XI
Capítulo 11.
"Hazme amar, hazme el amor. Corazón, perdóname por no darte tu lugar. Corazón, perdón por enamorarme mal. Apágate por un momento, resetear, haz lo necesario para que no sienta que te estás partiendo en dos. Detén el tiempo, arriésgate conmigo pero sin salir herido. Perdón, perdón. No quería enamorarme, saliste perdiendo como yo, por pensar que seríamos amados una vez más. Perdón, perdón, por creer que seríamos suficientes y tirarnos sin pensar en las consecuencias. Si amar está bien ¿por qué siento que nos perdemos? ¿Por qué siento que salimos perdiendo? Perdóname y por curarte, estoy perdiendo la consciencia"
Madrid, España. 31 de marzo de 2017.
Mi cabeza parecía explotar y creo que ni era consciente de mis acciones. Me encontraba yo aquí, en un bar, con un micrófono en la mano, cantando y bailando canciones de despecho, mi botella de licor en la mano. Había dejado de contarlas, no estaba totalmente borracho, pero si empezaba hacer estupideces.
—Bueno guapetón, creo que ya terminó el show —noté como una mano delicada atrapaba la mía, me bajé sin tambalear y vi ese hermoso cuerpo de la chica que me sostenía. Oí los abucheos de los presentes y me despedí de un guiño de todas las señoritas del lugar.
Vaya sorpresa, pero miren a quien tenemos aquí. ¡A la rubiecita!
—No te diré dónde está Sebastian. No a la perra de tu hermana —noté su mirada, creo que me excedí. Sasha era una leona con su familia.
—No venía a esto, vine de casualidad y te encontré ahí borracho. Además, mi hermana tiene que aprender de sus errores—suspiré y dejé la botella a un lado. Bueno, yo también tendría que aprender de mis errores. No tendría que estar bebiendo hasta olvidar, ni tendría que estar lamentándome de mis errores. Me enamoré, sí pero debo seguir adelante.
—No estoy borracho, necesito más de estas para hacerlo—suspiré. Bueno, tal vez sólo lleva unas siete por lo mucho.
—Tienes la mirada perdida —se le llama mal de amores—. Creo que estás sufriendo por amor.
—Se le dice que no eres correspondido de la misma manera y es una completa mierda. Ah, y porque ves a la mujer que amas ser maltratada y no puedes hacer nada—suspiré y Sasha pidió un trago que se lo tomó de una.
—Por lo menos nunca te sentirás culpable o un fenómeno por amar a alguien, nadie te dirá que eres anormal y que no está bien. Tal vez... nunca llorarás en tu cama cuando alguien te haga sentir diferente y un error... alguien no digno de amar Proklyatyy geniy —en un momento Sasha había soltado algunas lágrimas y cuando sentí, había vaciado ya tres tragos—. ¿Quieres bailar?
Fue tan rápido que recompuso su postura. Había abierto su corazón y sabía que había más de Sasha. Mi boca casi caía al suelo. ¿Sasha estaba contándome más de ella? ¿Me estaba dejando entrar a su vida?
—Sí y luego tener una pijama para contar cómo nos va en nuestra vida amorosa —Sasha soltó una carcajada y me rodeó con sus dos brazos, no me hice el rogar y la acerqué a mí, pegándola a mi cuerpo lo máximo posible. Mi cuerpo reaccionó, no era ciego. Podría estar enamorado pero esta rubia era más que atractiva y un gran escape a un corazón maltrecho.
—Si eso te gusta —sonreí.
Y a partir de ese momento, creo que perdí la cordura. Bailé, tomé de más, tal vez otras cinco botellas. Besé a Sasha, me descargué con ella como ella lo hizo en mí. Éramos unos idiotas riendo y contando cosas absurdas. Hasta que la llevé a mi apartamento y paramos basándonos en el sofá con desenfreno. La ropa desapareció y podía oler el deseo de ambos, podía ser una noche pero así somos los humanos. Buscando cómo complacernos aún cuando ni nos llena. Teníamos vácios, corazones malheridos y ninguna cura en nuestras manos. Satisfacer tu deseo es el peor error, te hace feliz por unos segundos y luego vuelves al mismo lugar, miserable.
—Nos arrepentiremos de esto en la mañana —le sonreí un poco y la cargué para llevarla a mi cama.
No quería recordar la mierda que llevaba encima.
Pero joder, tenía a todas las mujeres que podía y quería. ¿Por qué ella? ¿En qué momento me enamoré? Desde que la conocí y mi corazón la escogió.
—No es tiempo de arrepentimientos. Además, tú estás soltero, yo también. No hay nada de malo tener... —no dejé terminar porque la callé con un beso, no quería pensar en lo que estaba bien y en lo que estaba mal. Quería hacerla mía, bloquear a Sam de mis pensamientos y por una vez comportarme como un idiota. Sí, lo quería. Quería olvidar y sabía que esto dejaría un vacío, pero no pude evitarlo, me sentía miserable. Ella no puso más objeción, y la hice mía. No pensábamos ni en las consecuencias.
Al final de cuentas, nos estábamos utilizando mutuamente. No había compromisos ni expectativas. Sal de mi cabeza Samantha Harlow.
* * *
—Nada mal —miré a mi izquierda, donde Sasha se iba cambiando y se tambaleaba un poco. Su pelo estaba despeinado y su maquillaje un poco corrido.
La repasé con la mirada, su cuerpo era delgado y suave, su piel blanca como la nieve y el único color era sus ojos que encendían aún en la oscuridad—. Sabes tratar a una dama en la cama —cuando se colocó su ropa interior, se puso horcajadas de mí—. ¿Sabes? Odio sentirme de esta manera, como sí el amor no fuera algo destinado para mí. Lo más jodido es ver a la persona que más ama, sufrir por amor, aún cuando se equivocó, no me gusta verla de esa manera. Al menos puede amar —miró mis ojos y asentí sin saber qué decir. Entiendo el sentimiento.
—Yo...
—Mierda Devon, debemos ayudarlos. Los dos somos jodidos, no dejemos que ellos se sientan así —cogió su cabeza entre las manos—. Kisha no debió hacer lo que hizo, pero cuando uno ama, toma las peores decisiones por tal de proteger a esa persona. Kisha ama a Sebastian y a Emma. Y no sé porque hablo estas tonterías, debe ser porque estoy borracha y aún la recuerdo a ella... y lo que se sintió perderla, no quiero que mi hermana sufra como cuando mi novia murió y mierda— ella se dio cuenta de lo que dijo y abrió los ojos de una manera divertida—. Oh oh, te dije un secreto que nadie debe de saber—ella negó con su cabeza divertida. Sí, estaba borracha y yo también... pero no diría su secreto.
—Tu secreto está a salvo conmigo ¿si? Me vale verga quien te gusta, me gusta la persona que tengo en frente mío: fuerte, valiente, guerrera y jodidamente ardiente.
Ella rió un poco mientras acariciaba mi pecho.
—Bien pero si todos preguntan, solo me gustan los pitos... ¿okay?—yo volví a reír con ella. Ya no volveré a mezclar tequila y vodka. No, la bebida es del demonio porque me da resaca y no me da felicidad.
—Okay y... te ayudaré. Sebastian está jodido, se alejó y le dolió. Pero creo que podemos hacer algo. Tengo una idea. Pero antes tienes que darme otro beso —hice mis labios hacia adelante y sólo sentí un almohadazo en mi cara.
—No niño bonito, ayudaremos a estas dos cabezotas a encontrar la felicidad —me incorporé en la cama y reí un poco. Ella se colocó una de mis camisas y la sentí más imperativa. Yo tenía energía, tal vez yo no encontraría mi historia de amor, pero alguien la conseguirá y yo ayudaré. Si me miro mis novelas cada semana, esta será en vivo y no me la perdería por nada.
—¿Entonces qué esperas rubiecita? —Empecé a hacer una maleta improvisada para llevar lo necesario y miré a Sasha quieta en el borde de la cama.
—¿Ahora? Son casi las dos de la madrugada y estamos borrachos, muy borrachos porque estoy segura que nunca tendríamos sexo en nuestros cinco sentidos.
—Da igual, pasamos por sobrios, no hay tiempo que perder y apúrate, antes de que me arrepienta. Porque tú no sabes donde se encuentra, yo tengo el poder, yo mando.
Noté la mirada de odio de Sasha, me sacó el dedo de enmedio y yo reí, solo me acerqué a ella y le pegué a mí.
—Me debes un beso.
—Un gran golpe te daré. No estoy tan— dijo alargando la a— borracha. Además apestas a cebolla.
Los Ángeles, Estados Unidos. 1 de abril de 2017.
—Entonces somos el escuadrón anti separaciones. Me gusta —sonrío mientras Sasha se cruzaba de brazos y esperaba el equipaje. Cuando dije que pasabamos por sobrios, era una gran mentira. La gente se reía de nosotros y pagué por un boleto al doble de su valor, si sobrio no se bien los números menos cuando todo se me mueve en la cabeza. Eso y que con Sasha reíamos, secretamos y nuestro intento de sobrios hizo reír al de migración. Llevábamos casi una hora en el aeropuerto porque nuestras maletas fueron enviadas en otro vuelo. Y digamos que Sasha no estaba de buen humor, la resaca no contribuía a la causa ni que le bajara su periodo a último momento. Mujeres, hasta me hizo ir a la tienda a comprarle tampones y toallitas sanitarias; ella tiene suerte que sé del tema porque tuve una hermana y yo le ayudé en el tema.
El vuelo fue más que cansado y aún cuando en ese momento Kisha no era mi persona favorita, Sasha y yo decidimos hacer algo por ellos. Me gustaban los buenos desenlaces en el amor, aún cuando yo no he encontrado el mío, y no estoy muy seguro de encontrarlo. Tal vez nací para ser el protagonista secundario que ayuda al personaje principal en su trayectoria. Tal vez no soy suficiente para merecer una historia principal.
—No hagas esto inmaduro, por favor —se quitó los lentes y se los colocó encima de su cabeza. Su cabello rubio estaba recogido en un moño. Su mirada azul parecía quedar impregnada en mi cabeza. Era tan profunda. Además sus ojos estaban un poco rojos, ella estaba más irritada que yo. La resaca más el jet lag no son buena combinación.
—No prometo nada —vi su maleta y como todo buen caballero, la recogí junto a la mía. Sentí la mano de Sasha en mi brazo y acarició mi espalda.
—¿Por qué eres tan tremendamente atractivo? —sonreí con picardía y la jalé de la cintura. Lo sabía, le parezco guapo.
—¿Y tú tan hermosa? —ella soltó una carcajada y rodó los ojos. Este coqueteo sin sentido me gusta.
—Vamos campeón que tenemos una misión que lograr. Además no creo que se vuelva a repetir lo de anoche.
—Es un secreto rubiecita —ella suspiró con pesadez. Odiaba ese apodo y no me sorprendería que un día de estos me pegara.
* * *
—Lindo ¿No? —dejé de ver a mi mejor amigo con Kisha y la pequeña Emma en la playa, para ver fijamente a Sasha con una mirada soñadora.
—Ellos tienen la suerte de encontrarse —Sasha apoyó su cabeza en mi hombro y yo la abracé.
—Logramos la misión compañera —ella sonrió sin ganas y casi puedo jurar que noté una lágrima en su mejilla. A ella le encantaba el amor, como yo. Amamos la idea de un día amar pero cuando nos toca, no somos perfectos.
¿Qué sufrió Sasha? No la conozco del todo, pero sé que ella se sacrifica por todos. Me admitió que tuvo una novia y murió, debió ser fuerte y como una mierda. Perder a alguien que amas, no lo quiero ni experimentar porque no fue algo que estuvo en tu control, llega inesperado y sin tiempo de decir un adiós. Sasha es una amiga, le deseo lo mejor y buscaré protegerla. Sí, me acosté con una amiga pero en mi defensa... no estaba en mis mejores días, el alcohol fue un factor importante.
El corazón de Sasha está sanando, está en proceso.
¿El mío? En la miseria.
Puerto Madero, Argentina. 9 de abril de 2017.
Ser ignorado era una sensación placentera. Tocar tu tierra sin gente que te persiguiera y estampara en tu rostro revistas de farándula que contenían mierdas sobre ti.
Me gusta saber que puedo llegar a casa, como cualquier persona normal y sorprender a su familia. Me gusta ser Devon e ir a casa para recuperarme de nuevo. A un lugar donde saben quién soy.
—¡Agh! ¿Quién toca el timbre de una forma tan desesperante? —reí un poco al escuchar a mi hermana quejándose del otro lado de la puerta, cuando ya la había abierto, no dejé ni hablarla y la estreché en mis brazos. La levanté por los aires y besé muchas veces su cabeza. La había extrañado, necesitaba a mi hermana de nuevo y sus abrazos, sus alfajores y especialmente su calidez de un hogar.
—¿Acaso dejarías al pobre tu hermano en la calle?
—¡Devon! —gritó, casi rompiéndome el tímpano, yo la bajé al suelo y ella se aferró más a mí. Me jaló al interior de la casa y cerró la puerta—. Hasta que te dignas aparecer.
—Necesitaba a mi familia —besé sus dos mejillas y la volví abrazar. Aspiré su aroma y oculté mi rostro en sus millones de pecas que cubrían su hombro.
—Pues vienen en un gran momento, mamá preparó asado —sonrió emocionada y no tardé en contagiarme de su sonrisa y olvidar todo Madrid, por un segundo.
* * *
—¿Y qué hay de nuevo en el amor Devon? —mi hermana casi tira su carne en el plato, yo tragué fuerte y tomé un poco de agua.
Novia...
No, joder que no. ¿Cómo mierdas iba a tener una novia si mi puto corazón estaba partido en dos?
—No —me limité a decir—. No hay nadie—quise bromear un poco, alejando cualquier mal pensamiento. Estoy con mi familia, nadie me puede lastimar aquí, es mi espacio seguro, es mi hogar. Mi corazón puede respirar.
—Oye —me reprendió mi hermana y me tiró la servilleta en la cara. Reí un poco y le puse mi baba en su cachete—. Iugh, ahora tendré tu baba.
—Muchas matarían por estar en tú lugar y compartimos ADN—moví mis cejas repetidas veces y ella empezó a limpiarse con la servilleta.
—Me traumaste —se limitó a decir indignada y el resto del almuerzo, hablamos de todo. Victoria me habló que estaba trabajando en un nuevo proyecto, Ignacio dejó la presidencia para estar más tiempo con mamá, mi mamá abrió un club de lectura. Cuando me preguntaron de mi vida, dije que todo estaba bien, era una verdad a medias y mi hermana lo sabía. Me lanzó su mirada.
* * *
Miré la antigua habitación en el sótano. No pude evitar repasar con mis manos cada objeto y llenarme de recuerdos.
—Veo que la has encontrado —me giré para encontrar a mi mamá con media sonrisa y apoyada del marco de la puerta.
—Es la guitarra de papá —sonreí con nostalgia y la saqué de ahí. Tratando de quitarle el polvo y tratar de afinar la guitarr.a
No era ninguna marca en especial, era una de madera tallada por él. Recuerdo en mi niñez cómo solía tocarla, incluso aprendí autodidácticamente. Cuando digo que mi padre es mi inspiración, es porque todo lo que hago, pienso en él. Pienso en sus ojos que me miraba con orgullo, pienso en sus manos y como me abrazaba cuando me sentía mal. Tengo tan presente sus palabras, en que nunca me rinda, en que siempre sonría y nunca cerrar mi corazón. Y seguí su consejo, menos el de corazón. No quería salir lastimado, no quería volver a un vacío, no quería volver a llorar.
—Tu papá solía tocarnos. ¿Recuerdas? —asentí—. Incluso me enamoré de él la primera vez que lo vi tocar en la plaza.
—Aún así lo engañaste —no pude evitar soltar, mi madre bajó la mirada y se acercó a mí. Fui duro pero siempre será una piedra para mí. ¿Qué hizo mal mi padre?—. ¿Qué hizo mal mi padre?— ella suspiró, me miró con amor y acarició mi mejilla.
—Eres la viva imagen de él, me recuerdas a él todos los días y me lleno de culpa. Yo no fui la mejor madre, fui egoísta y los abandoné. Me ganó la codicia, me sentía insatisfecha. Tu padre no hizo nada mal, siempre luchó y luchó, fue un grandioso padre y también fue un magnífico esposo. Yo fui la culpable, tu padre no hizo nada—susurró y yo no pude evitar sorprenderme por lo que dije y la envolví en mis brazos. Mamá era alta, pero me gustaba saber que era más grande que ella y se sentía bien poder sentir que ahora la podía proteger con mis brazos. Sé que se equivocó, pero siempre ha buscado remediar su error. Desde que vine a la casa, mamá buscó conectar conmigo, darme lo mejor. Ella jamás entendería el impacto de la muerte de mi padre que tuvo en mí, sentí que lo perdía todo. Y sí... conseguí un hogar aquí con ella y amo a mi madre pero eso no evita que extrañe a mi padre y lo quiera conmigo. Inconscientemente, empecé a llorar en sus brazos.
—Lo siento yo, no debí decir eso, pero...
—Tienes razón Devon. No hice lo correcto. Les fallé y cargaré eso en mi vida. Eras un niño y yo batallé bastante con la depresión después de tener a Victoria y llegó Ignacio, dándome la seguridad que necesitaba. Perdón Devon —ella también había llorado y solo me abrazaba fuertemente. Era un refugio, los brazos de mamá.
—No es eso mamá, yo... no sé si existe amor para mí, en ese sentido. Lo veo en otras personas. Vaya que sí, incluso sé que papá y tú se amaron y que ahora amas a Ignacio, lo veo en tu mirada. Pero no me toca a mí, nunca lo hará. ¿Y si no soy suficiente? ¿Y si no lo merezco? ¿Qué hice mal? —Era de nuevo ese niño pequeño con miedo, quién regresaba llorando porque nadie en el colegio lo quería. El mismo niño que abrazó el cuerpo inerte de su padre y sintió que el mundo se le derribó. Era el mismo niño perdido e inmaduro.
—Cariño no digas eso. Tu corazón no te cabe en el pecho y te juro que amarás a alguien tanto y esa persona corresponderá y será la persona más afortunada del mundo—susurró con ternura y nos sentamos en un banco viejo lleno de polvo.
No sé porqué, pero lloré en su regazo, me recosté un poco y la abracé con fuerza. Mamá acariciaba mi cabello con ternura, como cuando era niño y me empezaba a cantar en voz baja. Cantó Himnos de mi Corazón, y mi verso favorito "en este día que te quiera amor, naturalmente mi presente busca flores es de a dos, nada hay que nada prohiba, ya te veo andar en Libertad, que no se rasgue como seda el clima de tu corazón". Su voz era melodiosa, calmada. Ahuyentaba mis pesadillas y mi miedo, me hacía tener fuerzas y el poder de creer en mí mismo.
"Sonríe Devon, tu sonrisa ilumina y no dejes que nadie te la apague"
Esas eran las voces de mi padre, desde que era niño. No debo apagar mi luz, no debo dejarme caer. Levántate Devon.
Estuvimos un largo momento, y no me avergüenzo. Tengo casi treinta años, pero siempre la necesitaré, la amo y la respeto. Es la única mujer, aparte de mi hermana, que sé que callarán mis lágrimas y me aceptarán tal y como soy, además es la primera mujer de la cual entregué mi corazón. Te amo mamá, aunque me cueste decirlo en voz alta.
—¿Sabes? A veces es bueno cantar y expresarse —me pasó la guitarra y la vi con inseguridad.
—Son casi quince años que dejé de tocar una.
—Tu padre decía que la guitarra es como una caja donde guarda tus lágrimas y los mayores anhelos. Es la caja donde puedes confiar cada unos de tus secretos y temores. Y la única cosa donde podrás transmitir lo que sientes o sentiste alguna vez —sonreí un poco y me enderecé para tocar las cuerdas con mis dedos.
—El amor es jodido.
—Pero cuando encuentres a la persona indicada, será lo más jodido y hermoso que te podrá pasar.
—Mamá... ¿Por qué nunca haces referencia a una mujer cuando hablas de mi potencial pareja? —ella me miró como si yo no supiera y entonces cogió su mano entre la mía.
—Ay Devon, siempre has escapado de lo tradicional. Cuando tenías dieciséis te vi besando a tu compañero de clases en este mismo sótano. Sé que siempre fuiste abierto y que odiabas las etiquetas. Siempre has salido con más mujeres pero no quiero que pienses que solo aceptaré novias. Si tienes un novio está bien, yo no seré quien pone límites a tu vida. Tú decides quien amar a Devon pero si quieres que diga novias, diré novias.
Yo me quedé viendo a mi madre, nunca pensé que ella fuera tan abierta o hubiese visto mi beso con Miguel Ángel. Mamá me conoce mejor que nadie, no soy tradicional y desde joven he experimentado. Me sonrojé y miré a mi madre.
—¿Y si es momento de que empiece a buscar un novio? En el mundo de las chicas me van derrotando a goleada y digamos que Miguel Ángel no besaba nada mal —mi madre rió y besó mi cabeza con ternura.
—Oh Devon, uno no elige a quien amar. Tan fácil sería la vida si escogiéramos. Nuestro corazón escoge por nosotros y cuando menos te das cuenta, estás enamorado. Amor, aún eres jóven y te vas a enamorar No dejes que dos viejos amores dañen este hermoso corazón Devon, porque no lo merecen. Ya encontrarás a la persona indicada o puede que ya la conozcas. Pero no te des por vencido. El amor es como un juego de fútbol, a veces se gana, a veces se pierde, pero siempre uno se esfuerza y da lo mejor de sí mismo, se disfruta el camino hasta que llegamos a la meta. Tú no eres de las personas que se rinden —me tocó la nariz y yo la fruncí, odiaba que hiciera eso pero a ella le encantaba—. No eres lo que los demás dicen de ti, eres lo que con tus decisiones y éxitos has formado. Eres asombroso hijo, estoy orgullosa de cada meta y anhelo que tienes. No dejes que te hagan pedazos, demuéstrales lo que se perdieron. Porque un hombre cómo tú, guapo, exitoso, de noble corazón y muy encantador, merece lo mejor de lo mejor.
—Lo dices porque eres mi mamá —reí un poco.
—Lo digo porque es cierto. Ahora, te traje un poco de mantecol1. Come un poco —se paró y besó mi cabeza—. Espero escucharte pronto. No quiero más lamentos Devon, tu padre no quisiera verte así. Sé un león, lucha amor.
Mamá me sonrió antes de marcharse del sótano. Miré la guitarra una última vez y traté de repasar mentalmente cada sentimiento encontrado, cada rechazo, cada herida.
No quería autodestruirme. No quería, estaba harto. Quería el amor, quería sentirlo y que alguien me correspondiera. Aunque tal vez el primer paso era mi amor propio, saber lo que valgo y merezco. No debo sabotearme.
Toqué cada nota, sintiéndola desde lo más profundo de mi corazón. Me descargué con mi voz. Me emocioné de nuevo al sentir las cuerdas entre mis dedos, de poder transmitir por fin algo, algo más que un gol o un beso. Era poder crear un aire diferente con cinco cuerdas, con sonidos universales que cualquier entiende. Y una melodía que quedaría guardada en mi corazón. Era una serenata de amor para mí mismo.
La última vez que toqué fue en el aniversario de la muerte de mi padre, después de gritarle al cielo porque me lo había arrebatado. Me había sentido impotente, resentido. Tenía una opresión en el pecho y mi mente solo podía repetir el abandono de mamá. Fue una época donde me hirió, dejó una cicatriz que hoy en día sanó.
Ahora queda más que recuperar y sanar. Mis errores y cicatrices no me definen, solo yo tengo ese poder. Era merecedor, era valioso.
Madrid, España. 18 de mayo de 2017.
—Oh mi Devon —Gabriela me abrazó fuertemente mientras besaba mi cabellera.
—Iugh, besos de embarazada —ella me fulminó con la mirada y me pegó en la cabeza.
—Y yo cómo buena amiga te iba a dar consejos —hizo un pequeño puchero— . Y te iba a curar ese ojo morado.
Miré de reojo a mi mejor amigo va de reír por mi situación. Maldito Daniel, se ríe de mis desgracias y no teme ocultarlo.
—Deja de reír. Esto es una desgracia, mi bello rostro está dañado —me hice el melodramático y las risas de Daniel aumentaron.
Para resumir, me emborraché y besé a varias personas, incluída a Sasha pero esa es otra historia, y una de esas personas tenía pareja, entonces me gané este ojo morado. Ese espectáculo, lo vio Sam a todo color. No dejé que se me acercara, ella había lastimado mi corazón de la peor forma y no quería acercarme a ella, porque entonces no sabría que hacer. Estoy en un limbo con ella, no sé cómo actuar. Me había lastimado, yo solo quería defenderla.
No, no de nuevo. Sam debía alejarse de mí. Por más que no quisiera, debía hacerlo por mi salud y en caso de que ella necesite auxilio, le ayudaría a buscar ayuda con las autoridades pero debía alejarme. Debo cuidar mi corazón.
—Esa mujer te noqueó por besar a su novio —sacó su teléfono y me tomó una foto mientras le sacaba el dedo de en medio. Sí, esa mujer medía dos metros y era luchadora profesional, yo no tenía ventaja.
—¡Papá! Devon sacó el dedo de en medio—fulminé con la mirada a mi pequeña ahijada, siempre delatándome y ella se balanceaba sobre sus zapatos con una inocencia. No me podía enojar, debía dar un buen ejemplo pero a veces quisiera tenerla de cómplice—. Y eso está mal. Debes un euro —me sonrió picara y Daniel siguió riendo. Ni me di cuenta cuando Gabriela empezó a limpiar mi herida abierta.
—Pequeña niña manipuladora, ven a los brazos de tu tío y dale un besito —Melody sonrió y se acercó a mí para dejar un besito en donde estaba mi golpe.
—Listo tío Devoncito —se sentó en mis piernas y cuando sentí, había otro bodoque colgado en mi pierna.
—Pero miren a quien tenemos aquí, a la hermosa Eva —mi niña se sonrojó un poco y me extendió los brazos, yo gustoso la cargué.
—No entiendo como tienes ese carisma con los niños, serás un grandioso papá —me sonrió Gabriela y se fue a sentar con su esposo.
—Si no es que los pierde primero. ¿Verdad Devon? —Daniel volvió a reír y aún cuando tenía razón porque soy despistado, sería un estupendo papá. Aunque esa alarma la he pospuesto. Primero yo, primero me recupero y luego ya pienso en niños.
—Claro que no, los amarro a una cuerda. ¿No es obvio? —los miré moviendo mi cabeza y usando la ironía.
—Tito Devoncito... —giré mi vista y vi a otro pedacito de ángel. Luego recordé como besó a mi otro pedacito de luz y mi sonrisa se borró. ¡Theo besó a Emma! Esto me pasa por no ser un buen ejemplo.
—Vamos Devon, no puedes enojarte con mi hijo —me reprochó Daniel.
—Guta Emma —se sonrojó y se fue corriendo. Vaya que lo hizo, si no le hubiera hecho cosquillas hasta que se hiciera en los pantalones.
Milan, Italia. 10 de agosto de 2017.
Era incómodo. De todas las fiestas que pueden haber en el mundo, tenía que toparme a Samantha en esta fiesta. Ella me miraba fijamente y parecía enojada viéndome hablar con otras mujeres. ¡Ni estaba coqueteando! Ella trató de acercarse a mí en varias oportunidades pero sacaba a bailar a cualquier chica que tuviera enfrente.
En un punto de la fiesta me cansé de huir, huir de ella y resistirme. Ella estaba en brazos de otro hombre, y aún cuando mi corazón palpitaba, tenía que ser fuerte y no dejarme vencer. Ella me ignoró, esa fue su decisión. Lo único que recibí de ella fue que no denunciara a Thomas a la policía. Me cerró la puerta a su vida, lo escogió a él y yo no podría hacer nada.
—Devon —giré para observar a Sam. Tenía un vestido de lentejuelas corto, tenía maquillaje en todo su cuerpo y unos tacones que me hacían alcanzarme. Me estremecí al saber que ella estaba a sólo unos pasos. Corre Devon, corre.
—Aléjate de mí —suspiré—. Vete. ¿Vale? Dejaste muy en claro todo.
Lo siento Devon, yo amo a Thomas.
Yo amo a Thomas.
Yo amo a Thomas.
Volví al presente y la miré con tristeza. ¿Por qué no me dejaba seguir?
—Yo... Devon. Tienes razón, no sé en que pensé en volver —se giró para marcharse y ahí fue cuando vi una mancha roja en su espalda.
No Devon, ella te alejó de su vida, fue su decisión, no la tuya. Ella te rechazó, ella lo prefirió a él. Ella aún no está lista y no te corresponde tomar decisiones por ella.
—¿Qué te pasó en la espalda? —Tomé su mano entre la mía y la hice girar. Sentí una electricidad por todo mi cuerpo pero no dejé ver el efecto que tenía en mí. No podía caer ante ella. Sé fuerte, enfócate en su salud y bienestar.
Porque sí... me seguía importando y quería seguir ayudándola.
—N-nada —murmuró atropelladamente y le miré a los ojos sin creerle, mi mano fue subiendo por su espalda y la acaricié. Noté su mueca y supe lo que era, ni con todo ese maquillaje iba a cubrir lo blanco que era su piel y el moretón que tenía.
Era débil, no podía resistirme a ella. Si ella me necesitaba, allí estaría. Era una mierda cuando te preocupas tanto por alguien, y en ese momento no lo ven. Es una gran frustración saber que estaban abusando de Samantha y no poder hacer nada.
—Thomás te volvió a golpear, no hace falta que me mientas. Te conozco y sé lo que estás pasando. ¿Por qué desconfías de mí? ¿Por qué me ves como si fuera tu enemigo? Solo quiero ayudarte.
—Tú, siempre has sido tú —susurró un poco alterada, ignorando lo que dijo. De tener su mirada siempre en sus pies, ahora la subió y noté lágrimas en sus ojos. Me estaba haciendo fuerte—. Quería verte y Thomas me pegó... yo nunca te envié el mensaje, él me quitó mi teléfono. Todo este tiempo he querido verte porque te extraño.
—Entonces déjame ayudarte Sam, quiero ser tu ayuda y lo que necesitas para salir de esto. Me parte el alma saber que alguien se sobrepasa contigo y que algún día alguien me llame y me diga que estás muerta. Ese es mi mayor miedo, maldita sea —hablé desesperado. Al fin le expliqué cómo me sentía. Tenía miedo de perderla. Tenía miedo de no llegar a tiempo. Tenía miedo de exponer mis sentimientos y arruinar lo nuestro.
—Perdón, perdón —soltó un sollozo y me abrazó y yo me rendí a ella y le devolví el abrazo. Estaba deshecha, su cuerpo temblaba. Odiaba verla así—. Tengo miedo Devon, no sé que hacer. Tengo miedo de hablar... tengo miedo de quedarme sola.
—No estarás sola.
—Sé que no pero así siento... siento que debo estar con él y aguantar todo y quiero alejarte porque no quiero lastimarte. Me siento miserable porque te lastime joder. No puedo permitirme amarte, no puedo. Él me mataría, él nos alejaría y... yo, yo no te merezco joder. Eres mi mejor...
—Ni te atrevas a decirlo, que créeme, duele, justo aquí— toqué donde estaba mi corazón y reprimí mis ganas de llorar; le di la espalda, no quería derrumbarme. Era más fuerte.
—No era mi intención Devon, te enamoraste de la persona equivocada —yo dejé escapar una risa sarcástica.
—No pude evitarlo, no pude Samantha, discúlpame por ver quien realmente eres y enamorarme de esa Samantha, perdón por querer hacerte feliz. Perdón porque mi corazón te eligió... yo no quería pero pasó. Quería verte como una amiga y mi corazón dijo "no Devon, ella es el amor de tu vida y la vas amar"—ella trató de acercarse pero puse una barrera entre mis sentimientos y la realidad, no dejaría que me nublara. Mi voz se había elevado y me sentía frustrado. Estaba yo aquí, mostrándole mis sentimientos. Dejándome vulnerable a ella. Una palabra y me derrumbaría por completo y dejaría mi corazón tirado.
—No lo entenderías —susurró abrazándose a sí misma, la volví a ver vulnerable. Y era una lucha constante en mi interior. ¿No diría nada?
—Si me explicaras, sería lo mejor. Porque no te entiendo, te puse sobre todo y cuando quiero cuidarte, te alejas y me lastimas. ¿No piensas en lo que yo siento al verte así y no poder hacer nada al respecto? Samantha estoy enamorado de ti y esto me duele, me quema...—alcé un poco la voz, un sollozo se escapó de su garganta y ella se arrodilló a mí. Yo no quería llorar, yo no quería llegar a esto.
No Sam, no Sam.
—Yo también me enamoré de ti Devon. Mierda, vaya que lo hice —subió su mirada y yo ni siquiera podía verla. No, no. Ella no podía humillarse ante mí, nunca debía ponerse de rodillas. Mi corazón se detuvo por un instante. ¿Me estaba correspondiendo? —. Mírame Devon —susurró —, por favor —estaba vez fue más que un ruego—. Es difícil, no es fácil. ¿No sabes lo que pasa por mi mente Devon? Siento que si me alejo de Thomas, me perderé. Es lo único que conozco, con el único hombre que he estado. Y llegaste tú, y como tú, mi corazón eligió por mi y te amó desde el primer instante. Pero alejé cualquier pensamiento y estaba tan decidida a ya no sentir nada por ti porque creí sería del montón contigo y me quedé porque tenía miedo. Miedo a que Thomas me matara por pensar en otro hombre. Quise reprimir lo que sentía porque tenía miedo pero fue imposible, estoy enamorada y me duele saber que te lastimé más que tu primer amor. Te amo Devon, me duele y me siento una mierda y no sé que hacer—susurró, bañada de lágrimas. No aguanté y me agaché a su lado, acariciando su rostro y refugiándose en mis brazos.
—No lo hagas Sam, nos dolerá a ambos después. Es mejor si te ayudo a salir de esto y ambos tomamos caminos...
—No repitas mis palabras Devon, no lo hagas. Duele ya no tenerte en mi vida, y sí, soy egoísta pero tú me haces feliz. Quiero huir junto a ti, quiero amarte como lo mereces, quiero ser esa mujer que tú mereces porque no soy suficiente. Tengo sus palabras en mi cabeza, que no soy nadie, que nadie me amará, que soy horrible, que no soy merecedora—sollozó aún más y se aferró a mi camisa, ahogándose con sus lágrimas. Yo la callé, para que dejara de denigrarse. Entiendo ese sentimiento, vivo con él. Me vivo preguntando si soy suficiente, si merezco amor. Si tan solo ella se viera con los ojos con los cuales yo la veo. Yo la veo, yo la noto, yo la amo.
No pude más y la estreché fuertemente, derramando unas lágrimas con ella.
—Te amo Sam y yo también siento que no te merezco. Me he convertido en el hombre que tú no mereces —susurré—. Te sigo amando aún cuando has roto mi corazón dos veces. Te amo Sam y quiero ser el hombre que necesitas y ames.
Dolió su silencio, dolió. Ella había admitido que se enamoró de mí pero no sé en dónde nos dejaba. Ambos estábamos llorando, abriendo el corazón y aún así había un silencio aniquilar. Un silencio eterno. Ella también estaba lastimada y asustada, pero yo no me aferraría a aquello. Si esto acaba aquí, deberá arrancármela del corazón.
—Tú eres suficiente.
Levanté su mentón y la miré a los ojos por primera vez, sus ojos me transmitían culpa y supe que sus disculpas eran sinceras. Pero no estaba seguro... aún cuando todo ella era una tentación. Noté su cercanía y la respiración de ella mezclados con la mía. Su respiración se fue cortando poco a poco. La luz de la luna me dejaba ver su piel, con mi mano empecé a quitar poco a poco el maquillaje hasta dejar ver su hombro. Era hermosa.
Estaba cayendo, estaba rindiendo de nuevo. Con respecto al amor, era débil.
Entonces sucedió.
Sus labios con los míos, una suave caricia que nublaba mis sentidos. Un nuevo ritmo creado, mezclados con los latidos de mi corazón.
Sus manos acariciando mi mejilla, mis manos tomándola de la cintura, para sentir su cercanía. Era subir al cielo, subir a una ilusión de hace tiempo, que dolería la caída si volvía a la realidad. Pero no me importaba, la tenía conmigo, la tenía a mi lado. Ella me correspondía y Gabriela y mi madre tenían razón, era jodidamente hermoso sentirlo.
—Vayámonos de aquí —susurró ella en medio del beso y me sonrió con timidez, mis manos bajaron a sus piernas y dejé una tierna caricia. Ella estaba dispuesta, ella me transmitió una mirada llena de dolor y cariño. Sabía lo que implicaba si estábamos juntos, significaba ayudarla a luchar, ayudarla a ser fuerte y salir de una relación que la ha dañado tanto. Significaba ayudarla a sanar y estaba dispuesto por ella. Debo mejorar por ella.
—¿Estás segura? —ella asintió y volvió a sellar sus labios con los míos.
—Eres lo único seguro que tengo en mi vida Devon. Tengo miedo... mucho miedo pero ya no puedo seguir de infeliz y reprimiendo mi corazón. Yo te amo Devon, quiero intentarlo aunque eso me destruya— yo sonreí con alegría y le volví a besar con necesidad. Miré a mi alrededor. Entonces nos fuimos entre las sombras, como dos personas que se entregarán el uno al otro, como verdadero amor.
Escapamos de la realidad, eso era, fuimos al hotel donde me estaba quedando. Ella entró a mi habitación y se quitó sus tacones. Me dio la espalda y empecé a dejar besos por toda su espalda, mis manos empezaron acariciar lentamente el inicio de su cierre. Su cabello estaba recogido y me daba una vista espectacular de ella. Ambos queríamos olvidar, ambos queríamos entregarnos a nuestro placeres y los deseos del corazón.
—Eres hermosa —susurré y besé lentamente su cuello y acariciando su cintura, ella gimió e hizo su cabeza hacia atrás, dejándome ver sus pechos, sus curvas y la dulzura de su piel.
—No todos dicen eso —la giré lentamente y la pegué a mi cuerpo. Estaba prendido, quería que ella supiera como me enloquecía, como la deseaba.
—Para mí eres la mujer más bella del universo, eres todo lo que un hombre puede desear —cogí su mano entre la mía y volví a unir nuestros labios. Sabía lo que estaba por empezar y una parte de mí estaba nerviosa. La quería y quería hacerla mía, hacerle el amor. Sería la primera vez que lo haría, en que si despertaba y no la tenía a mi lado, posiblemente me derrumbaría. Quería despertar a su lado, hacerle desayuno y decirle te amo cuando abra los ojos. Mi corazón la anheló y ahora estaba conmigo.
—¿Aún con mi piel? —ladeé la cabeza y fui por un paño mojado. Me volví a acercar a ella y empecé a pasarlo por toda su piel, dejando a ver poco a poco su verdadero ser, si piel, la que siempre quise besar y adorar.
La besé pausadamente, en sus piernas, en sus brazos, en su espalda, en su cuello, en su oreja y en sus mejillas, acaricié el borde de su vestido para subirlo y ver sus bragas rojas. Poco a poco logré ver sus manchas rosadas por su cuerpo y besé en medio de sus piernas, para robarle un gemido tintado con mi nombre. Quería que amara su cuerpo como yo lo amaba. Quería que se viera como una diosa.
—Te mostraré lo mucho que te deseo y te amo —le sonreí y ella aceptó. Estaba en una ensoñación.
¿Esto realmente estaba pasando?
—Te quiero Dev —susurró y yo me acerqué a ella para quitarle el mechón de pelo que se salía de su recogido.
—No te ocultes, amo cada parte de ti —la cargué en brazos y dejé un tierno beso en sus labios. Sam tomó provecho y envolvió sus brazos en mi cuello. Bajé el cierre de su vestido y cayó por sus pies. La sentí estremecerse—. No me tengas miedo, jamás te haría daño —susurré y ella asintió. Sus manos empezaron a tocarme y desvestirme por completo. Le di su tiempo, dejé que hiciera conmigo lo que quisiera. Debía fortalecer su confianza en ella y en mí, en nosotros. Nos perdimos entre besos y caricias.
—Confío en ti —le sonreí con cariño y le quité la banda que sujetaba su cabello y lo acaricié, mientras la dejaba sobre la cama y me ponía encima de ella. Ella, desnuda, debajo de mí, era algo que no quería olvidar. Quité su brasier y empecé a besar sus pechos, sus gemidos no se hicieron esperar. Tenía sus piernas abiertas, a mi merced, su cuerpo se retorcía y me abrazaba del cuello para incitar a seguir con mis besos.
—Te haré el amor, no me dejes por favor. No podía soportarlo —ella asintió cerrando los ojos, dejándose llevar por las caricias de mis manos a su cuerpo, de cada terminación nerviosa que la hacía tener a mi merced. Mis besos iban por cada mancha de piel, deleitándome en su suavidad—. Así como yo prometo cuidarte y amarte.
Ella me dijo te amo y perdí mi boca entre sus pliegues, encontrándo su clítoris y estimularlo con mi boca. No tenía priso, me gustaba su nombre, su pelvis buscando contacto. Seguí haciendole maravillas con mi boca hasta que su cuerpo se estremeció y gritó mi nombre. Su primera gloria y la noche estaba por comenzar.
La volví a besar, me centré en ella, en hacerle borrar su tristeza y hacerla dueña de su cuerpo y sus deseos. La encaré con su sexualidad, en lo preciosa que podía hacer. Cogí sus piernas y las separé, ella me miraba con deseo, con súplicas.
Y así le hice mía, demostrándole no sólo con palabras, si no con hechos. Llevándola a ella primero, haciéndola sentir segura de sí misma, amada y apreciada. Quería que se sintiera parte de mí, parte de lo que mi corazón quería decirle. Fueron horas, la oscuridad nos cubría y no quería parar, ella tampoco. Era su piel contra mi piel, se escuchaba en la noche. Decía su nombre y la besaba en cada embestida. Quería ir más profundo, quería llegar a ella. Lo hacía lento, me gustaba ver como su mirada se perdía, como mordía su labio inferior y entrelazar nuestras manos. Nuestras caderas se movían al unísono.
Una estocada, era su nombre, la segunda le dije que la amaba. La besé, la embestí. Era una melodía errática cargada de desespero pero a su vez, el tiempo se olvidó de nosotros. Su cuerpo se entregó a mí, sus labios me pertenecían. La hice mía, debajo de mí y luego ella se volvió la diosa que esperaba verla. Esta vez ella tomó el control, me besó, llevó a su ritmo mis embestidas. Se dejó amar por esas horas que nos pertenecían, se dejó llevar por su corazón y su instinto.
Nuestros cuerpos se sintieron unidos, sentí por primera vez, después de mucho tiempo, que tal vez no todo estaba perdido. La tenía, la amaría. Valió todo por verla libre, libre para amarnos.
Ella se entregó a mí, de la misma forma. Sólo era cuestión de tiempo.
—Perdóname —la oí susurrar antes de quedarse dormida, no le tomé importancia y nos cubrí a ambos, dejé un tierno beso sobre sus labios y ella se pegó a mí, aún dormida. Su espalda aún estaba visible y mentiría si dijera que me dio insomnio con tal de apreciarla toda la noche. Y si era un sueño... no quería despertar.
Milán, Italia. 11 de agosto de 2017.
Me desperté, lleno y completo. Estaba feliz, estúpidamente feliz.
¡Mierda! Hice el amor con Sam y fue una de las mejores noches de mi vida. Me estiré en la cama y sentí desilusión al no sentirla cerca de mí. Sonreí al recordar anoche, cuando ella abrió su corazón. Era correspondido. Después de mucha lucha, podríamos estar juntos; aunque eso significaba luchar a su lado para que ella sea libre
Era una oportunidad.
Oí sonidos en la sala de la suite y fui desnudo, quería sorprenderla. Me acerqué cautelosamente, Sam estaba ya vestida con su ropa de ayer viendo la televisión, la noté un poco tensa y me acerqué por detrás, abrazándola y dejando un beso en su hombro. Olía a jabón con una mezcla de rosas. Su piel seguía suave como anoche, quería volverla hacer mía, perderme en su piel como si fuese un mapa y acariciarla por completo.
—Buenos días hermosa —ella se estremeció en mis brazos y cuando notó que era yo, sonrió un poco y me devolvió el abrazo.
—B-buenos días —murmuró—. Devon yo...
—¿Quieres que pida servicio a la habitación? ¿O prefieres salir a comer? —me senté en el sillón y la acomodé en mis brazos mientras besaba feliz sus labios. Ella soltó una sonrisa nostálgica, se me quedó viendo, como si quisiera memorizar mi rostro. Sus dedos eran largos y acariciaban con detenimiento mi rostro. Cerré mis ojos y dejé apoyar mi rostro en sus manos.
—Devon...
—¿Sabes qué? Iré de compras y te prepararé una receta de youtube. ¿Qué te parece?—vaya, que romántico me volvía, estaba dispuesto hacerle todos los desayunos que me pidiera y era porque quería despertar a su lado. Volví a ver su mirada y estaba llena de arrepentimiento.
¿A caso ella...
—Devon...
—No me amas —dije en voz alta y casi salto y rehuyo de su tacto por completo de mí. Quería que me lo negara, quería escuchar un "Te amo", así como anoche, así como me había entregado su corazón. Lo de anoche no pudo ser fingido, sentí lo que ella sentía, no podía jugar así de cruel conmigo. No cuando se entregó a mí y yo a ella como dos almas en búsqueda de una oportunidad.
—Devon, escúchame por favor —susurró nerviosa y movía su pierna de un lado a otro.
—No me hagas esto —susurré derrotado. Esta vez no me privé de llorar, lágrimas caían y caían, esto no podía estar pasando... ayer todo estuvo tan perfecto. Me arrodillé y cogí sus manos entre las mías—. No me dejes, no me dejes —supliqué, como ella lo hizo conmigo.
Sentí mi corazón apretujarse cuando ella sólo se le escapó un sollozo. No quería verla a los ojos, no quería escucharla. Ella debía, debía amarme.
—No puedo hacerte esto, lo siento Devon—y fue cuando sentí como un balde de agua fría fue arrojado completamente, separando cualquier ilusión.
—No puedo creer que vuelvas al imbécil de...
—Tenía que decirte lo que sentía. Y créeme, fue una noche maravillosa y te amo como no he amado a nadie. Me duele hacer esto Devon y no —calló y miró al cielo con lágrimas mientras acariciaba mi rostro—. No te merezco, y por más que quiera estar aquí contigo, no puedo estar contigo. Tú... — ella soltó en sollozos y su mano temblaba—. No creo que tu seas lo que yo busque o lo que tú necesitas. Lo siento Devon, insúltame y dime que soy el peor ser humano por cambiar de la noche en la mañana, pero no puedo, lo siento no. Sería engañarnos. Tú no me puedes amar de la forma que necesito y yo tampoco, no estamos destinados —me miró a los ojos y susurró un lo siento, y no solo estaba desnudo físicamente, si no había expuesto todo de mí; tapó su boca con su mano y salió corriendo de la habitación. No me dejó responder ni reaccionar. Se había ido, tal vez para siempre. Dolía perderla. ¿Qué hice mal? ¿Por qué me dejé engañar tan fácil esta vez?
Dejándome con un corazón destrozado, machucado y quemado.
No... ella, ella se había burlado de mí, sabía que no podía negarme y caí como el imbécil que era. Ella era mi debilidad, subí al cielo y ahora estoy cayendo rápidamente sin freno y sin alguien que me sostenga. Me quedé en el suelo, llorando, recriminando de ser otra vez ingenuo. De nuevo caí en las garras del amor, y esta vez peor.
Miré la pared, le levanté con enojo y frustración, y empecé a golpearla una y otra vez, dejando mis nudillos llenos de sangre. Me apoyé en ella al terminar, dejando apoyar mi frente en la pared destrozada y lloré. Lloré y me desplomé en el suelo.
Estaba sólo, nadie buscaría nada en mí. Todas eran iguales, sólo una noche y corrían al amor de su vida. El hombro para llorar, el hombre que saciaba su cuerpo y las complacía, sólo era uno más, uno de la lista pero jamás el amor de su vida. No tengo lo suficiente para hacer que alguien decida quedarse.
Yo nunca sería el de nadie, jamás encontraría algo así, porque de nuevo el destino se burló de mí. Vaya imbécil debí parecer al pensar que Samantha se quedaría a mi lado. De pensar que dejaría todo y lucharía conmigo. Estaba dispuesto, se había burlado de mí y de mis sentimientos. Me sentía en la mierda.
Y esa misma noche, salieron en los titulares. Samantha se iba a casar con ese imbécil y en la foto no sabía descifrar, ¿era feliz? A este punto me odiaba amarla porque no podía desear lo peor, solo podía desear su felicidad.
—Eres patético Devon, caíste de nuevo —sonreí con amargura y me abracé a mi mismo. Al menos siempre me tendría, para levantarme y seguir adelante.
1. Mantecol: Postre de argentina.
N/A 2022: nuevo cambio con Sasha... muchos los shippeaban pero ya verán lo que tengo preparado para ambos.
Sigo con mi mensaje: si conoces a alguien que esté en una relación tóxica y violenta, acude a buscar los protocolos de seguridad de tu comunidad. Infórmate cuales son los mejores centros. Si necesitan ayuda, saben que pueden acudir a mi, estoy dispuesta a servirles.
Con amor, Bry,
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