Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXVI: Parte II.

Buenos Aires, Argentina. 14 de junio de 2019.

—Devon, me harás caer —reí y la pegué aún más a mi cuerpo, cogiéndola de la cintura y guiándola hacia una "sorpresa", en otras palabras, nuestra primera cita. Fueron horas de búsqueda intensiva en esa aplicación roja para encontrar la mejor manera de sorprenderla. Y no fue nada fácil, fueron dos viajes largos y una pequeña ayuda. Gracias Roxanne y tus instintos.

— Sabes que nunca dejaría que te cayeras, porque siempre estarán mis brazos para recogerte — susurré contra su oído y oí un suspiro.

—Eres un cabrón. ¿No puedes simplemente abrir la boca sin ser encantador una vez en tu vida? — soltó un pequeño bufido y reí.

Su cuerpo se fue relajando, confiando su vida en mis manos.

—Tú deja que sea un romántico contigo —besé tiernamente su mejilla y continué mi guía hacia nuestro siguiente destino —. Sé que te mueres por saber a dónde te guiaré.

— Tengo el presentimiento que nos dirigimos a una muerte segura — solté una carcajada y cuando estuve justo enfrente de mi objetivo, la giré para que me viera directamente y le quité su banda. Ella me miró extrañada y le guiñé un ojo.

—Soy un loco empedernido que sorprende a su novia con ideas de Internet — hice que se girara lentamente, sin soltar mis manos de su cintura. Ella al ver mi "pequeña sorpresa", soltó un chillido de alegría y me abrazó con efusividad.

— Esto es hermoso Devon —rodeó sus manos alrededor de mi cuello y me dedicó uno de los más tiernos besos, con una caricia y un roce, dejándome con el sabor de sus labios y las ansias de probar más. Ella siendo ella. Su picardía con su sensualidad, un poco de ternura y caricias.

—Ven — cojo su mano con delicadeza para guiarla hacia la camioneta. Estábamos en un barranco con una vista espectacular, el carro estacionado y en el maletero, varias mantas, una pizza, una botella de vino y rosas para ella. Lo más gracioso de todo es que en todo el recorrido hacia aquí, no notó nada de atrás y al llegar a este mirador, la hice caminar en círculos.

—No se te escapó ningún detalle —negué con la cabeza y nos acomodamos dentro del maletero, chocando nuestros cuerpos, sintiendo la electricidad pasar por nosotros y uniéndonos en un tierno silencio. Era casi el anochecer, parecía como si el cielo fuera pintado por varios colores tratando de predominar nuestro alrededor, transformando el ambiente en uno cálido y reconfortante. La abracé fuertemente y besé la coronilla de su sien mientras nuestros pies se entrelazan. Era el rosa, el morado, naranja y amarillo, era nuestra propia galaxia; la vida regalándonos el paraiso en nuestras miradas.

Sus piernas rozaban las mías, acariciándose y refugiándose del frío con mi calor, como yo lo hacía con el de ella. Las mantas nos envolvieron y podía prometer que lo único que escuchaba eran los latidos de su corazón.

—No. —susurré hipnotizado, pero a este punto no sabía si era por ella y su olor o por la vista que tenía ante mis ojos, tal vez era ambas.

—Me gusta esto. Nosotros... el mundo tan pequeño y sin una preocupación —giró lentamente su cabeza para verme directamente a los ojos.

—Un día tendremos que volver a la realidad—ella negó con la cabeza.

—Mi realidad la vivo contigo Devon, la pregunta aquí es si yo soy tu realidad —acaricié su nariz con la mía y asentí cerrando los ojos, dejándome llevar por el momento.

—Es por ello que no he salido corriendo, porque algo me hace quedarme, a que mis pies no quieran correr lejos o de ti o de la pequeña Shami. Encontré mi hogar aquí... no me iré—cogí su rostro entre mis manos y la besé profundamente, dándonos la vuelta y dejándola debajo de mi cuerpo mientras le besaba a profundidad.

—¿No extrañas tu vida pasada? —negué mientras me perdía en cada curva de su rostro, en cada gesto y el movimiento de sus labios. Era una preciosidad.

Maldita sea, la tenía a mi lado.

—A veces la vida te cierra la puerta justo enfrente de tu nariz y somos tan tercos en querer tocarla, sin darnos cuenta que esa puerta nunca nos correspondió.

—Estarías renunciando a todo por lo que has trabajado —volví a negar con determinación.

—Claro que no, simplemente estoy tomando otro rumbo... no me importa la fama. Amo el fútbol y es mi pasión, pero no lo es jugar en el Madrid. Ese fue un periodo de mi vida que nunca olvidaré, pero no estoy seguro de seguir—besé la coronilla de su cabeza—. Tengo nuevos sueños aquí y a tu lado ¿Y qué hay de tus sueños? —ella bajó la mirada, sus manos jugaban y parecía tan perdida, con la mirada lo decía todo.

Leerla era tan fácil, sus más profundos deseos palpaban en su aura, en mi tierna melancólica.

—Muchas veces los planes cambian de la noche a la mañana —suspiró y solo acarició mi mejilla mientras hablaba—. Mi sueño era proteger mi tierra pero olvidé protegerme a mí, de todos esos peligros —junté mis labios con los suyos, tratando de capturar su mirada, para que me viera a mí, su ahora.

—Quiero saber la manera en cómo puedo ayudarte, me mataría saber que un día te puedo perder por miedos que sé que puedo sanar —ella sonrió con lágrimas y enredó sus manos alrededor de mi cuello, atrayéndola en un beso más profundo que el anterior. Quería perderme por horas en su cuerpo.

—Tengo miedo de que te pueda perder Devon, he perdido mucho a lo largo de mi vida.

—Ya somos dos mi pequeña Less, todo se me escapa de las manos y al tenerte así, en mis brazos, me hace pensar que puedo estar en un sueño —sonreí acariciando el rubor que se formaba por sus mejillas. Ella me giró, haciéndome quedar debajo de ella, tallando sus piernas a cada costado mío y dejando caer su cabello.

—Somos realistas Devon, sólo no nos soltemos —asentí.

—Te dije que no me iré —ella se sonrojó—. Tus mejillas son lo más bonito —las pellizque y ella se quejó.

Callando nuestras palabras y haciendo promesas en secreto, esas que no se dicen pero quedan recordadas. Mi promesa era ella, mi realidad ahora era ella.

—Devon... ¿Aún te duele Samantha? Yo no quiero ser su sombra.

Entendía su miedo, fue mi miedo también, que de una manera quisiera reemplazarla pero no era así.

—No, ambas llegaron a mi vida en diferentes etapas y llegaron con un propósito. No podría decirte si estaría contigo si ella áun viviera porque no lo sé. La amé y una parte de mi siempre la amará, nunca la olvidará pero ella vive en mis recuerdos y corazón. Ahora mi corazón te eligió y te amo. Te amo a ti, quiero estar contigo y solo contigo. Mi corazón te pertenece, mis horas y mis minutos— besé su cuello—. Y aún tengo mucho que recorrer porque cuando huí, creía que era su asesino... A veces llegan las pesadillas pero trato de recordar que nadie puede evitar lo esperado de esta vida: la muerte. Ella llegó a mi vida de una forma repentina, como la llovizna. Me hizo daño, no te lo negaré pero el amor es amar con errores y defectos. Creo que eso fue lo que más me enamoró, su imperfección. Pero terminó de la manera que nadie se lo esperó... y créeme, a veces quisiera verla por última vez para decirle que me enseñó uno de los tantos significados del amor y que ahora estoy bien... Me siento bien conmigo mismo, no me culpo y me siento libre, libre de poder amar a otra persona sin sentir traición hacia su persona. Y que fue un privilegio que me eligiera a mí para compartir grandes recuerdos que yo, no olvidaré. Me reconcilié conmigo mismo y si ella me está protegiendo, sé que está feliz que no cerré la puerta al amor y estoy enamorado. —Evane sonrió ampliamente y beso varias veces mis labios sin parar, yo reí y le hice cosquillas para que se retorciera.

—Me gusta verte reír, pero me encantaría saber aún más en cómo llegaste a tener esa sonrisa de vencedora.

Que irónico que digan que en la primera cita no se hablan de los ex y nosotros hablamos de nuestros ex. Había tanta confianza y amor, que al final era conocer nuestro pasado y así avanzar juntos.

—¿Recuerdas que te dije que por mi culpa murió mi esposo? —asentí y acaricié su cintura, ella delineaba figuras abstractas en mi torso mientras continuaba hablando. Su pelo estaba alrededor de su figura, dándole un poco de su vulnerabilidad y su aura de ángel. Era tener el cielo debajo de mí—. Creo que más que eso... fue que murió sabiendo que le mentí y no fui capaz de decirle la verdad. De callar y reservar el dolor —unas lágrimas cayeron por sus mejillas y yo las limpié rápidamente con mis besos, pausados—. Es difícil admitir que fuiste abusada por un superior... y más sabiendo que era el mejor amigo de mi esposo... creo que preferí no decirle para evitar los problemas. Fue horrible saber cómo me miraba él y no poder hacer nada. Tenía miedo de que nadie me creyera, que él me hiciera daño o me arrebatará a mi hija—su voz se volvió más reprimida, más nostálgica y cargada de furia —. Ese hombre vio parte de mí sin que yo le concediera ese permiso, haciéndome ver vulnerable y cobarde por no alzar la voz. Quitándome mi dignidad y echándola por los suelos. Sé que me equivoqué en no denunciar pero hice lo que tenía que hacer por mí, para sobrevivir. ¿Cambiaría mis decisiones sabiendo lo que sé hoy? No lo sé... no puedo arrepentirme de lo que hice porque nada cambiará. Ahora me toca luchar por mí, por hijas y ayudar a las siguientes víctimas para que ellas no se callen, que no las silencien. Quiero ayudarlas a gritar y hacerles saber que sí existen otras alternativas. Ninguna víctima es cobarde, si callan o hablan... todas tienen su proceso.

Y la entendía, porque lo vi con Samantha y ahora Evane me contaba su experiencia. El ciclo de la violencia, no tiene un inicio o un final, si uno quiere salir debe romper el ciclo y eso requiere ayuda y saber que existe un escape. Cuando estamos en el ciclo, no lo sabemos, porque nos hemos acostumbrado a seguir en lo mismo.

Hubo un silencio tan eterno que pensé que se quebraría, pero simplemente siguió hablando.

»Luego quedé embarazada y guardé un rencor tan horrible en mi corazón que en mi casa sólo eran peleas y más peleas. Entonces decidí superarlo, por mí misma y continuar como si ese bebé fuera del hombre que yo amaba. Pero me equivoqué. A este hombre que me quitó todo, me dejó una semilla que hasta hoy en día no me arrepiento de tenerlo. Pensé tanto en ponerle fin... pasó mi cabeza varias veces pero siempre me arrepentí. El bebé lo tuve porque lo tenía que tener. Debía ser fuerte, no demostrarme vulnerable. Al final, me aferré a Shami porque me hacía fuerte y me daba valentía. Ella fue mi esperanza porque yo no podía tener hijos y la vi como... mi escudo, mi protección. Esa fue mi forma de afrontarlo y entiendo porque muchas no desean continuar pero... al final yo tuve la decisión como toda mujer puede tenerla. Mi decisión no es la regla general y cualquier decisión es valiente, tenerlo o no tenerlo.

Soltó un largo suspiro para después mirarme a los ojos.

»Desde mi perspectiva, Shami no tenía la culpa de nada; únicamente ese loco bastardo que seguía libre. ¿Y qué pasaría si le hacía daño a alguien más? Yo fui demasiado egoísta como para pensar en mi familia. Y la crié y amé, su padre igual. Y eso no la hizo menos deseada, créeme que no. Luché con mis propios demonios y miedos, y algunos siguen atacando pero no venciéndome, Devon. Pero cometí un error, y fue reservarme ese dolor y no confiar en el hombre que amo. Debí decirle la verdad... tal vez todo sería distinto. No sé porque no puedo cambiar mi pasado pero fui egoísta. No es bueno pasar el duelo solo, siempre debemos tener apoyo —hizo sus manos en puños y rompió en llanto de amargura.

Estaba vulnerable, expuesta pero una mujer tan fuerte y derecha. No podía sentir más que admiración y respeto.

—Lo sé amor, lo sé —susurré con la voz apagada, no me gustaba verla rota, rota con lágrimas de vencedoras. Quiero borrar ese dolor, quiero curarnos.

—Después de la muerte de mi esposo, al verdadero padre de Noah no lo volví a ver jamás, lo transfirieron y yo quedé como sargento en la unidad. Luego me salí porque todo me recordaba o a la violación o a mi esposo difunto... Entonces decidí ayudar y proteger a mi ciudad de lo desconocido, siendo detective por mi cuenta y ayudando a víctimas de violencia. Y amo mi trabajo y donde estoy, no quisiera cambiar nada de mi pasado. Trabajo con una organización privada no lucrativa y me gusta cuando encuentro la justicia que yo nunca busqué por miedo. Y eres la primera persona que sabe todo esto...

—Te admiro por eso y gracias por confiar en mí—mis manos se colaron por debajo de su camisa, parecía que mi contacto se quemaba, como si ambos pidiéramos algo que las palabras no decían—. Porque eres fuerte y esforzada y nunca nada te detuvo. Cometiste errores pero los reconoces y tomas aquello para mejorar y superar cada herida. No debes culparte, sobreviviste y tomaste cada decisión para salir adelante. Y tú, mi pequeña Less... eres un ejemplo. Es una de las cualidades que desde niño he admirado de ti. Por eso me traías loco pero loco, hasta hoy en día. Eres fuerte, determinante, y para muchos, eso es de temer—limpié el último rastro de lágrimas y le sonreí con cariño.

»Creo que nos reunimos en el momento adecuado —proseguí ante su silencio—. Antes era imposible porque nuestros corazones no estaban preparados y creo que después hubiese sido demasiado tarde.

Ella bajó la mirada, oprimiendo de que viera ese brillo de sus ojos, entonces le alcé la barbilla para conectarnos de una manera más íntima.

—No entiendo cómo le haces Dev, tu voz es tan profunda y tus palabras tan acertadas—ella se sonrojó y puso sus manos debajo de mi camisa. Estaban frías y sentí un escalofrío por mi columna vertebral. —. Deberías ser ilegal —enarqué una ceja mientras ella iba bajando sus manos hasta mis entradas y deteniéndose ahí.

—Entonces deberías esposarme, policía —le guiñé un ojo y ella me miró con una mirada cargada de diferentes emociones, apoyó sus manos por cada lado de mi cabeza para ponerse completamente encima de mí.

—Lo haría con gusto —sonreí ante sus palabras y aparté los mechones que caían para darme una visión completa de ella. Oh joder, la blusa es holgada. Podía ver perfectamente sus pechos redondos. Su falda se había arremangado a su cintura y vaya que esas piernas me enloquecían.

—Y darme mi sentencia —su mirada me recorrió de arriba hacia abajo y curvó sus labios con una sonrisa. Su pelvis se unió a la mía y nos rozó, yo emití un gemido cuando hizo eso. Era su braga y mi pantalón, era lo único que nos separaba

Su silencio parecía eterno, justo la sentencia que necesitaba.

Pero entonces se le iluminaron los ojos y sentí su mirada tan penetrante. No había rastro de tristeza y sus pupilas estaban completamente dilatadas.

—A que me hagas el amor —abrí la boca sorprendido ante el atrevimiento que salió de sus labios, me quedé estático, como un niño de quince años que acaba de experimentar su primer encuentro. Mierda. ¿Cómo puede decir eso y esperar a que reaccione rápido?

—Mierda... ¿Estás hablando en serio? —Evane rió.

—Esta escena era tan digna de película, con una frase tan erótica para excitarte y vienes tú y arruinas el momento... Eres im...—yo reí un poco y besé su cuello a medida que ella iba reclamando, callando poco a poco su voz—. Oh mierda, se siente tan bien —gimió y con cuidado, apoyé su cabeza en una de las mantas y abrí sus piernas para quedar en medio de ellas y verla completamente. Tendida boca arriba, mostrándome quien era. Porque conocía sus miedos, sus defectos y estaba ansioso por explorar. Pero antes quería saber que ella se sentía preparada.

Porque después de un maltrecho camino, los pasos se dan más dificultosos.

No quería arruinar lo que teníamos por la emoción del momento o la fragilidad de esos recuerdos.

—Mentiría si dijera que a veces no sé si abrazarte o desnudarte —ella río—. Pero quiero saber que estés completamente segura, quiero que tú te sientas preparada. Quiero que lo sientas —ella se levantó brevemente, apoyándose de sus codos.

—Una mujer siempre sabrá lo que quiere en el momento que lo tiene justo enfrente de ella y lo que veo, lo quiero. Te quiero a ti Devon —ella me jaló desde mi camisa para que me pusiera encima de ella—. Porque quiero darme una verdadera oportunidad contigo, dejando tu pasado y el mío, para ver que nos ampara esto —nos señaló —, que estamos construyendo.

Y con un beso más, nos hundimos en lo nuestro, donde nada era capaz de romperlo. Su pie jugueteaba con el mío, subiéndolo un poco más por mi tobillo. Mis labios y los suyos parecían buscarse con necesidad y anhelo, liberando lo que habíamos reprimido. Meciéndonos para liberar conexiones y deseos reprimidos. Estábamos con ropa pero nos rozamos, demasiadas veces, liberando nuestros gemidos y nuestros nombres.

Rodeó sus piernas entre las mías y continuó el beso con fervor y necesidad. Callé su gemido con su beso mientras con mi mano acariciaba su muslo interior y las curvas de su cintura. Subí su blusa, para tener más acceso a ella y sentirla.

Nada importaba en este momento, más que ella y mi deseo de querer hundirme en Less. En ese momento sólo quería dejar de pensar y actuar, y simplemente mostrarle lo que siento.

Ella siguió. Besándome y atrayéndome a ella. Su pelo caía alrededor, causando nuevas sensaciones en mi interior. Su mano acarició mi cabello, enredando en mi larga cabellera y luego en mi barba.

Sujeté con fuerza su muslo mientras buscaba explorar. Me gustaba que llevara falda, para tirar de ese pequeño ligue y pasear mis manos entre sus muslos. Haciéndola gemir sobre mis labios, que tomara mi pelo entre sus manos y que ambos nos buscáramos aún más.

La quería a ella, ahora, en este momento, en este lugar. Sin una interrupción.

—Cumpliré mi sentencia, si es para toda la vida.

Antes que ella respondiera o calmara su agitación, le besé. Una y otra vez. Después, las palabras sobraron y sólo se necesitaba esa fricción entre nuestros cuerpos. La unión de cada latido y la ropa cayendo a nuestro alrededor, desnudándonos por completo pero no físicamente, si no de aquellas dudas y dolores. Su voz y la mía, siendo escuchadas por la soledad del lugar y el placer palpado en el aire. La puse boca abajo, mientras la preparaba para mí y la hacía mía. Besaba su cuello, invadía sus pliegues con mis dedos y me introducía en ella, sin apuros y cuando ella lo suplicaba.

Sus manos se sostuvieron del vidrio mientras mi cuerpo la devanaba y nuestras pieles se hacían uno. Gritaba, se dejaba llevar por el placer de su cuerpo. Yo decía su nombre a sus espaldas mientras la tomaba de la cadera para sincronizarnos y envolvía mi ser en ella. Sonaban nuestros suspiros, nuestros nombres y el choque repetido que nos llevaba a nuestro máximo placer.

Fueron besos sin pausa, una ventana evaporada y el mismo atardecer pintando. Mis manos no sólo exploraron, si no sintieron cada parte de ella. Cicatrices y heridas, caídas y errores. Todo aquello que nos hace humanos.

Una parte de mí quería poner este momento en palabras, pero era imposible. Se sentía distinto, se sentía correcto.

No era sexo reconfortante, era decidir darlo completamente sin objeción y duda alguna. Entregarse en alma y cuerpo. Arriesgando lo que teníamos ya construido y quedarnos con las manos vacías. Ese era el desafío del amor, dulce y amargo; dejando el sabor de la incertidumbre del mañana.

La vi al rostro y la besé. Mi mirada lo decía todo pero lo dije, le dije que la amaba, aún estábamos unidos y eso era lo que ambos necesitábamos. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro