Capítulo 5: Descontrol
Sus piernas se movían incesantemente al igual que los dedos de sus manos, golpeando con un continuo sonido la mesa metálica. Un par de científicos continuaban tecleando cosas en el ordenador mientras otros dos hacían más pruebas a la droga que estaba fabricando. Si conseguían que funcionase, sería todo un éxito para el mundo de los villanos. Los superhéroes perderían el control de sus capacidades y, por tanto, tendrían más fácil la victoria. Sin embargo, ahora mismo lo único que tenían era una droga a media eficacia.
Ni el efecto hacía exactamente lo que deseaban, ni la duración era la adecuada. Dos veces habían inyectado a ese chico y la primera, pese a perder un poco el control de sus poderes, aún había sido capaz de utilizarlos a su antojo para liberar a su compañero. Al final, en su huida, ese chico estaba controlando su poder. Lo supo por el muro que creó para intentar conseguir que su compañero se fugase.
- ¿Cuánto tiempo vais a tardar?
- Estamos haciendo grandes avances...
- No quiero escuchar un "pero", ese chico ha conseguido controlar el poder. Si no fuera por su agotamiento al final y porque su compañero no quiso abandonarle, habrían conseguido escapar. ¿Cuánto ha aguantado el efecto? ¿Seis horas? No es suficiente.
- La siguiente dosis que le han dado debería ser más eficaz, se lo garantizo.
- No es suficiente con unas horas, quiero más.
El líder estaba impaciente por tener en su mano el poder de destruir a todos los héroes, pero nada podían hacer los científicos excepto continuar trabajando. Ya casi habían mejorado la fórmula, ese chico tan sólo estaba siendo el conejillo de indias hasta conseguir que durase un tiempo mucho más amplio. No esperaban unas horas... ni siquiera una semana... querían que llegase a durar meses, o era la idea que el líder de la organización tenía en mente. No estaban ni cerca de llegar a esa cantidad de tiempo y todos lo sabían pese a que mejoraba con cada nueva tanda que sacaban.
- La duración debería estar en unas... diez horas, quizá – susurró uno de los investigadores.
- ¿Diez horas?
Aquello no sonaba como una pregunta, sino más bien, como una queja. Evidentemente, no era suficiente para él.
- ¿Y qué va a descontrolarle? ¿Que se congele un poquito las piernas? – preguntó con burla por lo que había visto en la cámara de seguridad.
- Estamos modificándola para que se descontrole mucho más y durante más tiempo. Su magia debería agotarse mucho más rápido con la droga, por lo que los primeros minutos puede que su fuerza aumente por la cantidad de magia que podrá sacar, pero eso haré que se quede rápido sin fuerzas.
- ¿En una pelea sería eficaz?
- Si evitas los primeros ataques que salgan que serán los más potentes, sí, debería quedarse sin energía con bastante rapidez, además, sus ataques saldrían sin control, sólo potencia. Debería ser fácil evitarlos si no es capaz de moldear el hielo o de apuntar debidamente con cualquiera de sus habilidades.
- Quiero esa droga lista para mañana. Sin falta.
Con aquella advertencia, se marchó de la sala. Los científicos se pusieron manos a la obra de nuevo. No estaban seguros que pudieran tenerla tan pronto al efecto que su jefe buscaba o con esa duración.
***
Sus párpados se movían, no era algo excesivo, un simple movimiento como el que trata de despertar sin poder hacerlo.
- Eres un idiota, ¿lo sabías?
La queja venía desde el otro lado de la habitación. Elevó un poco el rostro para ver a Shoto con la espalda apoyada contra la pared, agarrándose con una mano el cuello como si le doliera. Al intentar incorporarse rápidamente para insultarle, lo único que salió de su boca fue un quejido de dolor. ¡La cabeza le estaba matando! Un dolor enorme por el golpe que recibió.
Llevó la mano automáticamente a la parte de atrás de su cabeza y la volvió a traer a la vista para comprobar si tenía sangre. ¡No tenía! Pero dolía como mil demonios.
- Te han dado un buen golpe.
- Cállate, ha sido tu culpa.
- Te dije que te largases. Pudiste huir y buscar ayuda.
- Ni siquiera sabíamos lo que había al otro lado de esa puerta. ¿Y si había más pasillos? Quizá no lo hubiera logrado y no iba a dejarte aquí a su merced.
Los dos mantuvieron el silencio, cambiando la mirada instintivamente hacia unos cuencos de comida que había encima de una bandeja en el suelo. Dos vasos grandes de agua los acompañaban.
- ¿Entraron hace mucho a dejarlo? – preguntó Bakugo.
- No. Hace apenas veinte minutos, más o menos. Aquí encerrado pierdo un poco el sentido del tiempo.
- ¡Tu mano! – susurró Bakugo al ver cómo la mano que no tenía en su cuello, estaba fuertemente apretada entre sus piernas como si intentase calentarla.
- Está bien, es sólo...
- Y una mierda. Estás helado.
- Creo que ya está pasando el efecto. Noto algo más de control. Sólo tengo que esperar a que se calme esto e intentar liberar lo menos posible de mi poder. En serio que debiste irte.
- Ya te he dicho que no voy a abandonar a un compañero. Eso no es lo que hacen los héroes.
Shoto sonrió ligeramente. No se encontraba nada bien. Tenía escalofríos pero dentro de lo que cabía, el hielo aún era capaz de medio controlarlo, el problema era mantener el fuego calmado. Respiraba con calma. Inhalaba tranquilamente y exhalaba con lentitud tratando de bajar su ritmo cardíaco, centrándose en evitar que el fuego saliera.
Miró a Bakugo. Ansioso por querer ser un héroe, tanto, que no se daba cuenta de que de allí, seguramente, no saldrían vivos los dos. Su única salida era abandonarle, pero era tan terco y obstinado, que le sería difícil convencerle de ese plan.
- Bakugo, hazme caso, en la siguiente oportunidad que haya, debes dejarme atrás.
- ¿Me estás escuchando, bastardo? – preguntó, esta vez poniéndose en pie pese a sostenerse la parte trasera de la cabeza por el dolor – te he dicho que no me iré sin ti. Un héroe no deja atrás a alguien que necesita su ayuda.
- Yo no necesito tu ayuda.
El rubio abrió los ojos ante aquella respuesta. ¡Era obvio que la necesitaba! Pero también, en la seriedad y por la mirada intimidante que Shoto le ofrecía desde la esquina, supo que mentía para que le dejase allí. Intentaba convencerle de su plan.
- ¿En serio? ¿No necesitas ayuda? – sonrió Bakugo al verle tan débil contra la pared – supongo que tampoco querrás que te pase el cuenco de la comida, al fin y al cabo, podrás venir a por él, ¿no?
Frunció el ceño. Bakugo, aunque parecía que siempre atacaba a lo loco, en realidad, era muy observador. Se había percatado rápido de que no era capaz de moverse de donde estaba.
Se acercó hasta la bandeja y la desplazó en dirección a Shoto. Hasta ese mismo momento, jamás pensó que estaría en una situación semejante con ese chico, ni siquiera creyó que pasarían ni tres minutos juntos, pero ya llevaban horas encerrados. En parte, se alegraba de haber sido secuestrado con él. Reconocía que era realmente bueno, entre los dos, se les ocurriría algo.
Shoto flexionó un poco el abdomen para tomar el cuenco que su compañero había acercado y tomó los palillos para comer. Estaba muerto de hambre y, aun así, se tomó unos instantes para oler y probar ligeramente por si habían metido algo en la comida. Bakugo, en cambio, comía con total ansia.
Empezó a comer también motivado al ver que su compañero no sufría ningún efecto repentino, aunque él se lo tomó con calma. Cuando iba por la mitad del bol, observó cómo Bakugo se atragantaba con la comida. ¡Sumamente alterado! Así se encontraba, señalándole con el dedo índice, intentando hablar con la boca llena y sin ser capaz de vocalizar.
- ¿Qué? – preguntó Shoto al ver –. Traga primero y...
¡Agua! El vaso entero de agua fue lanzado sobre su rostro, lo que obligó a Shoto a cerrar los ojos y cuando pudo abrirlos, sopló para escupir el agua que se coló en su boca abierta por estar hablando con Bakugo. ¡Malhumorado! Así estaba Shoto después que le tirase ese vaso de agua.
- ¡FUEGO! – dejó escapar finalmente Bakugo, aunque seguía señalándole –. TÍO, ¡APÁGALO! ¡TRAEDME OTRO VASO DE AGUA! – gritaba como si con eso pudiera apagar el fuego que salía de la parte trasera del ojo de Shoto - ¡AGUA, JODER! ¡AGUA! – gritaba desesperado, casi como si él mismo fuera a quemarse si a Shoto se le descontrolaba esa parte –. ¡Quieto, yo lo apago!
¡Escupirle! El muy desgraciado puso los labios en posición para lanzarle un escupitajo, lo que hizo que Shoto, alarmado ante aquello y ver que era capaz de escupirle a la cara para apagar el fuego, moviera su brazo derecho y crease un pequeño iceberg de hielo, atrapando a Bakugo en él, cerrándole la boca con hielo y dejando que sólo sus pies pataleasen en el aire.
- ¡Ni se te ocurra escupirme! – amenazó Shoto con esa desafiante e intimidante mirada que sacaba en escasas ocasiones.
Como un loco, Bakugo se removía en el hielo, pataleando a más no poder intentando soltarse, pero Shoto no pensaba hacerlo por ahora. Activó de nuevo su hielo y trató de apagar la parte izquierda. ¡Se descontrolaba por momentos! No quería sacar tanto hielo pero no podía evitarlo, sin embargo, el fuego tampoco quería apagarse.
Su respiración, por más que trataba mantenerla estable, se dificultaba cada vez más, se aceleraba en un intento desesperado por apagar todo. Le costó varios minutos lograrlo y al hacerlo, miró a Bakugo colgado del iceberg. Ya no movía las piernas, así que deshizo el hielo para soltarle.
- ¡Serás capullo! – se quejó Bakugo ante semejante acto –. ¿Por qué has hecho eso? ¿Todoroki? – preguntó cuando vio que Shoto no conseguía respirar con normalidad.
Shoto alzó la mano para tratar de indicarle que esperase, que intentaba recuperarse del poder que liberó. Su cabello caía hacia delante, tapando sus ojos con el flequillo. De nuevo, Bakugo vio el sudor resbalar por su nuca. Él miraba sus manos, reposando sobre sus piernas. ¡Temblaban! Como si le hubiera costado la vida entera apagar sus poderes.
- Ey – intentó acercarse Bakugo, lo que hizo que Shoto se alejase de él y pegase la espalda nuevamente a la pared.
La mano con la que iba a tocar su hombro permaneció en el aire al ver el alejamiento. No quería acercarse y seguramente no era por él, sino por la poca confianza que tenía en sus habilidades. Creía que quizá, no podría parar a tiempo si se descontrolaban sus poderes.
- No te acerques a mí. Pongamos distancia – sugirió Shoto.
Se alejó de él. ¿Qué otra opción tenía? Era cierto que podía llegar a ser un peligro si se descontrolaba de nuevo. Era casi increíble que estuviera controlándose tan bien como lo hacía pese a esos momentos concretos.
- Gracias, Bakugo – escuchó cuando se sentó contra la pared de la otra esquina – por no haberme dejado atrás, por acercarme la comida y eso. Intentaré dormir un poco si no te importa.
Desde la otra pared, miraba cómo Shoto apoyaba la cabeza contra la pared y la ladeaba para intentar dormir, apoyando parte de la frente. ¡Era atractivo el condenado! Ese pensamiento le hizo sonreír ligeramente ahora que nadie le miraba. Empezaba a entender el motivo por el que la mayoría de chicas andaban tras él. Sin embargo, Shoto era muy parecido a él, los dos se motivaban en entrenar, en querer ser héroes, se centraban tanto en sus deseos, que olvidaban todo lo demás. ¡Tenía que sacarle de allí! Ni siquiera podía hacerse una idea de lo que sufría con lo que le estuvieran inyectando.
Echó un vistazo a sus muñecas. Todavía llevaba la tela de su camiseta enredada en ellas. ¡Salir y llevarle a un hospital! Era lo único que podía pensar en ese momento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro