Capítulo 19
Al día siguiente en la villa del señor Crispa los 5 pequeños se encontraban reunidos, pero a diferencia de jugar como usualmente lo hacían, en estos momentos se encontraban discutiendo con sus caras llenas de seriedad.
―Lutza no entiende.
Elizabeth suspiro y sobándose las sienes, como su papá a veces hacía, decidió volver a explicarle a sus amigos lo que acababa de decir.
― ¿A ver se acuerdan del señor gato y el señor ratón que conocimos en los establos?
―No era un ratón era una rata― interrumpió Theodor. De los cinco él era el que más fascinación tenía por los libros en donde podía ver fotos y dibujos de animales y criaturas de todo tipo.
―Jajaja si una rata, él era una rata― empezó a reírse Shimu sobándose la barriga. En su caso no había hablado para corregir el error de Elizabeth sino porque le parecía chistoso el nombre de hombre rata.
Elizabeth se agarró la cabeza llevaba casi toda la mañana intentado explicar el magnífico plan que había ideado antes de dormir. Volviendo a suspirar retomo la palabra.
―Lo que trato de decir es que ellos tenían un problema y nosotros podemos ayudarles.
― ¿Por qué? ― pregunto Shimu. Estaba acostumbrado a que todos en el castillo le sirvieran, ayudar a otros le sonaba como a ser su sirviente.
― ¿No te acuerdas de la historia del goblin y el dragón que el señor Crispa nos contó ayer? ― respondió Elizabeth inflando sus mejillas y frunciendo el ceño. Shimu era el que con más facilidad la ponía de mal genio.
― ¡Ahhh! Si lo ayudamos nos van a deber un favor― dijo Shimu golpeando la palma de su mano izquierda con su puño derecho.
― ¿Pero que nos podrían dar dos hombres animales de establo? ― preguntó Shimu al no ver que podía ganar de dos personas que vivían en un establo.
―Podrían darnos más queso― dijo Mushi mientras dibujaba en la tierra con una rama que había encontrado.
―Lutza quiere queso.
En ese momento en la mente de todos apareció una escena más o menos parecida. Radan entregándoles un enorme cofre de tesoro, agradeciéndoles por la ayuda y con una venia les abría el cofre revelando cientos de barras de queso dentro de este.
― La moraleja de la historia no se trata de ayudar para recibir favores. El propósito es mostrarnos que a todos nos va mejor siendo buenos con los demás― Elizabeth replico moviendo sus brazos para negar lo que había dicho Shimu.
Pero sus palabras llegaron a oídos sordos, los otros cuatro niños se encontraban saboreando las deliciosas barras de queso con frutos secos en sus mentes.
―No tienes que decir nada más Eli, mi noble persona ayudara a los hombres del establo― Shimu se levantó con energía.
―Lutza también ayuda.
―Yo, yo también ayudare, pero no sé cómo podemos ayudar― dijo Mushi agarrando los bordes de su camisa.
―No se preocupen yo sé que hacer― respondió Elizabeth. Sus ojos brillaron, la pequeña niña se podía ver como una heroína. De su mente desapareció el hecho de que ni su hermano ni amigos habían decidido ayudar solo para obtener más queso.
―Mañana que no tenemos que venir a estudiar, Mushi y Shimu nos invitaran a su casa para jugar. Cuando vayamos buscaremos la oportunidad para escaparnos de los cuidadores e iremos a los establos para preguntar en que necesitan ayuda.
Elizabeth se levantó, cruzó sus brazos y miro a los demás niños con orgullo. Su plan era infalible. La pequeña niña había escuchado a sus padres y al señor crispa hablando de lo inteligentes que eran ella y su hermano. Habían aprendido a hablar y moverse en poco tiempo y con facilidad, alcanzando el nivel de desarrollo de Shimu y Mushi, considerados genios para su edad. Y ella al ser la más inteligente de todos sentía que no era muy distinta a los personajes principales de las historias del señor Crispa.
En esos mismos momentos Darthañan, Frigglene y Albella se encontraban reunidos para planear bien cómo iban a organizarse para la expedición. En el estudio además de ellos se encontraban Hegani, el ent que los había traído hasta la ciudad quien trabajaba como el ministro de finanzas de Vorpiax; y Veigar un ubax con los rasgos de un crisantemo, su rostro y pétalos más cercanos a la cara eran de color rojizo, mientras que sus demás pétalos eran blancos. Veigar era el comandante militar de Vorpiax. A diferencia de su apariencia delicada, su voz era grave y su comportamiento violento.
― ¿Cómo se atreven a amenazarnos esos desgraciados? ― Veigar golpeo la mesa enojado.
―Cuando el amo Helvella vuelva, como mi bisabuelo invadiré sus tierras y destruiré sus ciudades.
―Calma Veigar, deja que la joven ama termine lo que estaba diciendo― dijo Hegani con la misma voz lenta de siempre.
―Debido al riesgo de que nos ataquen no podemos cometer ningún error con la cantidad de fuerzas que enviemos a la expedición― Albella retomo la palabra ― Veigar necesito que organices un equipo de elite que garantice que podamos obtener lo que está produciendo toda esa energía.
― ¡Yo mismo iré y traeré es objeto con mis propias manos! ― grito Veigar ofreciéndose para realizar la misión levantándose sobre su asiento.
―No, necesito que estés al mando de la seguridad de Vorpiax, la vida de nuestros ciudadanos está por encima de los beneficios que nos pueda traer ese objeto.
Los ojos de Frigglene se abrieron y en el rostro de Darthañan apareció una sonrisa. Era bastante difícil encontrar nobles que dijeran cosas como esa ¿Qué era el sacrificio de unos pocos para la prosperidad de muchos? Este tipo de decisiones a gran escala era lo que permeaba en el interior de las personas con poder, distanciándolas de los demás y generando la sensación de superioridad.
Darthañan pensó por un momento en aconsejar un poco a Albella ya que lo que acababa de decir no en todos los casos era lo correcto, pero al final decidió guardarse sus palabras. Estas no eran las tierras de su familia, Helvella debía de confiar bastante en el carácter de Albella para dejarla a cargo de semejante ciudad siendo tan joven. Además, las ideas idealistas que acababa de expresar Albella no eran malas en tiempos de paz. El momento en el que la vida le pidiera tomar una decisión difícil Albella aprendería sobre la realidad y si su padre todavía no le había hablado de eso Darthañan no tenía ninguna razón para entrometerse.
―Entendido― respondió Veigar volviéndose a sentar.
―Me encargare de seleccionar a mis mejores hombres para garantizar que todo salga perfecto.
―No espero nada menos de usted señor Veigar― sonrió Albella.
Luego, la lepiota dirigió su mirada al enorme ent.
― ¿Hegani cómo va la recolección de los materiales para el pacto de muerte?
―Ya llevamos recolectado un 80%, según mis estimaciones dentro de cuatro a cinco horas tendremos todo listo.
―Muy bien, como te dije, no te preocupes por los costos. Nuestros invitados pagaran sus partes.
Hegani y Albella se sonrieron en ese momento pues obviamente aprovecharían para colocar un "ligero" sobre costo en los materiales que utilizarían sus enemigos.
―Por otro lado, señor Veigar, estoy un poco preocupada por haber dejado que vieran los rostros de Darthañan y Frigglene. Estoy pensado que fue un error de mi parte dejarlos mostrar sus rostros cuando mi padre había dejado claro lo peligroso que podría ser.
―No te preocupes joven ama. Aunque no puedo evitar que investiguen la identidad del noble que les arruino sus planes, he plantado información falsa que en el mejor de los casos los dejara tranquilos o en el peor de los casos nos dará más de un mes para decidir que hacer.
―Muchas gracias― dijeron al tiempo Darthañan y Frigglene inclinando sus cabezas.
―No se preocupen, son invitados de nuestro señor y hare todo lo posible para mantenerlos a salvo.
Enseguida empezaron a hablar de temas que, aunque importantes no eran tan delicados como los anteriores. Durante el resto del día estuvieron organizando el transporte, las provisiones y medidas especiales de reacción que necesitarían para garantizar que ninguno de sus enemigos se lograra quedar con el valioso objeto.
Fue en medio de esa conversación que decidieron actuar como si Darthañan fuera un grupo aparte, colocarían un límite en el número de personas que cada quien podría llevar y armarían a un equipo de lepiotas con armaduras especiales que los cubriría y ayudaría a poder pasar como humanos. Para darles tranquilidad Darthañan ofreció realizar un segundo pacto de muerte en el que prometería entregarles lo que encontraran de ser su grupo el que consiguiera hacerse con el objeto.
Albella se negó a la propuesta de Darthañan, pero sugirió que se podía colocar una clausula en el pacto donde cualquiera de los grupos podría entregar el objeto a quien quisiera si era de forma voluntaria sin ningún tipo de presión externa.
Cuando llego la tarde y solo faltaban pequeños detalles Darthañan y Frigglene se excusaron para ir a recoger a sus hijos. Una vez pasaron 5 minutos Veigar no pudo evitar preguntar.
― ¿Joven ama porque no aceptaste su propuesta? No sabemos qué tan valioso es el objeto que vamos a encontrar y la avaricia es un veneno que puede matar hasta la mejor de las relaciones.
―No te preocupes Veigar, te puedo garantizar quesi lo llega a encontrar su grupo sus acciones solo beneficiaran al gran esquemade los planes de mi familia.
-------------------------------
Hola, espero les haya gustado el capítulo.
Acuérdense de unirse a la pagina de Facebook de Leyendas de héroes:
https://www.facebook.com/Leyendasdeheroes/
Para los que me puedan apoyar y quieran leer hasta 10 capítulos por adelantado también pueden seguirme en Patreon:https://www.patreon.com/danielruar
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro