Capítulo once
✨Capítulo editado✨
«11 ~ 06 ~ 20»
Eran pasadas las ocho de la mañana, y la hora de clases no podía pasarse más lento. Las palabras de la señora Hwang salían cada una por minuto, era algo completamente tedioso que no me dejaba estar al cien por cien en la clase.
Jimin ya era un soldado caído.
Yacía durmiendo plácidamente sobre sus antebrazos, una leve hilera de saliva salía y recorría desde su boca hasta su mentón, haciéndolo ver tontamente un chico adorable. A veces creía que se veía muy diferente dormido, a como era en realidad en sus cinco sentidos, lúcido.
Hoy, la mañana de un martes, era la más aburrida de esta semana para mí. Mire por doceava vez la pantalla de mi móvil, siendo cuidadosa de que la profesora por ningún motivo me notará con el artefacto en medio de su clase. Me echaría sin dudarlo, y después quedaría colgada en la materia, sin saber nada.
Diez para las nueve.
Y diez minutos para al fin poder salir.
—Señorita Bravo—llamó fuertemente la maestra desde su escritorio, su voz retumbando en todo el salón silencioso. Me senté derechamente sobre mi asiento. Parpadeando rápidamente para apaciguar mi terrible sueño.
—Dígame Profe.
—Puede ser tan amable de darme una breve explicación sobre las expresiones de concentración de las soluciones y sus propiedades ácido-básicas, por favor—dijo con una sonrisa socarrona en sus labios, ash vieja de mierda.
—¡Oh! Claro, um..—titubee.
—Por que supongo que estuvo prestando atención en la clase ¿No?, se veía tan concentrada—sonrió tan cínicamente.
De igual manera le sonreí, pero parecía más un mueca que una sonrisa. Ahora a saber cómo me saldría de esto.
La suave brisa de primavera se deslizaba por mis mejillas, por mis cabellos oscuros, siendo así una sensación indescriptible. Me sentía tan a gusto sentada aquí después de las largas clases, que poder dejar de pensar un poco en todos los conceptos de mi carrera me daban una paz enorme.
Este lugar se había convertido en mi precioso apartado preferido en todas las instalaciones del establecimiento.
La azotea de este lugar era increíblemente tranquila, ideal para cuándo uno quería un poco de silencio. Nadie al parecer sabía de este lugar, lo deduje por lo poco cuidado que estaba. Seguramente sólo el personal de Aseo entraba o salía de aquí, era lo lógico.
Aquí sentía la paz, que halla afuera no.
Sentía que apenas pisará un centímetro fuera de este espacio personal, mis jodidos pensamientos, aquellos recuerdos tan tormentosos que me acompañaban desde entonces, volverían a atacarme como era de costumbre.
—Desearía poder quedarme aquí toda la vida—dije en un suspiro. Cerrando mis ojos por la cálida sensación que me brindaba el aire.
—Podría arrendar esto solo para ti.
Me sobresalte.
Juraría haber entrado sola, y haber cerrado bien la puerta para que nadie entrará mientras estuviera yo aquí.
—¡Dios! Mi corazón..—dije tocando mi pecho, algo dramática—Definitivamente ya me terminaste por convencer de que eres un puto fantasma sonriente.
Soltó una leve risilla.
—¿Un fantasma sonriente? Vaya, eso suena interesante, nunca me lo habían dicho—dijo totalmente calmado. Quizás disfrutando también de la bella vista y el cálido aire que se respiraba por aquí.
—¿Qué haces aquí Tae? Deberías estar en tu casa ya. Los demás se fueron hace media hora..—dije sin más. Sin apartar mi mirada de lo demás.
—Quería verte—dijo con naturalidad, le mire con el ceño fruncido—Me preocupe un poco cuándo te vi subir aquí, primero creí que bajarías altiro pero cuándo noté que ya habían pasado sus buenos minutos, llegue a la conclusión de que te habías lanzado hacia el abismo.
Quizás le había achuntado un 10%.
—Pero veo que aquí sigues todavía, eso me alegra—sonrió reconfortantemente.
—Sí..aquí estoy. No está en mis planes el cometer suicidio, pienso que es para cobardes, si tienes problemas debes enfrentarlos, por más duros que sean..—de cierto modo, esas palabras iban únicamente dirigidas a mi persona.
Quizás palabras que deseaba escuchar de otra persona que no fuera yo misma.
—Es bueno saberlo—sin decirme algo al respecto, se acercó a mí, y se sentó a un lado sobre la baranda de mármol.
—¿El qué?—me atreví a preguntarle.
—El que no tengas ese tipo de pensamientos, y saber que seguirás aquí, y tendré más tiempo para conocerte—se volvió hacia mí, casi sincronizadamente, ambos nos miramos a la cara, sin expresión alguna.
¿Qué estaba pasando?.
Sentí como mis mejillas se teñían en un carmesí. Pero...¿Por que?.
—Hey hey, no te agobies Isabella, ¿Quieres ir por un helado? Podríamos irnos juntos hasta nuestros hogares, de todas formas vivimos al frente del otro.
—Suena bien, pero tengo que hacer otras cosas—dije algo apenada. Él me entregó un adorable puchero en sus labios.
—Oh, no te preocupes. Podría ser otro día—se puso de pie, saliendo de la baranda de mármol y me extendió la mano para ponerme de pie igualmente—Te acompaño hasta la entrada entonces, concédeme ese recorrido, por favor.
Sonreí enternecida.
—Vamos entonces.
—Eres una paranoica se quejó Sarah viéndome con ojos reprobatorios.
—Entre en un casi pánico ¿Si?, no supe como tomarme esas palabras, y solo pensé que si accedía a irme con él, sería aún más incómodo para mí—dije con sinceridad y cierra incomodidad en mi pecho, ciertamente extraña en realidad.
—¿Pero por qué? Si el pobre niño solo te dijo que tendría más tiempo para conocerte y ya. Quizás estas siendo muy paranoica Isa..— quizás si, quizás no. Era todo un dilema dentro de mí.
—Simplemente no puedo dejar de pensar en que me vuelvan a dañar, quizás Tae solo tenga intenciones de ser amigos, y yo aquí pasándome rollos con solo esas pobres palabras que me dio..pero, tú sabes Sarita..sabes totalmente todo..
Dije suspirando.
—¿Sabes cuánto te amo verdad?—habló pasando un brazo por mis hombros, acercándome un poco más a ella, asentí—Y es por eso que te quiero pedir que dejes, que ahuyentes esos pensamientos tóxicos de tu preciosa mente y seas feliz ¿Esta bien? Por que te aprecio demasiado es por que te pido esto, no me gusta verte sufrir por los recuerdos del pasado, deja ir el triste recuerdo de él, no se merece un espacio en tu mente, no merece nada que venga de ti ¿Ok? E independiente de las intenciones que tenga Tae contigo, prométeme que no huiras de él, no tienes que temerle a algo nuevo Isabella—terminó diciendo. Sarah como siempre teniendo razón.
—Siempre tienes algo que decir ¿No?.
—Bueno, soy tu mejor amiga Isabellita..—ambas nos carcajeamos.
—Gracias Sarah, en verdad por siempre estar ahí para mí y saber cómo animarme cuándo todo mi mundo se desmorona, gracias —dije sincera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro