XIV
Capítulo 14
"Querido corazón, lo hemos logrado... hemos encontrado el amor. Un amor con cicatrices, que vamos sanando y curando. Estamos siendo valientes y somos felices".
Madrid, España. 11 de noviembre de 2017.
—Me presentaste como tú novia y ni siquiera me lo has pedido —miré a Sam con media sonrisa y sonrojado, tal vez me había dejado pasar con la antigua reunión con mis mejores amigos. ¿Pero para qué ocultar que estoy completamente enamorado de esta mujer?
—Tú y yo seremos novios, y nos amamos —cogí sus dos manos con la mías y le besé sus nudillos, ella no tardó en relajarse para que estuviese cómoda en mis brazos mientras la abrazaba.
—Pero no lo somos, sabes perfectamente que quiero estar completamente reconstruida, tanto en mi corazón como de mi mente —yo asentí, entendiéndola. Ella quería amarme correctamente y sanarse, amarse a sí misma y luego entregarme ese amor incondicional.
Sam no pasó por un proceso fácil y aún cuando estoy completamente seguro que me ama, no puedo quitar el hecho de que ella sufrió muchos años de maltrato y también amó a ese bastardo. Y la rutina la ha confundido tanto, que creyó amar y por eso nunca se separó de esa persona que le brindaba "protección". Últimamente ella ha ido a psicólogos y pone todo de su parte para continuar con la demanda de Thomas y meterse a rehabilitación. Algunas veces la he acompañado para entender mejor su proceso y lo respetaba y estaba dispuesto a esperar por ella: porque ella lo vale. Yo he estado a su lado, pero con los periódicos pisándole los talones, pongo barreras para no exponer su vida privada ni la mía. Tampoco quiero que crean que ella es una más de mis conquistas. No quiero que la prensa invada nuestro momento y como hemos sanado. Yo también voy a terapia, para dejar de hacerme de menos y saber que merecía las cosas buenas de la vida, y también el amor.
—Lo sé Sam, y te esperaré todo el tiempo que sea necesario. Ambos lo necesitamos, para que esto funcione —acuné sus mejillas con mis manos y besé su nariz, lentamente. Sam me sonrió con lágrimas acumuladas en sus ojos. Yo sólo pude besarla y atraerla a mi cuerpo, necesitaba su calor, necesitaba su cercanía. No me gusta verla llorar, que vea una flor a punto de marchitarse.
—Necesito estar sana para poder amarte como se debe —yo asentí y limpié sus lágrimas, que caían poco a poco. A veces el corazón decide amar sin límites y cuando encuentras barreras difíciles de superar, es cuando este se hace pequeño y se cierra por completo a la felicidad que está en tus ojos. Eso le pasó a Sam y la perdone, la perdoné de corazón y ahora quiero acompañarla a este proceso que no será fácil pero valdrá la pena. Hay gente que la juzga, la señala por su apariencia y acciones, pero ellos no conocen a la Sam que yo conozco. No saben su pasado, lo que ha tenido que vivir. No conocen a la guerrera que yo conozco y me enamoré. No conocen su amor puro, ni su corazón ternura. Ven sus errores y la juzgan, no ven el panorama. Para todos es fácil alzar el dedo y señalarla, sin antes haberse evaluado internamente. ¿Quién no puede cometer errores? Lo maravilloso de ser humanos es la constancia de procesos que vivimos cada día, donde nunca dejaremos de aprender. ¿Qué aprendí yo? Que no se puede amar sin sufrir, se necesita perdonar a pesar de los errores. Y sufrir no significa soportar golpes o maltratos, soportar el amor es saber que habrán falencias y juntos están dispuestos a mejorar y reconstruir.
—Te esperaré toda la vida si es necesario —la besé por última vez, haciéndole otra promesa.
Madrid, España. 21 de noviembre de 2017.
—Te noto mucho más feliz —miré a Gabriela que literalmente, me taladraba con la mirada. Me sentía juzgado por amar.
—Lo soy —sonreí un poco y dejé la taza a un lado—. Y no quiero que me juzgues al respecto, yo en serio la amo y ella me ama. No estás en condiciones de juzgarla —me defendí y le miré a los ojos, sabía que mi comentario le había dolido y no dijo nada—. Gabacha, te adoro con todo mi corazón. Pero necesito tu apoyo más que nunca, tú sabes mejor que nadie que ante cualquier error, hay perdón.
—Lo sé Dev, yo también le fallé a Dan, y no sabes lo arrepentida que estaba porque casi pierdo al amor de vida. Pero te he visto sufrir tanto por el amor que no sé si eso es arrepentimiento o estupidez. Solo quiero protegerte.
—Yo también protegí a Daniel y sin ese perdón, no estarías aquí. Esa decisión... valió la pena por su amor. Mi decisión también vale porque la amo y ese amor me lo merezco, un amor lindo. Esta vez es real Gabriela, lo puedo sentir —cojo su mano con su permiso y la pongo en mi corazón, que casi lo sentía salir de mi pecho—. Sólo siéntelo, esto late por ella —entonces vi una pequeña sonrisa de Gabriela.
—Sabes que esta vez si te lastima yo misma le arrancaré cada fibra de pelo —me sonrió dulcemente y yo la abracé fuertemente.
—Suelta a mi esposa Dev —bramó Daniel y solté a Gabriela rápidamente, para levantar las manos en forma de inocencia.
—Fue ella la que se me abalanzó encima, soy irresistible Daniel y tú tampoco te resistes a mis encantos —Daniel rió y se sentó junto a nosotros. Tenía al pequeño Mateo en brazos, que se movía un poco incómodo—. Uh, el pequeño quiero tetas —aplaudí y Gabriela me miró desesperada, negó con la cabeza mientras cogía a la bolita de felpa, para que Daniel me lanzara el cojín.
—Será mejor que tú y yo vayamos a hacer sándwiches. Pero no de chimichurri porque lo probé y realmente no me gustó, para nada —les miré fijamente y Daniel atinó a rodar los ojos.
—Cómo quieras Rodrigo. Ya extrañabamos tus ocurrencias y sonrisas.
Madrid, España. 16 de diciembre de 2017.
—¿Quieres probarlo? —Entonces estaba yo aquí, con mi pequeña mujer entre mis brazos, arrinconada contra el mesón, con un cucharón directo a sus labios.
—Veamos que tan delicioso cocinas porque créeme, me volveré loca con la comida de rehabilitación—movió su lengua de una forma tan provocativa, que ya no quería que probara mis tortitas, si no también mis labios. Estaba a punto de besarla cuando el timbre empezó a sonar frenéticamente. Gruñí por lo bajo y Sam me robó un beso antes que me alejara de ella—.Limpiaré este desastre, te espero en la cama —me guiñó un ojo y yo asentí, abrí la puerta con la intención de volverla a cerrar, pero cuando noté a mi amiga la rubia, me sorprendió.
—¿Sasha? —abrí los ojos como plato al darme cuenta que estaba tan sólo con unos bóxers. Mierda, debí ponerme algo antes de abrir la puerta.
—La gente cree que estoy enamorada de Dimitri pero es la única persona que jamás me ha juzgado y que me defendió cuando me querían golpear por ser quien soy... Él me salvó la vida cuando me querían matar y había perdido a la mujer que amaba—ella sin esperar, se adentró a mi casa y se sentó en el sillón con lágrimas en los ojos. Oh joder, está llorando y yo aquí parado como idiota.
—¿Qué está pasando Sasha? —me senté a su lado y acaricié su espalda con cariño. Sasha se había vuelto mi amiga y sabía que ella necesitaba de mi.
—Dimitri fue mi soporte cuando mataron a la persona que más he amado en este mundo. Cuando murió... fue como si me arrancaran del pecho mi corazón.
Sasha estaba vulnerable, estaba perdida. Se miraba mal. Yo solo la abracé escuchándola.
—Yo... tengo algo que decirte Devon.
Y entonces....
—¿Devon? — ambos nos giramos para ver a una Sam sonrojada. Sasha abrió la boca sorprendida y se limpió las lágrimas. Volvió a su semblante serio, rígido. Sus emociones habían cambiado rápidamente. Era su fachada ante el mundo.
—Lo siento, no quería interrumpir nada —se paró rápidamente, yo quería detenerla. Porque Sasha no se miraba bien, era una bomba que detonaría en cualquier momento. Y yo quería hacer algo por ella, somos amigos. Estaba a punto de abrirse, yo tenía que estar para ella.
—Sasha, no te ves bien. Debes respirar profundo y calmarte.
—No Devon. ¿Recuerdas cuando dijimos que no fuimos creados para el amor? Vaya mentira en la que vivimos encerrados. Sí lo fuimos, pero nos negábamos a creer que esa persona estaba justo en frente nuestro. Sólo necesité esto para darme cuenta que también puedo darme una oportunidad, tú ya lo hiciste —me sonrió con dulzura aún cuando su voz salía dura, con un nuevo sentimiento encontrado y me abrazó fuertemente. Me sorprendí al ver a esta Sasha, la que muestra sus sentimientos y no teme mostrarlos—. Diviértanse y no te preocupes por mi Devon, estaré bien —sentenció antes de irse por la puerta de mi casa. No era la misma Sasha que conocí hace meses, menos la que entró hace unos minutos por mi puerta. Salió decidida y con fuerza, eso me agradaba.
Yo sonreí, sabía el secreto de Sasha y eso no podía cambiar mi admiración por ella.
Yo me quedé sin palabras y miré fijamente a Sam, que frotaba su pie contra su muslo. El piso estaba frío, así que solo atiné a llegar a ella y elevarla por los aires.
Era afortunado de tenerla, de volver a tener una oportunidad a su lado. Tal vez Sasha y yo tuvimos procesos diferentes, pero nos formaron para ser más fuertes cada día y amar con igual intensidad.
Sasha merecía amar sin condición, no sentirse distinta con ella misma. Ella era maravillosa y eso jamás cambiaría. Respetaría cuando ella estaría dispuesta a hablarlo.
Sí, me di una oportunidad y no pude haber elegido mejor persona para hacerlo.
—Ella dijo que nos divirtiéramos. ¿No?—moví mis cejas divertidamente, ocasionando una linda sonrisa en sus labios, que robé con un beso.
Ella no tardó en saltarse a mis brazos y enrollar sus piernas en mi cadera. Yo caminé hacia atrás, guiándonos a mi habitación. Enroscándonos en nosotros, en nuestras miradas y en nuestras caricias. Perdiendo la noción del tiempo, rompiendo la pequeña barrera del tiempo, donde estábamos nosotros.
Me recosté en la cama, con ella arriba de mí. Deleitándome con la vista de su cuerpo, con su oscura mirada que me transmitía el cielo lleno de estrellas, millones de esperanzas y sueños compartidos.
—¿Sabes? En la terapia de ayer, me dijeron que tengo un precio que nadie podría pagar. Que cada parte de mí era valiosa, nadie podía hacerme sentir inferior, nadie podía contradecir lo hermosa que soy. Y lo creó.
—Y tienen razón Sam, nadie puede decirte lo contrario. Eres hermosa, valiente y decidida —entrelacé mi mano con la suya, mientras que con la otra acunaba su mejilla y le daba leves caricias. Ella cerró los ojos disfrutando del momento y sonrió abiertamente. Me gustaba verla feliz y libre.
—Lo soy, gracias por confiar en mí —besó suavemente mis labios y le sonreí.
—Puedes hacer eso, y más mi Sam. Estamos juntos en esto.
Madrid, España. 1 de enero de 2018.
—¿Estás bien? —giré para ver a Sam, con su pequeño gorro navideño y una copa en su mano. Yo negué y ella me abrazó por la espalda, apoyando su mentón en el hueco de mi cuello. Me dejé embriagar por su aroma, me dejé sostener por un segundo.
Todo ha sido difícil últimamente. Con Sebastian en coma, Sasha en silla de ruedas, me siento mal por estar feliz en esta etapa de mi vida. Y empezando los treinta.
—Yo... mierda. Sé que este es un año de nuevas oportunidades y todas esas estupideces que dicen para un nuevo año. Pero... mi mejor amigo está en una cama, mi ahijada sin padre y una de mis amigas en sillas de ruedas. No parece justo. ¿Sabes? Además es la primera vez que no la paso con mis amigos y se siente distinto...
—Tenía la firme convicción de que algo no estaba bien últimamente y por ello te tengo una sorpresa. Antes de que sea medianoche, quiero que desaparezca cualquier rastro de tristeza, quiero verte feliz Devon—sentí como un pequeño pañuelo obstaculiza mi vista. Quería quitármelo, pero Sam lo sujetó y me dio un pequeño beso en los labios. Sam empezó a guiarme a un lugar, no sabía a cual. Estábamos los dos en mi apartamento, con música ambientada, una botella de champán y comida china.
Por las gradas, supe que íbamos a la azotea, pero eso no quitaba el hecho de porqué tanto misterio con mi chica. Ella me sorprende cada día.
Oía pequeños murmullos a mí alrededor y cuando Sam empezó a quitarme poco a poco el pañuelo, mi vista se desenfoca por un segundo. El cielo estaba iluminado por pequeñas farolas, el tejado daba una vista espectacular de Madrid y me di cuenta de una cosa, no estaba sólo.
—¡Feliz año nuevo! —miré a Daniel con su esposa e hijos y no pude evitar sonreír. ¡Mi familia estaba aquí!
Tal vez no fuera como cada año nuevo, pero estaban aquí las personas que amo. Y eso me basta para sonreír, alégrame y agradecer por estar vivo.
Miré a Samanta con esas sonrisas que transmitía más que un millón de palabras, queriendo decir que no podía estar más agradecido con ella. No era que pasar el año nuevo con ella fuera malo, no, a lo contrario, era especial, pero es aún más especial con todos y que ella poco a poco se fuera integrando a esta familia.
—Pero...
—Tu chica nos pidió que fuese una sorpresa. Lo tenía bien guardadito. Eso sí, pidió tenerte exclusivamente en tu cumpleaños, ya veo porque —me guiñó el ojo Daniel mientras la mirada que Sam y yo compartimos, quitaba cualquier rastro a la imaginación. Puede que Sam se luciera con mi regalo de cumpleaños. Se miraba ardiente y no salimos por varias horas de la habitación... o sofá... o la ducha, no diré más. Pero pondré la justificación que inicié mis treinta con la mujer que amo.
Sentí como la pequeña pulga se me iba adhiriendo a mi pierna, alejando cualquier pensamiento mío y de Sam.
—Tito —cargué de cabeza a Melody y le di varios besos—. Tu novia es muy bonita —pestañeó varias veces—. ¿Hizo caso a nuestra amenaza con Emma? —miré divertido a Sam y ella me guiñó un ojo.
—Si cariño, me está cuidando muy bien —Melody giró su cabeza para verla y achinó los ojos, mientras le hacía una seña de "te estoy viendo". Samantha solo rió y le elevaba su pulgar en forma de estar de acuerdo. Ella se bajó de mis brazos y salió corriendo tras sus hermanos.
—¿Te gustó mi sorpresa? —miré a Sam con ternura y yo le abracé, dándole vueltas en el aire y dejaba besos en cada parte de su hermosa piel —. Traté de comprar los vuelos para tus padres y tu hermana, pero no podían. Lo siento.
Ella reía entre mis brazos y me pedía que me bajara.
—No sabes lo feliz que me haces. Y no importa Sam, no sabes lo feliz que me hace que hicieras todo esto por mi. Te amo, te amo como no tienes idea. Eres magnífica.
—Devon, esto es poco de lo que yo soy capaz de hacer por ti. Este año me has salvado la vida y no sólo eso, me has robado el corazón y ese es mi regalo, porque no tengo miedo a entregarme a ti, estoy segura de que jamás me harás daño —me besó cortamente—. Ahora, hay que ir atender a los invitados —aplaudió entusiasmada y sólo atiné a sonreír como idiota. Dándome cuenta de lo que había estado anhelando desde hace tiempo, estaba justo en mis narices. No podía decir que algo me faltara.
La mejor decisión fue quedarse a vivir mi historia de amor. Sam lo valía, valía todo.
Bora, Bora, Isla en Polinesia Francesa. 19 de marzo de 2018.
—Por esa sonrisa, veo que todo está en orden —asentí mientras me sentaba a su lado.
Samantha estaba acostada en la camilla boca abajo, yo cogí el bloqueador y lo empecé a untar por toda su espalda. Sabía lo delicada que podía ser su piel y me gustaba protegerla.
—Sebastian despertó. ¿Y adivina qué hizo? Se escapó —reí un poco y besé su hombro tiernamente.
—Como tú y yo lo hicimos.
—Sólo que nadie se había dado cuenta —la giré para poder ver su rostro y acortar la distancia de nuestros cuerpos—. Además había que celebrar que saliste de recuperación y ahora eres completamente —junté nuestras narices—, tuya y solo tuya. Eres libre.
Ella se sonrojó notablemente y enredó sus manos en mi cuello. Gracias a Dios nadie estaba cerca o daríamos un lujo de espectáculo entre dos enamorados. Vaya hormonas.
Estos meses los había sentido lentos. Samantha y yo habíamos pasado un proceso donde ella recibía mi apoyo en cada una de sus terapias, como ella conmigo, donde había noches donde sólo la necesitaba en mis brazos. Dormir juntos y transmitirnos que estaríamos ahí cuando el otro despierte. Samantha lloraba en las noches. Al inicio fue con parálisis del sueño, luego eran pesadillas y ahora poco a poco iban siendo menos y su cambio fue muy notable. Ese fue el cambio más difícil, despertar por sus llantos, hacerla saber que estaba a salvo y abrazarla hasta que se calmara. No era la Samantha sumisa que conocí, ahora era más fuerte y conocía su valor. Pero sigue siendo la tierna, dulce y pasional Sam de la cuál me enamoré.
Y yo estaba orgulloso de ella, tanto que no pude evitar ir al consultorio de la clínica con un cartel sincerando mi apoyo incondicional. Puedo ser un romántico cuando me lo propongo, más si quiero dejar impresionado a la chica con la que planeo estar en mi vida.
No me da miedo decirlo en voz alta, de expresar que quiero estar con ella y no por un tiempo corto o determinado. Sí mi corazón sigue latiendo a esta intensidad, no hay ninguno que lo pare, deseo estar con esta chica. Ella y yo lo hemos hablado, nos amamos y sabemos que vamos para toda la vida.
—¿Entonces aceptas ser mi novio?
—¡Alto señorita Harlow! —le miré indignado—. ¿Acaso no me dejó pedírselo a usted primero? Me quito todo el romanticismo. La esperé meses para poder preguntarte y tú te me adelantas. No es justo —hice un pequeño puchero y ella me lo besó varias veces.
—No me has respondido —acarició el cabello que caía a los lados de mi cabeza. En este momento, quisiera perderme en su cuerpo como sus dedos lo hacen en mi cabello. No habíamos intimado, por recomendación de terapia. Habíamos explorado poco a poco nuestros cuerpos, a veces subíamos de noto pero nunca tuvimos sexo. Ella debía empezar a describir nuevamente su cuerpo, a amarse y yo también. Habíamos tomado todo seriamente para estar sanos y así estar juntos. Éramos pacientes porque sabíamos que cuando llegara el momento, valdría la pena. Solo quería que ella estuviera cien por ciento lista. Ya habíamos entregado nuestros corazones y mentes, solo faltaba nuestro cuerpo.
—Sí quiero ser tu novio, pero ante todo, yo te lo pedí primero. ¿Promesa? —coloqué mis manos en su cadera, dejando pequeñas caricias. Samantha subió su pierna y acarició mi pecho con picardía.
—Será nuestro secreto, mi amor.
Rusia. 10 de junio de 2018.
De niño siempre me imaginé siendo el mejor futbolista del mundo, soñaba con ganar muchos trofeos, meter miles de goles y jugar con mi equipo en el mundial. Y nunca pensé que llegaría tan lejos, a donde estoy en este momento. Más peleando por una copa y nunca rindiéndome, trabajando duro y esforzándome para alcanzar aún más lejos.
Lo tengo todo, pero sé que no es lo que necesito en mi vida, sólo es una añadidura. A veces de niño soñamos a lo grande pero nunca nos imaginamos que de las cosas más pequeñas, está la felicidad inmensa.
—Estoy orgullosa de ti —sonreí al ver a Sam correr hacia mí, con la camisola de mi país y gritando con euforia. Ella saltó directamente a mis brazos, mostrando su apoyo.
No mintió cuando dijo que sería mi fan número uno. De antemano sabía que ella no era fan del fútbol, pero lo disfruta cuando se trata de mí. Yo la rodeé con mis brazos y aprovechando a que estábamos en cámara, sólo la besé. Noté flash y preguntas de todos lados pero yo sólo tenía ojos para mi morena, para mi novia, para la mujer que amo.
Hace años dije que un día la mujer que amara, me besaría después de un partido, y no le importaría si estuviera sudando o cansado, solo quisiera ir a sus brazos. Y hoy se está cumpliendo. Estaba enamorado y siendo correspondido. Había encontrado a la persona indicada para amar. Mi madre tenía razón, era jodidamente maravilloso.
—Ahora todos saben que estamos en una relación —susurró en lo bajo Samantha y yo le guiñé un ojo.
—Estoy orgulloso de ambos y el mundo debe saber que te amo con cada fibra de mi ser—sonreí.
Para cuando sentí, los periódicos no paraban de hablar de la nueva pareja, preguntándose en dónde quedó el viejo Devon. ¿Cuál era ese? ¿El tipo ese que especulaba de mí? No, nunca cambié, no hubo un viejo Devon. Soy el mismo, con las mismas heridas, caídas y tormentos. He cambiado pero la relación que tengo conmigo mismo. He encontrado mi valor, entiendo que merezco ser amado y que no puedo huir. Bueno, tal vez sí he cambiado para mejor. Estoy orgulloso de donde estoy.
El titular que más me gustó fue el de una revista juvenil.
"El amor golpea duro, fue un gran golazo que le dieron al delantero"
Y por primera vez en muchos años, me leí el artículo junto a mi novia, riendo de las fotos que nos tomaron y las especulaciones de cómo iniciaremos esta aventura, juntos.
* * *
"Sólo me falta visitar tu país, pásatela bien Dev. Suerte en los partidos. Aquí te echamos la porra"
Reí al ver la imagen adjunta que me enviaba Kisha, con la camiseta de Argentina y una pequeña Emma similar a su madre y por otro lado mi amigo con una cara de querer asesinar a su esposa.
Dejé mi teléfono aún lado cuando le contesté y fui en busca de mi novia, ella estaba esperándome en el bar. Cuando noté su inigualable cabellera, me acerqué por detrás.
—¿Vienes sola está noche? —Sam se giró para verme intrigada, con una sonrisa coqueta.
—Vine con mi novio, pero al parecer se ha perdido —se inclinó un poco, cogiendo su mano entre la mía.
—¿Crees que le moleste si te invito a una copa? —Le robé un pequeño beso y ella rió.
—Bobo —hice como si lanzara un beso y ella lo atrapó con su mano—. ¿Sabes lo que me encanta de ti Devon? Que me haces reír, no importando dónde o con quién, estoy cien por ciento segura que nunca me borrarás las sonrisas en el rostro. Eres mi sol, me das luz y felicidad. Te amo.
—Es que estoy enamorado, no me culpes. Robarte sonrisas es parte de mi día a día. Y tú... tú eres mi energía y mi motor, te amo—ella acarició mi rostro y unió su frente con la mía.
—¿Y si mejor hacemos el amor? Estoy lista Devon, quiero que me hagas el amor. Te amo y estoy segura de todo, si lo hago contigo.
—Vale, y yo quería ser romántico pero si lo ofreces sólo así, no me opongo. Samantha, te haré el amor por el restro de mi vida, te amo, te amo —la besé varias veces mientras Sam se reía por las cosquillas que le hacía, su cuerpo era sensible a mi tacto y eso me encantaba. Yo al ver que no se movía y no tomaba en serio mis palabras, la cogí en brazos y salí corriendo de aquel bar, sólo tenía un objetivo.
Y era llegar a ese hotel.
¿Qué pasó esa noche?
Desnudé mi alma y cuerpo ante ella. La vi preciosa, con su piel y su mirada penetrante. Su sensualidad me atrapó, me hizo delirar.
La besé, contra la ventana que nos daba vista a la ciudad en el treintavo nivel. Le quité su pantalón de lona mientras mis dedos buscaban el inicio de su braga. Ella gimió y la levanté de las piernas para rozar nuestras intimidades y hacerla delitrar. Levantó sus manos y las aprisionó para seguirla besando. Samantha me suplicaba, decía mi nombre cuando mis dedos iban explorando y prepararla para una larga noche. La embestí con mis dedos, busqué qué puntos le gustaban y cuáles la hacían gritar. Ella se dejó ir, se dejó derretir en mis brazos, haciéndola prisionera de mis brazos. Sus piernas estaban flaqueando cuando llegó a su primer orgasmo.
Yo la dejé tratando de regular su respirar, con su pelo despeinado contra el vidrio. Yo la llevé a una mesa que tenía la mesa y la dejé allí para acomodarla y empezar a besar su rodilla y las líneas rosas que enmarcaron su cuerpo como una pintura hermosa. Mi boca se perdió entre sus pliegues mientras ella volvía a gemir y jalaba mi pelo. Oí como se caía la lámpara y se recostaba en el mesón mientras volvía a gritar mi nombre.
—Devon... ya no puedo. Hazme tuya — suplicó con la voz agitada, gimiendo, su cuerpo convulsionando de placer, se retorcia, buscaba mover sus piernas pero no se lo permitía. Seguí lamiendo, probando su sabor. Y llegó. Sonreí cuando la vi brillando, la vi siendo dueña de su cuerpo. Ella estaba acostada completamente y tratando de regular su respiración.
—Esta noche, tú eres dueña de ti, siempre lo serás. Te enseñaré lo que es adorar tu cuerpo — y entonces aceptó su mano entre la mía para ir a la cama, yo la atraje a mi y empecé a besarla. Entonces ella empezó a desnudarme, a acariciarme. Cuando me quedé sin ropa, yo le quité lo único que le quedaba, su precioso brasier. Vi sus pechos, preciosos y sus pezones erectos para mí. Los besé mientras la iba recostando en la cama, entrelacé nuestros cuerpos y nuestras manos, volviéndonos uno esa noche.
—Te amo — dije y mientras se lo repetía, la embestí, atraje sus caderas a las mías. Ella cerró los ojos disfrutando de lo que ella ansiaba—. Te amo — le volví a embestir—. Te adoraré — y lo hice más rápido, ella gimió—, te voy adorar, tu cuerpo, tu alma... tu ser — ella se miraba urgida cuando salí de ella y me detuve a verla. Estaba absorta de ella, estaba delirando. Sus manos me buscaban.
—No pares — dijo en ruego—. Hazme el amor Devon— y entonces volví a hacerla mía mientras le decía al oído que la amaba. Ella decía mi nombre—. Te amo, te amo — decía en cada beso, en cada estocada, hasta que su cuerpo se fusionó con el mío y ambos llegamos mientras nos mirábamos a los ojos y no lo apartamos.
Vi su alma mientras consumía su cuerpo. Ella me vio siendo vulnerable ante ella, entregada a su placer y a su amor. Me rendí a ella... ahora la adoraría con lo que podía.
N/A, 2022: TAL VEZ A USTEDES NO, pero yo amo esta relación.A
Este capítulo va dedicado a : @Isabellafornout @CessyZuigaa @CamiGarridoF @KaryLorena @Thanayris9 @CuartetoMitico @@JotaPeOk @@Francez15 @@SaraLunamartinezOspi y LOS CUMPLEAÑEROS DE OCTUBRE!!!! (Yo soy una así que también me lo dediqué juju)
Psd: cuentan conmigo para lo que sea.
Con amor, Bry.
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