XXVII
Capítulo 27.
Buenos Aires, Argentina. 18 de junio de 2019.
Medianoche, caminando de hurtadillas a la habitación de tu pareja con éxito y sin ruido alguno. Cualquiera diría que Devon Rodrigo es un experto en los encuentros clandestinos. Pero están de nuevo erróneos.
Yo Devon, cuando menos quiero hacer ruido, es cuando más tiro las cosas a mí alrededor, lastimo mi dedo meñique con la punta de los muebles y suena inesperadamente mi teléfono.
Vaya suerte. ¿No creen?
Nunca pude escaparme de la casa sin que me atraparan en el acto.
—¿Qué parte de mi hija está durmiendo en la habitación contigua? —habló mi chica en voz baja y enarcó una ceja desde el umbral de su puerta.
—Lo siento —dije haciendo una mueca. Maldito mueble.
—La próxima no dejaré que entres a mi casa sin permiso y te dejaré congelarte allá afuera—cuando estuve lo suficientemente cerca, me jaló desde el borde mi camisa para estar lo suficiente cerca a ella, y robarme un beso.
—¿Por qué hacernos sufrir? Si podemos hacer fuego juntos—ella rió y ocultó su rostro en el hueco de mi cuello mientras repartía besos.
—Solo cállate y llévame a la cama —rodó los ojos con diversión y la cargué en brazos para arrinconar a mi novia entre la puerta y mi cuerpo.
—¿Puedes dejar de ser tan desesperada y permitirme que sea poético contigo? —ella negó y me dedicó una de esas sonrisas traviesas. Rodeó mi cuello con sus brazos y jugueteó con mi cabello, enrollando los mechones entre sus dedos y mirándome directamente a los ojos.
—Entonces recítame un poema de Pablo Neruda —sonrió emocionada y yo cerré lentamente la puerta para llevarla a la cama.
—Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche—la recosté en la cama mientras mis manos recorrían su silueta—, invisible en tu sueño, seriamente nocturna —fui desabotonando su blusa lentamente mientras repetía el poema de memoria, ella me miraba con una mirada ardiente y cargada de deseo—, mientras yo desenredo mis preocupaciones como si fueran redes confundidas —coloqué mi boca en su vientre y fui dejando pequeños besos inocentes, aquellos besos que encendían la llama de la pasión y el desenfreno, mezclados con ternura y amor—. Ausente, por los sueños tu corazón navega, pero tu cuerpo así abandonado respira, buscándome sin verme, contemplando mi sueño como una planta que se duplica en la sombra. —levanté mi vista para ver sus ojos consumados por un deseo irreparable, uno vez ya comenzado, difícil de apagar. Mis dedos iban sujetando la liga de su pijama mientras iba besando el monte de su intimidad, bajando lentamente y haciéndola gemir. Su cuerpo estaba a la luz de la luna, bajo la sombra de lo umbrío de la media noche.
»Erguida, serás otra que vivirá mañana, pero de las fronteras perdidas en la noche —le despojé de toda prenda para dejarla vulnerable, vulnerable para sanar y amarla, amarla sin medida y sin duda—, de este ser y no ser en que nos encontramos algo queda acercándonos en la luz de la vida como si el sello de la sombra señalara con fuego sus secretas criaturas.
Y entre cada verso, subía la calentura de su cuerpo. Excitándose, haciéndola gemir, llevándola al placer extremo. Mis labios recorrían cada parte de su cuerpo, mis manos exploraban el terreno. Besaba en su cúspide, en su centro, y la llevaba a la luna; de ida y vuelta.
Ella mordió su lengua para no gritar cuando llegó al clímax, su cuerpo estaba extasiado, se removía entre las sábanas. Verla con el pelo alborotado, desnuda y mojada, era una vista perfecta. Me incorporé para robarle un beso, ella acarició con ternura mi rostro, quedándose ida por segundos. Su respiración entrecortada.
—Eres...
—¿Hermoso, ardiente, el mejor novio? No tienes que decirlo, eso ya lo sé. Como también qué hago maravillas con mi boca—le guiñé un ojo y Evane soltó una carcajada que le callé con un beso—. Silencio preciosa, hay niños adentro y esto es para mayores de dieciocho —ella se sonrojó y sujetó mi rostro entre sus manos.
—Divertido, sexy, hermoso, tierno, encantador, un poeta y un sex symbol. Soy una mujer con suerte. Eres increíble Devon, debes estar orgulloso de quien te has convertido—sonreí ampliamente. Ella no solo miraba lo físico, lo que todos podían ver de mi. Ella escudriñaba, profundamente, logrando ver a través de mis ojos y aceptándome tal y como soy.
Me gustaba poder ser yo mismo con la persona que quiero, poder decirle todo sin mesura; dictando lo que dice mi corazón sin importar el tiempo o el momento.
Era un momento tan íntimo, tan perfecto. Su mano colocó la mía en su pecho, y aun cuando le hice una mirada atrevida ella solamente sostuvo su mirada con la mía.
Era una invitación íntima, perpetua y exclusiva para nosotros. Sabía, a partir de ese momento, que no podría alejarme de esta mujer. Que se había tatuado en mi piel, y que lo nuestro, iría para adelante. Era un inicio.
Su pecho subía y bajaba constantemente.
—Esto es por ti —susurró—. No permitas que deje de latir.
Aunque también había un amiguito que también se alegraba por tenerla a mi lado...
Buenos Aires, Argentina. 19 de junio de 2019.
—¡Mamá, mamá! ¡Odri, Odri! —gritos y saltos en la cama fue la alarma de mi día. Por suerte tuvimos la sensatez de vestirnos luego de una noche proactiva, dulce y atrevida.
¡Vaya que fue una locura! Nuestros cuerpos fueron hechos para estar juntos, de una forma erótica.
Esta mujer me está volviendo loco, más loco de lo usual. Y otra mujer, su versión miniatura, no se queda atrás.
¿Y por qué me vuelve loco esta versión miniatura? Pues tengo a una niña de seis años saltando por toda la cama y gritando nuestros nombres como si no hubiese un mañana. Créanme, quisiera que mi despertar fuera con besos o sexo mañanero y no con un pie en mi cara.
—¡No! ¡No! Un monstruo me quiere matar — exclamé con voz grave mientras me levantaba de la cama con los ojos cerrados e imitando a un ogro para luego coger a la pequeña en brazos. Ella empezó a reír a carcajadas mientras la ponía en medio de nosotros y le hacía cosquillas. Sus risas empezaron a inundar la habitación, era tan escandalosa y a la vez tan suave.
Abrí un poco los ojos y vi su cabellera dorada esparcida por todas las almohadas, sus risas eran acompañadas por la risa de mi novia que nos miraba divertida y medio dormida.
¿Por qué se sentía tan correcto estar con ellas?
Era como si el maldito universo exclamara: "Quédate ahí Devon, cuídalas y no la cagues".
—Od... ri... —empezó a reír y llorar de la risa, su cuerpo se movía de un lado a otro, esquivando mis brazos y pataleando para que parara. En ese momento me levanté completamente de la cama y la cargué en mi hombro.
—Creo que esta mañana voy a desayunar una niña de cinco años con chimichurri. ¡Yumi, yumi!
—¡No! Yo tengo seis. ¡Tengo seis! Mami, mami no dejes que me coma —ella pataleaba mientras reía y yo le seguía haciendo cosquillas. Su risa era escandalosa, divertida y cargada de energía. Apenas salía el sol.
—¿Crees que me dejaras un poco de niña de seis años para mí? —respondió Evane y yo reí mientras la pequeña le recriminaba por qué no estaba de su lado.
—¡El amor los pone loco a todos! —exclamó la pequeña Shami desde mi hombro suspirando rendida. Cuando dejó de luchar, la dejé en la cama y la miré.
—¿Qué tal si me das un beso en mi mejilla y te preparo tu comida favorita para desayunar? —los ojos de la pequeña se iluminaron; brincó sobre la cama para lanzarse a mis brazos y llenar mi rostro de besos. Era una niña cariñosa y sin objeción a mostrar su amor.
—Eres el mejor Odri, y quiero panqueques con mucha nutella —puso su mano en su cintura y me miró severa mientras apuntaba su dedo hacia mí. Se miraba tan tierna con su pijama de Frozen y su pelo revuelto por todos lados. Luego que asintió, salió corriendo y yo miré a Alessandra con una sonrisa pervertida.
—Puedo ponerme mucha Nutella para que también me la comas —las mejillas de mi hermosa mejor amiga y novia, se encendieron mientras me tiraba una almohada. Y creo que mini Devon se emocionó de solo pensar en ella, sobre el mesón, con chocolate por su cuerpo.
—Ve hacer la comida, porque yo estoy muy hambrienta —como gato en celo, jalé su mano para que se sentara en mis piernas.
—¿Estás hambrienta después de anoche? —ella se sonrojó aún más y bajó la mirada a mi entrepierna, donde sutilmente fricciono mi cuerpo para tentarme a ella. Notó que estaba feliz, muy feliz a su lado—. Vale... ¿Qué quiere la princesa para comer? —hablé con voz de mayordomo, ahí la hice reír y me sentí aún más emocionado por esta mañana. Se movió y me aguanté las ganas, porque seguramente el terremoto estaba por aparecer en cualquier momento, y lo que menos quiero hacer, es dejarle un trauma permanente. Y no me equivocaba, Shami gritaba, o más bien cantaba, un pedazo de canciones Disney.
Dos chicas lindas haciéndome feliz desde las primeras horas. ¿Puedo ser más afortunado?
—Sorpréndeme cariño —acaricio mi barba.
—Eso lo hago muy bien desde la cama o la cocina... o donde tú me lo pidas cariño —reí mientras ella rodaba los ojos y trataba de reprimir una risa.
—Sólo cállate y baja esos voltios —me miró de forma severa. Yo sonreí ampliamente, me encantaba hacerla sonrojar, hacerla calentarse y que su imaginación volara. .
—Podrías encargarte eso personalmente tú. ¿No me darás un beso? —ella negó mientras reía.
—¿Estás consciente que ambos no nos hemos lavado la boca?
—Es cierto, besar a las niñas te pasa gérmenes —le guiñé un ojo, y antes que ella protestara, la tiré a la cama y salí corriendo a la cocina.
No sin antes pasar por el baño.
Oí su queja y reí por lo bajo. Hacerla reír, hacerla gruñir. ¿Cuál era la diferencia? La quería de las dos formas.
***
—Estaba pensando en una cosa muy loca. ¿Quieren escucharla? —Shami ya estaba vestida con su uniforme para ir al colegio; Evane, con esas blusas blancas que la hacen ver profesional pero a la vez tenía una elegancia y sensualidad sutil.
Era malditamente hermosa y la podía ver por horas.
—Escucho, me gustan las cosas locas —dijo Shami mientras comía, me daba risa como su madre la regañaba por comer con la boca abierta y como se manchaba todo el rostro. Inconscientemente le limpié con la servilleta y despeiné su cabello que estaba peinado en una trenza. ¿Adivinen quien la hizo?
No se equivoquen, yo sé peinar, Sebastian me enseñó.
—Mamá me ha llamado, insiste en cuando le presentaré a esas hermosas mujeres que hacen que tenga esta sonrisa de bobo —el tenedor de Evane sonó de repente y me miró con la boca abierta.
—Devon... —me miró atentamente y frunció el ceño.
—¿Qué? —le miré inocentemente.
—Sería conocer a tu familia —me encogí de hombros y le miré con una mirada muy tierna, ya saben, a la que nadie puede resistirse.
—¿Demasiado rápido? —ella no dijo nada—. Técnicamente ya te conoce mi hermana y mi mamá —sonreí abiertamente y ella sólo abrió la boca una y otra vez sin nada más que decir.
—Yo quiero conocer a tu familia —dijo por fin Shami—. Sería divertido. ¿No crees mami? —Less se había distraído tanto por mi proposición que sólo sonrió a medias.
Me preocupé al instante. ¿Íbamos demasiado rápido? ¿Qué tenía de malo que la presentara ante mi familia? Tal vez ella no estaba preparada. Llevamos poco meses de iniciar lo nuestro, tal vez había que llevarlo con más calma.
Sé que ella ha pasado por muchas cosas más fuertes que yo, pero también tenía que darse una oportunidad. Yo no iba a lastimarla, sé que eso no lo sé, pero ni loco quisiera perder a una mujer como ella. Como la mujer que sentía que era para mí.
Y sé que pude haber dicho que Isabella o Samantha era para mí, pero por algo el destino me reunió con ella, justo después que mi corazón empezara a sanar, y también cuando ella empezaba a darse una oportunidad.
No diré que creo en el destino, pero sí creo que la vida no tiene coincidencias, y todo pasa por algo que aún cometiendo errores, estamos caminando hacia la vía que nos corresponde. Se dice que el viajero no tiene un destino final hasta que se logra enamorar de la vista que tiene enfrente y allí sus planes cambian por completo.
—Noah, ve a lavarte los dientes —la pequeña no dijo nada más, se tomó su leche de un sorbo y salió rumbo al baño.
—Less yo sé que piensas que estamos llevando las cosas muy rápido —cogí sus dos manos entre las mías e hice que me viera a los ojos.
—No pienso eso, sólo que... ni somos novios —su preocupación era tan sincera que me enternecí, yo a ella la consideraba mi novia pero tal vez no fui tan romántico y se lo propuse—. ¿O me vas a presentar como tu amiga? —soltó sus manos de las mías y se mordió el labio de forma nerviosa y algo divertida, soltó esa sonrisa nerviosa como cuando no sabe qué esperar; yo me incliné y le robé un beso.
—Pues claro, como mi mejor amiga —ella abrió la boca para decir algo, pero antes que su mente se inunde de locas hipótesis, le volví a besar y hablar—. Pero también como la chica que robó mi corazón desde que soy un niño y que hoy en día, es mí pareja... mi novia —sonreí—. ¿No crees que sea romántico? Incluso deberíamos tener una novela cliché. Ya sabes "Enamorada de mi sexy mejor amigo playboy" —levanté mi mano como anunciando un título, haciéndola reír—. Sería un personaje irresistible y me enamoraría de la mujer mas maravillosa de este planeta. —le guiñé un ojo.
—No seas bobo. Esto es serio Devon —trató de no reírse y yo sonreí.
—No estoy bromeando, quiero que seas mi novia pero no tengo ni la menor idea si este es el momento adecuado para proponértelo. ¿Tal vez deba ser más romántico? —ella iba hablar cuando justo el timbre sonó.
No sé si preocuparme por su silencio o alegrarme porque ahora miraba una sonrisa más relajada en su rostro. Ya había aclarado como me sentía yo al respecto de ella. Ella quería más de mí y yo estaba dispuesto a darselo.
Ella se levantó de inmediato para abrir pero la jalé hacia mí y la puse entre mis piernas.
—Hablo jodidamente en serio, te adoro Less. Eres mi mejor amiga porque conoces cada mierda sobre mí, pero también me gustaría que compartiéramos más que sonrisas. Amo a tu hija y voy más que en serio contigo —junté su frente con la mía y suspiré profundamente. Ella también cerró los ojos y disfrutamos esos segundos a sola. Su respiración se iba calmando y puse mi mano en su pecho, justo donde está su corazón—. Mi corazón también va rápido, está enamorado y anhela esta oportunidad contigo.
—¿Estás seguro que estás preparado para algo más serio y formal? ¿Qué pasará el día que te vayas de Argentina? Tú y yo hemos perdido tanto que no podríamos soportar un último adiós —yo negué. No me iría, si le dije que tendría esa parte de mí, yo se la daría.
—No me quiero ir si eso significa que te perdería junto a Shami —ella sonrió abiertamente y juntó sus labios con los míos, fundiendo en un prolongado beso. Beso que hubiese seguido a más, si no fuese por una voz anunciándose y la voz de Shami.
Evane en ese momento se congeló entre mis brazos.
—Mami, un tal Matías vino a verte —tanto Less como yo nos giramos, en esta postura comprometida, hacia la persona que estaba parada en el umbral de la puerta. Por un momento el color se perdió en el cuerpo de Less.
Sus labios se abrieron por la sorpresa. Ella no lo decía, pero ella estaba más que tensa y una mirada perdida.
Sabía que la presencia de ese hombre no era buena; mi instinto protector me hizo quedar en alerta. Algo no iba bien.
—Alessandra, es un gusto volverte a ver; Noah está más hermosa, como tú—el hombre grande, fornido y corpulento sonrió y nos vio directamente. Su voz, era grave, muy profunda; su mirada, era para intimidante y arrogante; sus ojos, eran de un verde singular, su pelo, era rubio y largo, dándole un aspecto amenazante e imponente. No me atraía confianza, no me agradaba. Miré la reacción de Evane, rígida y con dolor, no estaba cómoda.
Él me miraba de pies a cabeza, con Evane en mis brazos. Con su mirada, proponía que me sintiera intimidado y fuera de lugar, cuando el que no es invitado, claramente es él.
Less salió de mis piernas con torpeza, yo la sostuve de su cintura y la sujeté con fuerza.
No faltó que ella lo dijera en palabras para adivinar quién era, su semblante y sus ojos lo decían.
—Matías...
—¿Sólo dirás eso después de todos estos años? —ella no iba hablar, estaba muda. Miraba a su hija y al hombre una y otra vez. Era como si los demonios vinieran en legiones para atormentarla. Una pesadilla despierta y que sabes que no podrás escapar de ella—. Vengo desde Colombia para venir a ver a mi mejor amiga y a mi pequeña ahijada, como para que no me reciban con los brazos abiertos —miré hacia Shami que era inocente de todo esto.
Por suerte la pequeña y hermosa niña, había tomado la valentía de sus padres que la criaron y amaron desde el día que nació. Ese malnacido, no debería ni estar aquí. ¿Con qué derecho se cree de volver? No era su familia, no era su lugar: su lugar era la prisión.
Sí, lo supe desde el principio. Era el maldito que le robó la dignidad a Less. Sé por la forma que está incómoda; por como evita su mirada, por cómo quiere romper a llorar pero guarda sus lágrimas como buena guerrera. Pero sobre todo, por como mira a Shami con el miedo a perderla. Había un dolor reprido, floreciendo en su corazón. No quiero que ella recaiga, quiero que sea fuerte y le demuestre que puede contra él.
—L-lo siento... no esperaba verte —quise añadir el "tampoco te quería ver", pero por su mirada, supe que no le caía bien.
—Quise sorprender, pues me han asignado de vuelta aquí. Creo que volveremos a trabajar juntos, compañera —su voz, cargada de un deseo que no podía descifrar, pero estaba seguro que no era nada bueno. No me gustaba para nada como miraba a Evane y menos como sonreía y saboreaba el efecto que tenía en ella.
Sujeté mi agarre y susurré un "Aquí estoy cariño". Se relajó, pero no lo suficiente.
Quería ser su soporte, quería ser quien ella se sintiera con la suficiente confianza como para saber que todo iba a ir bien, aun cuando todo se estaba viniendo a la misma mierda.
Pero enfrentamos la mierda juntos.
—¿Eres amigo de mi mamá? —dijo la pequeña para romper el silencio, ladeó su cabeza y el hombre se hincó para sonreír de una forma que no sabría describirla, con maldad e hipocresía.
—Yo trabajaba con tu mamá y papá, tu papá era como mi hermano y tu mamá como mi hermana menor.
Apreté los puños pero Evane entrelazó sus dedos con los míos, me relajó al principio pero aún tenía las ganas de romperle la cara. Quería hacerlo, pero no armaría un relajo en frente de ellas.
Me encabrona que ese hombre le arruinó la vida a Evane y se aparece como si fuese bienvenido, como si no supiera lo que le hizo. Habla del pasado como si fueran grandezas y no tendría nada que arrepentirse. Él era un mal nacido, un hombre que lastimó, quemó todo a su paso y consumió la confianza a su mejor amigo y agredió a la mujer que amo.
—Si —dijo Evane colocando el mechón de su cabello atrás de su oreja. El hijo de... ¡No insultes Devon! El muy idiota dirigió su mirada al escote de Less, mirándola lascivamente y lamiéndose los labios. No iba a permitir que la volviera a tocar, ni en sus mejores sueños. Odiaba que la viera, no lo merecía. Yo me iba a encargar que Less se sintiera y estuviera segura—. Oh, sí. Casi se me olvida... Matías, él es mi novio Devon —colocó su cabeza en mi pecho; y no sé si ella en este momento siente mi corazón palpitar porque en ese momento, con esas palabras, me había hecho sentir más que feliz.
Pero no sé si su "si" fue por la presión de tenerlo a él o porque realmente iba aceptar mi petición.
—Vaya, la memoria de mi amigo quedó superada —Less lo miró severa.
—Amé a mi marido pero era momento de continuar — pausó por un segundo y por un segundo, por un segundo su mirada ya no estaba apagada y no la sentía tensa, sino se relajó con total certeza y seguridad—, con la persona correcta —Less acarició mi brazo y sonreí al sentir su mirada sobre mí. Sonreí inconscientemente y besé la coronilla de su cabeza.
Nos paramos para recibirlo, justo atrás de mi novia, para sujetar y hacerla saber que si caía, a ciegas yo le iba a recoger. Éramos un equipo y enfrentaremos a este hijo de puta.
—Es un placer conocerte —extendí mi otra mano y mordí mi lengua. Vaya Devon, me sorprende tu hipocresía y la facilidad que tienes para controlarte. Sí, efectivamente quiero romperle sus huesos.
—Igualmente —por su rostro, supe que no le simpatizaba. ¿Pero qué se puede hacer? A mí tampoco me caía bien, es más, si pudiera, lo dejaría inválido por el resto de su vida por lo que le hizo a mi novia. Lo odiaba, lo odiaba con todo mi ser y a todos esos hijos de puta que se atreven a ir en contra de la voluntad y consentimiento de las personas o que se aprovechan de sus estados de vulnerabilidad. Jamás, me atrevería a estar con alguien borracho o avanzar cuando me dicen no. El no era suficiente, conciso y no cabía a interpretación.
—Te invitaría a pasar pero ya nos íbamos —vaya, mi chica no es nada sutil. ¿Entiendes eso? Quiere que desaparezcas.
—Puedo llevarte a tu trabajo, eso no hay...
—Creo que deberías entender cuando ella no quiere. Un no, es fácil de entender —mis palabras iban con doble sentido. Y entendió la referencia porque endureció la mirada —. Gracias por tu ofrecimiento pero por algo estoy aquí, para llevar a mi novia y a mi pequeña amiga al preescolar —sonrío firmemente, sin dejar que me intimidara.
Pudo que en el pasado haya arrebatado todo a Evane, pero ella es más fuerte y yo estoy con ella. Ella se levantó más fuerte.
Una característica que se dice de Devon, es que si te ama, jamás te abandona.
—Estoy en primaria Devon —la pequeña se cruzó de brazos y reí. Me agaché a su altura.
—Sigues siendo una enana pulgosa —ella me sacó la lengua y la revolví su pelo, ella resopló y se colocó su mochila de Anna y Elsa. Sí, es su película favorita y la hemos visto un millón de veces. Me sé las canciones y los diálogos de memoria. La pequeña Shami me había grabado.
—Y tú un loco que no se peina —me señaló mi pelo—. ¿Verdad mamá? Apuesto que cuando se dan besitos te duele su barba —suspiró. Ella cogió su mochila y fue a dirección al carro. Como siempre, la primera en arreglarse.
—Creo que vengo en mal momento.
Creo que no deberías estar aquí, diferimos en opinión. ¿Pero qué se puede hacer?
—Creo que deberías irte Matías, no sé ni por qué regresaste. Si hace años no te necesité, no lo haré ahora. Piérdete y esta vez no te molestes en regresar —habló firme Evane, abriéndole la puerta para que se largara de una vez por todas. No dejaríamos que este despreciable ser humano se interpusiera en nuestra familia. Sí, dije mi familia porque Evane y Shami son mi familia.
—Yo vengo a...
—Me importa una mierda, no vuelvas a aparecerte por aquí. Lo que nos unía, ya no está. Y si realmente quieres verme feliz, regresa por donde viniste. No entiendo con que cara te presentas en mi casa, con mi hija y mi familia. No tienes ningún derecho y esta vez no tengo miedo Matías.
El hombre vio a Evane, tan fría y tan seria en su decisión. Ella estaba luchando contra sus propios demonios.
—No te vas a librar de mí tan fácil Aless, volví porque hace años me equivoqué; y quiero remediarlo.
—Hay algunos errores, donde el remordimiento te seguirá por el resto de tu vida. Espero que te pudras en el infierno. Te lo digo de corazón. Vete y ni se te ocurra acercarte a Shami —este la vio duramente, luego a mí. Se quedó paralítico unos segundos, y con la mirada oscura y una pizca de maldad, se giró sin mirar atrás.
Evane temblaba de las piernas. Y fui a cogerla en brazos, porque donde ella cayera, yo estaría ahí para levantarla.
***
La tristeza te lleva a dos caminos: para ahogarte con un vaso o llenarte de frustración. Lo peor de todo, es la sensación en el pecho que atormenta al corazón constantemente. Como una estocada en cada palpitación, aquella que no tiene la intención del tiro de gracia, sino causar más dolor que la anterior; profundizando aún más y generando más confusión y opresión. Es difícil describir con palabras las emociones encontradas o lo que realmente pensamos en ese momento cuando todo parece nublarse. La tristeza es una vertiente que hace relucir lo más vulnerable de nuestro ser, aquella onda que destruye todo a su paso.
Estar triste es una bomba de tiempo, aquella que al explotar se lleva lo más genuino de nosotros o nos hace levantarnos más fuerte que antes, pero aún con el sabor amargo de lo que realmente nos duele. A veces reprimimos nuestros sentimientos, ocultamos, nos mentimos a nosotros mismos, hasta que la verdad y las consecuencias llegan.
Evane no necesitaba decir palabras, porque sus ojos eran el mar de desasosiego con tormentas de desánimo.
Todos demuestran su melancolía y aflicción de diferentes maneras. Unos simplemente lloran hasta dormir, otros se aíslan en su propia preocupación creando una burbuja de amargura y algunos, protegen a los suyos para evitar más sufrimiento. Pero gente como Evane, sólo guarda sus lágrimas en la soledad; las guarda para demostrar que ningún problema es más grande que ella; las guarda para recordarle que los buenos momentos pesan más que el pesar.
Veo a la chica que quiero sin decir una palabra, sólo llorando en silencio. Siento como su cuerpo tiembla y todo aquello que calla, se lo está llevando el viento. Bastaron cinco segundos para que ella rompiera a llorar, gritara lo más fuerte que podía y golpeara todo su alrededor, justo después que la pequeña saliera del carro y nos privara de su inocencia.
Ella es tan ajena al mundo, ajena al dolor que ha pasado su madre.
—Es injusto, injusto —siguió golpeando el volante, una y otra vez sin parar. Lastimando sus nudillos y gritando como desquiciada. Traté de sujetarle las manos pero se agitaba sin control, seguía gritando y llorando.
Me quité el cinturón de seguridad, me pasé a su asiento para ponerme encima de ella y sujetar sus manos arriba de su cabeza.
—Evane.
—¡Suéltame idiota! ¡Suéltame! —me gritaba rabiosa, descontrolada. Sabía que no actuaba por ella misma, pues sus emociones la controlaban esta vez. Se sentía exhausta y yo lo sentía, sentía porque tenía cierto rechazo a mi persona en este momento. Evane pasó por años para ser dueña de nuevo de su cuerpo, de dejar de sentirlo a él arrebatándole su dignidad e integridad. Ella ha borrado cualquier rastro que él dejó en ella y no fue fácil.
—No te soltaré Less, no te soltaré.
—No —siguió forcejeando por unos minutos más, hasta que poco a poco sus manos hechas puño empezaron a aflojarse y llorar amargamente, como si las lágrimas no bastaran. Temblando—No... —hipeó y levantó la mirada para conectarla con la mía, por primera vez desde que empezó a llorar y descomponerse por completo—. No...
Estaba roja, incontrolable, sus ojos demostraban una tristeza. Me dolía verla así y no quería imaginar cómo era revivir la peor noche de tu vida. Nuestra mente es traicionera, nos lleva al límite, nos recuerda lo que procuramos olvidar.
—Dije que no te soltaré.
—No me sueltes —susurró y soltó sus brazos para rodearme con ellos. Como si aferrándose a mí, su peor pesadilla se fuese a esfumar, como si conmigo todo estaría bien. Y quería transmitirle ese sentimiento, hacerle saber que no importando qué, tendrá ella donde caer. Ella continuó llorando, tal vez por horas o minutos, no sabría decir, porque cuando ella marcó sus duelos aun no ganados con sus lágrimas en mi camisa, también estaba sollozando las palabras que no iba a poder decir y suprimiendo su debilidad.
—Recuerda que las mejores batallas se pelean de rodillas —susurré contra su pelo, para que solo ella me escuchara, pero mis palabras se sellaran permanente en el aire.
Tal vez era un espacio cerrado, pero era el necesario para juntarnos aún más, para conectarnos de una manera ni física ni mental, simplemente una conexión.
—Siempre he sido débil.
—No es como los demás te perciben, Less —quité el pelo de su cara y acaricié su mejilla—. Eres fuerte y capaz, pero muchas veces somos nosotros mismos que nos impiden creernos eso. Ese hombre... te hizo lo peor y aún así saliste adelante, criaste a una hija maravillosa y has luchado contra tus propios demonios. No sé tú, pero tienes el título de superman, porque por lejos, mi amor, tienes el corazón de acero y la fortaleza de diez mil hombres.
—¿Te ha pasado ya?
—Dile al Devon que se emborrachaba todos los días y se metía con cualquier persona que se le atravesara. No debes creerte tu propia mentira. Yo lo hice y me llevó al borde del colapso y no dejaré que eso te suceda —le sonreí—. Creo en ti, creo en nosotros. Y si algo he aprendido, es que en estos momentos la culpa es tu peor enemiga y el amor propio es tu mejor aliada. Él ya no tiene poder sobre ti, tú eres más fuerte.
***
"Día... perdí la cuenta... (ha pasado mucho tiempo desde la última vez, querido diario).
Querido diario, estoy escribiendo en este momento porque tengo la necesidad de darte una excusa porque te he dejado de escribir. Primero porque antes lo hacía para poder liberarme de todo lo que me cargaba y consumía. Pero ahora, tengo a una persona en que confiar y contarle cada una de mis mierdas y metas, como también escuchar las suyas; poder compartir momentos especiales, comer juntos y recordar viejos tiempos; incluso puedo trasnochar hablando hasta que el sueño nos vence. A veces hacemos el amor... es una relación sana y estoy convencido de decir que estoy sanado. Estoy sano porque pensar en Samantha no me trae culpa. Y no puedo negar que a ella la amé con todo mi ser, pero era momento de continuar. Y la chispa que compartió conmigo esos meses, no los olvidaré y ese significado que me dio de amor, lo pondré ahora en práctica: amor propio.
Amarse a pesar de cada fallo e imperfección, el amor a sí mismo es el amor más grande, porque nadie puede amarte sin antes amarte a ti mismo. Conocerte con tus cualidades y defectos y en ese proceso, dar la mejor versión de uno mismo.
Y ahora puedo decir con seguridad que ese amor propio lo estoy transmitiendo, dándome la oportunidad de darle la mejor versión de Devon Acosta a la chica que ahora amo y ocupa un lugar en mi corazón.
Ahora y hasta que Dios me permita, la amaré a ella... a Alessandra. Mi mejor amiga desde que recuerdo, aquella chica que me volvió loco desde el primer momento que la vi... (y fue hace mucho tiempo.)
Vaya... tal vez no la empecé a amar desde hoy, sino tal vez desde antes de que me diese cuenta.
Estaba listo para volver, pero no como todos piensan que lo haré. Quería volver a vivir y amar, y creo que estoy en camino para ello. Soy feliz, no debes preocuparte Sam. Sé que aún me proteges y estarías orgulloso de lo que estoy empezando a formar.
Te hice feliz hasta tu último respiro y creo que yo encontré quién me hará feliz hasta el último de los míos.
Creo que encontré mi última y hermosa oportunidad.
Pero para tenerla completamente, tengo que luchar una última batalla a su lado.
Estamos juntos y en estos momentos difíciles, creo que necesitaré un poco más de fuerza para no derrumbarme al verla llorar. Eso oprime mi corazón de la peor manera, porque verla sufrir es lo que me trae una impotencia indescriptible.
Desearía que la hubieses conocido, nos cuidamos y protegemos. También nos amamos. Soy feliz... no sabes cuánto.
Me reconstruí, soy de nuevo yo. Y ella se enamoró de mí. Como "yo" de su verdadero ser. Y es mi turno ahora de darle esa chispa que tú me compartiste. Creo que mi terapeuta estará orgullosa de escuchar que creo en mí, en mi potencial y que soy suficiente para amar, soy suficiente para ella, lo fui para Sam y siempre lo seré.
Adiós Samantha, es tiempo de decir adiós. Sigues en mi corazón pero ya es hora de dejarte ir y seguir adelante"
N/A 2022: Y ya empezaremos a descubrir más del pasado de Evane.
Cambio y fuera, Bry las ama.
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