XV
Capítulo 15
Madrid, España. 27 de agosto de 2018.
"Querido Novio:
Bienvenido a casa, seguramente estás cansado de entrenar pero estoy escondida en la casa con una pistola Nerf. Aquí te dejo la otra. Espero que ganes porque traigo poca ropa, para especificar, tu conjunto negro favorito. Espero que la suerte esté de tu lado. REGLA NÚMERO UNO: entre menos ropa, mejor.
Con amor, Sam
PSD; saqué esto de internet, espero que te guste hacer travesuras por un momento."
Miro la carta, luego la pistola de juguete que yacía en mi puerta.
Sólo a Sam se le ocurre hacer esto un lunes.
Samantha desde que salió de recuperación, es más hiperactiva, no le da miedo a los nuevos retos y siempre tiene esa linda sonrisa en su rostro no importando la situación. También se ha inscrito a varios cursos y le gusta hacer cosas nuevas cada día. Cómo cocinar comida extranjera hasta saltar de paracaídas. Ya pronto volvería a las pasarelas y junto con las cámaras. Me gustaba que tuviera tiempo para ella misma.
Una relación con ella era un reto que me encantaba vivir con ella, junto a ella.
No miento diciendo que somos la pareja perfecta, porque peleamos por puras banalidades, pero eso no evita que nos reconciliemos y sigamos fortaleciendo esta relación. No hay celos y es lo que más me gusta, yo sé que puedo confiar en ella y ella en mí. Ella conoce los contras de mi trabajo, como yo las del suyo y eso no impide que busquemos tiempo para estar juntos. Samantha siempre busca ponerle sazón a nuestra relación, le trata de poner toques únicos, momentos inigualables —como este— y yo me encargo de verla feliz, de sacarle una sonrisa y hacerla sentir la única de mi mundo. Hacíamos el amor muy seguido, buscábamos explorar que nos gustaba, hacer algo nuevo y experimentar con nuestros cuerpos.
Me gustaba, cada día era incognito para mí. O mirabamos la televisión abrazados u otro día nos veíamos corriendo con las carretillas del supermercado y al otro jugando con pistolas Nerf.
Y como me llamo Devon que no guardé la carta, cogí el arma y me adentré lo más rápido que podía para quitarme la camisa y salir en busca de Samantha.
Juegos + Mi chica en lencería = Un Devon feliz.
No sé porque en mi mente se reproducía esa típica cancioncita de acción. Y entre más me adentraba a la casa, más me protegía. De antemano sé que mi chica tiene buena puntería, ya que desde que era niña aprendió a disparar—pues una vez la jodí tanto cuando tenía su periodo que me lanzó su tampón justo en mi ojo— y ni loco iba a dejar que me gane. Quiero mi premio y sería como un chico en una dulcería. En la cocina, no está, en el comedor y sala, menos. ¿Dónde está esa pequeña escurridiza? Ni Emma puede esconderse así, y eso que ya me he quedado dormido como cinco veces cuidándola, pero ni se lo mencionen a Sebastian que me ahorca. Tenía ventajas y desventajas de tener una novia flexible: ventaja, en la cama y la desventaja es que era escurridiza.
—Sal, sal de donde estés pequeña —abrí sigilosamente la puerta del baño, se oyó un crujido. ¡Bingo! Después de todo no es tan buena escondiéndose. Me acerqué cautelosamente donde estaba la tina y cuando abrí la cortina, estaba vacío.
Oí pasos en el cuarto anexo y corrí lo más rápido posible con mi arma lista para disparar ante cualquier objetivo, menos en su carita que ella es preciosa. Pero no había nada, sólo una pequeña nota tirada en el suelo.
"Gané"
—Pero que...
Y un disparo directo, mojándome todo mi pecho.
—¡Gané! —Entonces fue cuando vi a Sam colgada de la puerta que conecta a mi armario boca abajo, justo donde a veces hago levantadas, apuntándome con la pistola. Su pelo caía de cascada y no sé si era porque era un enamorado o ella se miraba incluso mucho más hermosa. ¿Cómo se había subido y no se había roto ningún hueso?
No sé como lo hizo pero saltó cayendo de pie. ¿Es que acaso ella hizo gimnasia y nunca me lo dijo?
Bajé el arma incrédulo y ella volvió a disparar, mojándome mis pantalones.
—¿En serio Sam?
—Ups, creo que se salió un poquito y además no es noticia que estás mojado al verme—me sonrió dulcemente y miré su cuerpo. Lencería blanca, la hacía ver un ángel. Era encaje, y tenía un moño en su braga. ¿Esta mujer era consciente?
—¿Cómo es qué llegaste hasta allá arriba?
—Digamos que de niña amaba escalar y tenía práctica —me guiñó un ojo y casi caigo en la tentación al observar su cuerpo cubierto sólo por mi camisa transparente y abierta. Era preciosa —. Ahora, quiero mi premio —me hizo una pequeña mueca adorable y aplaudía como niña.
—Pero ya está aquí —le miro coquetamente, con mi brazo la atraigo a mi cuerpo, abrazándola por la cintura y ocultando mi rostro en el hueco de su cuello. Mi otra mano se posa en su muslo donde dejó pequeñas caricias y subiendo a su entrepierna—. Y la verdad es que muero por ver que traes abajo—ella se sonrojó y con su mano, alejó la mía que iba subiendo a su cintura por debajo de la camisa.
—No, tú has perdido, por lo tanto no me quitarás mi lencería. Ahora te tocará hacerme masaje en los pies y espalda mientras miramos Moana —hice una mueca pero por su mirada, supe que no me quedaba de otra. Igual, si le hacía un masaje, tenía excusa perfecta para tocar su cuerpo. Ganar.
—No me quejo de mi penitencia —dejé el arma en la cama y le robé un pequeño beso y antes que mis labios tocaran los suyos, Sam dejó escapar un chorrito de agua, impactando con mi rostro. Cerré mis ojos con fuerza y la solté.
—Ve por la crema cariño —me lanzó un beso y yo a regañadientes me giré para irle a buscar y cuando estaba por salir de la habitación, me volvió a llamar—. Por cierto amor, estás un poco mojado —me guiñó el ojo.
Internamente, me reproché de no ganar. Estaría arrancando su ropa y hacer el amor.
* * *
—Sam —sacudí un poco a mi novia que se había quedado dormida durante la película, que se pausó por casi una hora después que no me pude resistir al saber que había debajo de esa camisa y ella se puso un poco melosa al respecto. Pero Sam con caricias en la espalda, es su pase perfecto para ir al quinto sueño.
—Un ratito más —susurró bostezando y abrazando mi pierna, como si fuese su almohada de jirafa que tanto le gusta.
—Mi amor. ¿Te quieres quedar esta noche? —susurré cargándola para que no quedara boca abajo y poniéndola debajo de las sábanas. Sólo la oí murmurar un par de cosas y sonreí.
Era tan tierna, más cuando juntaba sus labios y hacía esa mueca graciosa. Oh y cuando babea es gracioso.
—Devon —murmuró entre sueños y me recosté a su lado.
—¿Si?
—¿Me abrazas? —sonreí a medias, mirándola como si fuese una niña en busca de protección y no se lo iba a negar. Me encantaba saber que tengo el poder de proteger una vida en mis brazos, mientras los poderes de la noche nos rodeaban. ¿Lo mejor? Es que sus brazos también era mi refugio y mi protección.
—Eso ni se pregunta —susurré con ternura y acaricié su pelo, para quitárselo de la cama y admirarme con su rostro.
Besé la línea que separa el color claro y oscuro de su piel, me permití volver a memorizar cada mancha, que por lo que sabía, cada día crecen milímetros por milímetros y me hacía enamorarme si se puede, aún más de ella.
—Te amo Rodri —me abrazó, acercándose aún más.
—A veces siento que esas palabras son tan pequeñas para explicar lo que realmente siento por ti. ¿Te quieres mudar conmigo?
Y sonrió, sonrió mientras asentía.
AT&T Stadium, Dallas, Estados Unidos. 10 de septiembre de 2018.
—¡Ay! —Sam chilló, saltando directamente a mis brazos, besando cada parte de mi rostro. Aprendan muchachos, así es como uno debe tratar a la novia, sorprendiéndola cada día, haciendo cada hora valer la pena y una nueva aventura.
—No has parado de gritar desde que llegamos —ella se sonrojó y cogió mis mejillas entre sus manos para darme un largo beso fugaz.
—Mi amor, me has traído a mi tierra, y encima a la sede de los Cowboys. No sabes lo emocionada que estoy, es la primera semana de la temporada y créeme, lo vaqueros patearan el trasero a los Giants —aplaudió como niña.
He querido viajar con Sam desde hace tiempo y después de tanto pensar, me acordé que empezaría la temporada de la NFL y lo primero que hice fue comprar los boletos para ver el primer partido de su equipo favorito. También mandé hacer dos jerseys de los Cowboys personalizados, donde yo tenía su apellido y ella el mío. Ella le fascinó y no dudó en usarla, también en maquillarme con las dos rayas en mi rostro. Todo por verla feliz.
Incluso antes de venir al partido, Sam me llevó al barrió donde creció, y a su casa donde vivió hasta que se mudó a Inglaterra.
No sabía que Sam había venido de cuna y eso me hacía preguntar qué pensará ella cuando la lleve a donde yo crecí, en un barrio pobre donde jugar descalzos en el parque era tan común.
Pero ella me dijo que nunca importó eso, que al final el dinero no compra la felicidad. No pude estar más de acuerdo.
Y no solo esta sorpresa le tengo, porque además de viajar a su ciudad natal, yo la llevaría a Argentina, quería presentarla a mi familia, estaba listo para dar este paso. No el matrimonio, aclaró, relajen esas caritas. Tal vez en un año le pediría que nos casáramos. Estaba listo para el compromiso, ya le había prometido una vida juntos y amarla. Sam era parte de mi ahora y quería conocer a su familia como yo conocí ya la suya. Además de que extrañaba a mi familia, y podría darlo todo por estar un día con ellos.
—Sabía que te iba a sorprender —cogí su barbilla para besarla, ella me devolvió el beso.
—Entremos —ella no quitaba esa sonrisa del rostro y me pregunté si un día me cansaría de verla feliz. ¿La respuesta? Nunca, si ella sonríe, siento que no importando si el día fuese nublado, me lo iluminará.
Sé perfectamente que Sam no es una chica a la que le guste despilfarrar el dinero o usar la fama a su favor. Entonces compré los boletos normales, para disfrutar como cualquier otra pareja formal. No como el futbolista del año o la modelo internacional, no, sólo éramos Devon y Samantha, o como algunos dijeran: Damantha. ¿Saben qué fue lo más divertido? Que la Kiss Cam nos apunta y tuve que besarla en frente de todos y luego lamer su cachete.
Este día Sam tenía una sonrisa hermosa, por primera vez en público no se maquilló y dejó ver el mapa de maravillas de su piel.
* * *
Tengo que admitir que ver un partido de fútbol americano lleva mucha tensión y que una jugada puede definir todo el partido, más cuando los gritos de Samantha y las personas a mí alrededor, le daban suspenso en cada cuarto. Y los partidos son mucho más extensos y de sólo ver a los atletas, no puedo evitar pensar en cómo entran ellos a comparación mío.
—Debo sincerarme Devon, nunca pensé verte en otro partido que no fuera de tu equipo —sonreí un poco y le tendí un poco de mi hot dog, sabía que ella estaba a dieta, pero aún así le dio una pequeña mordida y me guiñó un ojo.
—Se podría decir que hago sacrificios por la mujer que amo —ella me sonrió y besó mi mejilla, justo antes que iniciara el último cuarto.
—Cállate que ya empezó.
—Pero van ganando —ella pareció aniquilarme con la mirada.
—Devon, estos últimos minutos son lo que definen todo. Recuerda que nadie está muy por detrás, si los de adelante no dan ventaja —me guiñó un ojo y yo debería saberlo perfectamente.
Ventajas de tener una novia que le gusten los deportes: no te interrumpirá en medio partido.
Desventajas: probablemente me quite un partido por ver uno suyo.
Creo que lo anotaré.
Lo mejor de todo era ver la excitación de Samantha en cada minuto del juego. Gritaba, se enojaba, se angustiaba. Era un universo verla disfrutar. Se mordía las uñas cuando era una jugada importante. Ella no tenía miedo de demostrar sus emociones, ya no más.
Y Sam tenía razón, nunca está de más decir que ya ganaron en el tercer cuarto, porque bien hubo momentos que pudieron anotar, pero al final los Vaqueros de Dallas anotaron otros tres puntos, dando a finalizar el partido y que mi novia me gritara al oído.
Novia feliz, novio feliz, es la ley de la vida.
—¿Sabes lo que más me gusta de nuestra relación, Dev? —yo le miré atento y ella entrelazó sus dedos con los míos—. Que disfrutemos lo que nos gusta hacer, juntos, como pareja —dejó reposar su mejilla en mi pecho.
—Se podría decir que no pude haber pedido una mejor novia —vi por ahí unas personas que se nos quedaban viendo y yo sólo pude ocultarnos con mi gorra, para así poder besarle.
* * *
—¡No! —sonreí al poder tener captura de ese momento, Samantha estaba más que sonrojada.
—Salís preciosa cariño —ella me tiró un cojín, las sábanas cubrían su perfecto cuerpo mientras que yo no me dejaba intimidar.
—Borrala, por favor cariño. Haría lo que fuera —se sentó a horcajadas de mí mientras repartía besos por mi cuello y pecho. Yo jadeé al sentir su lengua juguetona—. Incluso podría buscar entre mis cosas un lindo conjunto... —abrí los ojos como platos y cuando menos lo esperé, Sam me quitó el teléfono. Yo salté tras ella, pero se escabulle de mis brazos con facilidad.
Corrimos por toda la habitación del hotel, parecíamos como dos niños correteando, con la excepción que ella estaba en ropa interior y una blusa ajustada de tirantes corta y yo con tal sólo mi buzo para dormir.
Y esta no era la excepción, pues hacíamos el amor, peleábamos con las almohadas, saltábamos en la cama.
Nosotros nos mostramos como éramos, nos liberamos.
En un punto cuando entramos a la mini cocina, ella se quedó sin lugares a donde escapar y la arrinconó contra el mesón. Mis manos fueron a sus muslos donde la elevé para que enrollara sus piernas en mi cadera y se sostendría de mí.
Podía ver con claridad todo el centro de Dallas en su máximo esplendor, las luces de la ciudad y el aroma fresco de la cocina.
—Te atrapé —ella escondió atrás de su espalda mi teléfono y me miró directamente a los ojos.
—Siempre he querido que lo hicieras —me tendió mi teléfono y cuando vi, la foto seguía ahí. Casi nunca nos tomamos fotos, no juntos, puesto que siempre nos tomamos fotos del otro desprevenidamente. Sonreí al verla, ella estaba distraída viendo al ventanal mientras yo la abrazaba por atrás. Es tan hermosa la foto que sería éxito en las imágenes de "Couple Goals". Su espalda lucía perfectamente con todas esas marcas que yo amaba alinearlas y besarlas.
—¿Puedo subir la foto?
—¿No es mucha piel? —me reí un poco.
—Amor, te he visto con menos ropa en pasarelas —le besé su hombro desnudo y ella me abrazó por la cintura, apoyando su mentón en mi pecho, viéndome a los ojos con la mirada encendida.
—Vale... pero nos tomamos otra y yo la subo —acepté y ella me arrebató mi teléfono para pulsar el botón de la cámara y tomarnos la foto, ella salía en la misma posición, con su mejilla apoyada en mi pecho mientras que yo la abrazaba y sonreía a la cámara.
—Te tengo una sorpresa —ella enarcó una ceja y cogí su mano para guiarla de nuevo a la cama, yo por mi parte, busqué lo que había ansiado hacer desde que llegamos, y no era hacer el amor porque eso ya lo habíamos hecho, repetidas veces. ¡No es el punto!
—¿Tocas la guitarra? —asentí un poco sonrojado y la empecé afinar poco a poco, cuando todo estaba perfecto, palmeó para que se sentara enfrente mía y verla a los ojos.
—Esto es para ti, mi amor —empecé con los primeros acordes, mis manos temblaban porque sería la primera vez que mis sentimientos serían de amor, no de despecho ni dolor.
Ella me miraba cautivada, con la mirada enternecida y sus ojos conteniendo lágrimas.
Quiero sentir por última vez
Esa profunda emoción en mi ser
Quiero vivir y retener
El último instante de amor que me des
Ella extendió su mano para colocarla sobre mi mejilla y limpiar mis lágrimas, que sin poder contenerlas, habían salido.
Y aunque solo quede tu recuerdo
Quedara tu risa y tu voz
Y aunque solo quede tu recuerdo
Mantendrá latiendo este amor
Ella dejó escapar un suspiro y sólo dejó ir las lágrimas, que iban marcando su hermoso rostro, mostrándome que no sólo yo me sentía con este sentimiento en el pecho. Ella también sentía que mi corazón latía desenfrenadamente por ella, que mi ser, estaba luchando día con día por ella. Éramos uno.
Quiero grabar, en mi corazón
El dulce aroma en tu respiración
No encenderé otra ilusión
Mi vida será una canción en tu amor
Y aunque solo quede tu recuerdo
Quedara tu risa y tu voz
Y aunque solo quede tu recuerdo
Mantendrá latiendo este amor
Por eso,
Vuelve, cuando puedas
Vuelve, vuelve
Yo te juro que te esperare
Guardare mi vida en un rincón
Con cada palabra que salía de mi boca, iban directo a ella, a nadie más. Mi mente no podía parar de reproducir cada momento con ella, incluso cada pelea que teníamos, para luego fundir nuestras bocas en un beso que describe cada sentimiento encontrado, cada pasión y palabras no dichas.
Papá siempre decía que si amas a alguien, debes probarlo con música. Pues la música es la única capaz que sin decir nada, lo dice todo. Que con una melodía, era fácil soltar lo que uno siente, sin miedo a ser juzgado. El alma se desnudaba y mostraba su parte más vulnerable.
Papá siempre tocaba la guitarra, porque lo hacía vivir. Yo toco la guitarra para demostrar que respiro por placer a la vida y no por cuestión de supervivencia.
En ese instante de tiempo, todo el dolor que ambos sufrimos desapareció. Ella estaba conmigo, yo con ella. ¿Qué carajo importan nuestros errores del pasado?
La amaba y no podía permitir que nadie pudiera decir que nuestro amor no era eterno, no iba a durar.
Puede que nos herimos en un pasado, pero siempre volveremos, volveremos porque nuestros corazones se pertenecen, se necesitan y se anhelan.
Vuelve no permitiré que el tiempo
Le haga daño a nuestro gran amor
Que mantendrá vivo mi corazón
Finalicé, y luego para hacerla reír le canté amante bandido. Me chifló, y se lanzo a mis brazos cuando terminé, dejando la guitarra rápidamente. Ella se abalanzó contra mí y me repartió besos, sus manos me abrazaron fuertemente y con una mano tuve que sujetar contra mí y la otra apoyándome del colchón.
—Fue lo más hermoso que me han dedicado —sollozó y yo limpié cada lágrima y apartaba su pelo para poder observar mejor—. Quisiera saber tocar para dedicarte serenatas.
—Te amo Sam y quiero que sepas que no importando qué, yo volveré a ti. Todo se podría ir a la misma mierda, pero tú y yo estaremos juntos—acaricié su mejilla y poco a poco, iba dejando su cuerpo contra el colchón y yo encima de ella.
Ella me miraba fijamente, sin decir ninguna palabra, dejándome llevar por mis caricias y mis besos en cada milímetro de su cuerpo. Oía sus jadeos y como se retorcía bajo el mío. Sam cerró sus ojos con fuerzas cuando la iba desprendiendo de cada ropa que la cubría, y cuando la noté expuesta sólo para mí, no pude evitar acariciarla y detenerme por un segundo a analizarla completamente, desde la uña de su pie, hasta cada fibra de pelo. Ella me miraba con adoración y yo como si fuese la única persona a mí alrededor, el único propósito por el cual el mundo sigue en su curso, dando nuestro día a día, juntos. Bajé mis besos a su cuello, a su obligó, incluso en sus muslos, ella estaba dispuesta a mí, y yo podía conocer cada punto de placer. Dándonos placer mutuamente, alineando las estrellas y mezclando tanto nuestras respiraciones como nuestros cuerpos.
Hicimos el amor, una y otra vez. Sin palabras ni pausas, sólo dos almas dispuestas a entregarse, a desnudarse y mostrarse como realmente somos. Hacer el amor era una de las formas de demostrarnos nuestro amor. Era ser vulnerable y aprender a dejar de controlar para confiar en el otro.
Antes del alba, fui por un ramo de rosas, los dejé a su lado y le murmuré que la amaba. Era sólo una noche de muchas a su lado. Ella al verlas, me sonrió y se estiró con pereza en la cama. Su cuerpo estaba a la vista y yo no pude evitar gatear hasta ella y ponerme encima. Con ella no me privo.
—Son hermosas —susurró contra mis labios, atrayéndola más a ella.
—No más que tú —le besé tiernamente y mis manos bajaron a su espalda baja donde la apreté contra mí—. Te tengo una última sorpresa...
—Nunca dejas de sorprenderme —asentí y ella acarició mi cabello, hasta puedo jurar que hacía otra trenza como hace muchas veces.
—Tengo dos boletos para ir Argentina. Ya te mostré ante mis amigos, ante el mundo. Sólo falta mostrarte la última pieza de mí, mi pasado. No vengo de una cuna de oro, tampoco criado con las ropas más finas. Pero si me permites, quiero que conozcas donde crecí, donde viví, amé y perdí cosas importantes de mi vida. Quiero que conozcas la última parte de mí y claro, a mi pequeña familia.
Samantha me sonrió y besó mis labios.
—Sólo si me prometes que jugaremos juntos al fútbol donde creciste —sonreí lo más que pude y yo me puse a su lado para alzarla con mis brazos y pies. Ella rió un poco, creo que he visto muchas imágenes de pareja y quiero recrear cada una de ellas, pero con amor—. Y yo que creí que tenía el mejor regalo para ti... me superaste.
—¿Y cuál era? — ella se sonrojó y entonces se levantó de la cama para ir por una cajita. Se sentó entre mis piernas y yo la rodeé en mis brazos para abrir el curioso regalo. Era una caja pequeña. Mi lenguaje de amor era el físico y dar regalos; Samantha escuchaba, me afirmaba que me amaba y era muy física también pero cuando da un regalo, te hace llorar.
—Me costó encontrarlo pero sé que valdrá la pena — y entonces lo abrí y me emocioné. Les juro que estaba por llorar de la emoción y la separé para hacer que quede enfrente de mí—. ¿De verdad es lo que creo que es? — y ella asintió sonrojada.
Era el trofeo Jules Rimet, el que le dieron a Pelé por ganar tres mundiales. Mis ojos estaban llenos de ilusión y no podía creer el dinero que había gastado para darme esto.
—Te lo compré para que sea un recordatorio de que no estás ni a la mitad, de lo que vas a lograr. Eres increíble Devon y tienes un gran futuro por delante, en tu vida personal y profesional. Sé que perdiste el mundial y sentiste que fallaste en el último minuto cuando fallaste el penal y les costó la copa. Sé que también te sentiste culpable de perder la final en el dos mil catorce pero... esos errores no te definen sino todo lo que has logrado. Eres magnífico y la gente lo ve, la gente sabe que tienes un talento innato y tienes un gran potencial. Recuerda de lo que eres capaz cada vez que veas este trofeo porque a pesar de todo, siempre tendrás un hogar, personas que te amen y un trabajo que te apasiona. Gracias por dejarme ser parte de tu futuro y tu vida, gracias por darme una última oportunidad de amarte. Te amo.
Y lloré cuando me lo dijo y la abracé fuerte. La amaba, la amaba con todo mi ser.
—Te amo Sam y ahora no tengo palabras... no sabes lo que significa para mí— y les dije, cuando Sam daba un regalo, te daba vuelta al corazón—. ¿Me dejarás volver a hacerte el amor? — le miré con felicidad y ella rió cuando me vio haciendo un puchero.
—Sólo si me alcanzas —ella se bajó rápidamente de mí para correr al baño, antes de entrar, se giró acomodando su pelo y guiñarme el ojo.
¿Hay precio para la felicidad?
El amor.
N/A 2022: CONSEJO DE ESCRITORA, busquen un amor que cuando estén en esa relación, se sientan segura. Cuando se dice que el amor todo lo soporta, no son maltratos, sino las adversidades que puedan presentarse. Siempre he buscado que mis historias reflejen un amor puro y no tóxico, para inspirarlas a que tengan relaciones donde las quieran bien y las traten bien. Las amo, se merecen el mejor amor, con chicos o chicas, aquí lo que les haga feliz y se sientan más cómodas. Por cierto... ya notaron como Devon ha explorado su sexualidad, es algo que quise añadir aquí porque todas sabemos que Devon es un hombre con la capacidad de amar sin importar quien sea.
Este capítulo va dedicado a: @SharonYaniraRamirezG @PatyTorresMontiel porque les agrada Sam y a @someoneg @WandyValejos_07 @JohannaLoaiza28y @MariaEQuiroaMercado
Con amor, Bry.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro