Capítulo 33
En las afueras de los picos craneales en medio de una tormenta que había comenzado hace dos horas, un grupo de cincuenta personas llego hasta el campamento que los cuatro sirvientes endur habían preparado para la expedición. Se trataba de Helvella y sus hombres más confiables. Guerreros de elite que pertenecían a las distintas especies de Lhimkio. Habían volado desde Vorpiax en serpientes Quetzal, reptiles emplumados de gran tamaño capaces de volar a gran velocidad cortas distancias.
Al ver el gran grupo, los sirvientes en primera instancia sintieron temor, pero cuando pudieron identificar al barón se arrodillaron de inmediato.
― ¡Saludamos a nuestro señor! ― exclamaron todos en voz alta, agachando sus cabezas.
― ¿Por dónde? ― preguntó Helvella sin bajar de su montura.
Su voz era tan fría como su mirada. De haber levantado la cabeza los sirvientes endur habrían notado las heridas en el rostro de su amo.
― ¡Por allí! ― respondió el líder de los cuatro señalando tan rápido como pudo el lugar por donde desapareció Lutza.
Helvella miró hacia donde el sirviente señalo y sin decir nada, dándole una pequeña caricia a su montura se elevó por los aires. Las cincuenta serpientes quetzal salieron volando a toda velocidad en esa dirección.
― ¡Fuuush! ―
Después de varios tensionantes minutos los sirvientes se atrevieron a levantar la mirada. De nuevo se encontraban solo los cuatro. El líder limpiándose el sudor de las ramas de su cabeza le ordeno a los otros tres que retomaran sus tareas. La presente situación estaba fuera del alcance de cualquiera de ellos.
Habiendo volado por dos minutos llegaron al lugar donde el rastro de Lutza se difuminaba hasta desaparecer. La torrencial tormenta había borrado todo rastro de hacia dónde había corrido. Maldiciendo su mala suerte Helvella cerró sus ojos y generando una pulsación con su energía pudo detectar una cueva cercana con signos de combate. Apenas abrió los ojos salió disparado en esa dirección.
Cuando aterrizó Helvella pudo oler la sangre que emanaba del interior de la caverna.
― Osos moissanite ― dijo aliviado al confirmar que toda la sangre en el lugar era de los animales.
Varios de sus hombres saltaron al suelo y entraron a la guarida de los osos para examinar el lugar. A los pocos segundos uno de ellos y se arrodilló en medio de un charco frente a Helvella. Ignorando por completo como el lodo ensuciaba su armadura.
―Las marcas en las paredes y en el suelo nos indican que se trata de Voidmaws. No encontramos nada que indicara que los niños pasaron por aquí.
Helvella soltó un suspiro. Quería analizar la situación con mayor detenimiento, pero estaban corriendo contra el tiempo. solo la tormenta en que se encontraban podía crear un accidente para los niños.
En ese momento otro de los hombres que había entrado salió y arrodillándose al igual que el otro dijo:
―La cueva da acceso a un túnel. El lugar está protegido por una barrera blanca que impide que entren o salgan señales.
―Eso explicaría por qué no podemos contactar con Albella― comento Helvella pensando unos momentos.
― ¡mmm! ― el hombre dudo si debía decir lo que estaba pensando.
― ¡Habla! ― ordeno Helvella.
―No es momento para guardarse nada.
― ¡Si señor! ― el hombre contesto organizando como iba a decir lo que había pensado. ― En mis tiempos libres salgo a cazar con un grupo de amigos por esta zona. Nunca antes había visto esa formación blanca. Creo que apareció recientemente.
―Eso es obvio, no hay forma de que este lugar no haya sido encontrado antes, estando tan cerca de Vorpiax. ― Helvella se detuvo un momento contemplando lo que acababa de decir.
―Esa barrera y el túnel deben deberse a las hondas de energía que me comentaron.
En ese momento un gran choque de prioridades se dio en el interior de Helvella. El misterioso objeto contenía tanto poder que no podía dejar que terminara en manos de enemigos. En la gran visión de las cosas este asunto tomaría prioridad sobre la vida de unos niños, pero de los cinco pequeños dos eran sus hijos, su propia sangre.
― ¡Fuuu! ― Helvella soltó un suspiro molesto.
No le gustaba para nada estar en medio de una situación con tantos elementos fuera de su control. No podía perder tiempo divagando. No le serviría de nada salvar a sus hijos si uno de los otros barones se hacía con el poderoso objeto. Pero podía darse el caso de que este objeto no existiera o se tratara de algo inesperado.
Tomando una decisión rápida Helvella miró al más poderoso de sus hombres.
―Veigar, escoge 14 hombres y continua con la búsqueda de mis hijos. Voy a entrar a la cueva y matar a los malditos que osaron amenazar a mi hija.
― ¡Entendido! ― respondió Veigar empezando a llamar a quienes lo acompañarían.
―Pueden levantarse― dijo Helvella recordando que los dos hombres que le habían hablado seguían de rodillas en medio de la lluvia.
―Empiecen a explorar el lugar sin dejar que los detecten.
Los dos hombres se levantaron y luego de hacer otra reverencia volvieron a la caverna.
―Todo esta listo― comento Veigar.
―Te encargo la seguridad de mis hijos― Helvella miro a los ojos de Veigar.
―Juro por mi vida que haré todo lo posible por encontrarlos ― dijo Veigar golpeándose el pecho.
―Contigo a cargo estaré tranquilo y poder garantizar que lo que le pertenece a Vorpiax no salga de Lhimkio.
Con esas palabras los dos grupos se despidieron. Treinta y cinco personas ingresaron al túnel fuertemente armadas, mientras que quince se quedaron por fuera, continuando la búsqueda de los niños.
Mientras tanto, en las profundidades de la tierra el combate entre Albella y los demás sobrevivientes contra las flores sanc se había estancado. La aparición del líder de las flores hizo que las siete criaturas que seguían con vida retrocedieran.
Albella, Arum y los dos Quinoids aprovecharon este pequeño intermedio para tomar un respiro.
El líder de las flores sanc empezó a mover uno de sus brazos con lentitud, sin dejar de enfocar a Albella. Las hojas que conformaban su mano estaban cerradas, pero cuando llego a una posición, en la que se encontraba entre él y Albella, la criatura abrió su puño dejando caer el cuerpo aplastado de Enokitake.
― ¡Plop! ―
Arum de inmediato volteo a ver a su joven ama, preocupado ante la reacción que podría tener ante la horrible provocación.
En estos momentos el interior de Albella estaba en llamas, si pudiera matar con la mirada ya habría acabo con estas criaturas más de cien veces, pero en los combates de vida o muerte mantener la calma era la clave.
―Voy a hacer un hermoso vestido contigo. Lo usare en su funeral y en el de todos mis hombres.
Las palabras de Albella sonaban tranquilas. No tenían la energía que por lo general se utilizaba para generar presión en la contraparte.
Y no la necesitaban.
Albella no estaba amenazando al líder de las flores sanc. Estaba diciendo en voz alta lo que iba a hacer. Estaba declarando un hecho.
La enorme criatura se enfureció al sentir la condescendencia con la que lo empezó a observar Albella. Su se abrió en ocho partes escupiendo una enorme bola de ácido contra los cuatro sobrevivientes.
― ¡Splat! ―
Los cuatro por poco apenas pudieron saltar. El enorme charco de ácido empezó a correr el lugar donde cayó, levantando gases verdes.
Las demás flores sanc aprovecharon este momento para lanzarse sobre ellos. Uno de los multrows fue golpeado en el pecho con tanta fuerza que su cuerpo salió volando hasta estrellarse contra una de las paredes de la caverna. Su condición, desconocida.
El otro multrow, el que tenía apariencia de glaucus alcanzó a dar un bote, esquivando los ataques de dos criaturas. Respondiendo de inmediato con su propio contraataque, cortando a una de estas por la mitad y lastimando a la otra de gravedad en lo que parecía su abdomen.
Arum aprovecho el salto que utilizó para esquivar la saliva del líder de las flores sanc para enterrar su espada en la garganta de una de las tres criaturas que se habían abalanzado sobre él. Saltando entre estas empezó a cortar a las otras dos hasta que las tres flores sanc cayeron muertas.
Albella no fue atacada por ninguna de las siete flores sanc. Cuando se levantó después de esquivar el ataque de ácido la recibió la envestida del líder. Saltando hacia la derecha esquivo este nuevo ataque por poco.
Apenas se levantó utilizo su técnica de pétalos de fuego para contrarrestar las decenas de ataques que la enorme criatura le lanzaba con sus más de diez brazos.
En el momento en que Arum acabo con las tres flores sanc se dispuso a ayudar a Albella, pero las dos criaturas que habían mandado a volar a uno de los multrows en vez de correr hacia este, terminaron interceptando a Arum.
El combate entre Albella y el líder de las flores sanc se empezó a prolongar. Albella se encontraba constantemente retrocediendo, mientras que el líder de las flores sanc utilizaba todos sus brazos como látigos logrando arañarla en más de una ocasión.
― ¡Boom! ―
Finalmente, en uno de sus ataques la golpeo en el costado. Lanzándola contra una enorme roca de cristal. Fue tal el impacto, que a pesar del bio-exoesqueleto y la armadura que la protegían, sus órganos internos fueron gravemente lastimados.
Intentándose levantar con la ayuda de su espada Albella miro hacia la enorme criatura que una vez más intentaba envestirla.
―Solo eres un animal después de todo― dijo chasqueando sus dedos.
― ¡Waaarrrrgg! ―
La enorme criatura grito estallando en llamas.
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