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Capítulo 6: ¡Pelea!

Nunca había estado tanto tiempo con Shoto, de hecho, siempre intentaba evitarle a no ser que fuera porque le interesaba pelear con él. Por algún motivo, hoy no dejaba de mirarle mientras dormía. Podría ser preocupación por la droga que le estaban inyectando o podría ser... que sintiera que debía protegerle al encontrarse mal, al ser compañeros, pero aun así, pese a apartar la mirada de él, esta volvía una y otra vez.

No podía dejar de fijarse en su extraño cabello, en el flequillo que caía sobre su rostro de una forma extrañamente atrayente, en su cuello, con las gotas de sudor resbalando por él seductoramente, en la manera en que dormía con tranquilidad. Bakugo movió la cabeza negativamente, intentando quitarse la idea que podía sentir alguna atracción aunque fuera leve por su compañero. Él no era así, él no pensaba en romances juveniles y Shoto tampoco. Sólo entrenaban, sólo eran compañeros, eran rivales a batir.

Otro quejido se escuchó antes de que los músculos de Shoto se tensasen. Bakugo movió con rapidez su pierna, apoyando la planta de la zapatilla en el suelo y haciendo el amago de levantarse para ir a ayudarle, pero se quedó estático al ver que el hielo que las botas de Shoto sacaban, volvía a desaparecer. ¡Entendía el sudor de ese chico! Hasta durmiendo trataba de evitar que sus habilidades se descontrolasen. ¡Eso no era descansar!

Al ver que todo volvía a calmarse, Bakugo bajó nuevamente la pierna y se sentó como anteriormente. ¡Volvió a desviar sus ojos a Shoto! No podía dejar de hacerlo. Lentamente, el chico abrió sus párpados, lo que provocó que Bakugo desviase la mirada pese a las ansias que sentía por ver ese color tan llamativo de su ojo izquierdo.

Miró hacia él, como si verle mover algo de su cuerpo le hubiera llamado la atención. No pensaba admitir jamás que le había estado observando todo el tiempo. ¡Antes muerto que hablar de sentimientos y chorradas semejantes!

- Duermes como una princesita – se quejó Bakugo, lo que hizo sonreír a Shoto pese a la mala cara que tenía – no pareces estar bien.

- Voy... a sacarte de aquí. Te lo prometo – susurró con las pocas fuerzas que tenía.

- ¿DE QUÉ COÑO HABLAS? ¡YO TE SACARÉ A TI! Mírate, ni siquiera puedes ponerte en pie.

¡Temblaba! Todo su cuerpo lo hacía. Bakugo no estaba seguro si era la droga, el descontrol de su habilidad o que se estaba poniendo malo, quizá podía ser algo peor que él no contemplase.

- Ey, Todo-idiota – le llamó Bakugo al ver que su cabeza volvía a caer hacia la columna.

Al comprobar que no respondía a sus palabras, chasqueó los labios en seña de frustración y se levantó con rapidez para ir donde estaba Shoto. Desobedecía sus palabras, le había dicho que se apartase, pero no permitiría que muriera allí ese imbécil. Se acercó con rapidez y tomó su cuerpo mientras se sentaba. Con cuidado, atrajo el cuerpo de Shoto hasta apoyarlo contra el suyo y lo abrazó mientras frotaba su mano por el brazo de este. ¡Estaba helado!

- Vamos – se quejó Bakugo. Notaba el frío pasar a él, pero también su calor corporal iba al de Shoto – no puedes morirte aquí, gilipollas.

- No... contaré esto... - susurró Shoto.

- Te mataría si lo hicieras.

- Gracias.

Aquella palabra sorprendió a Bakugo una vez más. No le había insultado ni se había enfadado por desobedecer su orden, tampoco se había molestado por que lo tuviera en aquella posición tratando de darle calor, todo lo contrario. Un sonrojo acudió a las mejillas del rubio al escuchar esa palabra. ¿Realmente estaba sintiendo algo por él? ¿Por Shoto-idiota? ¿Por el mitad-mitad? Era imposible.

La mano de Todoroki subió por el brazo de Bakugo que cruzaba su pecho tratando de mantenerle bien agarrado y entonces, se agarró cerca de su muñeca para impedir que él se fuera de su lado. Eso sorprendió aún más a Bakugo. Daba gracias que Shoto mantuviera los párpados cerrados, con su cabeza apoyada cerca de su clavícula.

- Desprendes mucho calor – susurró Shoto, sintiéndose cómodo allí.

- Y tú demasiado frío – se quejó Bakugo pese a que las palabras recibidas le habían gustado en cierta forma.

- Lo siento.

El agarre de su mano era sumamente delicado, casi como si no tuviera fuerzas para agarrar con mayor presión y, sin embargo, a Bakugo le encantaba sentir las yemas de sus dedos sobre su piel. Nunca antes había sentido algo así, el tacto sin que fuera un golpe. Con él solía pelear, estaba acostumbrado al dolor, a sus puñetazos, pero aquello... le gustaba de verdad.

Inhaló profundamente cerca de su cabello. Un aroma varonil mezclado con el sudor por el esfuerzo que hacía al tratar de controlar sus habilidades. Cuando quiso darse cuenta, el brazo que cruzaba el pecho de Shoto lo apretaba con mayor fuerza hacia él. Él, que siempre había sido egoísta, que siempre pensó en él y en sus deseos... ahora mismo sólo tenía un pensamiento. Quería sacar a Todoroki de este lío. No estaba bien y cada día que pasaba, empeoraba. Tenía que hacer algo. Aprisionó con la mano que antes frotaba su brazo para que entrase en calor, la cintura de Shoto, acercándole a él para que pudiera recibir más calor.

- Ey, idiota, no me dejes ahora hablando solo. ¿Quieres? – Shoto sonrió con cierta arrogancia, esa sonrisa que a Bakugo le ponía de mal humor y que, en cambio, hoy, le pareció hermosa.

- Sigo aquí.

- Necesito que te muevas, te estás quedando helado, tienes que activar la circulación y...

- Estoy cansado.

Como un muñeco que podía maniobrar a su antojo, así lo veía Bakugo. Hiciera lo que hiciera, lo moviera como lo moviera, Shoto se dejaba. El frío estaba paralizándole por completo. Recorría todo su cuerpo y no se le ocurría nada más que hacer con las pocas cosas que tenían en ese cuarto.

La gran duda le asaltó entonces a Bakugo. ¿Cómo era posible que el hielo se estuviera descontrolando de esa forma? Él controlaba mejor el hielo que el fuego, debería haber salido primero el fuego y en cambio... era a la inversa. ¿Era posible que estuviera forzándose a controlar el fuego para evitar daños mayores y por ello no pudiera controlar el frío?

- Todoroki, enciende las llamas – ordenó Bakugo pero Shoto negó con la cabeza - ¡Joder! Déjalas salir, te está matando el frío.

- No puedo...

- ¿Por qué no? ¡Sácalas de una puta vez!

- No las controlo. Si las dejo salir... puede que no pueda volver a apagarlas.

- ¡ME IMPORTA UNA MIERDA! ¡ENCIÉNDELAS!

- ¡NO QUIERO MATARTE! – gritó Shoto casi a la desesperada con las pocas fuerzas que le quedaban.

¡Agobiado y preocupado! Fue lo que Bakugo presenció en ese grito. Shoto nunca gritaba, no elevaba la voz de esa forma y ahora se percataba de que estaba asustado, no de lo que le pudieran hacer a él, sino de lo que él podía hacer. No quería hacerle daño, por eso prefería estar en ese estado a arriesgarse a que sus llamas se desplegasen y acabasen con todo a su paso.

Shoto miró a Bakugo. Sus ojos intimidantes, su cabello revuelto, esa expresión de querer matarle, seguramente pocas oportunidades tendría de verle. En su estado y empeorando a cada dosis de la droga, sabía que su cuerpo no aguantaría demasiado. Por ahora había podido mantener las llamas bajo cierto control, pero cuando no pudiera hacerlo... incluso él mismo podría morir en ellas. ¡No saldría vivo de allí! Era un pensamiento que Shoto sabía bien y se negaba a confesarle a su compañero.

La puerta se abrió en ese momento e instintivamente, Bakugo apretó su agarre sobre el pecho de Shoto en un intento por protegerle, para que no lo alejasen de él. No podía protegerle si se lo llevaban. Alzó la otra mano, dispuesto a crear una explosión si se acercaban a ellos.

Se alejó un poco de su compañero al ver que ese gesto no intimidaba a sus enemigos. Apoyó a Shoto en el suelo y se puso en medio. Él no estaba para pelear en ese momento.

- Baku... – intentó hablar su compañero, pero no llegó a terminar ni su nombre.

- ¡Cállate! Sólo quédate ahí detrás.

Los villanos frente a él no hablaban, pero tampoco se detenían. Caminaban despacio y acercándose cada vez más. No retrocedió, no podía hacerlo si quería proteger a su compañero.

El primero que se abalanzó con rapidez fue interceptado por la mano de Bakugo, quien lanzó la explosión directo a su rostro, lanzándole contra una de las esquinas. Un segundo atacó por su lado izquierdo, pero no era ese el que le preocupaba, sino el que corría a la espalda del compañero en dirección a Shoto. Se giró con rapidez y colocó la mano en la cabeza del de su derecho, explotando y lanzando el cuerpo hasta que chocó con el de atrás para impedir que llegasen a él.

- Bak...

- ¡QUE TE CALLES! – gritó justo cuando veía caer a uno de ellos al suelo. Shoto había desplazado su pierna, poniéndole la zancadilla a uno de los que Bakugo ni siquiera había visto.

Se giró a mirarle. Se agarraba la cabeza con una de sus manos. Debía dolerle y ese descuido, le pasó factura. Tan preocupado estaba por él, tan sorprendido de que se hubiera movido aunque sólo fuera un poco para cubrirle, que al ver cómo le agarraban, entró en un enfado sin igual. Otras manos le sujetaron a él, tirando de él hacia atrás para alejarle del compañero mientras Bakugo luchaba por acertar con sus explosiones.

¡No se defendía! Estaba tan agotado, tan dolorido que Shoto no podía hacer nada excepto dejarse arrastrar y finalmente, consiguiendo cargarle para alejarle de allí.

- ¡PELEA, JODER! – le gritó Bakugo a la desesperada –. ¡Vamos! ¡TODOROKI! ¡PELEA!

Se alejaban y los perdió de vista. Ya estaban en el pasillo y él seguía luchando por librarse de sus agarres. Quería ir al pasillo, quería destrozar a todos esos tipos que se llevaban a Shoto. Peleaba y peleaba para intentar ganar unos centímetros hacia la puerta.

- ¡PELEA! – gritó con mayor fuerza.

Una llamarada apareció de golpe. ¡A plena potencia y sin control! Bakugo intentó echarse un poco atrás pero esa llamarada y el calor que desprendía, hizo que todos soltasen su agarre. ¡Era ahora o nunca! Tenía que llegar hasta Shoto. Se giró creando una explosión para noquear a los que antes le agarraban e impedir que salieran tras él.

¡Tres segundos! Cinco como mucho fue lo que duró esa potencia. Había dejado salir hasta la última gota de energía que le quedaba en un intento de ayudarle. Corrió hasta el pasillo. Quedaban llamas en los marcos de la puerta, en algunas zonas de madera, pero Shoto estaba tirado en el suelo. Dos enemigos tirados a su lado, seguramente muertos por estar tan cerca, pero otros dos corrían desde el extremo del pasillo para llegar a Shoto.

Aceleró el paso. Llegaría antes que ellos, debía hacerlo. ¡Necesitaba saber que estaba bien! Pero no se movía.

- ¡SHOTO! – gritó Bakugo.

¡Shoto! Era de las pocas veces que ese idiota le llamaba por su nombre. Agotado y sin poder mover ni un dedo, lo único que consiguió fue curvar sus labios en una ligera sonrisa. ¡Había dicho su nombre sin un insulto tras él!

- Ve...te – susurró Shoto.

¡Un agujero en la pared!, había un agujero de salida por sus intensas llamas, estaba delante y podía alcanzarlo pero... ¡él no se movía! No iba a irse sin él, no podía dejarlo atrás.

Ya llegaba hasta él, casi lo tenía cuando cayó al suelo. Esos tipos agarraban sus piernas, se lanzaban sobre su cuerpo y lo único que pudo pensar fue en estirar su brazo a más no poder. Casi rozaba los dedos de la mano de Shoto. Intentaba estirarse todo lo posible, pero los tipos del otro lado levantaron el cuerpo agotado de Shoto y empezaron a alejarle por el pasillo.

- ¡NOOOO! – Gritó Bakugo –. ¡SHOTOOOOO!

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