Al otro extremo del sistema de cavernas, los voidmaws y los quinoids liderados por Zihan y Madame Dembe se abrían paso entre cuerpos de flores sanc. Los 19 individuos habían impuesto el ritmo de la batalla y a comparación de los grupos de Albella y Enok, se encontraban en mejores condiciones para enfrentarse contra estas criaturas.

Los quinoids contaban con muy buenos sentidos y reflejos súper desarrollados. Incluso Madame Dembe, quien pertenecía a aquellos con características de animales más lentos, podía esquivar con tranquilidad la mayoría de los ataques de las plantas.

Los voidmaws por su parte, eran la pesadilla de las flores sanc, pues sus cuerpos reaccionaban al ácido como si les estuvieran lanzando agua. Haciendo inútil su ataque más poderoso.

El combate comenzó en la colosal caverna con los dos grandes pilares de cristal, pero pronto la batalla cambio de ubicación aun túnel hasta llegar a una caverna llena de lagos de ácido. Esta gran caverna de un tamaño considerable era el hogar de la colmena más poderosa de estas criaturas.

Era tan abrumadora la ventaja que tenían los voidmaws sobre las flores sanc que los quinoids pronto quedaron relegados a caminar detrás de ellos. Punto que Madame Dembe agradeció en su interior.

Los nueve seres metálicos se abrían paso por la caverna como si fueran podadoras, acabando con las vidas de todas las flores sanc que se atrevían a acercarse. Zihan se encargó personalmente de acabar con el líder de las flores sanc.

Fue tal la ventaja de los voidmaws que Madame Dembe empezó verlos con precaución. Aunque no eran muy inteligentes su fuerza física los colocaba por encima de la mayoría de los seres vivos.

Una vez termino la batalla Madame Dembe se acercó a Zihan, quien se encontraba sentado al lado del cadáver del líder de las flores sanc.

―Grandiosa actuación― comento la quinoid tortuga caminando con cuidado de no tocar ácido.

―Hay una criatura de segunda magnitud más adelante― dijo Zihan sin prestarle atención a Madame Dembe. Se encontraba mirando fijamente al túnel que quedaba al otro lado de uno de los lagos de ácido.

―Las flores sanc también son de segunda magnitud― contesto Madame Dembe sin importarle el tonó con el que Zihan le hablaba.

―No es lo mismo. Lo que sea que este al otro lado de ese túnel es mucho más fuerte.

― ¿El poderoso Zihan tiene miedo? ― se burló la quinoid tortuga.

― De la criatura que encontraremos no, pero hay algo oscuro en el ambiente que me provoca escalofríos.

―Teniendo en cuenta la cantidad de energía que emana de este lugar no me sorprendería que varias criaturas hallan llegado atraídas por el tesoro.

―Yo no sentiría temor de algo tan simple como una criatura poderosa― dijo Zihan levantándose.

El comentario de Madame Dembe lo había molestado. Ahora que se encontraba de mal humor la mejor forma de desahogarse era peleando contra la criatura que se encontraba al otro lado de ese túnel.

― ¡Avanzamos! ― gritó Zihan empezando a caminar entre el lago de ácido.

Lo había hecho a propósito para evitar hablar con la tortuga. Los demás voidmaws dejaron las actividades que estaban haciendo y empezaron a caminar hacia el túnel al que su líder se dirigía.

― ¿Qué hacemos? ― Pregunto Rosha acercándose a Madame Dembe.

―Los seguimos. Entre más podamos avanzar sin gastar nuestras energías mejor para nosotros. ― contesto Madame Dembe indicándole a la quinoid búfalo que la siguiera. A diferencia de los voidmaws a ellas les tocaba rodear los lagos de ácido.

No muy lejos de ellos Helvella y sus hombres avanzaban por enredados pasadizos en donde los voidmaws habían enfrentado las arañas.

Entre tanto, Darthañan y Frigglene estaban ingresando a la caverna más profunda de todas. El solo tamaño de esta ponía en vergüenza a todas las demás. No había signo alguno de flora. Todo lo que podían ver era enormes columnas de cristal con un tono de morado distinto a todos los cristales que habían visto hasta el momento.

Admirando los relucientes cristales pronto pudieron ver que en el centro de la caverna se encontraban las ruinas de lo que parecía la torre de un castillo. Debido al ancho y alto de la estructura, muy bien podría pasar como una fortaleza por si sola.

De esta torre protruían cristales como si la estuvieran atravesando. Parecía como si alguien hubiera utilizado todos esos cristales para acabar con la fortaleza.

Frigglene, la que mejor visión tenia de los dos en la oscuridad, notó un leve movimiento en el primer nivel de las ruinas. Dándole dos suaves palmadas en la espalda a su marido, para avisarle de lo que posiblemente era un enemigo, desapareció en una nube de humo.

Dejando a su esposo atrás, quien se había puesto en guardia al recibir la advertencia, Frigglene se aproximó a gran velocidad a las ruinas. Aprovechando la forma en la que se encontraba empezó a investigar el lugar y pronto encontró lo que estaba buscando.

Caminando al lado de una de las paredes de la torre un pequeño diablillo de cristal bostezaba. Frigglene se acercó por detrás sin hacer al más mínimo ruido y determinando que no había nadie cerca, materializo su cuerpo y le partió el cuello al desprevenido diablillo.

Luego de asesinar a la criaturilla espero a que Darthañan llegara. Levantándolo con una mano se lo mostro a su esposo quien sin hacer ningún ruido asintió, cerró los ojos y cuando los abrió empezó a señalar distintos lugares.

Frigglene no necesito aclaración. Darthañan estaba indicando las ubicaciones de los diablillos de cristal. Aunque estas pequeñas criaturas no eran muy resistentes ni inteligentes, los ataques mágicos que podían desencadenar eran lo bastante potentes para poner en aprietos a cualquiera. Por esto mismo, la mejor forma de proseguir era acabar con todos de forma sigilosa, sin que ninguno se diera cuenta de que los estaban matando.

Durante los siguientes diez minutos Darthañan y Frigglene cazaron a los diablillos de cristal mientras exploraban las ruinas de esta enigmática torre. Caminando con cuidado por los corroídos pasillos de la fortaleza que el tiempo no perdono. Fue mientras que subían los niveles intermedios de la torre que se toparon con una gran recamara. A diferencia de los lugares que habían explorado hasta el momento, esta recamara tenía un ataúd de piedra en el centro con ocho estatuas de demonios a su alrededor. Las grotescas esculturas carecían de algunas de sus partes, pero se encontraban muy bien conservadas a comparación de todo lo demás en la torre.

―Creo que ya podemos decir que sabemos de donde apareció ese ser― intento bromear Darthañan dándole un suave codazo a su esposa.

El ataúd en el centro de la recamara se encontraba abierto, la parte superior estaba partida en dos, estos pedazos habían caído al suelo en lados opuestos del ataúd.

― ¡Fuuu! ― Frigglene soltó un suspiro intentando no enojarse con su marido.

―Estudia la simbología en el ataúd. Por lo que veo creo que se trata de un demonio que fue sellado aquí hace muchos años.

―Eso tiene sentido, a lo mejor encontramos alguna forma de tratar con el maldito― contesto Darthañan corriendo hacia el ataúd como un niño en navidad.

Frigglene no pudo evitar sonreír, su esposo era la única persona que conocía que podía pasar por un encuentro tan aterrador y dos minutos después estar entretenido como si no tuviera problemas. De no conocerlo habría pensado que era estúpido. De hecho, eso mismo pensaba cuando recién se conocieron hace muchos años.

Dejando a Darthañan sumergirse en el estudio del ataúd, Frigglene paso por cada una de las estatuas de los demonios y les arranco las cabezas. Aunque no sentía ninguna energía de estas lo último que quería era que cobraran vida a su alrededor.

Destruyendo las estatuas Frigglene encontró un pequeño pasadizo que llevaba a unas escaleras circulares.

― ¡Amor, hay unas escaleras por aquí, voy a subir a ver que encuentro! ― avisó Frigglene empezando a subir.

―Sí, si yo también te quiero― respondió Darthañan totalmente perdido en la simbología del ataúd.

La cara de Frigglene se puso roja, pero respiro profundamente mientras se recordaba que lo amaba antes de continuar subiendo las escaleras.

Al llegar a la parte superior Frigglene pudo ver lo que parecía una especie de altar, mucho mejor conservado que la cámara con el ataúd y los demonios. Esta habitación estaba decorada como si fuera una biblioteca. Las paredes tenían tallados libros, letras, números, símbolos y extrañamente frases en Terram (El idioma oficial de Almawarth).

'El tiempo tiene un comportamiento cíclico, pero es continuo'

'Solo quedan dos dioses'

'Los libros escoden los secretos del mundo'

Frigglene podía leer varias frases como estas mientras caminaba por el altar. Al final de la habitación pudo observar un libro de madera. Que ante cercana inspección se dio cuenta que en realidad era una especie de caja. Un seguro que parecía un rompecabezas colgaba de uno de los extremos de la caja.

<Un seguro mágico> pensó Frigglene tomando el seguro con su mano.

Después de varios intentos sin poder abrir la caja decidió tomarla y mostrársela a Darthañan, pues, aunque quería abrirla a la fuerza sabía que los seguros mágicos funcionaban de extrañas maneras por lo que el interior podía ser destruido o teletransportado a otra ubicación de no ser abiertos en la forma correcta.

Bajando las escaleras Frigglene encontró a su esposo sentado en el suelo leyendo las inscripciones en el ataúd.

―Darth mira lo que encontré.

Darthañan tardo unos segundos en voltear y cuando lo hizo sus ojos se abrieron de sobremanera.

―Este lugar es un tesoro increíble― exclamó al ver la caja que su esposa tenía entre las manos.

Frigglene volteo sus ojos ante el comentario de Darthañan. Un tesoro de verdad estaría lleno de joyas, oro, armas y artefactos de leyenda. No de ataúdes, estatuas de demonios y un altar para un libro.

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