-A que no me atrapas!!!

-Como las niñas pueden ser tan rápidas?!

Carmen, de 7 años, de había subido a un árbol de 20 metros para que su amigo, Christian, de 9 años, la atrapara.

-Carmen! Mi madre no me dejara subir!

-Ay tranquilo! Que puede pasar?

Así de persuasiva era Carmen. Christian, sin pensarlo, empezó a trepar el árbol, desesperado por atrapar a su amiga.

Carmen soltó un gritillo, una risita, y empezó a subir hasta la copa del árbol.

-A que no me atrapas! A que no me atrapas!

Sin embargo, eso causó la distracción de Christian. El chico falló un pie y empezó a caer a una distancia de 8 metros.

-Christian!! - gritó Carmen.

Pero la cabeza del príncipe no toco el suelo. Unos brazos lo habían atrapado, y su profunda voz sonó en sus oídos.

-Christian, que te había dicho tu madre?

-P... Perdón papa...

El rey sonrío, mirando al árbol donde Carmen bajaba rápidamente, sin ninguna precaución.

-Vamos Christian.

-Pero papa!

-Pero nada, tienes una cena esta noche, tienes que prepararte.

Carmen logró bajar todo el árbol y corrió hacia su amigo y su padre.

-Christian! Estás bien?

El príncipe no respondió. Solo miro la oscura piel de su amiga y sus ojos grises preocupados.

-Estoy bien -respondió por fin -Solo me gustaría poder depender de mi mismo.

El rey miro a los amigos e intervino, con una gran sonrisa en la cara.

-Eso es lo que le gusta al pueblo hijo, que su rey se sepa defender. Te cubriré esta noche, tú y tu amiga deben ir con los guardias y exigir entrenamiento. Veo mucho potencial en ustedes.

Los niños asintieron con una sonrisa y salieron corriendo. El rey suspiro.

-Lamentó tanto haberle quitado la libertad a otro pueblo -murmuró.