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Capitulo 4: El Ángel, el Demonio y el Humano

Se escucho el sonido de un rayo, cayendo sobre un parque abandonado y en eso aparecio una estructura brillante que se asemejaba a un portal y se ella salio un angel de cabello amarillo.

El cielo ardía con una luz tenue mientras Santiago descendía del portal, guiado por una orden divina. El brillo rojo que se había manifestado en la Tierra hace varias semanas no podía ser ignorado. Era un fenómeno fuera de lo común, una posible amenaza al equilibrio entre el Cielo, la humanidad y el Infierno. Santiago nunca había pisado la Tierra, pero las palabras de Dios resonaban en su mente.

Dios: "Ve, Santiago. Investiga. Pero recuerda, no interfieras en el destino de los humanos ni de los caídos. Sólo observa y reporta."

Santiago llego al mundo terrenal. Su túnica blanca ondeaba mientras descendía al mismo parque abandonado en pleno bosque donde el brillo había surgido. El lugar, cubierto de árboles y rodeado de un aire de abandono, parecía ordinario. Sin embargo, Santiago podía sentir algo distinto en el ambiente, como una energía residual que lo ponía en alerta.

De repente, escuchó pasos acercándose. Su mirada se fijó en un joven de cabello rojo intenso, cargando una mochila. Santiago sintió una oleada de energía oscura procedente de él.

Santiago: (¿Un demonio aquí? ¿Por qué el Cielo no me advirtió de esto?)

Jaileth, al sentir la presencia celestial, se detuvo en seco. Sus ojos blancos se encontraron con los verdes de Santiago. Aunque trató de mantener la calma, sabía que no era común encontrarse con un ángel en la Tierra.

Jaileth: (Genial, justo lo que me faltaba. Un ángel. Seguro viene a terminar el trabajo que mi hermano dejó a medias.)

Ambos se estudiaron en silencio durante un instante que pareció eterno.

Santiago: Demonio, identifícate. ¿Qué haces aquí, contaminando este mundo?

Jaileth frunció el ceño y apretó los puños.

Jaileth: No tienes derecho a hablarme así, ángel. No estoy haciendo nada que afecte tu precioso mundo estupido.

La tensión entre ambos creció como una tormenta. Santiago desenfundó su hacha, que emitía un brillo eléctrico, mientras Jaileth adoptaba una postura defensiva y en su puño creaba fuego.

Santiago: No he venido a pelear, pero tampoco permitiré que causes daño aquí.

Jaileth: Entonces guarda esa arma. No soy como los demás demonios que te han contado en tus historias de héroes.

Santiago no iba a permitir que hablaran mal de su preciado cielo. El cielo se nubló de repente cuando Santiago y Jaileth se colocaron frente a frente. El viento soplaba fuerte, levantando hojas secas y polvo en el parque. La energía de ambos chocaba en el aire como relámpagos invisibles, creando una atmósfera cargada de poder.

Santiago: Demonio, no permitiré que continúes contaminando este lugar. Entrégate o enfréntate a la justicia divina.

Jaileth: (Arquea una ceja y mucho mas furioso) ¿Justicia divina? Qué gracioso que un ángel hable de justicia cuando no entiende nada del mundo real. No soy tu enemigo, pero si quieres pelear... adelante.

Santiago alzó su hacha, que comenzó a brillar con una luz cegadora. Al momento de bajarla, un rayo de energía descendió desde el cielo, impactando el suelo frente a Jaileth, quien saltó hacia atrás con agilidad.

Jaileth: Bonito espectáculo. Mi turno.

Jaileth extendió su mano y, con un simple movimiento, el suelo bajo Santiago se rompió en grietas. Santiago saltó para evitar caer, desplegando unas alas luminosas que lo elevaron unos metros por encima del suelo.

Desde el aire, Santiago giró su hacha, lanzando un rayo de luz que atravesó las ramas de los árboles y se dirigió directamente hacia Jaileth. Este último reaccionó rápidamente, invocando una pared de piedra que bloqueó el impacto. Sin embargo, el ataque fue tan fuerte que la pared se resquebrajó, lanzando fragmentos en todas direcciones.

Jaileth: (Ajustándose los guantes negros) No está mal, pero yo juego mejor en el caos.

Con un movimiento rápido, Jaileth invocó una ráfaga de viento que arrastró a Santiago hacia el suelo. Antes de que pudiera recuperarse, Jaileth corrió hacia él, sacando una espada de energía oscura que materializó en el acto.

El choque fue inmediato. Hacha contra espada. La luz y la oscuridad se encontraron en una explosión de energía que iluminó el parque entero.

Santiago: (Con la mandíbula apretada mientras bloquea un golpe de Jaileth) Eres fuerte, pero también imprudente. Esa es la naturaleza de los demonios.

Jaileth: (Empujándolo hacia atrás) Y tú eres ingenuo, como todos los ángeles. Todo en blanco y negro, ¿verdad? Tal vez por eso nunca entenderás lo que realmente soy.

Jaileth aprovechó la oportunidad para lanzar una bola de fuego directo hacia Santiago. Este levantó su hacha y creó un escudo de luz que absorbió el impacto, pero no antes de que las llamas lo hicieran retroceder.

Santiago: (Respirando con dificultad) Ríndete. Esto no terminará bien para ti.

Jaileth: Rendirme no está en mi vocabulario, pajarito.

La pelea se intensificó. Santiago utilizó su agilidad aérea para atacar desde las alturas, mientras Jaileth controlaba el terreno con explosiones de roca y ráfagas de fuego. Parecían igualados, pero ambos comenzaban a notar algo extraño: sus ataques no tenían la intención de matar.

El punto álgido llegó cuando Jaileth logró desarmar a Santiago, lanzando su hacha lejos de su alcance. En un movimiento rápido, Jaileth sujetó a Santiago por el cuello y lo empujó contra un árbol.

Jaileth: (Con voz baja y seria) Dime algo, ángel. ¿Alguna vez te has preguntado si las cosas no son lo que parecen? ¿O sigues ciegamente lo que te ordenan desde arriba?

Santiago, respirando con dificultad, levantó la mano, invocando un destello de luz que cegó momentáneamente a Jaileth. Se liberó del agarre y retrocedió, recuperando su hacha.

Santiago: Mis órdenes son claras. No debo confiar en alguien como tú.

Jaileth: (Bufando, ajustándose los guantes) Qué conveniente. Seguir órdenes sin cuestionarlas. Tal vez el verdadero problema aquí no soy yo, sino el mundo que tú defiendes.

Ambos se quedaron en silencio, respirando con dificultad, evaluándose mutuamente. El aire seguía cargado de tensión, pero ninguno daba el siguiente paso.

Antes de que pudieran enfrentarse, un fuerte estruendo interrumpió su conversación. Un helicóptero apareció sobre ellos, y hombres armados comenzaron a descender con cables. Ambos, ángel y demonio, sintieron cómo sus energías eran apuntadas por dispositivos avanzados y el portal por el que vino Santiago rapidamente se cerro.

Soldado: Objetivos avistados. Procediendo con la neutralización.

Santiago y Jaileth intercambiaron una mirada de sorpresa. No era común que los humanos detectaran a seres sobrenaturales, y mucho menos que tuvieran equipo para enfrentarlos.

Santiago: ¿Qué es esto? ¿Humanos cazando ángeles?

Jaileth: No sólo ángeles. Les encanta ir tras cualquier cosa que no entienden.

Una bala de energía fue disparada, apenas rozando a Santiago, quien levantó su hacha para crear un escudo de luz. Jaileth aprovechó el momento para invocar una pared de roca que bloqueó la entrada al parque, dando a ambos un respiro temporal.

Santiago: Esto es culpa tuya, demonio.

Jaileth: ¿Culpa mía? Por favor, ángel. Estos humanos no hacen distinciones entre tú y yo. Si no cooperamos, seremos capturados o peor.

Aunque a regañadientes, Santiago entendió la lógica de Jaileth. Por ahora, el enemigo en común era más peligroso que la presencia del otro.

Ambos comenzaron a trabajar juntos, combinando las habilidades de Santiago con su hacha y los poderes elementales de Jaileth para repeler los ataques. Santiago generaba escudos de luz para protegerlos, mientras Jaileth utilizaba su control de los elementos para bloquear los disparos y neutralizar las armas de los soldados.

Sin embargo, la lucha no era sencilla. Los hombres del gobierno parecían estar preparados para enfrentarse a lo sobrenatural. Las balas estaban imbuidas de una energía que interfería con las defensas mágicas, y los vehículos terrestres comenzaban a rodear el área.

Jaileth: Esto no tiene sentido. ¿Cómo saben tanto de nosotros? ¿Quién les proporcionó esta tecnología?

Santiago: Sea lo que sea, no podemos quedarnos aquí. Hay que encontrar una forma de salir sin herir a los humanos.

Jaileth bufó, claramente molesto.

Jaileth: Eres demasiado noble para tu propio bien, ángel.

A pesar de sus diferencias, lograron escapar gracias a una táctica combinada. Santiago utilizó su luz para cegar temporalmente a los soldados, mientras Jaileth abrió una brecha en el suelo que los llevó lejos del parque.

Cuando finalmente estuvieron a salvo, Jaileth se giró hacia Santiago.

Jaileth: No voy a agradecerte por esto, pero... admito que no habríamos salido sin tu ayuda.

Santiago: No necesito tu agradecimiento, demonio. Sólo quiero respuestas. ¿Qué está pasando en este mundo?

Ambos sabían que el brillo rojo que los había atraído era sólo el inicio de algo mucho más grande. Y aunque su relación seguía siendo tensa, entendieron que debían trabajar juntos para descubrir la verdad, por difícil que fuera para ambos aceptar esa idea.

Así comenzaba una alianza incómoda entre el Ángel y el Demonio, mientras el mundo a su alrededor se sumía en un misterio que desafiaba las reglas divinas y las infernales.

Pero en eso se escucha un disparo y cuando pudieron reaccionar ya era muy tarde, habian sido atrapados por una red que por alguna razon no podian romper y lo primero que vieron fue una maquina bajando del cielo y esa maquina se abrio y de el salio un joven humano de unos 15 años.

Samuel: (Presionando botones en su brazalete en su muñeca) Así que no son humanos... Eso explica muchas cosas. ¿Un ángel y un demonio trabajando juntos? Interesante.

Unos drones giraban a su alrededor, emitiendo luces que escaneaban cada rincón de sus cuerpos. Santiago intentó canalizar energía a su hacha, pero la red emitió un pulso que interrumpió su conexión divina.

Santiago: (Luchando contra la red) ¡Humano, no entiendes lo que estás haciendo! Déjanos ir antes de que sea demasiado tarde.

Samuel saco el cristal que estaba en su armadura, era el cristal que le quito a Katherine.

Samuel: (Ignorándolo, sosteniendo el cristal) Esto... Este cristal... Es la clave de todo, ¿verdad? Ustedes trajeron esto aquí. Y no me iré hasta que me digan para qué sirve.

Jaileth, frustrado, rodó los ojos y forcejeó contra la red.

Jaileth: ¡Escúchame, niño estúpido! ¡No tengo idea de lo que es eso! Déjame salir o te prometo que vas a arrepentirte.

Santiago: (Mirando a Jaileth) ¡Demonio, estás empeorando las cosas! Déjame hablar con él.

Jaileth giró hacia Santiago con una mirada asesina.

Jaileth: ¡Idiota! ¡Estoy tratando de que nos deje ir! ¡Cállate antes de que crea que somos aliados!

Samuel los observaba, divertido.

Samuel: (Sonriendo con suficiencia) Me encantan las peleas de pareja, pero no estoy aquí para entretenerme. Si no van a colaborar, tendré que hacer esto a mi manera.

Samuel levantó el cristal, que comenzó a brillar intensamente. El joven activó otro comando en su brazalete, y la red que los retenía se ajustó más, drenando parte de sus energías. Santiago sintió cómo su conexión con el Cielo se debilitaba, mientras Jaileth luchaba por mantener su fuego activo.

Santiago: (Con voz firme) ¡Humanidad necia! No tienes idea del poder que estás manipulando. Ese cristal no pertenece ni al Cielo ni al Infierno. Devuélvelo a su lugar antes de que...

Antes de que pudiera terminar, una onda expansiva emergió del cristal, lanzando a Samuel hacia atrás y desestabilizando los drones. La red se deshizo en un instante, liberando a Santiago y Jaileth.

Jaileth: (Frotándose las muñecas) ¿Ves lo que pasa cuando juegas con cosas que no entiendes, niño?

Samuel: (Incorporándose, con una mirada desafiante) ¿Y qué hacen ustedes con este tipo de poder en la Tierra? ¿Acaso creen que no tenemos derecho a defendernos? No somos marionetas de ángeles ni demonios.

Jaileth avanzó hacia Samuel, una bola de fuego formándose en su mano, pero Santiago lo detuvo colocando su hacha entre ellos.

Santiago: (Con tono severo) No. Él es humano. Aunque sea ignorante, no podemos dañarlo. Eso violaría las leyes divinas.

Jaileth bufó, retrocediendo.

Jaileth: Típico. Siempre con tus reglas absurdas. Pero cuando esto explote en nuestras caras, no vengas a echarme la culpa.

El cristal comenzó a brillar con más intensidad, emitiendo un zumbido extraño que resonaba en el aire. Samuel, visiblemente alarmado, revisó su brazalete frenéticamente.

Samuel: (Hablando consigo mismo) Esto no es normal... No debería hacer esto...

Santiago sintió el peligro inminente y extendió sus alas luminosas, creando un escudo de luz que envolvió a los tres. Jaileth, aunque reacio, reforzó el escudo con una barrera de fuego.

El cristal expulso una gran ola de energía que iluminó el cielo nocturno como si fuera de día.

En la tienda de los abuelo de Katherine, ya estaba cerrando hasta que vieron la explosion.

Mario: (Sosteniendose de su baston) Pero que?!

Luisa: (Desenpolvando unos libros) Por el señor, que es eso?

Katherine: (Con un candado en la mano) Esto ya es malo, cosas malas y muy malas estan pasando.

Encima de una bodega abandonada Cejota estaba por bajar para acabar con unos tipos que habian robado una casa pero la explosion aparecio.

Cejota: Que mierda?!

Por el susto Cejota fallo su lanzamiento de daga dando a la pared.

En un refugio de una de la mafia mas peligrosas, Fenix estaba en el techo fumando hasta que vio la explosion.

Fenix: Que carajo?!

Lanzo su cigarro a un lado.

Cuando la luz se disipó, todo estaba en silencio. El parque había cambiado: el suelo estaba quemado, los árboles cercanos derribados, y el aire olía a ozono.

Samuel se encontraba tirado en el suelo, inconsciente pero vivo. Santiago y Jaileth apenas lograron mantenerse de pie, sus energías casi agotadas.

Jaileth: (Mirando el caos) ¿Por Satan, que demonios fue eso?

Santiago: (Sacudiendo la cabeza) Ese cristal... Es más peligroso de lo que imaginábamos. Tenemos que encontrar su origen y evitar que caiga en manos equivocadas.

Santiago recogio el cristal que estaba en el suelo.

Jaileth se agachó junto a Samuel, revisando su brazalete.

Jaileth: Y este mocoso... ¿Qué hacemos con él? Si despierta, nos culpará de todo.

Santiago: (Mirando al joven, pensativo) Podría ser más útil de lo que parece. Si sobrevivió a esto, quizás sea la clave para entender qué está ocurriendo aquí.

Mientras el cielo comenzaba a despejarse, ambos sabían que sus caminos ahora estaban unidos, al menos por el momento.










































































Cuarto y hermoso capitulo, a que no. :)

Bueno, no olviden de darle estrellita, comentar y si gustan siganme que no les cuesta nada.

Soy Jaileth y nos vemos mis causitas.

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