Capítulo 23
Una vez dejaron a los niños Darthañan y Frigglene salieron hacia el estudio donde se reunirían con Albella para definir unos últimos puntos y salir hacia los establos, donde se encontrarían con los miembros de sus respectivos grupos. Alrededor de la hora del almuerzo todos los grupos debían de estar presentes en el primer nivel de Vorpiax para salir de ahí en caravana hacia el lugar donde estaban saliendo las radiaciones de energía.
La pareja de pikmis Anya y Kolia se devolvieron a su villa para continuar con su trabajo, de no haber tenido que traer el enorme baúl con la ropa y elementos personales de su hija no habrían tenido que usar los robots ni haber venido ambos.
Por otro lado, los dos sirvientes se quedaron junto con el señor Crispa para cuidar de los 5 niños por estos días.
Al ver que los papas de sus amigos se habían ido Shimu llamo a todos hacia uno de los lugares más remotos del parque que había creado el señor Crispa.
―Ya está todo listo ¿Cuándo salimos? ― pregunto Shimu restregando sus manos intentando calmar la emoción que estaba sintiendo.
Elizabeth ahora tenía dudas sobre el plan que había organizado ayer, pero al ver las miradas expectantes de todos a su alrededor dejo de pensar eso y empezó a hablar.
―Tenemos que entrar a la habitación donde están nuestras maletas para sacar todo lo que preparamos.
Todos los pequeños asintieron.
―Shimu tu estas encargado de distraer a los adultos, cuando todo esté preparado Theodor mandara a destructor para avisarte.
―Déjenmelo a mí― dijo Shimu sacando pecho.
Cuando Shimu salió corriendo para realizar su tarea Elizabeth le indico a los demás que la siguieran.
El primer adulto que encontró Shimu fue a uno de sus sirvientes, Ilma, a quien le pidió que trajera un juguete que se le había olvidado en su villa. Luego, encontró al otro sirviente, Banksi, y al señor Crispa organizando las onces de la mañana. Se acercó con cuidado y repitiendo en su mente las instrucciones que Elizabeth le había dado se colocó la mano derecha en el estómago.
―Me estoy sintiendo mal― se quejó el pequeño caminando como si no tuviera energía.
― ¿Te volvió a pegar Lutza? ― pregunto el señor Crispa mientras que el sirviente se aproximó con preocupación a ver como se encontraba su pequeño amo.
― ¡Aaaag! ― se quejó el pequeño negando con la cabeza.
― ¿Qué paso? ― pregunto Banksi bastante alertado por el estado de su amo.
― No sé, estábamos jugando y de pronto me empezó a doler la barriguita ― respondió Shimu haciendo mociones circulares en su estómago.
― ¿No comiste nada del piso ni te golpeaste? ― volvió a preguntar el ubax.
Shimu volvió a negar con la cabeza.
―Deberías de ir al baño― dijo el señor Crispa volviendo a organizar las onces.
Tanto Shimu como Banksi abrieron los ojos no esperando que dijera eso.
Al mismo tiempo los demás niños se encontraban en la habitación donde habían sido guardadas todas las maletas. Mushi saco la cesta de ropa sucia que habían usado el día anterior para escaparse, que gracias a sus materiales además de ser bastante resistente tenía una gran flexibilidad. Lutza saco de su baúl una maleta que podía colocarse con facilidad y comodidad en la espalda. Mientras que Theodor y Elizabeth sacaban con cuidado un tarro de pegamento que habían conseguido de su casa.
Luego entre todos pegaron la maleta y la cesta, y como última medida las amarraron con cuerdas que Mushi les había pedido a los sirvientes empacar.
―Listo, avísale a Shimu― dijo Elizabeth mirando a su hermano.
Theodor agarro a destructor, quien se encontraba acurrucado sobre su cabeza y acercándolo a su boca le susurro ― Ve a donde Shimu.
El pequeño animal, como si supiera lo que le pedían movió su cabeza para mirar alrededor y cuando Theodor lo coloco en el piso salió corriendo.
Shimu a quien después de salir del baño le estaban haciendo tomar una extraña bebida blanca y espumosa vio a Destructor como un regalo de los dioses y sin pensarlo dos veces decidió salir corriendo.
― ¡Ya me siento bien! ― grito agarrando a Destructor.
Los dos adultos quedaron anonadados al ver al pequeño salir corriendo, pero de inmediato entendieron que había estado mintiendo.
―Supongo que se estaba escondiendo aquí― comento Banksi intentando excusar la travesura de su pequeño amo.
―No hay ningún problema, esto es solo jugo de guanábana― respondió el señor Crispa agarrando el vaso y tomándose el contenido.
Apenas llego Shimu a donde sus amigos ya todos estaban dentro de la canasta.
―Apúrate― dijo Theodor moviendo su mano para que Shimu corriera más rápido.
Shimu se metió de cabeza en la canasta, lanzándose sin ningún cuidado, destructor alcanzo a saltar y montarse sobre Theodor antes de quedar atrapado debajo de pequeña lepiota.
―Listo Lutza― dijo Elizabeth indicándole a la gorila de dos metros que podían iniciar el plan de escape.
Lutza de inmediato agarro la cesta y se la coloco en la espalda como si fuera un maletín. Sacando la cabeza por la puerta de la habitación reviso que no hubiera nadie por ahí y salió corriendo a toda velocidad de la villa del señor Crispa.
En el primer piso del castillo se encontraban Albella, Darthañan y Frigglene con sus grupos organizándose para la expedición. Ya todos los detalles de cómo se iban a desplazar, alimentar y resguardar habían sido definidos.
― Avancen― ordeno Albella al confirmar que todo estaba listo.
El grupo que salía del castillo era de 24 personas, los diez integrantes del equipo de Albella, los diez integrantes del equipo de Darthañan y cuatro sirvientes encargados de las dos carretas de recursos. Los veinte individuos montaban Deerxylons mientras que las dos carretas cargaban a una pareja de sirvientes y eran arriadas por los extraños animales que Darthañan y Frigglene habían visto esta mañana en la villa del señor Crispa. Colifrog era el nombre del animal vegetal de carga.
En medio de la salida nadie noto como una sombra se colaba en una de las carretas que los Colifrog llevaban. Si estos animales fueran inteligentes se habrían quejado del repentino incremento del peso que cargaban.
El inmenso muro conformado por la peculiar planta carnívora Guahaioque noto a los cinco seres que se habían colado en la caravana, pero al tener permiso de pasar por el muro y no tener ninguna mala intención la enredadera los ignoro. En cualquier otro caso esta planta los habría despedazado sin importarle de que se tratara de niños.
Mientras descendían por las escaleras, pues al estar en monturas no podían utilizar los teleféricos ni trenes, Albella pensaba en lo delicado de la situación en la que se encontraba. No podía cometer errores, estaba arriesgando las vidas de sus hombres para conseguir un objeto que ni siquiera sabía si de en verdad existía. En el peor de los casos seria solo una fluctuación de energía producida por un portal entre Tellurus y Almawarth por lo que todo Vorpiax podría estar expuesta a la invasión de las terroríficas criaturas que hicieron que sus antepasados tuvieran que refugiarse aquí.
Frigglene al notar el estado de ánimo en que se encontraba Albella le indico a su esposo que hiciera algo y Darthañan siguiendo las instrucciones de su amada cabalgo a donde la joven lepiota.
― Sabes, cuando estaba tomando clases en la academia imperial tome el examen para hacer parte del grupo de technomagia, era la elite de la elite hace veinte años.
Darthañan miro hacia el cielo recordando esos tiempos lejanos en donde su única preocupación era la nota que iba a sacar, cuánto dinero le daban sus padres y cuantas chicas era capaz de conquistar.
―Después de tomar el examen me sentí supremamente estresado al pensar que si no lograba aprobar mi vida terminaría ahí, y esta constante preocupación empezó a afectarme en mi desempeño diario. Pero fue gracias a mi gran amigo y sirviente personal Fukuroko y sus simples palabras de sabiduría que pude sobrellevarlo.
Albella volteo su cabeza prestándole atención a Darthañan sobre esas misteriosas palabras de sabiduría.
―Si es algo que puedes solucionar ¿para qué te preocupas?, si no lo puedes solucionar ¿para qué te preocupas? ―Darthañan sonrió al ver la cara de decepción de Albella al escuchar lo que acababa de decir. En su tiempo él había hecho la misma cara cuando Fukuroko le dijo eso.
―Sé que no suena como la gran cosa, pero una vez que lo medites puedes estar un poco más tranquila y concentrarte en el presente― agrego Darthañan rascándose la nariz.
Albella sonrió, lo que le acababa de decir Darthañan no eran palabras elegantes y pomposas, era una realidad que las personas tenían que afrontar. Actuar acorde a lo que está en la capacidad de uno fue lo que Albella pudo deducir de las palabras de Darthañan.
―Gracias― respondió Albella empezando a cabalgar más rápido haciendo que todos tuvieran que seguirle el paso.
―Bien hecho― lo felicito Frigglene pasándolo.
Darthañan quedo un poco confundido pues no pensó que la reacción de Albella fuera tan positiva pues en su caso simplemente se burló las palabras del pobre viejo y las refuto con lo que pensó en ese entonces era la realidad.
Al cabo de una hora llegaron al primer nivel de Vorpiax, en donde los otros tres grupos los estaban esperando. Por cortesía los cinco líderes empezaron a saludarse y después de varias cordialidades por fin empezaron la dichosa expedición que les había hecho realizar un pacto de muerte.
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