Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXI

Capítulo 21.

"Un reencuentro después del último hasta pronto, que por mucho tiempo se creyó un adiós para siempre. Quisiera decir tantas cosas y se me atoran en la garganta"

Fue un momento de silencio, nadie era capaz de hablar. Sólo esas miradas y sonrisas tontas. Yo quería hablar pero se me iban las palabras.

No sé lo que me está pasando, sinceramente.

Todo iba bien, pero las palabras de aquella carta se repetían en mi mente, confundiéndose un poco. Pero la miraba a ella y me recorría una sensación de tranquilidad. Como cuando mi madre nos abandonó y ella fue la primera en abrazarme y susurrarme que todo estaría bien. Que no hay bien que por mal no venga.

—Yo —dijimos ambos al mismo tiempo y después de vernos por unos segundos, reímos y ella extendió sus brazos para darme un abrazo.

Paralizado, inmovilizado, llámalo como quieras. Yo no supe reaccionar y la envolví en mis brazos. No podía creer que el tiempo avanzara. Ella y yo no éramos los mismos chiquillos del kínder, menos de la secundaria.

Yo no era el mismo Devon que ella conoció, soy diferente por cada montaña que he escalado. Durante su proceso resbalé, naufragué y casi me asfixiaba al llegar a la cima; pero no todo en el camino estaba perdido, podía presumir de sus vistas, por más cortas que las aprecié, un segundo... dos. Eran mis momentos que atesoro. Ahora vuelvo más fuerte, consciente del camino y dejando el equipaje que tanto me hacía retroceder. Aún tengo conmigo cargas, pero las soltaré.

¿En este punto de mi vida? Estoy a punto de llegar, aún cuando no mire el final. Pero estoy seguro que llegaré.

Dejé de divagar por mi mente y traté de enfocarme en ella, en sus ojos, en sus pecas, en su pelo... en su cambio. Pero específicamente en su olor. Olía a coco o tal vez un olor tropical, refrescante y exquisito.

La última vez que la vi, le hice prometerme que no volvería a cambiar y se amaría como ella era. Porque Alessandra nunca desapareció en mis memorias. Allí estaba ella, su imagen me perseguía y la recuerdo hermosa. Ella fue y es hermosa. Siempre me lamenté nunca buscarla y creo que es mi mala maña de huir sin ver atrás.

—Ha pasado ya un tiempo —dije por fin y ella asintió, separándose lentamente y mirando sus manos.

—¿Sería extraño si te dijera que cuando supe de ti, fui tu fan número uno? —yo reí—. Te prometo que cuando te vi en la televisión, no pude estar más orgullosa de ti. Tú habías logrado tus sueños y sólo pude gritar que te conocía en el restaurante.

Era irónico porque logré mis sueños, pero encontré mis mayores tropiezos. No me arrepiento de nada, al final, como hubiera dicho yo de joven. Eran las lecciones que trazaban mi vida. Buenas o malas, pero este soy yo. Formado de buenas y malas decisiones durante las lecciones. ¿Dolieron? Hasta el mismo infierno, pero estaba aquí... en mi última oportunidad.

Pero alejé cualquier pensamiento, sólo podía concentrarme en la emoción de su voz, sólo me hizo pensar en ella. En cómo fue su trayecto durante el lapso que nos separamos y fue ahí cuando me fijé en su mano izquierda. Oh, está casada.

—Bueno creo que entonces sabes todo de mí y yo... no sé nada de ti. ¿Qué tal te ha tratado la vida? —ella se encogió de hombros.

—Yo...

—Mami mami... ¿Invitamos a mi amigo Rodrigo a comer? —una dulce y hermosa voz nos interrumpió y se subió a mis piernas, mirando a su mamá con súplica y zarandeándome con la camisa.

Claro está que esta pequeña ha jugado mucho tiempo y huele todavía a fresas y yo... yo huelo a lo que tenga que oler.

—Bueno... no sabemos si él ya tiene planes —entonces dos miradas profundas se posaron en mí, yo sólo levanté las manos en señal de rendición. La pequeña hizo un puchero tan tierno que era imposible decirle que no. No estaba del cien por ciento de ánimo, pero no podía quitar este rayito de luz, no puedo apartarlo porque me hace ver que ya estoy en la salida... o eso espero.

No quiero hundirme. Necesito enfocarme en las cosas positivas, en los progresos.

—Hay una pizzería deliciosa a tres cuadras. No se ustedes pero yo muero de hambre —la niña saltó a los brazos de su madre feliz y por un segundo mi corazón brincó de felicidad al verla feliz.

Oí decir a Evane... Alessandra... un "gracias" por sus labios mientras abrazaba a su hija.

Noah estaba más que emocionada y parloteaba mientras caminábamos a la pizzería. Quería hablar pero no lo encontraba oportuno, además de que la pequeña era un parlante andante. Evane escuchaba a su hija encantada.

De un rato, Noah saltaba de felicidad y se apartó un poco de nosotros, justo al tiempo que sonaba un claxon.

—¡Cuidado! —grité y a tiempo cogí a la pequeña que en su despiste, corrió a la pizzería y no notó al carro que venía. Yo corrí y la abracé a mi cuerpo para que no la atropellara, mi cuerpo temblaba y la pequeña niña lloraba sin parar en mi regazo. El carro había frenado de suerte. Aunque sentía un dolor en la espalda, uno que me dejó tirado en el suelo.

Un hombre se bajó maldiciendo, pero no tenía el aire para defender a Evane y Noah.

Sólo podía aferrarme a su cuerpecito e hiperventilar. La salvé....

Mi corazón se apretujaba y al cerrar los ojos, aún podía recordar el momento del impacto, el impacto que hizo perder a la mujer que amo. Fueron esos primeros segundos de un claxon para que el carro diera vueltas y vueltas. Fueron segundos de reacción, como los tuve ahorita, para evitar una tragedia. Y aquí reaccioné justo a tiempo.

Las imágenes se iban confundiendo con rapidez, transportándome a esa noche, en ese momento que no vi el carro, en que no reaccioné y la perdí.

Solté a Noah, toqué con mi mano mi pecho, que empezaba a palpitar continuamente. Mi cabeza estaba por explotar por todas las emociones que me empezaron a bombardear. Sentí como un cúmulo de personas a mí alrededor, las voces lejanas de Evane y un llamado a una ambulancia.

Abatido sin poder respirar, Evane me ayudó a levantarme de la acera y llevarme a un restaurante, donde unos guardias nos abrían el paso.

Escuchaba mi nombre varias veces, incluso teléfonos apuntándome.

Había miles de voces, preguntas pero yo sólo podía cerrar los ojos para aguantar la masa que se acumulaba dentro de mí. Sentía que todo esto era un sueño, una prueba para volver al pasado y salvar a Sam. Estoy delirando... mis manos temblaban y lo que pasaba alrededor mío, no me importaba en ese instante.

—Respira profundo —me repetían una y otra vez, pero todo se iba reemplazando por una sola voz, una más suave, determinada.

«Estamos juntos en esto Devon.

Sentía su mano junto a la mía, sus ojos prendidos en fuego. La curvatura que empezaba a formarse en sus mejillas. Era preciosa. Era ella sonriéndome y dándome la paz que necesitaba.

—No quiero perderte.

—Estaremos juntos, lo prometo. »

Traté de llegar a ella pero todo se iba distorsionando, desvaneciéndose. Su rostro se desconfiguró hasta que la vi muerta.

Repetí su nombre una y otra vez, culpándome por no reaccionar de la misma manera meses atrás. Perdóname amor, perdóname. Levántate y vuelve a mí.

—Devon, Devon —abrí los ojos de golpe, topándome con la mirada de Alessandra. Ella tocaba mi frente y me miraba preocupada—. Al fin volviste...

Miré a mí alrededor, era una habitación que desconocía. Me incorporé un poco y toqué mi cabeza, que empezaba a dolerme. Paredes blancas, igual a un hospital.

Las voces de las enfermeras se escuchaban por afuera y yo sólo podía cerrar los ojos para tratar de recordar y de hecho vinieron poco a poco, pero no quitando el dolor.

—¿Qué pasó?

—El carro te chocó cuando cogiste a Noah en brazos —ella bajó el trapito que anteriormente estaba en mi frente y sollozó— Gracias Devon, por un minuto creí que la había perdido, la has salvado.

La has salvado.

La has salvado.

¿Y por qué no salvé a Samantha?

Pensar su nombre sólo me hacía recordar él porque estoy aquí y porque aún no he sanado completamente. Porque me sigo culpando, porque la sigo amando como la primera vez.

—No fue nada —susurré y vi mi espalda y abdomen vendado. Tenía esa absurda bata de hospital que seguramente me haría mostrar mi trasero.

—¿Estás bien? Mientras estabas inconsciente parecías perturbado por algo, como si una sombra te estuviera acechando —mis músculos se tensaron. Mi mente se blanqueó y recuperó la imagen de Samantha cubierta de sangre e inconsciente, luego en la camilla luchando por su vida, tranquila y conectada a máquinas.

—Yo... sí, sí. Todo está en orden —fingí una sonrisa y ella ladeó la cabeza.

—No has cambiado en nada, sigues teniendo la misma sonrisa fingida. Conmigo no trates de pretender, te conozco.

—No me conoces. Hace años que no nos hemos visto —fruncí el ceño, no podía meterse solo así. Tampoco esperar a que me abriera de golpe. Este sentimiento no lo digo en voz alta, salvo con mi terapeuta pero nadie sabe como me siento porque tengo miedo que si lo digo, me juzgarán y me dirán asesino. Así me siento, cargo con culpa en los hombros y no quiero que nadie vea esas maletas que cargo sin rumbo.

Ni a mis mejores amigos se los he comentado. Ni Sebastian que pasó una pérdida como la mía, con la única diferencia que fue mi culpa.

Ella suspiró y cogió mi mano.

—Pueda que no y ya no sepa quién eres realmente, pero el chico que me hizo prometerme que jamás dejará de ser quien era porque era hermosa, es el mismo chico que tengo justo enfrente. Valiente, incluso vulnerable. Protector y leal, que sobre todo tiene ese carisma inigualable. Tal vez ya no seas el cabeza de brócoli o el chico pobre del barrio, ni el niño feo lleno de acné. Pero lo de adentro nunca se cambia Rodrigo—me dedicó una sonrisa ladina antes de levantarse.

—Quieres saber mi historia, pero yo aún no sé la tuya —hice que me viera directamente a los ojos—. A simple vista puedo intuir que no tuviste un pasado agradable, se nota en tu mirada, siempre tuviste una mirada transparente —ella la bajó y acomodó un mechón que se escapó de su coleta.

—Nada en esta vida es fácil y la vida te cachetada que te hace reaccionar para seguir adelante o estancarse en el proceso.

* * *

Alessandra tomó de su tiempo para dejarme en casa, prometiéndome que el fin de semana vendría a visitarme con Noah, quien no paraba de repetir que era invencible. Un héroe. No me sentía como uno.

Al llegar a casa lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación. Coger una botella de vino tinto y empinarme de una vez. Era la primera vez que consumía alcohol desde el accidente.

Hoy fui un héroe, héroe para una niña de seis años, incluso para muchas personas. Hoy me aplaudieron, me llamarón vencedor en el hospital. Justo ese hospital donde Samantha perdió la vida, justo donde yo desperté con millones de heridas físicas y un profundo dolor emocional.

Dolía como la mierda

Incluso mi mente me repetía "¿Qué estás haciendo Devon?"

Escuché la puerta tocarse y la fui abrir, queriendo desquitarme con la primera persona que apareciera en mi campo de visión. Incluso me dolían las costillas, producto del impacto.

Al ver a la feliz pareja sólo quería cerrarles la puerta en la cara y releer la carta de Samantha hasta hacer que desapareciera su promesa y sus últimas palabras.

—No encontramos el pastel que decía "Espero que te recuperes pronto de tus costillas" a estas horas, pero si el de las tortugas ninjas —Roxanne me miraba divertida junto a Ramiro, que ni le prestaron atención a mi cara de mal humor y se auto invitaron. Tal vez estaba algo borracho y mis sentidos se habían apagado.

—No estoy de humor.

—Lo sabemos —dijeron ambos al mismo tiempo.

—Tengo la teoría que al ver tu nombre en el noticiero regional, te hiciera caer de cabeza y lo que me temía —dijo Ramiro mostrándome la botella que antes estaba tomando. Yo suspiré y reté sus ojos profundos.

Ramiro era un hombre del cual intimidarse, medía casi el metro noventa, su pelo estaba casi rapado, tenía unas cejas abundantes negras. Ni decir que tenía un porte dominante. Roxanne parecía una muñeca a su lado.

—Simplemente recordé el choque y no pude evitar recordarla —Roxanne se aproximó con su novio y ambos me dieron un abrazo.

Casi vomito arcoíris y paz mundial, casi. Pero me aparté, no quería muestras de cariño porque no sentía que las mereciera. La gente me felicitaba por salvar una vida, cuando lo sentía más bien como una obligación. No hice nada extraordinario, hice algo normal.

—Pues aquí estamos para escucharte.

—Hoy salvé a alguien, pude reaccionar a tiempo y yo... en vez de verme como un "héroe" me veo como una farsa porque no pude ni salvar a mi novia de mi mismo. No me siento extraordinario, siento que hice lo que me correspondía hacer porque la culpa me carcome. Samantha estaría aquí si no fuese por mí —moví mis manos en nerviosismo y me apoyé contra la pared más cercana. Ramiro me miraba fijamente mientras que Roxanne estaba atenta escuchando—. Esa es la puta verdad —saqué cinco monedas de mi pantalón y las metí en un bote para cobrarme a mí mismo.

Cuando me insultaba y me despreciaba.

—Debes saber cuán equivocado estás. Si quieres terminar este proceso Devon, deberías empezar a ver como te ven los niños de tu equipo... incluso esa niña que salvaste hoy. Como un héroe —Roxanne me miró de una forma tan determinada cuando decía cada palabra que casi me estremezco—. Deja ya de menospreciar lo que has hecho y echarte la culpa. Eres un héroe. Siempre lo has sido, incluso para Samantha.

—Y los héroes no vienen con capa e instrucciones incluidas. —terminó Ramiro. Yo miré a Roxanne que me dijo que fui un héroe para Samantha. ¿Lo fui? Porque no la protegí de Thomas, tampoco del accidente. Era una farsa.

Yo quise coger la botella pero Ramiro se adelantó y la tiró por la ventana.

Visualicé a la pequeña Noah, que al verme me abrazó y me dio una rosa, también una sticker con el logo de Superman. Porque yo era su héroe.

—Tal vez no salvaste a Samantha Devon, pero aún estás a tiempo de salvarte a ti mismo. La vida es una perra que nos arrebata a quienes amamos cuando menos lo esperamos, pero lo que nos queda de vida, debemos aprovecharla y honrar su memoria. Pelear con el mundo y contigo no hará nada, solo te autodestruyes —concluyó Ramiro, para después coger a su novia de la cintura y marcharse a la puerta.

Miré el pastel de las tortugas Ninjas y un divertido slogan: "Para el héroe del barrio" Yo me miré al espejo y cuando iba apretar el puño para romperlo, me contuve y conté a diez.

—¿Comemos pastel? —ambos se giraron al escucharme hablar y me sonrieron—. Quiten esas sonrisas.

Me reí un poco y negué con la cabeza. Necesitaba esto para no ahogarme solo. Esta es la principal razón por la cual no estoy listo para regresar, estoy sanando, y así como hay días buenos donde me siento bien, hay días que me siento como la mierda.

Necesitaba ser mi propio héroe.

Día... joder... no me acuerdo qué día es hoy.

"Día 90. Parte dos.

Puedo avanzar millones de pasos, incluso sentirme indestructible. Pero hasta el propio Superman tiene su kriptonita. Soy un héroe o eso quiero demostrarme. Quiero ser mi propio héroe. Y tendré que luchar contra mis propias debilidades para hacerme más fuerte.

Tal vez no te salvé Sam y me arrepiento muchísimo de eso, desearía poder aún tenerte conmigo. Y no entiendo porque te fuiste tú y no yo. Pero me tocará vivir con ello, me tocará rescatarme y salvar a más personas en mi vida. Quiero ser libre, quiero ser el hombre que Sam siempre vio en mi. Quiero mejorar.

No soy débil. No soy un fraude. Soy un héroe.

Soy héroe de Noah, es tiempo de que empiece a creérmelo. Todavía siento mentiras pero las haré realidad. ".

N/A 2022: Cuando sientas tristeza o que no eres suficiente, yo pasé por eso y mi mayor consejo es que acuden a profesionales. Es difícil salir de una depresión o un trauma. Lo mejor es apoyarnos de nuestros familiares, amigos y profesionales. 

Si has sentido un sentimiento de autolesionarte,  o conoces a alguien, puedes acudir a esta página  

1. https://kidshealth.org/es/teens/friend-cuts.html    

2. https://www.autolesion.com/2011/07/08/nuevos-telefonos-e-instituciones-en-el-mapa-de-ayuda-de-autolesion/

Con amor, Bry.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro