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VIII

Capítulo 8.

Madrid, España. 21 de diciembre de 2016.

—Chocolate.

—¡No! Nada de ello, me saldrá un grano y en la agencia me van a matar. Tengo suficiente con que critiquen mi piel, no saldré con un gran grano como el de Hannah Montana —reí a carcajadas con ella y le tendí mi helado—. No Dev, no lo comeré.

—Vamos Sam, solo una probada, o —acerqué más el helado de chocolate a su cara y ella se alejó riendo.

—No, Dev... ¡No! —empecé hacerle cosquillas y ella se retorcía mientras me indicaba que parara. Pero no podía, me gustaba su risa, me gustaba que volviera a ser esa mejor amiga, esa chica con la que puedo reír y no avergonzarme de mostrar mis heridas. Me gustaba pasar tiempo con ella y hacerla sonreír. Me encantaba ser nosotros dos, siendo nosotros sin camuflaje. Eramos dos almas genuinas, disfrutando del ahora sin presiones y con una facilidad de abrir el corazón y hablar por horas.

Más cuando a veces pareciera no tener amor propio y me escondiera las cosas que más la lastiman, pero todos los humanos tenemos diferentes procesos y yo respetaré el suyo. Debo estar atento, debo buscar e investigar cómo ayudarla. No sé como decirle si alguien abusaba de ella... no tenía ni idea porque no quería alejarla de mí.

—Vamos... abre la boquita —abría mi boca como si un niño se tratare y el helado en forma de avioncito, ella cerró con fuerza sus labios y negó varias veces, provocando que su pelo me obstaculizara para que pudiera ver obsevara su rostro. ¿Por qué era tan hermosa?

—A veces eres tan insoportable —ella frunció su ceño y aproveché para manchar su nariz de helado—. ¡Devon! — ella rió y yo también con ella.

—Anda, que con grano o sin grano. Eres hermosa —ella se sonrojó y besó mi mejilla.

—¿Te han dicho que eres un adulador? —me encogí de hombros y le dediqué una mirada seductora.

—Muchas veces.

—No podía pedir un mejor amigo mejor —ella sonrió y algo dentro de mí se revolucionó.

Era una sensación totalmente diferente y mi corazón empezó a palpitar continuamente y sus palabras se repetían una y otra, y otra vez en mi cabeza.

Su mejor amigo.

Amigo...

Acaso esto era la famosa y odiada ¿Friendzone?

Pero ¡Alto! ¿Cómo puedo pensar eso? Pues éramos amigos ¿No? Yo no siento nada por ella y ella obviamente me ve como un amigo, nada más. No hay nada más que hablar.

Y aún cuando quería convencerme de eso, no podía parar de pensar en sus palabras y darle vuelta al asunto. Una cosa era que yo lo pensara, y otra cosa muy diferente a escucharlo de sus labios. Porque se volvía real. Seguí pensando y le dediqué una sonrisa, pero mis pensamientos estaban perdidos.

No me podía permitir sentir algo más que amistad.

No podía ver a Samantha como algo más. La quería pero...

Lo nuestro consistía en amistad... y sólo amistad.

Maldición, que sea eso y no otro corazón robado.

—¿Devon? ¿Devon? —la mano de Samantha se agitaba en mi rostro y parpadeé varias veces, alejando cualquier pensamiento relacionado con...

Oh mierda, no puedo enamorarme de mi amiga. ¡Está prohibido! Más cuando ella piensa en otro y yo, yo solo soy su mejor amigo.

¡No Devon! Ya aprendiste tu lección, no de nuevo.

—Lo siento es que estaba... —en eso veo una chica rubia pasar junto a nosotros y la analizo de pies a cabeza. Pero que belleza...

¿Pero qué estaba pensando?

No me puede gustar Samantha, yo sigo siendo Devon, a Devon le gustan las mujeres y ninguna otra me puede volver a idiotizar.

—Vale, ya entendí... te gustó la rubia —chasqueó la lengua y Sam subió sus cejas de arriba abajo.

—Puede que sí, pero hoy no salí para conseguir una aventura, hoy salí con mi mejor amiga —la apreté contra mi cuerpo y apache sus mejillas tiernamente, ella rió un poco.

—Mejor dame un poco de helado que se te está derritiendo —me arrebató el helado y la miré mientras se lo comía.

¿Y cómo privarse de la comida? Ella ya es delgada y hermosa, no importa lo que come y si sube de peso o no, ella seguirá siendo la misma Sam y al diablo con lo que no pueda ver esas hermosas cualidades que tiene ella. Encima no solo es hermosa, tiene un corazón precioso y es la mujer más lista que he conocido. ¿Sabían que había estudiado matemática pura? Ella es perfecta.

Era como Alessandra, esa niña, la niña que alegró cada día de mi kínder, primaria... ella era bellísima, y no importaba como la juzgaban, su sonrisa y corazón la hacían la mejor chica que conocí. El físico no importa ni nos agrega valor, lo que importa es quienes somos por dentro. Isabella es preciosa pero es una mierda de persona. Lo más atractivo de alguien es la genuinidad de la sonrisa, la transparencia de la mirada y un corazón tan abierto dispuesto a entregar y amar. Eso era atractivo. Nuestro corazón era nuestro mayor valor.

Nunca podría olvidarla, donde quiera que ella esté.

—Un poco celosa. ¿No crees? Eh, Sam.

—Ya cállate, mira que nos está viendo —giré un poco mi rostro y le guiñé el ojo a la chica, que me miró detenidamente y me hizo un ademán para que me acercara a ella.

—Oh santos cielos —eso era algo que admiraba de Sam, nunca decía malas palabras. Ella si podría cuidar de mi hermosa niña Emma sin pagar un euro o a mis otros hermosos ahijados—. He presenciado el encanto de Devon Rodrigo Acosta —casi lo grito y reservamos muchas miradas de varias personas. Ella abrió los ojos como platos y trató de esconderse tras sus gafas, pero teníamos miradas sobre nosotros, las teníamos.

¿Por qué tengo que ser tan malditamente atractivo? Por dentro y por fuera.

Oh, oh.

Aquí vienen las fans.

—¡Oh Dios! Soy tu fan. ¿Me firmas mi camiseta? —Un niño se acercó a mí. Era rubio y tenía unos ojos verdes—. No puedo creer que seas tú. Yo te admito y de grande quiero ser como tú —no pude evitar reír y ver como los ojos del niño desprendían un brillo. Amaba a los niños, más cuando ellos tenían el sueño de convertirse en el mejor futbolista. Y no puedo dejar de ilusionarme con ellos y pensar que tal vez ellos serán los futuros futbolistas que mis hijos admirarán. Porque yo hace años estaba como ellos, no tenía mucho dinero; más que las ganas de aprender, un viejo balón y a mi familia, era todo lo que podía desear y heme aquí, años después, con balones de oro, y de los jugadores más requeridos. La mayoría de jugadores que admiraba, su vida no era tanto de admirar pero yo quería cambiar para que me vieran como buen jugador y una buena persona. Quería ser ese modelo para ellos.

Lo sueños si se podían realizar.

—¿Y cómo te llamas campeón? —él me pasó un marcador que le dio su padre y se dio la espalda para que le firmara su camiseta azul.

—Soy Elder y... y... yo ¡No puedo creerlo! Eres lo máximo Devon —terminé el autógrafo, con una pequeña dedicatoria y le di un abrazo.

—Tú también pequeño. Nunca dejes de soñar. ¿Vale? Que si eres perseverante, constante y tienes clara tu meta, lo vas a lograr. Pero eso sí, que la pasión quede plasmado en cada paso que des y así querido amigo, lograrás llegar tan alto como ninguno otro —despeiné su cabello y lo abracé fuertemente, para que luego se fuera con una sonrisa en su rostro—. Y tal vez, cuando crezcas, estemos jugando en la misma cancha.

—Vaya, no creí que fueras un encanto con los niños —achiné mis ojos y sonreí.

—¿Qué te digo? El encanto Devon no solo es con las mujeres, si no con cualquiera preciosa —le guiño un ojo—. Y eso que no me has visto con mis ahijados, Emma es mi tesorito, Melody es mi rayito de luz, Eva es mi preciosa y Theo, mi doble. Pero conociendo a mi mejor amigo y a su mujer, me hace que pronto vendrá el nuevo integrante, lo presiento — reí un poco, amaba a los niños y más adelante, tal vez adopte, no me quiero quedar solo, además sé que hay varios niños en el mundo buscando un hogar y yo quisiera proporcionarlos. Nunca me he cerrado a la idea de tener un hijo, me hacía ilusión.

— Tienes un corazón muy puro Devon, me lo acabas de comprobar —colocó su mano encima de la mía y le dio un leve apretón, yo me sonrojé por mi parte y la quité poco a poco. Ella me hacía sonrojar, ella sacaba lo mejor de mí.

Mi mente fue divagando hasta que una chica joven se acerca a nosotros y me pide una foto.

—Pues claro preciosa —ella sonrió y sacó su teléfono para sacarnos la foto cuando.

—¡Aléjate de él!

No le bastó con lo de Internet, ahora viene y me jode este grandioso día.

* * *

—No puedo creer que la hayas golpeado —Samantha se sentó en la encimera e hizo una mueca. Aún cuando amé el puñetazo que Sam le proporcionó a Isabella, ella había salido lastimada en el proceso. Fui en busca del botiquín y empecé a sanar el corte en su mejilla y acaricié su mano por sus nudillos. Ella creyéndose una boxeadora profesional—. Quítate tu chaqueta, hace calor y necesito vendar tu mano —ella negó y se paró abruptamente de su lugar.

—¡Se hace tarde joder, me matará! —quitó su mano de la mía como si quemara y me miró con nerviosismo en sus ojos. Había miedo en su mirada, de nuevo. Su voz se quebrantó.

—Sam...

—Te quiero Dev y te defendí porque esa maldita bruja no tiene derecho a buscarte de nuevo luego que te lastimara, y te alejara de quienes más te apoyan. Pero me tengo que ir —toqué su hombro pero ella se alejó rápidamente, ocasionando que unos sartenes se cayeran a su paso. Salió tan deprisa que no me dejó hablar.

Ahí estaba de nuevo ella, ocultando cosas que cada vez eran más evidentes. ¿Cómo podía ayudarla?

Y porque la aprecio, no me rendiré hasta ayudarla. Necesitaba ayudarla porque sus ojos me lo suplicaban. Ella quería ayuda, aunque no lo gritaba. Sus ojos lo pedían, pero aún no estaba lista. Esperaría por ella, no dejaría que nada le pasara.

Madrid, España. 22 de diciembre 2016.

Y aquí estaba con mis mejores amigos, comiendo de su nevera y desahogándome como una chica de quince años que ha tenido su primer amor. Vaya sensible que a veces me ponía.

Y no era el único, mi mejor amigo hace menos de un año perdió al amor de su vida y eso ha de doler una mierda, pero por su hija él es cada vez más fuerte, eso y que acaba de conocer a una mujer... hace unos días pero eso no quita el hecho que no la pueda sacar de su mente.

Y no, no tenía diecisiete años, bueno, casi. Pero ella no se había apartado de su mente, más cuando es la chica que le devolvió el libro de Blake. Vaya "casualidad".

Gabriela estaba con el cielo, que es Marilyn, en la sala de juegos y Daniel y Sebastian me escuchaban pero por accidente se me salió una mala palabra.

—Me quedaré pobre con esa nueva regla de euro por palabra—saqué de mi billetera un billete de diez euros y lo tendí sobre la mesa. Porque vamos, los niños se habían ido porque había acabado la cena y era imposible desahogarse sin que mi boca fuera después lavada con cloro, según Gabriela—. Los di por adelantado...

»Zorra, desgraciada, maldita, sin vergüenza ¡Me da igual el vocabulario! Todavía me quedan cuatro palabras por decir.

—Serían tres porque ya van siete—señaló Daniel con insuficiencia y lo fulminé con la mirada, ahora se daba de culto.

—Vete al... No, no mereces un euro. Ni ella. ¡Joder! Es una vil sin corazón, tan vil como... como... ¿qué puede ser más vil que Cruela de Vil? Porque ella asesinaba cachorros.

Bufé y me despeiné mi cabellera. Daniel y Sebastian me miraban atentos y comprensivos. Estaba siendo un inmaduro.

Los tres hemos sufrido amores, no de la misma manera pero nos comprendemos.

—Te quedan dos, aún cuando solo has dicho insultos y no malas palabras.

—Me tiene hasta el coñazo, si eso. Agh, que me he vuelto un caballero y ya no se me ocurre como insultarla —Ambos se rieron de mí y tenía que admitir que estaba exagerando todo—. ¿Qué debo hacer? Me enojé bastante cuando empujó a una fan que solo quería una foto y se puso celosa de mi mejor amiga. ¡Y se cree con el derecho de reclamarme como suyo!

—¿Y por qué le estás dando la atención que no se merece? —me cuestionó Daniel.

— Nunca entenderé a las mujeres o tal vez yo tengo la mala suerte de no encontrar al amor de mi vida. Quisiera que todos fueran como...

Sí claro, como Daniel tiene a una mujer ardiente, buena madre y que lo adora con su vida, no pasa la desgracia de enamorarse de mujeres como Isabella. ¿Y Sebastian? Es el hombre más tierno y amable que puedas conocer, nadie en su sano juicio quisiera lastimarlo, además, tiene un bebé. ¡Las mujeres aman a los bebés!

Si hay damas pero todas huyen de mí y se me presentan aquellas que buscan dinero, fama o sexo.

—Así como Samantha—suspiró y lo miramos interrogantes—. Es la chica que todo hombre necesita pero pocos encuentran, desgraciadamente tiene dueño y prefiero ser amigo porque ella merece algo mejor.

Ambos me miraron sin comprender y suspiré.

Vamos Samantha, no te involucres más en mis pensamientos, o ahí sí, tendremos problemas. Debo ser tu soporte, la persona en quien confíes y acudes cuando estés lista.

* * *

Devon: ¿Te encuentras bien Sam?

Miré la hora de su última conexión y fue cuando me salió en línea, luego me indicaba que me estaba hablando, y esos tres puntos fueron los más largos de mi corta e inexperta vida...

Samantha: Aléjate de ella o te verás en problemas, no la mereces y jamás lo harás. No trates de hacerte el niño bueno y este mensaje, nunca existió. Espero que no haya segunda advertencia. No quisiera que Sam pagara las consecuencias.

Y luego el mensaje se borró. 

N/A 2022: wow, esta historia la estaba haciendo cuando terminé la secundaria y el colegio, y ahora estoy terminando mi carrera universitaria. Ahora todos hemos crecido. 

Nota especial: esta historia abordará la violencia que viven muchas víctimas en sus propios hogares. Espero sensibilidad, y comprensión. Muchas veces no entenderemos porque las víctimas no denuncian pero quiero crear un espacio seguro para que cualquiera de mis lectoras que sufra violencia, denuncie cuando se sienta preparadas. Quiero un espacio seguro para todas. En que puedan expresarse y tomar las fuerzas para tomar la decisión y denunciar. 

Capitulo dedicado a:@@perfect_disaster1 y @@mariimrtnz 

Los lovea con todo su corazón latiendo por mil, Bry.


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