Capítulo dos
✨Capítulo editado✨
«23 ~ 05 ~ 20»
Para mí sorpresa la cama que me había tocado era increíblemente cómoda. Desde que tengo memoria creía fielmente en que mí cama era la única que podía lograr que me pudiera dormir en cinco segundos, pero ahora sabía que no, y esta cama ajena, había desterrado del primer lugar a mi cama. Me gire aún somnolienta sobre el colchón, dando de frente con la sencilla cómoda que había de adorno, tome mí celular y encendí la pantalla. 10:22am.
Aún era temprano, siempre acostumbraba a levantarme tarde, a más tardar a las 12:00 de la tardé. Pero había una pequeña diferencia esta vez, y era que estaba en otra casa, y no debía levantarme tan tardé.
—Sarah..—musite llamándola. Ella estaba en el otro rincón de la habitación.
La habitación en si, no era tan espaciosa, tenía un empapelado muy lindo, muy estilo mío podría decirlo, las paredes eran de un color turquesa, con blanco en algunas líneas sobresalientes.
Una lámpara colgante caía desde el centro de la habitación, del mismo color que las paredes y solo unas cortinas blancas, todo era muy sencillo, pero lindo y sofisticado. No teníamos televisión, pero si había un escritorio con una computadora sobre el.
—Sarah..—volví a llamar. Pero al ver que no me respondía, le lancé mí almohada a la cara, y fue cuándo se quejó.
—Estoy despierta Isabella..—quejó.
—Entonces contesta cuándo te hablé, me hiciste parecer una idiota hablándote y pensando que seguías dormida..—bufé. Ella me sonrió y se levantó de la cama para sentarme en la mía.
—No te enojes. ¿Me perdonas?—dijo abrazándome. No pude evitar sonreír.
—Ya, estas perdonada—dije y le devolví el abrazo—Bien, ahora que estas en pie, debemos tomar un baño y vestirnos, debemos bajar para ayudarle a la señora Ahn con lo que necesité. No queremos que piense que somos unas flojas ¿O si Sarah?—pregunté.
—Claro que no. ¡Yo primero! —dijo refiriéndose a la ducha, no discutí por eso, dejé que entrará primero al baño, así tendría un par de minutos más para poder descansar mis ojos.
La señora Ahn no nos había pedido muchas cosas durante el paso del día, ella decía sentirse apenada con tener que mandarnos, pero nosotros objetamos en su contra diciendo que no había problema en ayudarla con los quehaceres del hogar. Era una manera de agradecerle por el buen trato que había tenido con nosotras, contando que pasaríamos una larga estadía bajo su techo y sus reglamentos.
—¿Te apetecería ir a tomar un helado después de asear la letrina?—preguntó Sarah mientras pasaba un paño por los lados de la estantería. Con muchos adornos antiguos, al parecer alguien era aficionado a los detalles tipo años 80.
—Claro, suena bien.
Dije y ambas nos dimos una sonrisa.
—Chicas, por favor. No sigan aseando la estantería, me da pesar el que tengan que hacerlo cuando no es su obligación..—dijo apenada la Señora Ahn.
—No se preocupe Señora Ahn, queremos ayudarle. Por lo menos hasta el lunes, ya que vamos a comenzar con las clases en la Universidad..—comentó Sarah.
—No insistan, escuché que quieren ir por unos helados. Ya son las cuatro de la tarde, pueden aprovechar de recorrer los alrededores mientras haya luz de día, a dos calles hay una heladería, es la única de hecho así que no les costará encontrarla—dijo la Señora Ahn, no dijimos nada más y solo nos bajamos de las sillas en las que estábamos paradas.
—Regresaremos con luz de día, y solo por ahora le haremos caso—dijimos Sarah y yo al unísono—Queremos ser de ayuda en su casa señora Ahn, no queremos ser un estorbo en su casa ¿Esta bien?—ella negó con diversión y terminó accediendo.
—Esta bien. Pero solo será cuando tengan el tiempo suficiente, no quiero distraerlas con los quehaceres de la casa—sonrió.
—Volveremos antes del anochecer, no queremos perdernos el segundo día aquí en Seúl..—dije con una sonrisa bonita en mi rostro. Sería una pena perdernos, más que una pena, me daría vergüenza.
Las horas habían pasado, el sol ya había caído en el horizonte, y con ello la Luna hacia acto de presencia en el cielo sobre nosotras. Después de haber terminado de comer nuestros helados, con Sarah habíamos decidido seguir caminando, explorando más los alrededores, no alejándonos demasiado de donde estaba la casa de los Ahn.
—¿Y no te ha vuelto a llamar?—dijo la pelinegra mientras jugaba a patear una pequeña roca.
—¿Qué crees tú? Aún sigo sin entender porque gasta sus minutos llamando a otro continente, debe haberle salido cara la cuenta telefónica..—dije molesta.
—¿Si te llamó no?..—asentí. Aún con la impotencia, la rabia corriendo por casa centímetro de mí cuerpo—¿Qué pretende? ¿Hacerte más daño del que ya te causó?..—me detuve. Sin mirar a los ojos a mi querida amiga.
—No puede hacerme más daño Sarah, no cuando ya estoy rota y vacía..—dije reprimiendo esas traicioneras lágrimas que amenazaban con salir—Ya no hay nada que se pueda romper en mí..
—No digas eso Isabella..no hables de ti de esa manera, tú eres un chica lo demasiado fuerte como para no dejarse pisotear por cualquier mierda con patas..—eso me causó gracia.
—Siempre tienes algo que decir ¿No? Siempre me haces reír cuándo me pongo así de triste..—dije melancólica.
—No dejaré que esa bonita sonrisa se borre de tu rostro Isabella, y menos si es por ese idiota de..-
—Ya..¿Y si mejor nos vamos a casa?—pregunté. Ella entrelazo su brazo con el mío y ambas emprendimos camino a la residencia de los señores Ahn.
Estire mis brazos frente a mí, soltándome levemente de mi amiga, un largo bostezo salió de mis labios, cerré mis ojos ante la satisfacción de sentir mis músculos estirarse, pero cuando abrí mis ojos fue que todo rastro de paz y tranquilidad se despojaron de mí cuerpo, cuándo note que mí muñeca yacía desnuda, y no tendría que estar así cuando recuerdo perfectamente que había una pulsera allí, un pequeño adorno muy importante para mí, no podía haberla perdido.
—Sarah..—dije casi gritando, deteniéndome abruptamente al no ver nada más que piel en mi muñeca.
—¿Qué pasa? ¿Por que tienes esa cara?..—ella también me veía asustada.
—N-no tengo mí brazalete..—sus ojos se abrieron con asombro. Sarah sabía la importancia que cargaba ese detalle para mí en mí vida—Mierda, no lo tengo Sarah..—dije casi en un ataque de pánico.
—No te alarmes, quizás se te quedó en el baño cuando nos duchamos esta mañana..—negué con lágrimas en los ojos—¿Recuerdas haberlo dejado en alguna parte durante el día? Puede que se te haya caído mientras aseábamos la estantería.
Solté un sollozo tembloroso, mirando con angustia a mi mejor amiga. Sabía que no debía aferrarme tanto a ese brazalete cuando me lo regaló hace tantos meses, debí haberlo desechado hace tiempo.
Sarah me había traído a un pub. Quizá no era una de las mejores ideas pero ella creía que me haría bien tomar un poco de aire para desestresarme después de haber buscando mi brazalete exhaustivamente y no haberlo encontrado en ningún lado de la casa, tal vez debería resignarme a la idea de que ya se había perdido definitivamente.
—Toma un poco de tu cerveza Belly..llevamos aquí media hora y no has probado nada..—sabía que trataba de subirme el ánimo pero no lo lograba.
Desgraciadamente mis ánimos dependían tanto de ese insignificante detalle desde hace tantos meses que el no tenerlo ahora conmigo, me entristeció.
—¿Qué hora es?..—pregunté.
—Las una un cuarto. ¿Prefieres irte ya?..—pregunto comprensible, asentí lentamente, apenada por aguarle la noche a mí mejor amiga.
—Antes quiero ir al baño, ¿Me esperas unos minutos?..—ella asintió. Sin decir más, me puse de pie, y caminé hacia el baño que no se encontraba muy lejos.
Llevaba mi vista pérdida.
No prestando la atención necesaria a la gente que caminaba y me maldecía por no fijarme al caminar, pero me valía. Un golpe brusco hizo que me detuviera de pronto, alguien había chocado con mi hombro, descolgando mi cartera de mi hombro; tuve un Deja Vu con esto.
—Fíjate por donde caminas, idiota.
—Lo siento mucho..—se disculpó el desconocido. Estaba por seguir caminando cuando una mano me detuvo tomando mi antebrazo—¿Nos conocemos?..—inquirió.
—Para nada. No te he visto en otra parte, recordaría a alguien con esa cara que te cargas..—sus ojos no se apartaron de los míos. Tan oscuros como la noche, sus hebras castañas, y labios pomposos—¿Me sueltas? Quiero orinar.
—Estoy seguro que te he visto en otra parte, quizás en esta misma situación..—comentó pensativo.
—Um, yo creo que no.
Hice amagó de irme, pero cuando volvió a hablarme me detuve, curiosa por lo que había dicho.
—¿No eres la chica de ayer en la Universidad? En los pasillos al directorio, ¿Eres tú la que me llamó imbécil? ¿No?—así que era él. Ahora podía verle la cara—Veo que sí eres tú, no te disculpaste por haber chocado conmigo, niña.
Enarque una ceja. Con mirada incrédula.
—¿Disculpa? Tú fuiste quien chocó conmigo en primer lugar, no yo.
El río, sin vergüenza.
Eso me molesto un poco.
—Si no tienes nada más que decirme, entonces iré a orinar, mi vejiga explotara en cualquier momento..—él me dio una sonrisa. Extrañamente curiosa.
—Cuándo chocamos, recogí esto del suelo, lo guardé, creyendo fielmente en que te volvería a ver, aunque no creí que fuera tan pronto, pensaba devolvértelo en la Universidad, después de todo vamos a la misma institución ¿O no?—le mire confundida.
Sin decirme algo más, me extendió su mano, mostrándome el bello brazalete que traía, después de todo volvió a mí.
Se lo arrebate rápidamente de las manos y lo apreté contra mí pecho.
—Gracias—me límite a decirle, sin mirarle a los ojos y sólo centrándome en el brazalete que creí perdido definitivamente.
—Por cierto, soy Taehyung.
Y no podía importarme menos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro