No quiero el mundo. Te quiero a ti.
(Ciudad de fuego celestial)

* * *

Mencionar a los padres de Alec había sido suficiente para que cualquier relajación desapareciera.

Después de que Magnus le hablara de decirle a sus padres de su embarazo, Alec había hecho una mueca y sólo respondió a lo último: -Me encanta eso de "proteger a nuestros propios hijos". Siempre supe que no habría un mejor padre que tú, Magnus.

Los ojos de Magnus se entrecerraron un momento, por supuesto notó la evasiva de Alec, pero decidió que podían volver a eso después. Alec tenía que estar tranquilo. Así que se recostó a su lado y lo atrajo hacia él, a donde Alec fue feliz, acurrucándose contra él y cerrando los ojos.

-¿Pensaste alguna vez en mí siendo padre, entonces?

Alec no abrió los ojos, pero sonrió. Magnus sintió su sonrisa cuando besó su cuello y el rubor caliente de sus mejillas. -¿Te asustarías si digo que sí? No es que lo creyera posible, no al menos como ha sucedido, tal vez adoptar un día...si tú querías, pero eres la persona más maravillosa que he conocido, Magnus. Noble, lleno de bondad, cariñoso, protector, eres perfecto como amigo, como novio, me has salvado y cuidado tantas veces, ¿cómo no iba a pensar en ti como padre, Magnus? Imaginarte cuidando a nuestros hijos... -su voz se rompió y empezó a llorar-, perdón por haber sido idiota. No medí las consecuencias al decirle a mi mamá que sí, yo quería ayudar, porque eso hacemos los cazadores, para eso estamos, pero tienes razón, nuestros hijos están primero. Tú serás mejor padre que yo.

-Oh, Alexander -aunque Magnus moría por ver el rostro de su novio, sus ojos, limpiar sus lágrimas, lo dejó permanecer abrazado a él, se conformó con abrazarlo fuerte, darle caricias tranquilizadoras-. No digas eso. Sé que tú serás incluso mejor que yo, cuando yo tuve miedo de cómo reaccionarías, tú lo único que tomaste mal fue la palabra que decidí usar. Nuestros hijos no son un accidente, dijiste. Y tienes razón. Tú bondad es demasiado grande y yo no debí dejarte solo. Tú no habrías dicho que sí a tu madre si yo hubiera estado ahí.

-No es tu culpa. Tú fuiste a ver a un cliente, volverías pronto. Yo fui quien tomó una mala decisión. Pero amo a nuestros hijos, Magnus, no lo dudes. No volveré a hacer nada que los ponga en peligro. A ellos ni a ti.

-Ustedes los Nefilim están aquí para proteger al mundo. Es normal que tu primer impulso sea decir sí a cualquier llamado de ayuda.

Sólo entonces Alec se separó de su abrazo para buscar su rostro. Sus manos acunándolo. -En eso te equivocas. ¿Ya lo olvidaste? No quiero el mundo, te quiero a ti. Si tuviera que elegir entre salvar el mundo o a ti y a nuestros hijos, ni siquiera tienes que dudar, Magnus. Ustedes son mi mundo.

-Oh, Alexander -Magnus a su vez tomo el rostro de Alec, acercándolo más a él-. Te amo tanto. Lo sabes. Cada día te amo mucho más, cada simple segundo lo hago. Cuando creo que no puedes ser mejor, vuelves a sorprenderme. Sé que no fue tu intención y ahora tendremos más cuidado, ambos, no voy a volver a dejarte nunca, a dejarlos. No tenemos que decirle a tus padres si no quieres, podemos tomar unas largas vacaciones ambos, los cinco, para que estés tranquilo.

Un ruido al otro lado de la puerta, y después murmullos, hicieron a Alec sonreír. -Creo que seríamos seis con Jace... No me opongo a decirle a mis padres, Magnus, pero tengo miedo de su reacción. ¿Podemos dejar pasar unos días?

-Claro. De cualquier forma, tienes que descansar. Creo que pasaremos esta semana en Londres.

Alec rompió los pocos centímetros que los separaban, tomando los labios de Magnus en un beso.

"No me opongo a eso. Donde tú quieras estar, ahí estaremos".

Las palabras llegaron a Magnus a través de la neblina perfecta de amor que los besos de Alec le provocaban. Muy claras esta vez.

CONTINUARÁ...