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Capítulo 25


En el castillo de Vorpiax Banksi, Ilma y el señor Crispa estaban preocupados buscando por todos los lugares conocidos a los pequeños, pues cuando fueron a llamarlos para las onces de la mañana no lograron encontrarlos y ahora ya habían pasado más de cuatro horas sin tener noticias de los niños.

― ¿Dónde, donde pueden estar? ― dijo Ilma abriendo los cuartos de una de las cabañas de la villa de los pequeños amos. Ya habían buscado en toda la villa del tutor, en la villa del humano y la vampira, e incluso en los establos.

Banksi había ido a revisar las villas de los demás jóvenes amos, los hermanos mayores de Shimu y Mushi. Mientras que el señor Crispa se había dirigido a la villa de los doctores del castillo, aunque los sirvientes querían esconder la situación por más tiempo debido a que los pequeños podrían simplemente estar jugando, el tutor decidió que no podían esperar más tiempo.

Dentro de una de las cabañas de los doctores Kolia y Anya se encontraban tomando té con el señor Crispa. Estaban discutiendo los posibles lugares en donde los niños podrían estar escondidos, siendo lo más extraño la dificultad de esconder a Lutza, ya que para un gorila morada de casi dos metros de altura era difícil pasar desapercibida.

Fue en medio de esa cordial charla que llegaron Latispora y Rivularis dos de los hijos de Helvella acompañados de varios guardias y sirvientes.

―Nos acaban de llamar del campamento de la expedición de mi hermana, dicen que vieron a Lutza salir corriendo hacia el bosque ― dijo Latispora en un tono seco.

A sus 17 años no era una lepiota muy emocional sino fría y calculadora por lo que no presto mucha atención a la noticia que llego a su oficina temporal pues lo más probable era que fuera información falsa, pero al conocer que los sirvientes que habían ido a preguntar sobre eso en la villa del tutor no encontraron ni a este ni a los pequeños decidió llamar a su hermano y constatar por sí misma la situación, pues si sus hermanos estaban involucrados la situación ahora era más seria.

Rivularis, el menor si no se contaban a Shimu y Mushi, tenía 10 años y a pesar de su actitud burlona en todas las situaciones, incluido los entrenamientos, en estos momentos estaba temblando de la angustia. Este componente emocional era su más grande debilidad con respecto a sus hermanos porque, aunque era más talentoso que Brevi quien era solo un año mayor que él, el hecho de que Rivularis se descompusiera emocionalmente cada vez que un aliado sufría un percance lo hacía desempeñarse de forma regular en las misiones que su padre le asignaba.

― ¡Haaaa! ― suspiro el señor Crispa.

―Espero que el amo no prescinda de esta pobre vida ― dijo colocando su tasa de té a un lado y levantándose.

―Si lo que pienso es correcto, los pequeños hallaron la forma de escaparse del castillo y colarse en la expedición de la señorita Albella.

Todos habrían quedado ahogados en silencio de no haber sido por la súbita explosión de Kolia.

― ¡Si le pasa algo a mi pequeña princesa te voy a matar! ― gritó el pequeño gorila morado dirigiéndose a donde guardaban los robots para cuando salían del castillo a misiones peligrosas.

―Cariño cuida tus palabras― asevero Anya disgustada con la efusividad de su esposo.

― ¿Cómo debemos proceder? ― pregunto la pikmi sin poder disimular la angustia de su rostro.

Latispora era la segunda al mando después de Albella y aunque deseaba actuar por su cuenta sabía que lo correcto en este momento era contactar con su hermana.

A varios kilómetros de distancia Albella caminaba junto a su grupo por una zona rocosa con poca vegetación. Seguían a uno de sus miembros, un ubax con los rasgos de una flor de loto color rosa. Este experimentado guardabosque estaba siguiendo las formaciones geográficas para encontrar alguna cueva natural que les permitiera acercarse a su objetivo.

Todos los grupos en un momento pensaron en realizar una excavación hasta el punto que estaba emanando la energía, incluso los voidmaws llegaron a escavar varios metros, pero pronto todos se encontraron con una barrera de un color blanco que frenaba su avance. Varios de los lideres empezaban a pensar que el objeto estaba protegido por una estructura no natural.

El ubax de loto encontró una fisura bastante grande en una de las montañas por la que estaban pasando y al emitir un poco de su energía confirmo que por el angosto túnel podían atravesar la extraña estructura que protegía el objeto que buscaban. Cuando entraron la señal que buscaba conectar con el Mwave de Albella, el dispositivo technomágico que se utilizaba para comunicaciones de largas distancias, fue repelida por la extraña estructura donde se acababan de adentrar.

De vuelta en el castillo todos los presentes estaban nerviosos pues Albella no contestaba la llamada de Latispora. La situación era extraña pues los costosos Mwave no requerían las grandes antenas que si necesitaban otros medios de comunicación como los celulares. A diferencia de los medios convencionales de comunicación los Mwaves utilizaban la misma energía natural en el ambiente que se utilizaba para algunos tipos de magia.

―Brevi, quedas al mando. Manda a llamar a Hegani y a Veigar a una de las salas de reunión para que te ayuden con lo que suceda de ahora en adelante. Tienes totalmente prohibido tomar cualquier decisión sin consultar con ellos antes― Latispora dio su primera orden sin dudar.

―Yo voy a encargarme del contacto con Albella y del rescate de nuestros hermanos. Como salir de Vorpiax cuando hemos perdido la comunicación con Albella sería estúpido voy a tomar el estudio como centro de mando. Si no hay nada critico tienes prohibido interrumpirme.

―En entendido― respondió Rivularis con dificultad, estaba levantando la quijada para evitar derramar lágrimas. Este evento con sus hermanitos de verdad le preocupaba, se estaba imaginando los peores escenarios que podrían acontecer.

―Bueno que estas esperando― lo apuro Latispora.

― Fyllo, Stellecos llamen a Hegani y a Veigar nos encontraremos en la sala de reuniones a la derecha de la oficina de papá― ordeno Rivularis a sus dos sirvientes antes de salir apurado a cumplir con su misión.

― ¡Si señor! ― respondieron los dos saliendo a correr.

―Listo ahora que he lidiado con la situación general de Vorpiax necesito que los tres me acompañen al estudio.

―Como mandes.

―Si señora.

―Con mucho gusto.

Respondieron Anya, Kolia y Crispa.

Cuando los tres se levantaron de sus asientos en todo el castillo se pudieron escuchar los motores de un enorme barco magitech. Vehículos de gran tamaño utilizados para viajar entre islas, propulsados por diferentes tipos de energía dependiendo del modelo, estas grandes embarcaciones surcaban los cielos como si flotaran.

―El barco de papá― Latispora reconoció de inmediato el sonido.

― ¿Qué está pasando?, el amo jamás ha hecho algo tan imprudente― pregunto Anya sorprendida por que la primera persona en romper la regla de nada de vehículos ni criaturas voladoras en los perímetros del castillo, era la misma persona que había colocado dicha ley.

― ¡Miren! ― gritó sorprendido uno de los sirvientes que acompañaba a Latispora al ver por las ventanas del pasillo, a las afueras de la villa médica, al barco acercándose.

Todos voltearon a ver y aquellos que se encontraban dentro de la cabaña salieron a mirar. La nave privada del barón estaba a punto de estrellarse contra el castillo. Y antes de que cualquiera de ellos pudiera reaccionar.

― ¡Boom! ― el barco se estrelló contra el castillo.

En cualquier otra situación Guahaioque, la enorme planta carnívora que rodeaba el castillo para protegerlo, habría detenido el barco, pero justo en esta inesperada situación el mismísimo Helvella le había prohibido frenar la embarcación.

Pedazos de madera, todo tipo de decoraciones y muebles estallaron por todas partes y una gran nube de polvo inundo los pasillos y villas cercanas al punto de impacto. Un incendio de llamas naturales se empezó a esparcir a los alrededores del punto de choque.

Cuando todos los presentes abrieron sus ojos, una figura apareció de entre el polvo, la sombra se fue agrandando a medida que se acercaba con pasos pesados a lo que quedaba de la villa médica. Distintas llamas negras rodeaban a la figura que al continuar sus pasos se aclaraba ante los atónitos testigos.

Helvella cargaba a Fusca entre sus brazos evitando que cualquiera de las llamas que lo rodeaban tocara a su hijo. Fusca se encontraba desgonzado con los ojos abiertos sin mostrar ninguna señal de vida aparte del leve movimiento de su pecho. Cuando pudieron reconocer a su señor los primeros en reaccionar fueron Anya y Kolia, su experiencia como médicos brillaba en este tipo de situaciones.

―Salven a mi hijo― Helvella escupió con dificultad esas palabras antes de caer de rodillas.

Su cara estaba sucia, se notaba que había pasado varios días sin descansar, tenía una cortada abierta aun sangrando que atravesaba su cara. Comenzaba desde su ceja derecha y bajaba por entre su ojo y sus labios hasta llegar a su quijada.

―Enseguida― respondieron los dos corriendo hacia la cabaña para montarse en sus respectivos robots médicos. Debido a la diferencia de tamaños les era imposible cargar a Fusca de inmediato. Por lo que tenían que actuar rápido para poder examinar al primogénito de su señor.

― ¿Qué paso? ― pregunto Latispora apenas salió del shock que le causo el barco estrellándose contra el castillo.

― ¿Dónde están Darthañan y Frigglene? Tengo que hablar con ellos de inmediato― su padre la ignoro por completo. Por la forma en que hablo, el tema era de primera prioridad.

Latispora dudo por un momento si contestarle era lo más adecuado, pero al final decidió responderle a su padre.

―No estan en el castillo.

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