Lily volvió a sentir un azote. Amarrada y sin poder moverse, el hombre que la había comprado estaba azotandola. Sangraba de todas partes, y su comprador se reía como loco

"Debo escapar" se dijo Lily.

-Carly, no he dicho que dejaras de gritar...

Carly era el nombre que le había puesto. Con tan solo 10 años, ya había sentido que era el dolor real. Noto que el hombre le quitaba las ataduras.

-Sin comida hoy, te quedas aquí. -dijo cerrando la puerta con llave.

"Mi momento!". Lily corrió hacia una esquina, donde sabía que su superior escondía armas. "Que descuidado", se dijo a si misma. Agarro el libro griego y escondió ambos objetos bajo sus harapos.

Pronto, cayó dormida.

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El "click" de la puerta la hizo despertarse. Era el hombre, y gracias a los dioses... estaba borracho. Traía una botella y la aventó hacia Lily, quién de milagro lo esquivo.

-Estupida... me quieres robar la chela... hip!

Lily saco el cuchillo y corrió hacia el.

-Para... criatura in... hip! Inservible!

Lily salto y le corto el cuello, bañándola de sangre, y cubriendo su libro con su pobre vestimenta.

"Libertad", pensó.

Salió corriendo a buscar ropa abrigadora, y esconder su prueba de asesinato.

Tras salir del edificio donde vivía con su comprador, se detuvo a pensar: "Que haré?"

Era diciembre, y la nieve azotaba Heiwoku. Lily se desplomó cerca de un árbol, abrumada por el frío.