Hero
Dos cuerpos estaban a punto de entregarse en medio de un pequeño pueblo en medio del desierto, en una pequeña casa hecha de ladrillos, se juraban amor eterno, juraban protegerse para siempre.
- Quiero ser tu héroe - le susurró al oído del pelinegro, mientras desabotonaba su camisa lentamente - Si una vez yo pudiera llegar a erizar de frio tu piel -
-Yi-Yibo... Ahhhh - el pelinegro soltaba pequeños gemidos mientras que el castaño bajaba por su clavícula.
- Déjame tocarte, quiero acariciarte - bajaba cada vez más mientras retiraba la camina del pelinegro - una vez más, mira que al final - llegó a sus pantalones para quitárselos - Lo que importa es que... te quiero –
El pelinegro llevó sus brazos al cuello del castaño para afianzar más el agarre y sus piernas las enredó en la cintura de este como un koala para que no se escapara.
El castaño llevo a la cama a pasos lentos a su amante a, a la persona que juro proteger desde el primer momento en que lo vio.
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-Cariño – He Peng tomó la mano de un hombre alto, cabello pelinegro, piel lechosa, ojos color caramelo, con un lunar, sí un maldito y jodidamente sexy lunar ubicado debajo del labio – Te presento a tu nuevo guardaespaldas – se acercó a su odio – Ya nadie se te acercará mi querida joya – susurró, para luego dejarle un beso en la mejilla.
- Hola soy Xiao Zhan- saludó con una bella sonrisa.
- Buenas tardes joven Xiao, soy Wang Yibo – no tenía intención de dejar de mirarlo a los ojos, pero tenía que hacer la reverencia.
-Cariño - habló el mayor - A partir de hoy Wang será tu guardaespaldas. Volteó a mirar al joven perfectamente vestido - lo acompañarás a todos lados, no quiero - tomó del mentón a Zhan con tanta fuerza que arrancó un quejido del pelinegro el cual no pasó desapercibido por Yibo - Que está joya desaparezca - acercó el rostro de Xiao - ¿Verdad lindo? - besó sus labios de forma brusca que hasta causaba repulsión.
- No se preocupe señor - respondió el castaño.
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Yibo ya se había despojado de sus ropas al igual que el pelinegro, ambos se tocaban con desesperación, desde el primer momento que ambos cruzaron miradas se desearon y lo hicieron cuantas veces pudieron, pero todas esas veces fue con miedo a ser encontrados, pero esta vez, esta vez era diferente, estaban "libres" disfrutando de cada uno.
El castaño bajaba lentamente dejando un camino de saliva en el pecho del pelinegro hasta llegar a su objetivo.
-Yi... Ahhhhh... - Zhan no puedo pronunciar más al sentir como su miembro era devorado en su totalidad por el castaño. Se retorcía en la cama, haciendo que sus manos se volvieran puños agarrando el cobertor de esta. Levantaba su mirada para ver cómo el mayor se introducía su miembro haciendo que cada movimiento de arriba hacia abajo fuera más rápido - Ahhhhh... Siiii...Mmggg - sus gemidos cada vez eran más altos. - Yibo ya...ya no pu-puedo ma....- ya no pudo aguantar y dejo salir toda su semilla dentro de la boca de su amante, el cual lo recibió gustoso, tragándoselo todo.
- Realmente... Eres delicioso - pasó su lengua por sus labios quitando todo rastro de la esencia del contrario. - Ven - le extendió la mano para que se levantará, quedando el sentado en la cama y el pelinegro parado frente él.
Xiao Zhan captó la idea y se arrodilló, mirando fijamente a los oscuros ojos de Yibo, llevó su mano hacia el enorme miembro de su amante para empezar hacer movimientos de arriba hacia bajo, no quería perder la vista de cómo el mayor se retorcía por cada movimiento que daba.
Yibo empezaba a cerrar los ojos por el delicado, sexy y delirante movimiento del pelinegro. - Zhan... Ahhhhh... Sigue así bebé - habló al sentir la humedad en su miembro. Ahora era el turno de Zhan, quien no dejaba de tragar y succionar a su gusto, el éxtasis que recibió Yibo fue tanto, que enredó sus dedos en la cabellera del pelinegro para profundizar las succiones, haciendo que Zhan sintiera horcajadas y sus ojos soltaran pequeñas lágrimas, sin embargo, este nunca se quejó, ya que le encantaba como llevaba hasta el límite al castaño.
Tomó de los cabellos a Zhan cuidadosamente para verle - Párate - le indicó.
Ambos estaban de pie, Yibo cuidadosamente llevó sus manos debajo de las piernas de Zhan y lo cargó estilo princesa para llevarlo y depositarlo lentamente en la cama.
El castaño se posicionó encima de Zhan, antes de besarlo lo miró fijamente -Si supieras la locura que llevo. Que me hiere y me mata por dentro - Yibo sabía bien que estaban en peligro, Zhan era la joya más preciada para el mafioso más grande del País, He Peng.
- Tengo miedo - habló Zhan de repente - No quiero que te hagan daño -
- Y qué más da, mira que al final - Yibo le dio un beso puro en los labios - Lo que importa es que... te quiero -
El castaño ya no aguantó más, se posicionó entre las piernas del pelinegro - Te dolerá un poco - y sin más se enterró dentro de Zhan.
Xiao Zhan arqueó su espalda por la repentina intromisión en su estreches, para él era una mezcla de placer y dolor, conforme iban avanzando las estocadas se acostumbró y movió sus caderas al mismo ritmo.
Al notar eso, una media sonrisa apareció en el rostro de Yibo, haciendo que cada estocada sea más profunda y rápida.
En un movimiento rápido Zhan logró girar su cuerpo saliéndose del castaño, ahora Yibo era el que estaba debajo, Zhan llevó sus piernas a cada lado del cuerpo de amante - Ahora me toca a mí, amor - dejó un beso en sus labios, levantó sus caderas y con su mano derecha alineó el miembro del castaño hacia su orificio rosa ya completamente dilatado y fue bajando poco a poco para terminar empalándose él mismo, se enterró tan profundo.
- Ahhhhh... Estás tan grande y duro... me encanta - se movía de un lado a otro, haciendo círculos, mientras se pasaba las manos por todo su cuerpo, llevando un dedo a su boca para morderlo debido a la excitación.
- Zhan estás tan estrecho... M-me estás aparentando Mmggg - posó sus manos en las nalgas del menor para separarlas y ayudarlo a saltar.
Zhan llevó su cuerpo hacía delante, llegando al cuello del mayor para chupar y succionar esa antojada manzana de adán, ambos estaban llenos de sudor, ambos estaban tan calientes, se dejaban llevar por el calor de sus cuerpos.
- Yibo... yo... - ya sentía los espasmos.
- Yo también bebé – abrazó al pelinegro para atraerlo hacia él. Zhan gemía en el odio de Yibo, y este en el oído de Zhan, ambos gemidos eran caramelo para ambos. Yibo aceleró sus movimientos y ambos se vinieron al mismo tiempo, uno entre los cuerpos de ambos y el otro dentro del menor. El mayor aun no soltaba al menor, quería sentir ambas respiraciones aceleradas, quería sentir aún a su sudoroso amante entre sus brazos.
Zhan se acomodó al lado de Yibo, para mirarlo y recorrer cada parte de su rostro - Gracias - pronunció.
-Gracias por dejarme ayudarte - respondió Yibo.
- Tengo que regresar, lo sabes bien, no podemos quedarnos juntos, él nos atrapará y te matará... - mordió levemente su labio - Esto... - desvío su mirada - Debe terminar -
Yibo se levantó de golpe al escuchar las palabras de Zhan.
-Si pudiera ser tu héroe, si pudiera ser tu Dios - se acomodó de nuevo a su lado - Porque salvarte a ti mil veces - tomó su mejilla, chocó frente con frente - puede ser mi salvación, tú eres mi salvación – La mirada de Zhan cambió a una que mostraba esperanza y anhelo.
- Casémonos y escapemos de aquí - sus miradas cruzaron - Ahora Yibo - se dieron un beso cargado de amor.
- Bien, vamos... Alístate - Zhan asintió.
Era una locura, pero era una que marcaba el fin de sus miedos, marcaba la libertad de Zhan.
El camino a la iglesia más cercana era de 2 horas, así que sin dudarlo tomaron el dinero que pudieron robarle a He Peng subieron al auto y se encaminaron.
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- ¿Los encontraron? - preguntó el mayor.
- Sí señor - habló uno de los hombres con traje negro.
- Bien, avísale a los demás, esos dos me la pagarán -
- Pero Se... -
- Solo quiero muerto a Wang Yibo, Xiao Zhan sufrirá – movió su copa – Verá morir a su amado Wang Yibo frente a él – tomó lo último de la copa - Ese será su castigo por traicionarme a mi - dio un golpe a la mesa parándose - A He Peng nadie, pero nadie lo traiciona - acomodó su sacó y caminó hacia la puerta - Los quiero listos en menos de 10 min –
- Sí señor -
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Wang Yibo y Xiao Zhan llegaron a la capilla, está era una pequeña iglesia, con la fachada apenas pintada, decoración muy simple, entraron y hablaron con el padre el cual gustosamente aceptó la unión de ambos.
- Yo, Wang Yibo, te acepto a ti Xiao Zhan como mi esposo, para amarnos hasta el final de nuestros días – sonrió.
- Yo, Xiao Zhan, te acepto a ti Wang Yibo como mi esposo, para amarnos hasta el final de nuestros días - guiñó el ojo al contrario y le regaló la sonrisa más hermosa, esa que lo enamoró desde el primer día.
- "Lo que Dios a unido no lo separe el hombre" - finalizó el cura.
- Te amo- dijeron ambos al mismo tiempo, seguido de un dulce y amoroso beso.
- Vamos a comenzar nuestra nueva vida juntos amor – habló Yibo tomando el brazo de Zhan para salir de la capilla.
Al salir ambos iban riéndose, felices... Pero no todo sale como uno quiere, no todo es color de rosa...
Antes de llegar a su auto se detuvieron de golpe, miraron al frente y vieron a la figura de la persona de la que escapaban semanas antes.
- Hola Xiao Zhan - saludó He Peng al acercarse a pareja.
Yibo al ver que éste se acercaba se puso delante de su ahora esposo a forma de protegerlo.
- Déjanos ir - gritó Zhan - Déjame ser libre -
- JAJAJAJAJAJA - He Peng detuvo su andar - Pero si ya lo eres - giró sobre su propio eje - Mira ya te revolcaste durante 3 semanas con este - señaló a Yibo - Sin contar las veces que lo hicieron en mi Mansión - remarcó la última palabra - Quizás hasta preñado estás... Zorrita –
- ¡¡CÁLLATE IMBÉCIL!! - gritó Yibo ya demasiado furioso.
- ¿Qué me vas hacer? ¿Crees que te tengo miedo? -
- Eres un maldito - Yibo aceleró sus pasos para llegar al mayor pero unos brazos lo detuvieron.
- Yibo no - Zhan lo tomó de los brazos al ver cómo los hombres que rodeaban a He Peng levantaban sus armas.
- Me las pagarán, aquí termina su historia de amor - levantó su mano - Más...-
- NOOOO - gritó Zhan, deshaciéndose del agarre de Yibo, corriendo desesperado hacía He Peng, propinándole algunos golpes en el pecho, los cuales fueron detenidos fácilmente por el mayor, ya que le ganaba en altura y fuerza.
- ZHAN! – gritó ahora Yibo, al ver a su amado ser atrapado por el maldito de Peng.
- ¡Sujétenlo! - Peng le indicó a uno de sus hombres, el cual llevó las manos de Zhan hacia su espalda, apresándolo.
- Oh Yibo, Yibo, Yibo - He Peng se acercaba al pelinegro - ¿Cómo pudiste? Confié en ti, ¿Sabes? -
- NO, NO, NO, NO- gritaba Zhan, forcejeando para que lo soltaran - NO LO TOQUES - las lágrimas salían sin control.
-Yibo - Peng se sacudió el sacó - si quieras acostarte con Xiao Zhan, me lo hubieras dicho y con gusto te lo concedía - se acercó más - Pero ¿qué hiciste?, te lo tirabas cuando querías y para colmo - tocó su hombro - me robaron y te lo llevaste a él - se acercó a su oído y susurró - ¿Sabes cómo se paga? - lo volvió a mirar y sonrió - Te lo mostraré –
He Peng levantó su rodilla y dio un fuerte golpe en el estómago del castaño haciendo que este cayera al suelo tratando de respirar.
Yibo trató de reponerse - Si te mueves, lo mato - Peng señaló a Xiao Zhan.
- NO, NO, por favor... Peng, cariño mírame aquí estoy - pedía entre llantos Zhan. – Mírame, no me iré, lo prometo – trataba de deshacer el agarre de sus manos – Tomemos el dinero y vámonos cariño -
Peng levantó su mano y uno de sus matones le acercó una varilla policial- Cariño despídete de tu amado amante -
Yibo levantó la mirada, dirigiéndosela a Xiao Zhan, levantó su mano como queriendo alcanzarlo, para poder tocarlo y llevarse consigo el tacto de esa piel tan suave, quería recorrer cada facción de su rostro antes de que el final llegara. Sí, Yibo sabía que ese era su fin, pero un golpe hizo caer su cuerpo y a la vez ocasionó que una cadenita saliera volando debido a fuerza del golpe.
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-Toma- Zhan miraba atentamente la cajita color rojo terciopelo - Ábrela -
-Mnh! - asintió, la tomó y abrió - Qué hermoso! - sus ojos brillaron al ver lo que había dentro, era un collar el cual llevaba un hermoso león de plata acompañado de un anillo de oro, las lágrimas no tardaron en aparecer.
-Date la vuelta amor- Zhan lo hizo y Yibo tomó el collar para ponérselo - Esto - le dio la vuelta para quedar cara a cara - Es muestra de mi amor por ti y también es muestra de mi palabra para protegerte - llevó su mano hacia su pecho y saco una cadenita igual solo que está tienda un hermoso conejo de plata y un anillo de oro - Yo también tengo la mía, tú eres mi pequeño conejo y yo, tu León protector -
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El castaño recibía golpe tras golpe, en su rostro, pecho, estomago, espalda, partes bajas, no se detenía, la sangre salía disparada, provocando un charco enorme de sangre, Peng no se cansó hasta que el sol se ocultó y solo las luces de los autos alumbraban el lugar.
- Suéltenlo y que vaya a llorarle al cuerpo de esa basura – indicó al hombre que tenía apresado al menor - Vámonos -
Zhan corrió lo más rápido que pudo, levantó el cuerpo ensangrentado de Yibo entre sus brazos.
- NOOOO, no, no, no me dejes mi amor, por favor, resiste - pedía entre gritos y llanto, mientras comenzaba a llover a cántaros, sus lágrimas se mezclaban con la lluvia.
- Eres libre - llevó su mano temblorosa a la mejilla de Zhan.
- Sin ti, no lo soy - miró a un lado del cuerpo de Yibo y divisó la cadenita, la cual tomó y la puso en el pecho de este, llevando su mano y la de él - Me juraste que me ibas a proteger... No te puedes ir -
- Pude ser tu héroe y verte libre es mi salvación, vive por nosotros - poco a poco sus ojos se iban cerrando - Te amo - y cerró sus ojos para nunca más abrirlos.
- NOOOOOOO - un desgarrador grito salió de la boca de Xiao Zhan - Viviré te lo prometo amor - fue a sus labios y lo besó - Ahora yo me encargaré de que él pagué por todo - tomó la cadenita que contenía el conejito junto al anillo y se lo puso, seguido beso ambas manos del castaño - Vamos - levantó el cuerpo de este y lo llevó al auto para llevarlo al sitio donde fueron felices las últimas tres semanas.
Al llegar, acomodó el lugar donde pondría al castaño; limpió y cambió el cuerpo inerte de su amado, tomó un pedazo de tela y lo cubrió.
- Te amaré hasta el final de mis días, gracias por darme la libertad amor mío... Espérame en nuestra otra vida Wang Yibo - tomó un galón de gasolina y lo esparció por todo el lugar, encendió tres cerillos y los dejó caer, salió de la pequeña casa cerro las puertas.
Y se fue sin mirar atrás, con la promesa de vivir y disfrutar su libertad, sin saber que en su vientre cargaba con la verdadera promesa y amor hacia el castaño.
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