Aquí yace Mushi héroe que se sacrificó para salvar a sus seres queridos"
Los días que siguieron fueron oscuros.
Banksi e Ilma, los sirvientes personales de Shimu y Mushi, fueron ejecutados por negligencia. El señor Crispa conservo su vida gracias a su renombre como erudito, pero fue enviado a los oscuros calabozos que existían escondidos en las raíces de Vorpiax.
Los guardias que vigilaban a Guahaioque fueron despedidos. Una robusta reforma de seguridad fue implementada en el castillo. Los nuevos guardias ya no solo vigilaban que Guahaioque no se comiera algún incauto, sino que estaban encargados de patrullar el muro de la enorme enredadera e inspeccionar el ingreso y la salida del castillo.
De esta manera la reunión entre Helvella, Darthañan y Frigglene solo se dio cuando paso un mes.
En una elegante oficina Helvella se encontraba sentado frente al humano y la vampira. De los tres el lepiota era el que peor se veía. La muerte de Mushi y el delicado estado en el que aún se encontraba Fusca le habían hecho difícil conciliar el sueño. La posible guerra que se avecinaba también era un tema delicado que ocupaba sus pensamientos.
―No tengo buenas noticias― dijo Helvella apoyando su quijada sobre sus manos.
―Descubrí la identidad de la persona que encabeza el grupo que ataco tu familia.
Los ojos de Darthañan se abrieron. No esperaba escuchar eso. Frigglene, volteo a mirar brevemente a su marido preocupada por la forma en que podría reaccionar.
―Aquí está el problema― Helvella continúo soltando un suspiro.
―Su poder es tal: que si pronuncio su nombre sabrá que alguien lo menciono en esta isla. En menos de un día Vorpiax estaría lleno de sus seguidores.
Helvella se detuvo y abrió un cajón que se encontraba a su derecha.
―Aquí está escrito su nombre― el lepiota le entrego un sobre blanco a Darthañan.
Cuando el humano se dispuso a abrirlo Helvella lo detuvo.
―No lo abras aquí.
― ¿A qué te refieres? ― pregunto Darthañan con la voz un poco temblorosa.
―El momento en que conozcas su identidad también podrá determinar nuestra ubicación. Como acabo de decir: apenas suceda Vorpiax se llenará de sus secuaces.
― ¿Qué propones que hagamos?
―El único lugar en donde estarán seguros tú y tu familia cuando leas esa carta es la isla imperial. Si la lees aquí me estarías delatando ante él, y si la lees en cualquier otra isla no podemos descartar que este bajo su control.
―Gracias. Recordare este favor― dijo Darthañan guardando el sobre en uno de los bolsillos internos de su chaqueta.
―No hay nada que agradecer― Helvella volvió a apoyar su quijada sobre sus manos.
―Gracias a su súbita aparición he realizado varios descubrimientos.
― ¿Que, qué clase de descubrimientos? ― tartamudeo Darthañan, su rostro se tornó pálido conociendo las implicaciones que traería un traidor entre las familias guardianas.
―Desde hace unos trecientos años han empezado a desaparecer o ser exterminadas las familias guardianas con insuficiente poder o pocos integrantes. Todo esto ha sucedido bajo diversas circunstancias por lo que se podría pensar que son meras casualidades. Pero al indagar más me sorprendió el hecho de que nunca hay sobrevivientes; y no solo eso, estos ataques sucedieron cada vez que el emperador viajo a Tellurus.
Darthañan se tapó la boca preocupado.
― ¿Nos están usando como rehenes?
― Eso parece. Ahora estoy un 80% seguro de que hay un traidor entre las familias guardianas. ― respondió Helvella cruzando sus piernas.
― ¿No es...? ― pregunto Darthañan mostrando la carta.
―Por fortuna no, si alguien nos está traicionando lo está haciendo con bastante cuidado con algún objetivo diferente al de quienes los atacaron.
―Debemos de informar al emperador de esto― dijo Darthañan.
―Ya lo sabe― contesto Helvella.
―Cuando dejé a Brevi para que participara en el examen de ingreso de la academia imperial conseguí una audiencia con el emperador para presentarle mis descubrimientos. También le comenté de su situación.
― ¿Qué dijo? ― pregunto Darthañan casi sin dejar que Helvella terminara sus palabras.
Helvella soltó un suspiro organizando sus pensamientos.
― Para el emperador el traidor y la organización que ataco tu familia son dos temas distintos.
― ¿Qué? Eso no tiene sentido ― esta vez fue Frigglene quien interrumpió al lepiota.
Helvella miro a Darthañan para ver si él quería explicarle a su esposa, pero el humano bajo su mirada. El habitual brillo de sus ojos en ningún lado.
―Los temas del imperio y los guardianes son dos cosas distintas― dijo Helvella levantando su mano para evitar que Frigglene lo interrumpiera de nuevo.
―La razón por la que el emperador solo administra una isla y permitió que las otras miles de islas, con excepción de Morgrum, fueran divididas en cuatro reinos se debe a que la misión de las familias guardianas es mucho más importante que los banales juegos de política.
―Pero alguien está atacando a las familias guardianas― protesto Frigglene.
―No están atacando solo familias guardianas― comento Darthañan sin fuerzas al entender por qué el emperador no los ayudaría a acabar con la organización.
―Precisamente, al parecer es una alianza entre grupos bastante poderosos que buscan tomar el control del reino de Marburkan. Todos sus ataques han sido contra familias leales al rey, no solo contra familias guardianas. Por esto mismo ni siquiera el emperador ha podido determinar si hay un traidor entre ellos.
―Hasta no estar seguro el emperador no se entrometerá en los asuntos de los reinos― dijo Darthañan cerrando sus puños con tanta fuerza que le empezaron a sangrar las manos ― jamás voy a poder vengar la muerte de mi padre ― Darthañan lamento sin energía.
La fuerza de una persona no era nada ante el poder de una organización. Ni siquiera Helvella podía ayudarlo en este tema, Lhimkio quedaba en el reino de Jagulbud por lo que el lepiota como barón no podía entrometerse en los asuntos de otro reino sin permiso de sus superiores.
―Podríamos utilizar una formación de viaje y reunirnos con el rey de Marburkan, de seguro el sí puede ayudarnos ― dijo Frigglene intentando calmar a su esposo.
―Darthañan, creo que tu entiendes mejor que yo cómo funcionan las formaciones de teletransportación ― indico Helvella.
La boca de Darthañan se abrió al entender lo que Helvella quería decir. Frigglene volteo a ver a su marido para que le explicara. Darthañan se rasco la cabeza pensando en cómo simplificar sus palabras.
―Amor, las formaciones de teletransportación funcionan como una empresa de envíos. Cuando mandas un paquete, tienes que colocar un sello para que el mensajero sepa que está llevando y a donde lo debe entregar.
Darthañan movió sus manos por el aire mientras explicaba.
―En las formaciones de teletransportación nosotros somos el paquete y el sello es el registro de nuestro ADN.
―Lo que quiere decir que aquellos que los atacaron pueden tener a alguien revisando los registros de las formaciones. ¡No!, una simple maquina puede tener una alarma cuando detecte que alguno de ustedes utilizo alguna formación. ― agrego Helvella.
―Nos atraparían antes de llegar a donde el rey― dijo Frigglene dándose cuenta del predicamento en el que se encontraban.
―Exacto― sonrió Helvella.
―En barco tardaremos años en llegar a las islas altas― Frigglene se quejó.
Darthañan sonrió con amargura al ver que su esposa había entendido el problema.
―Pero no importa amor, podemos viajar en familia con identidades falsas. Podemos planear las cosas mientras viajamos― dijo Frigglene sorprendiendo a Darthañan y a Helvella.
Darthañan se conmovió con las palabras de su esposa mientras que Helvella se alegraba por otras razones. Ya no tenía que pedirle a la pareja que se fuera de Lhimkio. Podía organizar provisiones y dinero para su viaje. De esta manera se podía concentrar en los problemas más inmediatos que amenazaban a su gente.
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