Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Peligro En Minnetonka.

Prólogo.


Es habitual para Alex meterse en problemas, ese chico de rizo oscuros y ojos negros que montaba bici todo el tiempo por su vecindad, se ha transformado en un solitario rebelde sin causa, metiéndose en problemas por doquier y cuando quiere. Esto a sorprendido a sus ex-amigos y conocidos, el como ese muchacho que solo tiraba canicas en una esquina junto a un grupo de chicos y jugaba a las atrapadas, luego de esos años inocentes y divertidos se ha convertido en esto.

Ahora mismo, el joven muchacho estaba sentado afuera en el pasillo, con los brazos cruzados observando a la nada, su expresión era sería, no transmitía nada de amabilidad, su rabia podía reflejarse en sus ojos. La cara del rizado estaba llena de golpes, se metió en una pelea con unos chicos mayores que él y terminó en la dirección, los otros muchachos se fueron primero que él, ya que intentaron comunicarse con la mamá de Alex, Emily, quien ahora mismo estaba teniendo una conversación por teléfono con el director.

—¿Que mi hijo hizo qué?—exclamó la mujer desde la otra línea.

—Alex... Él... —musito, también estaba sorprendido.—... Le rompió la mandíbula a uno de esos chicos.

—Dios mio.—sus pupilas se dilataron.—Joder...—resoplo.

—Dicen que uso un ladrillo o piedra.

—Esto debe ser una broma...

—No, señora.—afirmó el director.—No quise alamarla ni nada por el estilo, sé que usted ahora mismo está trabajando y no puede venir pero los padres del muchacho... Están muy alterados.

—M-me imagino.—tartamudeo.—Pero... ¿Puede repetirme que pasó?, es que... Ah.

—No sé los detalles, los muchachos solo me dijeron que se pelearon con él. Según Alex se estaban burlando de él y se molesto.—respondió.—Entiendo que todavía este algo afectado por lo de su padre.

—Ni lo mencioné. Yo también pienso lo mismo.—suspiro.—Gracias por decirme, mire, ahora mismo tengo que terminar de hacer algo, hablaré con él y ayúdeme a contactarme con la familia de ese chico.

—Está bien.—colgó.

—Carajo.—colgó el teléfono. Mordio la uña de su pulgar, nerviosa.—Demonios, Alex.

El director salió, vio a Alex sentado con su expresión habitual esperando por cualquier cosa que saliera de la boca de ese hombre, aunque ya se había hecho una idea de lo que diría.

—Alex, puedes irte a casa. Hablé con tu madre.—se paró de inmediato, tomó su mochila y se empezó a marchar.—Ah, Alex.—se detuvo. El director salió, junto ambas manos y miró preocupado al menor.—Escucha, tal vez te suene raro,—rió nervioso. Trago saliva y volvió al semblante serio.—pero si necesitas hablar con alguien, estoy aquí.—Alex frunció el ceño.—También perdí a mi padre, sé que es algo muy fuerte. Por eso, si necesitas desahogarte o algo, tal vez puedas hablar conmigo.

—... Está bien.

El director asintió, el muchacho retomo su camino y se fue de la escuela. Como siempre, tenía su bicicleta afuera, roja, como le gusta, se monto y se fue pedaleando, intentando sacarse de la cabeza todas esas cosas de hoy.

Habiendo llegado a casa, guardo su bicicleta en el garaje, entró a casa, una vez más, la sensación de soledad lo golpeó, no le importaba, de hecho, es lo mejor, estar solo en casa, sin que nadie lo moleste, le encanta eso. No perdió tiempo y se hizo algo de comer, para poder sentarse en paz en el sofá de la sala de estar y ver algo de televisión, no había nada entretenido como siempre, solo noticias, caricaturas, programas que le resultaban estúpidos, películas que había visto o simplemente no le llamaban la atención. Lo mismo de todos los días desde ese trágico día.

Luego de fregar los pocos trastes, subió a su habitación, se quito la ropa, tomó la toalla y fue directamente desnudo al baño, total, estaba solo en casa, no hay nadie que lo mire. Se entró a la ducha para poder relajarse, lo mejor es un baño con agua caliente para olvidar todos los problemas de hoy. Elevó su mano y la miro por unos instantes, la sensación de haberle roto la mandíbula a ese tipo no desaparecía, todavía estaba ahí, le incomodaba pero a la vez le satisfacía.

Hace mucho que no hago eso.—pensó. Apretó su puño con fuerza recordando la sensación.—No pensé que iba a terminar así... No, es tonto pensar eso. Era obvio que algo así ocurriría. Aún así... Se siente extraño.

Cierto sentimiento de arrogancia flotaba dentro de él, se sentía único, invencible, podía salir por esa puerta y dominar el mundo. Pero a la vez se cuestionó, ¿cuántos cómo él no habrá haya afuera?, o si acaso él es especial y es el único que este tipo de poder. Eso tampoco ha cambiado, cada vez que usa su capacidad no puede evitar pensar en cosas como esas. Lo ha visto en cómics y películas pero esto es real, en verdad puede hacer esa cosa extraña, realmente tiene poderes.

Superpoderes.

Alex puso su mano en la pared, la dejó por unos segundos, se concentró, y de repente su mano comenzó a volverse del mismo material que la pared, pura cerámica. La miró por unos momentos, contemplandola. Recordó la pelea, Jason y sus amigos son un par de años mayores que él, les gusta vacilar a algunas personas, en especial Jason, se cree genial por hacer eso. Son los únicos que hacen ese tipo de payasada.

Lo recordó todo, las burlas a su personas, el como la ira surgió, su cabeza calentandose de la histeria, se imagino su cara poniéndose roja, en ese momento se nubló su juicio y se lanzó encontrá de ellos. Alex siempre ha tenido ese problema, creer que puede partirle la cara a quien sea cuando quiera, desde pequeño ha padecido de esa rabia incontrolable, cosa que su padre intentaba controlar, siempre le daba consejos para que no pierda el control y le enseñó que es mejor pensar con la cabeza fría, no dejar que las emociones te dominen.

Alex captó todas sus enseñanzas, eso lo volvió un tanto más perceptivo y astuto, también a no cometer algunas tonterías cuando pudo o ha dejarse engañar o provocar de los demás. Sin embargo, luego de aquel fatal accidente automovilístico, cualquier provocación o cosa que considere molesta le enoja, desde entonces ha alejado a sus amigos, se ha enfrentado a algunas personas, siendo brutal a la hora de pelear, a veces le daban una paliza, otras veces ni siquiera se terminaba el conflicto; las típicas peleas callejeras. Y nunca, jamás, se le ocurrió usar sus poderes.

Pero ahora que lo piensa detenidamente, lo hizo por instinto, no se había dado cuenta de que los uso. Cuando lo tuvieron acorralado, volviendo eso una próxima paliza, se vio acorralado ante cuatro chivos mayores que él, estaba asustado, desesperado, lo admitió, cuando se encontraba contra esa pared de ladrillos, sus manos absorbieron el material, convirtiéndose en armas peligrosas. Fue ahí cuando todo se torno a su favor, pero no se había dado cuenta, no hasta que la sangre voló por los aires y terminó rompiendo la mandíbula de Jason, el sonido de esta dislocandose lo estremeció al punto de dejarlo perplejo, estático sin poder entender la situación, no hasta que vio sus manos volviendo a la normalidad.

Suspiro, la piel se le puso de gallina, todavía piensa que se lo merece, así que no se arrepiente para nada. Alex salió del baño habiendo aclarado sus pensamientos, se puso solo ropa interior, ese boxers de Ben 10 que le compro sus madre, es embarazoso pero aún así lo usa. Es ropa al fin y la cabo. Tomo su celular y se puso a oír música, no tenía nada mejor que hacer así que terminó durmiendose.

Unas horas después despertaría, aún con la sensación de sueño andando por su cabeza, se quito los audiculares cuyos se habían enredado sobre su cuello, bajo a la sala, miró el teléfono, no había ninguna llamada perdida, lo volvió a poner en su lugar. Alex miró la hora, viendo que pronto serían las cinco de la tarde, quiso dar un paseo en su bicicleta por ahí, por lo menos quería hacer eso antes de que su madre llegue a las ocho y media para regañarlo o tal vez tocar el tema de la muerte de su padre, cosa que no le agrada.

Salió de casa, montando bici, en el camino miró a alguien que le llamó la atención, una persona que conocía muy bien, Mike, aquel muchacho rubio de ojos azules, con su peinado siempre arreglado, caminando con el mismo cuidado y desprendiendo cierta fragilidad pero educación, no se percató de él, ha pasado mucho tiempo desde que no hablan. Alex no le hizo mucho caso tampoco, después de todo ellos dos no se llevan muy bien desde hace unos años.

Continuó su paseo por la ciudad, después de un rato cruzando por lugares conocidos y etc, se dirigió al único sitio que podía tranquilizarlo y a la vez llenarlo de melancolía. Fue al lago de Minnetonka, lugar que él y su padre visitaban bastante, aunque sea sólo para tirar piedras. Alex se quedó parado me la orilla, observando, el viento y la tranquilidad, a pesar de llegar a ser inquietantes, la vista es hermosa y pacífica, le gusta. Quisiera tirarse al agua pero eso sería un problema más. De repente, un perro se puso a su lado, ladrando.

—¿Ah?—alzó una ceja.—¿Qué sucede amigo?—se agachó y acarició su cabeza.—¿Te perdiste?—el animal se dejó, estaba domesticado al parecer. Miró su collar, tenía nombre grabado.—“Oscar”.—leyó.—Vaya nombre más típico para un perro.

El animal comenzó a ladrar más y más, se veía inquieto, o como si quisiera llamar la atención de alguien. Alex notó este comportamiento tan desesperado del canino, cosa que lo confundió.

—¿Qué quieres?, no entiendo nada de lo que dices, ¿sabes?—dijo. Se paró.—Vaya animal...—suspiro.—¿Quieres ver un truco?, eso solo un secreto entre tú y yo.

Alex se agachó y puso su mano en el suelo, naturalmente su mano se convirtió en el material de piedra, tomó una pequeña roca y la lanzó, como esperaba, su fuerza se multiplica dependiendo del material que se vuelva su cuerpo, la piedrita llegó hasta la otra orilla sin problema alguno.

—Eso debe de ser un record.

—Sin duda alguna.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, tembló, acababa de oír una voz ajena a la suya, la de una chica, se sorprendió mucho y a la vez se asustó, mantuvo la compostura a pesar de eso, miró al perro que sólo jadeaba con su lengua afuera y le preguntó de forma sarcástica:

—¿Dijiste algo, amigo?

—No, fui yo.—contestó la voz.

Alex se sobresalto un poco, se giro lentamente para ver quién le había respondido. No había nadie, o por lo menos eso parecía.

¿Qué carajos...?, ¿estoy soñando o estoy drogado?—pensó confundido.

—¡Estoy aquí!

Inmediatamente se volteo a la dirección de por donde vino la voz, lo que se llevó fue un gran susto, Alex se espanto por la cosa que acababa de ver ahí tirada en el suelo, escondida sobre unos matorrales se encontraba la cabeza de una chica, hablándole a él.

—¡Por favor no te vayas!—grito antes de que hiciera cualquier movimiento.—¡Necesito tu ayuda!, ¡tienes poderes como yo, ¿cierto?!

¿Qué demonios?

—¡Ayúdame!,! ¡Eres el único que puede ayudarme!















Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro