X
Capítulo 10
"El primer golpe no lo vi venir, el segundo se hizo costumbre y en el tercero, era más fácil para callar para no perderlo todo. Quisiera gritar pero me ha quitado mi energía, me ha arrebatado mi libertad. Callar y bajar la cabeza. ¿Hasta cuándo podría aguantar? Hasta estar muerta o cuando desee volver a ver el sol y no dejarme marchitar."
Madrid, España. 4 de febrero 2017.
Samantha no dejaba de llorar en mis brazos, apenas hablaba y su pelo estaba recogido en un moño. La refugié en mis brazos y mi boca no podía soltar ninguna palabra de consolación. Quería decirle que le quería, que detestaba verla llorar y que además se miraría aún más hermosa sonriendo.
¡Pero mierda! Nada salía de mi boca y no sabía cómo actuar. Era pasada de media noche y Sam no podía dejar de llorar, se arrinconaba y se abrazaba a sí misma. Pude identificar que inconscientemente ella misma se quería proteger. No quería imaginar el dolor que ella tenía.
—¿Abasho? —Emma jalaba mi pantalón de pijama mientras señalaba a Sam que lloraba. Si algo amaba de mi pequeña niña Emma, era su inocencia, su capacidad para identificar el dolor y el deseo de poderlo erradicar.
—Sí, pequeña. Tal vez eso la anime —Emma trató de subirse al sillón y yo le ayudé porque aún no tenía demasiada agilidad. Cuando estuvo en mi regazo, abrazó el brazo de Sam, ella se giró lentamente para observar a la pequeña y mirarle con ojos de amor.
—¿Ben? —Emma le preguntó mientras ponía un pelo detrás de su oreja y le sonreía de oreja a oreja.
—Te pregunta si te sientes bien —Sam trató de reprimir las ganas de llorar y se incorporó lentamente para limpiarse las lágrimas. Vio a Emma con ternura y al extender sus brazos, Emma le abrazó y acarició su brazo.
—Sí, me siento bien princesa —Emma sonrió y besó su mejilla, para luego bajarse del asiento y correr a mi recámara.
—No me gusta verte llorar —admití y ella se volvió a acomodar en mis brazos mientras que con la manga de su suéter, limpiaba el resto de lágrimas. No me atreví a más, sabía que con ella a mi lado, no me podría controlar más. Suficiente con la pequeña molestia en mi pantalón.
—Yo... ya no sé qué hacer Devon —susurró—. Thomas prometió cambiar y no lo hizo... son golpes tras golpes que ya no sé qué hacer. No lod igo porque creo que lo podemos solucionar por el amor que le tengo pero ya no es suficiente, ya no puedo más. No quería decírselo a nadie y menos a ti, no quería llenarte con todas mis mierdas porque sé que tú ya has sufrido mucho, pero ya no podía más. Tenía que liberarme —y sin esperar más, ella volvió a romper a llorar, yo tuve que tranquilizarme y tratar de buscar la manera de hacerla llorar porque estaba por entrar en nervios si ella seguía quebrada. Su cuerpo temblaba y yo la acogí en mis brazos. Quería que me viera como su refugio, en dónde acudir.
Nunca debí alejarme, tal vez debí ver las señales antes o actuar e intervenir en su nombre. Nadie merece un golpe, nadie merece ser tratado de esa forma.
Era celoso, ahora abusivo. Era un círculo que Sam debía salir ya. No merece a alguien que la controle ni ejerza potestad sobre ella. Ella debe ser libre y que el hombre que esté con ella, le impulse a volar. Tengo que admitir que antes no creía en la violencia de la mujer, tenía un gran sesgo pero no podía ignorar las cifras que aumentaban cada día. Era un nuevo nombre, era una nueva mujer con ese dolor. Ahora que lo veo en Samantha, me di cuenta que era un imbécil en el pasado. Muchas veces ignoramos la violencia que está enfrente nuestro y decidimos no decir nada porque creemos que no es de nuestra incumbencia. La violencia que se vive en cuatro paredes, sin espectadores y solo nuestros mayores miedos al no despertar al día siguiente porque nuestro mayor enemigo duerme a nuestro lado. No quería imaginar el miedo y el límite que tuvo que tener Samantha. Confundió el amor, y no puedo ni imaginar la valentía que requirrió decir ya no más. Debí haberla ayudado, debí intervenir.
—Tú nunca me llenarás de tus mierdas, sabes que siempre estaré aquí para lo que quieras Sam. Soy —tragué en seco y traté de que las siguientes palabras que pronunciara, no me lastimaran, más de lo que duele—, tú mejor amigo y puedes confiar en lo que quieras. Te voy a proteger. ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Vamos a la policía?
Dejé escapar un suspiro y cuando ella me miró a los ojos, sentí una opresión en el pecho. No podía apartar mi mirada de sus labios. Su piel estaba tan suave que quisiera...
¡No! No Devon, no puedes hacerte esto.
Mierda y más mierda.
—Sólo lo amo Devon y no quiero dejarlo pero sé que debo. No sé que hacer... ya no aguanto pero son años de relación e historia. No sé quien soy sin él. Cada día me repite que no soy nada sin él, que... —su mano tembló y solo miró a mis ojos—. Nunca he estado sola, siempre ha estado él. Me siento patética. Quiere controlar mi vida y no quiere que seamos amigos porque cree que yo te gusto y lo dejaré por otro cuando le he demostrado que estoy para él— soltó un sollozo. Tenía un moretón en su cuello y yo solo le abracé queriendo llorar. No podía ver como destruían a la gente que amo y sí, yo amaba a Samantha.
Y no estaba más fuera que la realidad, pues yo tenía que admitir que Sam me enloquece, ella está más que gustar. Y eso me preocupa porque como ella ha dicho, sólo soy su mejor amigo. Soy su hombro para llorar, ella ama a ese idiota, ese idiota que no estaría dispuesto a dejarle el mundo entero para que ella se sienta la reina. Él no está dispuesto a amar cada centímetro de su piel.
Es un mal parido que quiere mostrar su hombría lastimando a una mujer. No la merece. Merece estar en prisión, no merece el amor puro de Samantha, no merece las oportunidades que le da la vida. No merece nada.
Quiero ser yo el que esté en su lugar, amarla y respetarla, darle su lugar, no bajo todo ese maquillaje y las apariencias falsas. Quiero enseñarle cómo es un amor bonito e incondicional, sin control, obsesión o celos. Quiero ser el hombre que ella merece, el hombre que la haría sentirse en casa y no queriendo escapar. Quiero ser el hombre que le saque sonrisas y no lágrimas. Quiero ser el hombre que la ama.
¿Por qué no se da cuenta que tiene que alejarse de él? Que no le conviene y ese no es amor. Si algo he comprendido a lo largo de los años, es que el amor no golpea, no humilla y no cela.
—Ese imbécil no te merece Sam, te diré esto porque te quiero —y me gustas más de lo que quisiera—, pero ese idiota no merece ni un poco de lo que haces por él. Tú eres increíble, hermosa, y no tendrías que ocultar tú belleza —ella iba hablar pero puse mi dedo en sus labios y le sonreí—. Eres hermosa, no importa lo que las revistas dicen, tu piel es una bella obra de arte que sólo tú la podrías tener simétricamente—acaricié su mejilla con cariño, en esas líneas donde separaba el hermoso color moreno de su piel y el color rosado claro. Era hermosa—. Eres completamente perfecta ante mis ojos, tienes hermosas cualidades y no sólo eres hermosa por fuera, si no internamente. Y si yo fuera él, estaría de rodillas pidiéndote perdón por cada golpe, me humillaré por tal de que me perdones. Y eso que él, no merece tu perdón. Pero debes alejarte, eso no es amor, ni sano para ti. ¿Sabes que el amor vale la pena? El amor propio y por amor a ti, debes buscar tu felicidad y tu refugio, cuatro paredes donde te sientas protegida y no vivas con constante miedo. ¿Te digo algo Sam?
Ella me miró directamente y cogió su mano entre la mía
»Eres valiente, fuerte y una flor que nadie debe marchitar. Tienes luz, y no debes dejar que nadie apague tu luz. Eres la fuerza de la tierra, porque eres capaz de mover montañas cuando te lo propongas. Sé que es difícil pero tu eres suficiente, eres capaz y eres tu propia persona. Nadie te debe limitar.
Un sollozo se escapó de su garganta y se lanzó a mis brazos para continuar llorando. Mi camisa poco a poco se empapó, pero valía la pena, todo lo vale. Ella estaba en mis brazos, no de la forma que quisiera, pero estaba a mi lado, y era feliz de tenerla.
—No soy lo suficientemente valiente como para dejarle. Si... me alejo de él siento que se me acaba el oxígeno. A veces pienso que me merezco los golpes, que él lo hace por amor y que... yo me equivoqué.
Y era como una cachetada directamente, un balde de agua fría y el fuego quemando mi corazón. Yo solté unas lágrimas cuando me dijo eso y la abracé con fuerza, besando su cabeza. Sabía que este proceso no sería de la noche a la mañana, en que ella no podría dejar su codependencia con su abusador que la ha manipulado por años. ¿Cuánto tiempo lleva fingiendo una sonrisa y ocultándose?
—Lo amas. ¿Verdad? —ella asintió—. Pero el amor no lo es todo en una relación. El amor es respeto y cuando hay amor, no se levanta la mano, no hay golpes ni maltrato. Ninguna relación debe estar basada en violencia. Tú no mereces ningun golpe, aún cuando te equivocaras. Thomas no tiene derecho de hacerlo, mereces un amor incondicional sin control—besé su mano como si de un príncipe se tratara y me hinque, de una forma que le pudiera hacer reír, quería escuchar su melodiosa risa. Aunque sea por un momento, porque no podía aguantar verla así, no podía. Y aún cuando ella me ve sólo como un amigo, no podía desaprovechar mi oportunidad de tener el privilegio de hacerla reír y hacerla sentir bonita y querida—. Si me permite, desearía poder bailar con esta hermosa dama —le guiñé un ojo divertido y las mejillas de Sam se tiñeron de rojo. Ella se paró y yo también, sin apartar la vista de ella, de esa sonrisa que poco a poco empezó a asomarse. No quería que sufriera, me llenaba de impotencia no poder hacer nada.
Empecé a tararear una canción vieja mientras balanceaba mis pies con los suyos, ella apoyó su cabeza en mi pecho y murmuraba contra mi pecho.
Pensé que duraría una eternidad, que el tiempo se detendría, pero era falso. Solo sentí como mi corazón empezaba acelerarse y en un lapso de tiempo, subía y bajaba de la luna. Me estaba enamorando, estaba cayendo del rascacielos y no podía hacer nada. Debía anteponer sus intereses antes que los míos, debía suprimir ese amor que siento por ella y ser el amigo que necesita. Necesito que abra los ojos e inicie el proceso y salga de allí antes que sea demasiado tarde.
—No sé qué hacer —susurró.
Dejarlo, eso debe hacer. Y también denunciar por cada abuso. Nadie debería ser sometido a abuso por parte de su pareja. Nadie. No debe tener miedo, me tendrá a mí, tendrá a su familia.
Pensé unos segundos mi respuesta, la parte irracional quería que le dijera que se quedara conmigo, que no había otro lugar que ella perteneciera, que a mi lado; pero la parte racional, la que pocas veces escucho, me pedía a gritos que la dejara ir, que no sólo ella saldría lastimada y me estaría aprovechando de su vulnerabilidad, si no que mi corazón y el suyo, aún no estaba preparados. Ella debe salir de esa relación tóxica y volverse a amar, ese era el primer paso. Yo solo quería verla libre, quería verla bien. Esa era mi prioridad, donde estaba mi lealtad.
—Luchar por ti y solo por ti, lo que te hará feliz y te hará libre. No llores, por favor. Me duele verte mal, quisiera poder sanar cada herida y sentir ese dolor, por favor —ella me sonrió a medias y me abrazó con fuerzas para después dejarme un beso en mi mejilla.
—Tengo que irme. Gracias por escucharme y estar para mí. Te amo Devon, eres mi familia y alguien a quien quiero para siempre en mi vida. Nunca me faltes —susurró en mi oído, bajé mi mano a mi cintura, quería pegarle a mí y susurrarle al oído que no se fuera, que se quedara a mi lado. Pero sólo solté mi mano y la dejé caer.
Ella jamás podría ser mía. No me pertenece y nunca lo hará. No la merezco.
Pero aún con ese amor que siente por él, debe irse. Él no iba a cambiar.
—Yo...—callé mis palabras, me las reprimí, por el bien de ambos. Ella parecía desilusionada y bajó la cabeza, viendo sus zapatos incómodos.—Si vuelve a golpearte, no me hago responsable de romperle la nariz. Debes denunciarlo y alejarte, es lo mejor para ti. Mereces que te bajen el mismo universo, no que te golpeen. Ni uno más Sam, ni uno más, no mereces ningún golpe, ni un hombre abusivo —besé su cien, permanecí así por varios segundos, sin querer soltarme, sin querer dejarla de abrazar. Quería decirle más pero no podía, no sin herirla—. Te amo yo también mi niña —le dije con mis labios pegados a su piel.
—Y yo a ti.
Pero no de la forma que quisiera.
Y sabía, que había ignorado mis palabras y no lo dejaría. Eso era lo que más dolía. Porque no podía ayudarla si ella no actuaba.
Me quedé viendo la puerta de donde se fue como un inútil, como alguien que acaba de soltar a lo que quisiera aferrarse. Ella se había ido a los brazos de otro, ella no sentía nada por mí y saberlo, dolía, dolía como el mismo infierno.
Ella estaba sufriendo y no podía hacer nada. Sería egoísta si le pidiera que iniciara algo conmigo o me amara, cuando claramente ella está dañada, está en una adicción que no quiere salir.
Sentí unos pasos a mi espalda, me giré poco a poco y me agaché a su altura.
—¿Linda? —sonreí, Emma le había caído bien.
—Se fue pequeña —acaricié su mejilla y la miré divertido, ella ladeó su cabeza y aplaudió, luego extendió sus bracitos y la cagué boca abajo mientras reía sin parar—. Pero necesito que esto se quede en secreto entre nosotros —besé su panza como a ella le gustaba y asintió repetidas veces. La acomodé mejor en mis brazos y nos fuimos a recostar en mi cama.
—Shi —dijo e hizo como si cerrara su boca con un zipper y lanzara la llave.
—Pero tú sigues siendo mi chica favorita —le guiñé un ojo y mi pequeña sobrinita se sonrojó.
Madrid, España. 9 de febrero de 2017.
—Devon —Sam extendió sus brazos al recibirme mientras me abrazaba con fuerzas, yo le levanté con mis fuerzas y le di una vuelta.
—Hola preciosa, feliz cumpleaños —de atrás de mi espalda saqué una caja que contenía rosas blancas y tulipanes, sus flores favoritas. Ella al verlo, besó mi mejilla de forma fugaz y entró a su apartamento, yo detrás de ella y cerré la puerta.
Sonreí porque se miraba feliz, mejor que desde hace cuatro días de cuando llegó a mi casa. Ella entró a su cocina y noté a Thomas de brazos cruzados en la sala. Había varias personas ahí y vasos rojos esparcidos en todos lados. La gente bailaba y en el patio, gente en traje de baño.
—Devon, Devon. Tengo amigas a quien presentarte —salió Sam para quitar la guerra de miradas que nos teníamos, ella me guiñó el ojo divertida, de reojo pude observar que tenía su traje de baño con un vestido transparente, Thomas gruñó cuando me observó viendo a Sam. Ese hombre no me inspiraba confianza y sólo espero que no haya lastimado de nuevo a Sam. A veces también quisiera creer en las promesas de no volverlo hacer, pero sé que eso no pasará.
—Bueno, entonces creo que no me sentiré tan solo —Sam rió y se acercó a mí para guiarme a donde estaban todos los invitados, y no pude evitar ver su trasero.
¿Para qué miento? Puedo ser encantador pero tengo debilidades. Además de que yo estaba loco por esa mujer, esa mujer que me tiene en la zona de amistad y que quiero ayudar más que nada. Vaya vida.
En el patio habían mujeres hermosas, no lo negaré, pero no podía dejar de ver a la única chica, que para mí, es la más hermosa del lugar, pero ella estaba en brazos de Thomas, y se miraba feliz. Con la única diferencia, que internamente ella sufría.
Vine porque es el día especial de Sam, vine porque no le puedo negar nada y sobre todo, porque quería ver con mis propios ojos como Thomas la trataba.
En pocas horas, noté cómo coqueteaba con otras chicas, tomaba a Sam bruscamente y apretaba su muñeca mientras ella se quejaba. Me tuve que contener varias veces para no irle a romper el rostro, pero de la nada se convertía en el hombre perfecto junto a ella y ella sonreía. ¿Qué podía hacer ahí?
Nada, nada. Porque era el mejor amigo y era su tiempo, su proceso. Debo respetarlo y velar de una forma por ella.
—¿No quieres ir a un lugar más privado? —noté a la chica que tenía a mi lado, estaba en mis piernas y acariciaba mi brazo. Noté la mirada de Sam sobre nosotros y suspiré.
No podía esperar toda la vida, tenía que disfrutarla, tenía que dejarme llevar. O por lo menos tratar de olvidarla.
—¿Por qué no? —le sonreí con coquetería y ella me jaló dentro de la casa. Yo la seguí y cuando me senté, ella entró al baño a mi lado y atacó mis labios. Ella no perdió el tiempo y empezó desvestirme, como yo quitarle ese bikini negro y dejarla completamente expuesta. Me dejé llevar, imaginando que esa despampanante rubia con un cuerpo de infarto, fuera esa piel sedosa y negra, que tenía manchas alrededor de su cuerpo que enloquecía cada parte de mí.
La besé y la hice mía, descargando sentimientos encontrados que trataba de suprimir para no volver a salir lastimado. No hubo besos, no perdí el tiempo, lo hice rápido y quería acabar. Me sentía la mayor mierda porque hacer esto, por no saberse controlar.
* * *
Eran casi las cinco de la tarde cuando noté que Sam no había aparecido desde hace un rato. Como yo ya me iba, entré a su casa para irme a despedir cuando oí gritos en la planta de arriba. Subí lo más rápido que pude y cuando subí el último eslabón, no pude evitar arrepentirme de mi decisión. Ahí estaba Sam tirada a media sala llorando, tenía un moretón en su espalda color morado y sus piernas con heridas, como si alguien la hubiera golpeado. Traté de acercarme, pero ahí estaba Thomas mirándome con odio.
—Vete Devon, por favor —susurró Sam desde el suelo, ella tenía una mirada de terror, temblaba y apenas tenía fuerzas para levantarse. Yo apreté mis puños, quería golpearlo y no me iba a contener, no, ya no.
—Quisiera insultarte, pero ni eso mereces un pedazo de mierda —me acerqué a él como fiera y empecé a golpearlo como me enseñaron. No quería volver a hacer el Devon violento pero esto me sobrepasaba, la mujer que amaba y me importaba, estaba siendo golpeada en frente de mis narices y no lo iba a permitir—. Hijo de puta, voy a llamar a la policía y te irás preso. ¿Me entiendes pedazo de malparido?
Estaba lleno de furia, solo podía golpearlo. No me podía controlar.
Lo dejé tirado en el suelo, sangrando y con una costilla rota. Yo sólo tenía el labio partido, podía escuchar los gritos de Sam y cuando quería seguir golpeándolo, alguien me separó de él. Traté de separarme y llegar a Samantha, pero ella ni me observó y se arrodilló donde estaba Thomas y lloraba desconsoladamente.
Y entonces comprendí... crucé la línea. Ella seguía allí con él y eso me partía el corazón.
No sabía qué hacer, no sabía cómo ayudarla a escapar de este infierno.
* * *
No me emborraché, tampoco destruí todo a mi paso, ni siquiera me permití llorar. Sólo fui donde mis mejores amigos y descargué todo lo que sentía. Admití por primera vez en voz alta que Samantha me gustaba, que no había otra mujer en mi mente.
Ella lo prefirió y eso dolía como mil demonios. Quería ir a la policía y denunciarlo, pero si Sam no daba el primer paso, todo quedaría al aire. Sí ella lo defendió, ella negaría que él abusa de ella. No quería entrometerme pero tampoco podía quedarme de brazos cruzados. ¿Qué debía de hacer?
No quiero verla apagarse, quiero verla crecer fuerte. Me duele saber que está allí, que no puedo hacer nada al respecto. Ella no es la única y no será la última, eso es lo más jodido de todo.
Maldita sea el momento en que mi corazón decidió enamorarse por segunda vez, y maldita sea la vez que mi corazón la escogió a ella y no soy correspondido. Jodido corazón que no me hace olvidar, jodido corazón que ama sin pensar. Jodido amor de mierda, te maldigo hoy por no hacerme entrar en razón, por dejarme vulnerable y esperando algo que probablemente jamás pasará.
Yo la amaba, era su amigo y aún así no podía protegerla. Jodida mierda.
Ella dio su elección. ¿Por qué no fue conmigo? Yo sólo quería defenderla, darle el lugar que le corresponde y hacerla sentir la hermosa mujer que es. No podía obligarla a enamorarse de mí. ¿Cómo lo haría? No soy lo que merece, aspiro mucho a que ella me note y me ame de la misma forma en que lo hago yo. El corazón no elige, porque probablemente no estaría en esta situación.
Grité, grité en la oscuridad de la noche. Callé y guardé mis comentarios.
Pero al final de la noche, pude saber que siempre tendría a mis mejores amigos, que además vendría un nuevo ahijado en camino, como siempre lo supuse, que mis mejores amigos eran felices y sí ellos tuvieron la oportunidad de ser felices con las mujeres que aman, yo también la tendría. Tal vez, si algún día mi corazón y mi mente no le hagan caso a mi miedo y defensas. Sebastian tuvo su segunda oportunidad, yo también la tendría. Y este maltrecho corazón, por fin podría amar para ser correspondido.
N/A 2022: Si conoces a alguien que está siendo violentado o abusado, avócate con alguien preparado del tema en tu país. Busca protocolos de seguridad y ayuda a esa persona. Siempre necesitaremos a esa persona que nos de la mano y la valentía para salir de la violencia familiar. Sean fuertes, apoyemos y empaticemos. Siempre es bueno ir a buscar información en nuestras comunidades así sabremos como apoyar y ayudar a poner nuestro granito de arena.
Ni una más, eso siempre debemos de recordar.
Con amor, Bry.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro