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Capítulo 10


Los amplios y bien cuidados pasillos daban la sensación de calma y tranquilidad, la luz del sol iluminaba casi todo de forma natural haciendo de la travesía una experiencia refrescante. Y aunque Frigglene también disfrutaba de la sensación que brindaba el lugar, sus ojos se movían para memorizar todos los lugares por donde pasaban, las ventanas que habían, los guardias y sirvientes y cada detalle que podría ser de ayuda en caso de tener que escapar.

Mientras caminaban Frigglene tenía pensamientos que se contradecían, pues si estas personas quisieran hacerles daño ya lo habrían hecho. Desde el momento en que se encontraron, durante el viaje y en este mismo lugar hubo muchas ocasiones en donde se pudieron tornar en su contra. Y no lo hicieron, lo que podría significar que en verdad eran buenos. Por otro lado, si estos seres no se querían arriesgar a que escaparan como paso hace unas semanas podrían estar llevándolos a un lugar donde estuvieran seguros que nadie podría escapar. Y por la condición de los brazos de Darthañan era imposible volver a utilizar un escape de teletransportación forzado.

Todo lo que había sucedido estaba pesando en la mente de Frigglene, había perdido la capacidad de confiar en los demás y su mente estaba a punto de colapsar.

Al contrario, Darthañan quien no se imaginaba la carga con la que cargaba su esposa, se encontraba tranquilo. La moneda que le había mostrado Helvella significaba que estos Lepiotas eran parte de las familias guardianas, y él al ser parte de una familia guardiana sabia el significado de esto. Este era un santuario seguro para él y su familia. De haber sabido el estrés mental que Frigglene estaba sufriendo le habría explicado cuanto antes el significado de ser una familia guardiana, pero por un simple despiste le estaba ocasionando sufrimiento por omisión a su ser más amado.

Al acercarse a la villa medica pudieron ver como cambiaba el entorno que los rodeaba, los árboles y plantas que formaban el castillo se tornaban en un color blanco tan puro que parecían de porcelana. Esta villa medica podía parecer un pequeño pueblo de doce cabañas de dos pisos con cientos de cultivos exóticos a sus alrededores, estas plantas exóticas con sus colores brillantes y llamativos provocaban un gran contraste al blanco de todo lo que las rodeaba.

― Que extraño no esperaba nadie por la mañana― dijo la voz femenina de un ser que podría describirse como un pequeño gorila de treinta centímetros.

Se trataba de un Pikmi, la otra especie nativa de Lhimkio no floral, su cuerpo se encontraba compuesto de finos cristales de color purpura.

―Buenos días doctora Anya, traemos unos invitados que necesitan un chequeo médico― dijo Albella inclinando su cabeza en forma de cortesía.

― ¡¿Qué qué?¡ ― grito un pikmi masculino saliendo de entre unas matas de más del doble de su tamaño.

―No te escuche bien, sabes que mis oídos están molestando desde que trate ese jarabe de Alcaglobolo― continuo el nuevo pikmi.

―Cariño, tenemos visitas― dijo Anya mirando a su esposo con una sonrisa.

Esa mirada paralizo al recién llegado, Darthañan simpatizo al saber los problemas que traían esas sonrisas.

―Saludos doctor Kolia― dijo Albella quitando la tensión de la situación.

―Jeje ― rio el pikmi con incomodidad.

―Doctora Anya, doctor Kolia― dijo Fusca inclinándose.

― ¿Cuántas veces les he dicho que no tienen que hablarnos con tanta formalidad? Los conocemos desde que apenas estaban germinando― dijo Anya intentando parecer enojada, pero el cariño en el tono de sus palabras la traicionaba.

―Si nuestro padre lo supiera nos volvería a regañar― respondió Albella sonriendo.

― ¡Ja! Que se atreva y vera― dijo la pequeña gorila purpura con confianza.

― ¿Y no nos van a presentar a sus invitados? ― pregunto Anya curiosa por la súbita presencia de los jóvenes amos.

―Buenos días, mi nombre es Darthañan, ella es mi esposa Frigglene y estos son nuestros hijos Elizabeth y Theodor.

― ¡Hmm! El burro por delante― comento Kolia con indiferencia.

Darthañan se puso rojo al notar el desliz en etiqueta en la presentación, pero mentalmente se aseguró que era culpa del cansancio que tenía. Aunque lamento dar una mala impresión a los médicos del barón que los estaba ayudando.

―No le presten atención. Está enojado porque nuestra hija dijo primero mamá.

Fusca y Albella soltaron unas risas ahogadas que a duras penas pudieron contener. Darthañan y Frigglene solo sonrieron con incomodidad.

―Calla mujer, estoy seguro de que hiciste trampa.

Anya ignoro a su esposo y empezó a caminar hacia una de las cabañas.

―Adelante― dijo Anya invitándolos a pasar para comenzar la revisión.

Elizabeth y Theodor se encontraban fascinados por todo a su alrededor y a diferencia de los adultos, los pájaros e insectos, en especial las mariposas con sus numerosos colores, les provocaban una curiosidad infinita. Por lo que desde el inicio ambos pequeñines habían estado intentando zafarse de sus padres sin ningún éxito.

Al adentrarse en la cabaña Darthañan y Frigglene pudieron ver peculiar composición de esta, pues sus instalaciones estaban diseñadas para los distintos tamaños de los habitantes de Vorpiax. Bueno, todos menos los ent.

―A ver, comencemos con los retoños― dijo Kolia subiéndose en lo que parecía una especie de robot de un metro ochenta con la apariencia de un pikmi.

El robot estaba hecho de una madera de color blanco azulado, sus robustos brazos fueron controlados para recibir tanto a Elizabeth como a Theodor. Kolia los agarro con cuidado, pero con fuerza. Los dos pequeños estaban haciendo todo los posible para soltarse y peor aún, habían empezado a llorar al ser separados de sus padres.

―Mama, mama ― gritaban los pequeños.

Frigglene y Darthañan se tensaron al escuchar los llantos de sus hijos.

―Ya, ya todo va a estar bien, se nota que son padres primíparos― dijo Anya indicándoles que se sentaran.

En primer lugar, Anya empezó a revisar a Frigglene esparció unos polvos y luego proyectando su energía en una enorme hoja, hizo que esta empezara a levitar dándole vueltas a Frigglene. Al escanear su cuerpo pudo ver que su energía estaba desgastada, se encontraba un poco deshidratada y desnutrida, pero nada que unos días de descanso y buena alimentación no pudieran arreglar. Lo que, si le llamo la atención a Anya, fue ver que los músculos de la mujer se encontraban estresados de sobremanera, sus ojos se encontraban observando todo, moviéndose a gran velocidad, incluso sus orejas que eran un poco más largas que las de un humano se movían como si estuviera asustada.

― Oh cariño― dijo la pikmi, dirigiéndose a unos gabinetes florales. Los pétalos de estos se abrieron apenas Anya se acercó. De entre el gabinete tomo una tasa y unas hierbas; luego, hecho las hojas en la tasa y con unos movimientos de su mano materializo agua caliente para llenar la tasa.

―Tomate esto, le hará bien a tu cuerpo.

Frigglene recibió la tasa con cautela, se sentía desconfiada pero racionalmente nada de lo que estaba pasando indicaba que le fueran a hacer daño por lo que tomo un pequeño sorbo. Apenas termino, se tomó todo el líquido de inmediato. Anya recibió la tasa e hizo un gesto para que Albella se acercara. En ese momento el cuerpo de Frigglene se desplomo, Albella reaccionó de inmediato y la tomo entre sus brazos, recostándola en una de las ramas con forma de camilla que había en la cabaña.

― ¡Frigglene! ― grito Darthañan alarmado.

―Tranquilo, la pobre estaba a punto de un quebranto emocional. Solo le di un relajante.

Darthañan se detuvo, había intentado acercarse a donde su esposa, pero decidió dejarse examinar. Anya repitió el mismo proceso que con Frigglene e identifico los mismos problemas: energía desgastada, desnutrición y deshidratación. Sin embargo, además de eso tenía graves quemaduras en sus brazos, se notaba que le habían aplicado una magia de curación básica que solo había enmendado un poco las heridas externas pero las internas se encontraban bastante graves. La situación de sus brazos había llegado a tal punto que las heridas causadas por la energía mágica estaban envenenando su cuerpo desde adentro.

Anya miro a Darthañan a los ojos, este hombre humano habría muerto en dos semanas de no recibir un tratamiento bastante complejo y costoso. ¿Cómo había terminado de esta manera? Las pulsaciones de la energía mágica de su cuerpo y de la energía mágica en sus heridas era la misma, lo que indicaba que este hombre se había auto infligido este daño ¿Qué lo había llevado a auto infringirse tremendas heridas?

En medio de su pensamiento Anya miro a Frigglene al recordar el estrés mental que presentaba la vampira decidió no preguntar por el momento. Si los jóvenes amos habían llegado con esto invitados pronto se enteraría de lo que estaba sucediendo, ahora la prioridad era tratar a sus pacientes.

Los brazos de Darthañan fueron desvendados con cuidado, sumergidos en la miel de abejas amatistas y vendados de nuevo en la fibra de tulipanes cristalizados. El proceso fue largo pues sus heridas necesitaban de un tratamiento bastante delicado.

―Ahora tomate esto― dijo Anya ofreciéndole una bebida a Darthañan.

― ¿También me vas hacer dormir? ― pregunto Darthañan un poco nervioso al ver que su esposa aún no había despertado.

―Tu estas tan relajado como la gente ignorante, no necesitas nada de eso. Esta bebida es el antídoto que necesitas.

― ¿Necesito un antídoto? ― se alarmo Darthañan lo último que esperaba era estar envenenado. Busco en su mente y no encontró que en ningún momento lo hubiera mordido ningún animal o insecto.

Anaya suspiro.

―La energía mágica residual en las heridas internas te ha estado envenenando desde hace varios días.

―Pero este no fue un ataque, mis heridas son un efecto secundario de una magia de teletransportación que realice― respondió Darthañan confundido con el hecho de que se había envenenado con su propia energía mágica.

―De haber sido una teletransportación normal no habría sucedido eso, pero ¿no fue normal, cierto?

Darthañan se quedó callado por un minuto, la señora tenía razón, había realizado una teletransportación forzada, aleatoria y de una distancia enorme. Los efectos secundarios que esto podía ocasionar en el estado de sus células podían llegar a ser bastante extraños, pero ¿envenenarse con su propia energía mágica?

―No entiendo cómo me estoy envenenando con mi propia energía mágica.

―Si tu energía mágica consistiera de células, la energía mágica que te esta envenenando seria como un cáncer en tu organismo.

Darthañan lo pensó por un momento.

― ¿Es energía corrompida?

Todos los adultos presentes se congelaron con el comentario, la energía corrompida era un tabú para la civilización actual.


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Hola!

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