Capítulo 15
Cuando llegaron a la puerta de la villa de recepción, Albella paró un momento y respiro profundamente, necesitaba tener la mente tranquila. Estas personas no estarían aquí de no ser por la ausencia de sus padres. Uno se encontraba investigando lo que le había sucedido a Darthañan y Frigglene mientras que el otro estaba lidiando con criaturas en Morgrum.
―Tranquila― Frigglene le dijo colocándole una de sus manos en el hombro.
―Darthañan es muy habilidoso cuando se trata de este tipo de cosas.
Albella asintió y se dispuso a abrir la puerta ornamentada de hermosos patrones florales.
―Esperemos que se comporten― dijo Albella y abrió la puerta.
Al abrirse la puerta entro en su visión una villa sin ninguna cabaña, este lugar a diferencia de los demás se encontraba adecuado con mesas, sillas y sofás de todos los tamaños para recibir a quienes buscaran una audiencia en el castillo. Pero a diferencia de otros días la villa de recepción se encontraba vacía. Solo se encontraban los otros tres grupos que la habían estado esperando toda la mañana.
―Muy buenos días señorita Albella― saludo una mujer, la líder del primer grupo de invitados.
Esta mujer de avanzada edad era una Quinoid. Una especie de humanoides con rasgos de distintos tipos de animales, tan numerosos y diversos en el imperio como los humanos. Esta Quinoid que acaba de saludar a Albella tenía los rasgos de una tortuga. Su piel era de un verde azulado, sus brazos, piernas y cuello eran largos y finos, con un rostro que cargaba las arugas de los años. Sus ropajes eran de tela y cargaba poca joyería. El peso de su cuerpo y caparazón era sostenido por un hermoso bastón mágico, que de vez en cuando emitía partículas azules a su alrededor.
―Buenos días madame Dembe― respondió Albella inclinando su cabeza.
―Jajaja tan educada como siempre, señorita Albella un placer conocerte― Saludo el líder del segundo grupo de invitados.
Este particular señor con sobrepeso era un Multrow. Moluscos humanoides con una altura de dos metros y medio, gelatinosos y babosos, sus cuerpos conservaban la forma gracias a sus exoesqueletos formados de caparazones o conchas. Este Multrow en particular tenía una boca enorme, dos ojos igual de grandes y un cuerpo del doble que cualquiera de sus demás acompañantes. Vestía una camisilla de cuero con hombreras bombachas de telas de color morado y aguamarina. Llevaba unos pequeños shorts azules oscuros de cuero que se encontraban con las largas medias moradas que llevaba. Sus zapatos negros, finos y de tacón adornaban sus pequeñísimos pies que contrastaban extrañamente con el resto de su cuerpo.
Sobre su cabeza tenía un sombrero bombacho exactamente igual a sus hombreras generando una apariencia tal, que Darthañan y Frigglene tuvieron que mirar hacia otro lado para evitar reírse. Los ropajes de todo el segundo grupo eran igual de ridículos al de este Multrow.
―El placer es todo mío. Su fama lo precede señor Enok― Albella volvió a saludar inclinando su cabeza.
―Esperamos no ser inoportunos― dijo Madame Dembe.
―Para nada― respondió Albella.
―Los mercenarios de Jinshu os saludan― dijo el líder del tercer grupo.
Este hombre y sus acompañantes eran Voidmaws. Criaturas metálicas de dos metros, con tórax y cabezas de gran tamaño que dificultaban su distinción. De sus espaldas y nuca se alargaban protuberancias enormes. Y en extremo contraste, sus cuatro extremidades eran esbeltas y delgadas. Los dedos de las manos eran tan largos como los antebrazos, y los dedos de los pies eran tan largos como sus pantorrillas. Por lo general, los dedos, tanto de las manos y los pies permanecían unidos dando la apariencia de tener filosas lanzas como sus extremidades. Estos seres de color negro metalizado caminaban en la punta de sus pies. No tenían ropajes, pero sus cuerpos eran adornados por patrones dorados.
―Os recibimos con humildad Zihan― respondió Albella con la misma sonrisa que llevaba puesta desde que entro.
La intimidante ser mostro su gran sonrisa y asintió con la cabeza.
―Les presento a mis acompañantes― dijo Albella señalando al humano y la vampira que se encontraban dos pasos detrás de ella.
―Mucho gusto― sonrió Darthañan.
Frigglene solo saludo con una sonrisa al igual que los tres líderes y sus respectivos acompañantes. En Almawarth de no querer hablar no se consideraba grosero simplemente saludar con una pequeña inclinación de la cabeza.
A continuación, madame Dembe, Enok y Zihan presentaron a sus respectivos acompañantes. Luego de lo cual Albella los invito a sentarse. Una vez todos se encontraron cómodos en los sofás, la cordialidad en el ambiente desapareció. La villa de recepción parecía encerrar a cuatro animales hambrientos a punto de pelear por un pedazo de carne.
― ¿A que debemos el placer de recibir juntos a los representantes de los barones Jinshu, Musset y Beura? ― pregunto Albella, cruzando sus piernas.
―Jajaja, ya sabes que venimos por la...― Enok, el enorme multrow se calló en plena oración.
Una de las puertas de la villa de recepción fue abierta por varias sirvientas ubax que en grupos de a seis cargaban bandejas con tazas de té y frutas para acompañar.
―Por negocios― concreto Enok, sorbiendo un poco de baba que soltó.
― ¿Y de que negocios estamos hablando? ― volvió a preguntar Albella fingiendo no saber la verdadera razón por la que estaban estas personas visitando.
―Queremos extraer un recurso de Lhimkio― respondió Enok tomando algunas de las frutas y embutiéndoselas en la boca.
― ¿Qué recurso desean extraer de las tierras de mi familia? ― pregunto Albella enfatizando que la isla de Lhimkio le pertenecía a su familia.
― ¡Dejen de jugar! Ni mis hombres ni yo vinimos a perder el tiempo― interrumpió enfurecido Zihan.
Él y sus seguidores como buenos voidmaws carecían de paciencia y sutilidad. Madame Dembe que hasta el momento había permanecido con los ojos cerrados desde que se sentó y solo se movió para recibir la taza de té que le ofrecieron, suspiro profundamente.
―Zihan cuida tus modales― dijo Madame Dembe abriendo sus ojos, guiando la visión de Zihan hacia las sirvientes ubax.
Zihan entendió el mensaje, y dejando salir una bocanada de humo hacia el techo se calmó.
―Nuestra presencia aquí es la cortesía que debemos mostrar por parte de nuestros amos― explico con suavidad la quinoid tortuga.
En ese momento las sirvientes ubax se excusaron y salieron de la villa de recepción cerrando la puerta detrás de ellas.
―Pero la realidad es que los tres barones han notado las hondas de energía provenientes de Lhimkio― la mirada de la anciana se tornó afilada.
―No estamos pidiendo permiso, vamos a extraer lo que está emitiendo esa energía en los días que vienen.
― Pensé que sus amos le tenían miedo a mi padre. Creo que ya ha pasado mucho tiempo desde que se metieron en problemas con él. Si creen que cuando vuelva no va a tomar represalias están muy equivocados.
La Quinoid sonrió.
―Las tres baronías estamos aliadas. Y espero poder aclararte que nuestros amos están dispuestos a todo por reclamar lo que consideran suyo y no temen entablar guerra con Vorpiax.
<Saben que mi padre está por fuera, si no manejo bien la situación nos van a robar en nuestra propia casa. Una vez que se lleven lo que está produciendo esa energía, aunque mi padre vuelva será casi imposible recuperarlo.> pensó Albella preocupada al no esperar que los tres grupos estuvieran aliados.
― ¡Ejem! ― carraspeo Darthañan ganándose la atención de todos.
―Pensé que estos individuos eran sus aliados comerciales señora Albella, no sus enemigos― dijo Darthañan con tono molesto.
Albella intento mantener la sonrisa de su rostro < ¿Qué estás haciendo?> pensó volteando la cabeza y al estar en un ángulo en el que solo Darthañan podía ver sus ojos, expreso esa misma pregunta con la mirada.
Frigglene se limitó a sonreír y disfrutar del espectáculo.
― ¿Quién te crees que eres? ― preguntó furioso Enok.
Zihan rompió la taza de té que tenía y se levantó enfurecido al igual que Enok. Un simple acompañante había interrumpido la conversación y con una actitud condescendiente para empeorar las cosas.
― ¿Quién te crees plebeyo? ― devolvió la pregunta Darthañan donde más le dolía a Enok.
Los ojos de madame Dembe brillaron por un momento. Por un tiempo se preguntó porque Albella no les había presentado a estas personas, ahora lo entendía, la audaz jovencita les había preparado una trampa. Esperando todo este tiempo para que alguno de los tres enfureciera a este noble por ignorancia.
La contra pregunta de Darthañan le dolió a Enok tanto que su cara perdió todo color, si el dinero no le podía ganar a algo eso era al poder de los nobles. Enok había tenido un complejo de inferioridad desde pequeño y por eso mismo había logrado abrirse paso entre los rangos de la comercializadora Musset.
―Zihan, se mas educado por favor― dijo madame Dembe haciéndole un gesto con la mano para que se sentara.
El poderoso voidmaw recordó las palabras de su amo, conseguir lo que estuviera produciendo toda esa energía era la prioridad, todo lo demás era secundario.
― ¿Con quién tenemos el placer de hablar? Al parecer la pequeña Albella no nos presentó correctamente― pregunto madame Dembe intentando amenizar la situación.
― Ninguno de ustedes merece saber mi nombre, ni siquiera el de mi guardaespaldas― dijo Darthañan mirando directamente a madame Dembe.
La quinoid tortuga sintió escalofríos con esa mirada, esa era la mirada típica de los engreídos nobles, este hombre no estaba jugando. La mujer de avanzada edad volteo a mirar a Frigglene a la que tomo como el guardaespaldas del humano, y pronto le dio sentido a la sonrisa que esa vampira había tenido todo este tiempo. Le divertía ver como los plebeyos se metían en problemas con su amo.
―Estoy seguro de que cualesquiera de sus dichosos barones me presentarían sus cabezas como regalo de bienvenida si decido ir a visitarlos― Darthañan interrumpió a la Quinoid.
En realidad, Darthañan y Frigglene eran nobles de alto rango, pertenecientes a las islas altas; lugares con los que estas personas apenas soñaban con por lo menos ver alguna vez en sus vidas. Por esta razón madame Dembe noto que Darthañan no estaba fingiendo, ya que muy difícilmente era engañada esta quinoid de más de 250 años.
Lo que no sabían, era que todo este poder y prestigio que emanaba Darthañan era puro aire. Ya que ni él ni Frigglene estaban seguros de que sus familias siguieran existiendo.
Presentarse como noble era un riesgo, pero que los 3 barones de las islas bajas lograran identificarlo era muy poco probable, a diferencia de Helvella todos eran figuras pequeñas en el gran orden de las cosas. Por eso mismo la pareja había aceptado la petición de Albella, pero solo para estar seguros no se mencionaría el nombre ni la familia de ninguno.
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