Capítulo 17
Corriendo por entre los establos que estaban llenos de animales de distintas clases Elizabeth escucho las voces de dos seres que no había visto nunca antes en su corta vida.
―Créeme, siento como mi pelaje se eriza cuando pienso en esta misión― dijo un quinoid negro con rasgos de felino.
― ¿Qué, una isla llena de florecitas te da miedo? ― pregunto su compañero burlándose. Este era un quinoid con características de roedor.
Los dos se encontraban sentados sobre unas cajas de madera, esperando a que la reunión a la que madame Dembe terminara. El grupo de estos quinoid era un tanto más numeroso que los demás por lo que los dos miembros más débiles se quedaron atrás en los establos esperando a que terminara la visita al castillo.
―No es eso. Siento que Madame Dembe no nos ha contado la verdad de lo que tenemos que hacer aquí.
― ¡Shhh! No digas esas cosas. Debes agradecer que nos escogieron para acompañar en esta misión. No estamos en la posición de indagar en los asuntos de nuestros superiores. Deja de pensar tanto y confórmate con que nos van a pagar el doble de lo normal. El barón Beura nunca había sido tan generoso.
―Pero es que eso es lo que lo que me preocupa más― respondió el quinoid con rasgos de felino soltando un suspiro.
―Siento aquí adentro― dijo señalando su pecho.
―Que nos estamos metiendo en algo muy peligroso.
―Jajaja ¿y desde cuando el barón nos encarga cosas seguras? ― estallo en carcajadas el quinoid con rasgos de roedor. Tanto que su rostro se tornó rojo.
― ¿Necesitan ayuda? ― pregunto una suave y delicada voz.
Ambos quinoids se sorprendieron, el de rasgos felinos incluso se asustó al pensar que sus inquietudes habían sido escuchadas por alguno de sus superiores, pero pronto junto a su compañero se tranquilizó al ver que se trataba de una pequeña humana. Tenía las orejas un poco más largas de lo normal y ojos dorados como las monedas de oro.
― Jajaja verás señorita, mi amigo kot aquí― dijo el quinoid con rasgos de roedor señalando al de rasgos felinos.
―Está asustado de la misión que nos encargaron.
― ¿Por qué tienes miedo? ― pregunto Elizabeth con su voz inmadura.
En ese momento los demás pequeños llegaron y empezaron a rodear a los dos quinoids. Kot se sonrojo al ver que su compañero se burlaba de él.
―N no es que tenga miedo, solo que tengo un mal presentimiento― Kot respondió sin saber porque le estaba dando escusas a una pequeña niñita.
―Nosotros podemos ayudar, yo soy muy fuerte― dijo Shimu flexionando los músculos de sus brazos.
―Lutza mas fuerte― lo imito la pikmi.
Ambos quinoids se sorprendieron al ver a Lutza, pero rápidamente entendieron que también era una niña pequeña.
― ¡Jajaja! si deberían de ayudarnos, así kot estará más tranquilo cuando salgamos― el quinoid con rasgos de roedor estaba que se atoraba de tanto reír.
― ¡Cállate Radan! ― gritó Kot no pudiendo aguantar más las burlas de su compañero.
― ¡oh! ¿Ahora si tienes bolas? ― se burló de nuevo Radan dejando de reír y mirando a Kot directamente a los ojos.
El ambiente entre los dos quinoids se empezó a tornar hostil hasta que la inmadura voz de Theodor los interrumpió.
― ¿Qué bolas?
Los ojos de los dos hombres se abrieron y estallaron en risas, fue tal la gracia que le dio a Radan que se cayó de espaldas y casi no puede recuperar el aire de tanto reírse.
― ¡Cof, cof...! ― el señor crispa carraspeo para hacerse notar.
Los dos quinoids voltearon a verlo.
―Ese no es vocabulario para cuando se está enfrente de niños― los amonesto Crispa.
― ¿Cómo se atreven a decir vulgaridades frente a los pequeños amos? Le voy a decir al señor Helvella para que les arranque las lenguas― empezó a regañarlos la pequeña ubax. Los habría llenado de insultos y les habría dicho hasta de que se morirían si no fuera por la presencia de los niños.
Los dos quinoids ser alarmaron al caer en cuenta lo que habían hecho, se encontraban tan distraídos que no pensaron con claridad. ¿Qué clase de niños tendrían permitido jugar en el castillo? Ambos llegaron a la misma conclusión al tiempo, acababan de hablar sin cortesía e incluso pronunciar vulgaridades enfrente de nobles. Apenas se les aclaro la mente ambos hombres perdieron todo color en sus rostros.
De inmediato los dos se lanzaron al suelo y se inclinaron hasta que sus frentes tocaron el suelo.
―Perdonen la vida de estos siervos que no sabían lo que hacían.
―Okay yo los perdono― respondió Mushi sin entender bien porque le estaban pidiendo disculpas.
―Yo los perdono si me dan un dulce, no dos dulces― respondió Shimu.
―Yo también quiero dulce― dijo Lutza.
Theodor y Elizabeth se miraron y al entenderse sin decir nada estiraron sus brazos y abrieron sus pequeñas manos.
Los dos quinoids levantaron la mirada y luego se miraron entre ellos. En los ojos de cada uno se reflejaba el rostro de horror de su compañero. Kot empezó a sudar, las atrocidades que cometían los hijos del barón Beura llegaron a su mente, estos pequeños nobles podrían hacer lo mismo con él. Por otro lado, la mente de Radan se movió mucho más rápido, estiro uno de sus brazos y agarrando su mochila empezó a esculcarla con desespero.
― ¿Dónde están? ― empezó a murmurar el quinoid moviendo sus manos con desespero buscando entre su mochila.
Cuando al fin encontró lo que buscaba a su rostro le retorno color. 5 barras de queso que había traído consigo para merendar cada vez que le diera antojo. Su pasa bocas preferido relleno de frutas secas.
―Mis señores― Radan dijo afanado presentando las cinco barras de rodillas.
― ¿Qué es eso? ― pregunto Theodor al notar que no conocía lo que les estaba ofreciendo el hombre rata.
Crispa analizó las barras con un poco de energía y al ver que no había nada fuera de lugar dejo que el quinoid se las ofreciera a los niños.
Shimu fue el primero que tomo una y antes de que Radan pudiera responder la abrió y se la metió en la boca.
―Es queso frutal― respondió asustado el quinoid.
No tenía dulces y estas barras eran lo mejor entre sus posesiones ¿acaso no era de agrado para estos nobles?
― ¡Mmm! Esta rico ― dijo Shimu empezando a devorar el resto de la barra de queso.
De inmediato las demás barras desaparecieron de las manos de Radan y cada uno de los niños empezó a comer la suya.
― ¿Tienen más? ― pregunto Lutza al acabarse la suya en un bocado.
El quinoid volvió a perder color en su rostro.
―Perdón, este humilde siervo no trajo más consigo.
― ¿Se llama queso? ― pregunto Mushi.
―Sí, si joven amo.
―Tenemos que decirle a papá que nos compre― dijo Shimu mirando a su hermano.
―Si― respondió Mushi embutiéndose lo que aún le quedaba al ver que su hermano empezaba a mirar su barra de queso.
―Eli también debemos pedirle a papá y mamá que nos den queso― dijo Theodor saboreando uno de los pedazos de fruta que traía el queso.
Mientras decía eso los ojos de Theodor se abrieron de sobremanera, al fondo en uno de los pasillos del establo un guardia lepiota pasaba con su montura. El animal, a diferencia el típico Deerxylon que los lepiotas acostumbraban a utilizar, tenía la apariencia de un tigre de madera.
― ¡Wow! Miren eso― dijo Theodor emocionado apuntando hacia el animal y arrancando a correr.
Los demás niños le siguieron al ver al tigre de madera.
― ¡Hmm! Se salvaron porque los pequeños amos tienen cosas más importantes que hacer― dijo la pequeña ubax mirando a los dos quinoids con indiferencia.
―Espero sean más cuidadosos de ahora en adelante― dijo el señor Crispa intentando ser más condescendiente con los pobres hombres.
Después de unos segundos cuando confirmaron que se encontraban solos, ambos soltaron un suspiro de alivio.
―Creo que ese era tu mal presentimiento― comento Radan intentando calmarse.
―Si, a lo mejor― respondió Kot empezando a respirar con tranquilidad.
―Me debes seis frushis― dijo Radan sentándose de nuevo sobre una de las cajas.
― ¿Qué?
―Te acabo de salvar la vida entregando mis preciados frushis o ¿me vas a decir que tenías algo para darle a esos pequeños nobles?
―Está bien ¿pero porque seis? solo les entregaste cinco.
―El frushi extra es el costo de tu vida, si crees que vales más con mucho gusto te recibo más frushis― respondió Radan arreglándose la camisa.
― ¡Gracias por el queso! ― la voz de una niña los congelo donde estaban.
Elizabeth había aparecido de quien sabe dónde y se encontraba de nuevo frente a ellos. Por poco les ocasiona un infarto del susto que les dio.
―Quería decirles que los ayudaremos― confirmo Elizabeth sonrojándose y saliendo a correr hacia donde sus amigos.
Los dos quinoids quedaron estupefactos con lo que acababan de escuchar.
--------------------------------------------
Hola, espero les haya gustado el capitulo.
¿Que creen que va a pasar?
Acuérdense de unirse a la pagina de Facebook de Leyendas de héroes:
https://www.facebook.com/Leyendasdeheroes/
Para los que me puedan apoyar y quieran leer hasta 10 capítulos por adelantado también pueden seguirme en Patreon:https://www.patreon.com/danielruar
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro