IV
Capítulo 4
Nueva York, Estados Unidos. 17 de febrero 2014.
—Devon... para —reí y negué, Isabella trataba de escaparse de mis brazos, pero la arrinconé en la cama, contra mi pecho. Sostuve su cadera con mis manos mientras le dejaba caricias, ella se retorcía por las cosquillas y besé su cuello repetidas veces.
—No, no te dejaré ir esta noche —ella acarició mis rizos y besó la punta de mi nariz.
—Eres insaciable Devon. Pero debo ir a esa fiesta —trató de levantarse pero la volví a jalar a mi pecho.
—Puedo acompañarte si quieres.
—Pensé que odiabas que nos vieran juntos porque no querías que nos asociaran como pareja—ella hizo comillas y besé sus labios. Se miraba molesta por eso pero yo solo le volví a besar para alejarla de cualquier inseguridad. ¿Sí quería algo más? Sí, pero quería ir lento, no quería apresurar las cosas. Íbamos demasiado rápido y no quería... salir lastimado.
Quiero a Isabella, de eso estaba seguro. .
Más que compañeros de cama, somos buenos amigos. Vaya etiqueta.
—Viaje a Nueva York para pasar tiempo contigo. ¿Eso no te dice algo Isabella Aldana? —ella se sonrojó
—Dijiste que somos amigos... —murmuró cerca de mi boca mientras con su dedo índice acariciaba mi labio inferior. Lo mordí y chupé cuando llegó su dedo a mi boca.
Si algo aprendí en este mes, es que Isabella es muy sensual y eso me encanta. Una mujer que se derrite en tus brazos pero que también ella sabrá llevarte a las estrellas. Era atrapante.
—Los amigos no se acuestan todos los días... los amigos no se besan... los amigos no...
—¿Entonces qué somos Devon? —ella sonrió emocionada y vi un brillo en sus ojos. Conecté su mirada con la mía y mordí mi labio. Mi respuesta podría cambiarlo todo para nosotros, y aterraba. Era planear el futuro, como algo más que sexo.
¿Podría?
¿Podría darle más de lo que yo estaba dispuesto a dar?
Ninguna chica me había hecho sentir tan pasional como cuando estoy con Isabella, ella me da chispa, brillo y una aventura que quiero explorar.
Tenía bastante miedo, pero podía dar un poco de mí e intentarlo. Después de todo, Isabella no es capaz de dañar a nadie, eso mismo lo he descubierto yo.
Puede que las revistas le den mala fama, pero también me la dan a mí. No puedo juzgarla y ella me ha demostrado ser risueña, tierna, alegre y muy empática con las personas. Ambos hemos estado con muchas personas, yo incluso he tenido experiencia con algunos hombres. Eso no nos hace menos merecedores de amor, solo no nos habíamos arriesgado a abrir el corazón o no estábamos listos para soltar nuestra libertad y nuestra soltería.
—¿Necesitamos una etiqueta Isabella?
Noté un poco de desilusión en sus ojos pero volvió a sonreírle. Tal vez debía dar pequeños pasos para no dañar esto que se estaba empezando a formar y me encantaba.
—Yo creo que no —yo me incorporé un poco y la jalé para levantarla. Ella se sentó entre mis piernas y jugó con sus manos.
—Iré a prepararte comida —le di un pequeño beso en su frente y ella enrollo sus piernas en mi cadera.
—Pero que sea vegetariano —me apuntó con el dedo—. No quiero una de esas cosas que preparas —hizo una mueca y reí.
—Internamente, amas esos sándwiches sin gluten —le sonreí picarón—. Como a quien los prepara —elevé las cejas repetidamente y ella empujó mi cara con su mano.
Quería hacerse la asqueada, pero era más fácil hacerla reír.
—Eres todo un mundo Devon —ella acarició mi rostro—. Pero mejor prepárame granola —palmeó mi cachete y se levantó, dejándome verla totalmente desnuda, con todos esos lunares que me enloquecen. Su cintura era pequeña pero me perdía siempre en ellas.
—Eres una tentación entera, Isabella —ella hizo su cabello para atrás, dejándome verla por delante. Sus pechos eran ideales, para ser una modelo, tiene buenos atributos que me encanta tocar, cabe recalcar.
—¿Me pagarás de castigo?
—Tal vez. Serán tus labios con los míos, en una suave caricia —ella se inclinó en la cama y me dejó un beso, para luego alejarse al baño de la habitación. Me quedé viéndola como idiota, hasta que dejé de verla.
¿Qué me estás haciendo Isabella?
Si el Devon de hace meses me viera, seguramente se estuviera burlando fuertemente, este no es el Devon que decía tener miedo a los compromisos, no, al contrario, este es el Devon que poco a poco está dejándose caer por una mujer, y voluntariamente. Sin pensarlo, solo actuando.
Daniel y Sebastian cayeron por mujeres fantásticas que los hacen felices y fieles, sobre todo fieles. Porque nunca he visto a Daniel y Sebastian mirar a otras mujeres, y si lo hacen, los mato, porque ellas son mis mejores amigas. Es más, hasta Daniel ya tiene una hija de tres años, y hace poco dos gemelos; se mueve rápido el cabrón, ha de tener una vida muy activa...
Aunque debería enseñarle que es un condón.
Sé que hasta ellos han tenido bajos en su relación, solo miren lo que pasó en el dos mil once, eso fue un golpe tan bajo que vi llorar a mi mejor amigo por primera vez, con un corazón roto pero las ganas de luchar por un amor, que tal vez, en ese momento, parecía absurdo. Pero mírenlo nada más, tiene una hermosa familia a la cual ama y protege y Sebastian, luchó desde el primer instante que conoció a Blake.
Yo quiero algo así.
Deseo algo así
Madrid, España. 11 de marzo 2014.
—¿Estás nervioso Devon? —asentí sonrojado y cogí la mano de Isabella. Ella estaba viéndose en el espejo y terminando de maquillarse. ¿Por qué lo hace? Es una belleza. Ella tenía un vestido anaranjado escotado, que dejaba ver todo los lunares de su escote. No quería bajar del carro y solo dedicarme a besar esos lunares que me vuelven loco.
Tenía que ser honesto, no éramos amigos, ni solo sexo. Porque me quedaba en la noche con ella y nos besábamos cariñosamente como si fuésemos novios. No era oficial, pero ninguno de los dos nos atrevíamos a decir que éramos pareja. Éramos exclusivos, sentíamos atracción y una conexión que no pudimos ignorar. Habían sentimientos, solo quedaba ver quien se doblega primero y lo admitía.
—Eres la primera que les presento a mis amigos... —le sonreí y ella acarició mi mejilla.
—Sabes muy bien que no tienes que...
—No Isabella... quiero hacerlo. Eres importante para mí, no solo la chica con la que me acuesto, eres más que eso y quiero más que eso —ella se quitó el cinturón de seguridad y se sentó en mis piernas. Mis manos acariciaban sus piernas tonificadas y le sonreí. No sé si estoy enamorado, pero si esto era estarlo, me encantaba la idea si era con ella. Era feliz.
Mi mente había divagado mucho, había dudado hasta de mí.
Ahora con ella, no existía otra chica; nadie me parecía más atractiva o cautivante, que ella. En las pasarelas que la acompañaban, solo tenía ojos para la rubia. Se robó muchas noches en que me dejaba de insomnio y miles de mensajes que eran directos para ella.
Sí, teníamos sexo la mayor parte que nos mirábamos, casi nunca salimos. Pero eso no evitaba que nos conociéramos a profundidad.
La idea de tomar su mano cuando salimos, o besarnos en público, compartir con ella una cena, decirle que es mía y compartir más tiempo con ella, no suena tan mal. Pero solo estaba dispuesto con ella... ella era quien había derrumbado toda mi corazonada.
—¿Estás dispuesto a más? —asentí.
Después de todo, quien no arriesga no gana. Y si fallaba, aprendería de mis errores pero no podía permitirme no sentir algo por ella, simplemente no. Estaba listo para tirarme con los ojos cerrados a ese vacío del amor Eros. Me hace feliz y sería un completo imbécil si niego mis sentimientos y un completo idiota por dejar a esta increíble chica. Tenía que atreverme, por ella y por mí, también me estaba dando una oportunidad de llenar ese vacío en mi pecho, sentir por fin que podía ser amado de corazón, sin esperar nada a cambio. Con esas palabras, abrí mi corazón y quedé vulnerable a ella, le di mi corazón. Solo ella era capaz de destruirme en ese instante. La miré con ojos de amor y acaricié su mejilla. Todo con ella, arriesgarme y amar.
Estaba seguro que había encontrado a una chica que valía la pena luchar y enamorarse. Porque estaba enamorado. ¿De qué servía ocultarlo?
Mis miedos por un momento se esfumaron, todas las críticas de las revistas se esfumaron y también el dolor interno.
La pregunta era si Isabella también estaba dispuesta a dar más de ella.
Porque ambos somos similares, nunca estuvo entre nuestros planes el amor y llenábamos ese vacío en los lugares incorrectos. Un día donde nos abrimos completamente, me contó cómo la dejaron plantada en el altar, dejando atrás todas sus aspiraciones a ser amada.
Tres malditos meses a su lado, y no me quería apartar de ella.
—Yo si estoy dispuesto. ¿Y tú? —ella me sonrió emocionada y llenó mi rostro de besos.
—No tengo miedo a los compromisos, Devon, más si es con este ardiente y divertido hombre —ella bajó del auto, se acomodó el vestido y me guiñó un ojo. Me miré en el espejo y noté labial en todo mi rostro, me limpié y bajé del auto junto a ella.
—Ven, vamos —ella cogió mi mano y entramos a la casa de Daniel.
Joder, esto ya va en serio. Esto era oficial.
* * *
Estaba en la cocina mientras preparaba uno de mis panes. Chimichurri, tocino, papas fritas, mostaza un poco de... (no sé qué sea eso pero lo pondré), sentí unos brazos envolverme y besos en mi hombro.
—¿Necesitas ayuda? —me giré y la pegué a mí, dejándola contra el mesón.
—Ya iré enseguida. ¿Te estás divirtiendo? —asintió.
—Blake me da miedo —reí. ¿Miedo, Blake? ¿Se pueden poner esas dos palabras en una oración? Si era la persona más dulce del mundo.
—Pero ella es un amor de persona.
—Me dio una lista de cómo tratarte... hasta incluso me interrogó—solté una carcajada—. Gabriela fue más pasiva, me dio la bienvenida pero me dijo que si llegaba a lastimarte, quitaría cada mechón de mi pelo, auch —hizo una mueca graciosa a la cual yo besé rápidamente.
No esperaba menos, Blake y Gabriela son mis mejores amigas, como mis hermanas. Obviamente haría algo como ello. Me protegerían.
Lo que me sorprendió, fue el cariño que tuvo Melody desde el inicio con Isabella, incluso jugaron a las muñecas.
Algo que noté de Isabella, es que ama a los niños.
¿Ven lo que digo?
Ella es soñada. No esperé encontrar el amor, pero lo encontré y estaba enamorado. Daba miedo decirlo en voz alta pero mi corazón se salía del pecho cada vez que tenía a Isabella en mis brazos. Me sentía bien... me sentía fuerte.
—Tranquila, ellos saben lo feliz que me haces. Les encontrarás como a mi me encantas.
—También Melody dijo algo como Tío Loco se tira gases cuando toma gaseosa, eso es realmente asqueroso—volvió hacer esa mueca y toqué su labio, dejándolo entreabierto y con mis ganas de besarla.
—Yo solo me tiro gases cuando estoy haciendo competencias con mis amigos, por favor—me hice el ofendido y ella soltó una risa llena de asco—. Yo—me señalé—, soy un caballero —ella se acurrucó en mis brazos y me dio un beso mientras reía—. Además de que estoy muy seguro que no sientes nada de asco cuando me tocas, menos cuando estoy desnudo a tu lado.
—Me encanta Devon, tú, tu cuerpo, tus brazos, tu encanto y sonrisas.
—¿Sabes? Odiaba la idea de enamorarme, porque vi a mi padre sufrir porque mi madre lo engañó, me despaché con varias mujeres creyendo que nunca iba a encontrar a alguien que me correspondiera el sentimiento. Huí hasta que encontré el final y estabas tú.
—Devon... no tienes que... yo sé que eso aún te duele.
—Quiero hacerlo Isabella, aceptaste estar a mi lado y no sabes lo feliz que eso me hace —ella me sonrió con ternura y acarició mi mejilla.
—Prometo no defraudarte.
Su respiración estaba tranquila, la abracé a mí y sonreí.
Se sentía bien. Se sentía lo correcto. Estar enamorado se sentía correcto cuando era con la persona correcta.
* * *
Había llevado de regreso a Isabella al aeropuerto, mañana tenía una sesión fotográfica en París, y yo regresé con mis amigos.
—¿No es increíble? —me dejé caer en el sofá, con los pies en las piernas de Blake y mi cabeza en la de Sebastian.
—No sé pero siento que ya creció mi niño —dijo Gabriela haciendo un extraño puchero mientras besaba a Daniel—. ¿No crees mi amor? Devon se está enamorando —y se volvieron a besar, hice una mueca de asco, a este paso, al cuarto van a parar concediendo a su siguiente hijo. Yo les dije, este par, no pierde el tiempo y no quita sus manos encima.
—Eres mi mejor amigo Dev, y no mentiré. Algo en ella me trae desconfianza, pero es porque te veo como un hermano y no quiero que nadie te lastime. Si eres feliz con ella, yo lo soy—ella despeinó mis rizos y sonreí achinando los ojos.
—¿Sabes Sebastian? Alguien hace unos meses dijo que enamorarse es como idiotizarse —dijo Daniel viéndome divertido, al fin se despegaba de su mujer.
Bueno, no le culpo, Gabriela es una mujer llena de vida, sensual y sobre todo, fuerte ante cualquier obstáculo.
—Es cierto, y es como estar prisionero de por vida —a ambos los fulminé con la mirada, no me simpatizaban que usaran mis palabras en mi contra. Odiaba los te lo dije de ellos, porque siempre tenían razón.
—Los odio —les tiré un cojín a ambos—. Pero ya en serio. ¿Qué opinan de ella? Porque mierda y más mierda, me gusta mucho —sonreí como idiota y miré el techo—. No he visto a otra mujer desde que la conocí, creo que me quedé atrapado en el cielo. Pero no me importa estar rodeado de todas esas constelaciones.
Sonreí recordando como esos lunares me enloquecen de pies a cabeza. Más cuando ella parece muy gustosa que saboreé su cuerpo.
—Creo que lo hemos perdido.
—Y no quiero que me busquen —sonreí.
Merecía ser feliz, lo merecía.
—Tío Loco le gusta Bell —empezó a canturrear Melody mientras se tiraba encima de mí y la abracé.
—Claro mi niña, es una mujer maravillosa. ¿No crees? —ella asintió frenéticamente.
—Y es linda... y tú lindo.
Reí por su inocencia, porque más allá del físico, este corazón está poco a poco conquistado. Irremediablemente.
Me encantaba.
25 de mayo 2014. París, Francia.
15:04...
Era la quinta vez que miraba la hora aburrido. Estaba esperando a Isabella para que saliera de su sesión de fotos, no nos habíamos visto desde hace mucho y para ser sincero, la extraño. Aún cuando la última vez que nos vimos, estábamos peleados.
Tener una relación es mucho más difícil, porque involucra sacrificios y tiempo para ambos. Ambos llevábamos profesiones que involucran tiempo y viajes. Ambos entendíamos nuestros horarios, sabía que sería difícil pero lo lograríamos.
Había peleas desde que ella quería cambiar cosas de mi, como mis miedos a perderla que me hacía cometer idioteces, muy a menudo.
No sé qué nos pasa últimamente, al principio, todo era pura química, varios besos y muchas confesiones. Parecía que al final ella cedía y yo también, pero todo cambió cuando salió un artículo en la prensa donde jodía todo. Ella mostró sus defensas, yo también lo hice y se alejó un poco de mí, pero heme aquí, esperándola para darle una sorpresa. Ambos debemos dejar de tener miedo, siempre habrá problemas pero juntos debemos solucionarlo. Hemos cambiado.
No soy el novio perfecto, ella sería mi primera novia. Porque eso somos ¿No?
No tengo experiencia pero quiero hacerle ver que yo estoy dispuesto a que esto funcione, porque me gusta mucho, demasiado, y me empiezo asustar pero no me hace retroceder, solo me motiva a seguir adelante.
Así que le traje flores y un costosísimo regalo, los cuales ella ama y exige. Y no soy quien para negárselo, ella merece todo.
—¿Necesita algo? —veo a la mujer de baja estatura, que tenía su pelo negro recogido en una cola y con un uniforme de seguridad. Llevaba aproximadamente una hora esperando aquí, de plano que me miró cara de un pervertido o loco acosador. ¿Estoy en problemas?
—Yo... espero a mi novia —sonrío—. Ya sabe, cuando uno comete un error muy fuerte, debe hacer algo muy lindo y no soy material para un buen novio. Hasta asusta. ¿Sabe? Ella es increíble y me da miedo cagarla aún más... y no sé porque divago. Estoy nervioso. ¿Estoy sudando oficial? Porque siento que si no sale... entraré por ella.
La oficial rió un poco y negó con la cabeza divertida.
Yo miré al cielo... sal Isabella... por favor.
Y como si el cielo reconociera mi súplica, iba saliendo Isabella sonriente, con una bata alrededor de su cuerpo y su cabello recogido en una cola. Mierda, quiero quitarle esa bata.
¡Alto Devon! Primero se dulce, luego experimentaras esas grandiosas reconciliaciones que todos presumen.
—¿Devon? —di un paso hacia adelante y la oficial se interpuso en mi camino, Isabella le hizo una seña y me dejó pasar. Yo le sonreí y corrí para darle un abrazo.
—Dime que ya no estás enojada porque yo ya no lo estoy... perdón por desconfiar y comportarme así pero es que no puedo... yo no sé cómo actuar. Soy un idiota, lo admito —cogí su rostro entre mis manos y ella solo sonrió cabizbaja.
—No lo estoy... solo enojada conmigo misma—susurró y acarició mis manos, ella me dio una sonrisa ladeada y la refugié en mis brazos—. Gracias por venir hasta aquí. Porque me comporté como una genuina perra contigo, fui injusta e irracional.. lo siento Dev.
—Creo que ambos no somos buenos en esto, ambos debemos cambiar y saber que para que esto funcione, debemos dar y no esperar solo recibir—ella hizo una pequeña mueca, la cual besé sus apetitosos labios—. Aprender a confiar pero no me quejo de las reconciliaciones—ella rió y yo la pegué a mi cuerpo.
Estábamos iniciando, debíamos aprender muchas cosas, como comunicarnos, confiar y abrirnos. No debemos dejar que nuestras defensas hablen por nosotros, o nos dañaremos y destruiremos este sentimiento que ha ido floreciendo.
—Solo tengo unos calzoncillos Calvin Klein y un crop top —oh mierda y más mierda. Eso sí me puso caliente y ardiente por ella.
Ella sabe cómo tenerme, con volverme loco y quererla cada día más.
* * *
—¿Quieres qué pida pizza? —Isabella hizo una mueca de espanto—. Vale... vale... iré por comida vegetariana —me levanté de la cama y busqué mis bóxers que deben de estar en un lado de la habitación. Isabella aún estaba en la cama mientras me miraba. Y como soy un buen Devon, complaceré a mi chica y comeré esa comida espantosa, solo si ella me come después. Conozco esa mirada y me gusta lo que me está insinuando.
—¿Sabes lo mucho que me encantas? —yo negué.
—Ilumíname preciosa —me incliné para besar su vientre, hace unas horas después de tener las manos inquietas, empecé a unir sus lunares para crear constelaciones.
Era idiota decir que bajarías las estrellas por una chica, porque yo, estaba dispuesto a crear constelaciones por ella.
Mierda, amo mi lado poético. Debería dedicarme a crear frases tan románticas como para ponerlas en los libros. Eso sí sería original.
—Que todo de ti, me enloquece, completamente —reí un poco y ella acarició mi cabello—. Hasta odio que tengas mejor cabello que yo —reí a carcajadas limpias y le besé su cuello varias veces para hacerla reír—. Anda, vete que tengo hambre, luego te como yo a ti —me pellizcó el trasero y le miré fascinado.
—Estás un poco loca, mujer. Pero así te quiero —ella me miró con confusión, era la primera vez que lo decía. Yo solo la besé, cogí mi camisa y me terminé de desvestir, para luego ya irme a comprar comida.
No quería escuchar su respuesta ahora, teníamos todo el tiempo del mundo luego.
* * *
Regresé al hotel un poco cansado porque bien idiota yo que dejé mi teléfono y no tenía un mapa para regresar. Pero una señorita se mostró bastante cordial en ayudarme. Y como todo caballero, pensé en la chica que tenía en la habitación y solo le agradecí cordialmente.
¿Ven cómo se me va lo imbécil por estar con una chica?
Debo darme dos palmaditas, lo estoy haciendo bien.
Llegué al ascensor mientras tarareaba una canción que odiaba pero era tan pegadiza, la escuché en ese lugar caro y todo bohemio en el que me mandó Isabella para comprar la comida.
Habitación 367.
Cuando llegué al piso de la habitación de Isabella, se oían unos gritos desde el elevador, estaban hablando en inglés y aquí vaya que estaba funcionando mi inglés para enterarme del chisme. Vaya, creo que alguien no está pasando buena luna de miel...
—Eres una maldita zorra. ¿Lo sabes? Sí, te dejé en el altar y me siento el peor hombre del mundo porque te dejé ir... pero tú me traicionaste con varios hombres cuando quise enmendar mi error—auch, eso debe de doler. Yo pensé como se ha de sentir ese hombre, tal vez como mi padre...
—No puedes enmendar nada, yo estoy con él y lo quiero a él.
Alejé cualquier pensamiento de mi mente, nada podía arruinar el día de hoy.
Tenía a Isabella de nuevo. Y quería hacer las cosas, y sabía que si me seguía atormentando en el pasado, iba a desconfiar y la cagaría de nuevo. Debo confiar en ella, debo aprender a abrirme y decirle que la quiero más seguido. debo afirmar lo que siento por ella.
A este punto, estaba de rodillas ante ella.
»No lo quieres, deja el teatro. Porque cuando tu querido novio no te devolvió el te quiero, estabas en mi puerta desesperada para que follaramos. Lo estás usando para olvidarme y vaya mierda que si me pusiste celoso estando con él, eres una —madre mía, ese vocabulario no es apto para tratar a una dama, digo, pueden ser jodidas algunas mujeres pero tampoco es echarle la culpa a la pobre madre. Estaba fuerte todo—. Pero te sigo amando, tanto que duele que te hayas revolcado con él donde hace horas volvimos hacer el amor... deja de mentirte a ti misma. Me amas, me lo has dicho y sigues cayendo a mi. Nuestro destino es volver a nuestros brazos.
Joder, no debo ser tan metiche en esto pero es que está mejor que la novela que me pone a ver Sebastian. Esta mujer está con dos hombres
—Bien, sí te sigo amando y te necesito y me jodiste cuando me dejaste plantada. Quería que te arrepientas de dejarme ir imbécil. No volveré a ti....
—Y aún así estás mojada porque te toco... porque tu cuerpo aún me desea —escuché un jadeo y abrí la boca sorprendido. Que incomodo sería salir de aquí y que me vean que los estuve espiando en su conversación.
—Bien, sí te sigo amando y te necesito y me jodiste cuando me dejaste plantada. Quería que te arrepientas de dejarme ir imbécil. No volveré —y volvió a soltar otro gemido.
—Cásate conmigo, por favor. Te necesito y tú me necesitas, él jamás te dará lo que necesitas. Jamás te amará, te dañará, y sobre todo, es un don nadie
—Bésame —y entonces reconocí su voz, ya era muy tarde cuando di un paso más y la vi, vi a Isabella en brazos de otro hombre, la vi besando a lo que ella dice que es el hombre que ella necesita y ama.
Solté la bolsa donde tenía toda la comida.
No, no... ella no podía haberme hecho eso... ella era dulce...
Ella estaba dispuesta a darlo todo... o eso me hizo creer que podía existir un futuro. Y sin embargo estaba en sus brazos, había estado con él horas antes de reconciliarnos. Ella regresó con él, con el pedazo de mierda que la abandonó en el altar.
Le había abierto todo mi corazón, hasta incluso me desnudé emocionalmente a ella, contándole la vida de mierda a la que me enfrenté y porque tenía miedo de enamorarme, hasta incluso antes de irme le dije que la quería. Ella prometió no defraudar. ¿Y qué hizo? Ella me utilizó... y de la peor manera. Porque nunca se enamoró, su corazón ya estaba con otro y me mentía mientras amaba a otro y pensaba en él. No fui suficiente para ella, como mi padre no era suficiente para mi madre.
Todo fue una mentira.
Ninguna de sus palabras fueron ciertas, nada de lo que vivimos fue real...
Mierda y más mierda. Le dije que la quería. Había dejado caer mis barreras, la busqué y le rogué... lo hice por amor.
Sentía coraje... impotencia, pero sobre todo, me sentía humillado. Ella... ella me había utilizado... yo fui su despecho, yo...
Llegué hasta donde estaba ella y jalé el cuerpo del hombre que la estaba sujetando por sus muslos, lo estampé contra la pared y le pegué un puñetazo dejándolo caer. La ira me había nublado mi juicio totalmente, me sentía desgarrado por dentro. Como si mi corazón empezara a desintegrarse poco a poco.
Y me sentía estúpido porque tenía la esperanza que me escogiera y me dijera que todo esto era una broma.
Porque no solo tenía ya un jodido corazón, no, le entregué ese corazón jodido en las manos de alguien que solo logró quebrarlo más, no dejando una grieta, no, lo dejó roto y lo desechó...
El hombre me miró sorprendido e Isabella rasguñaba mi brazo mientras me pedía que lo soltara a gritos desesperados, sus sollozos pasaron a segundo plano cuando me aventé al hombre a golpes, descargando toda mi ira, porque yo me había enamorado.
Yo estaba dispuesto a dar más. ¿Y qué pasó?
Caí como idiota.
Justo a lo que tenía miedo. Estoy en el lugar que evité estar. Me aventé al precipicio y la caída a la realidad fue lo peor. Yo tenía razón, no estaba diseñado para amar. Nunca debía abrir mi corazón. Estaba bien antes.
Duele una mierda.
—Maldito imbécil —el hombre tomó mis segundos de despiste para estamparme su puño en mi nariz, de ella empezó a salir un líquido—. Vaya, así que tú eres el otro. Enhorabuena, gracias por cuidarla. Pero ya llegó el hombre de verdad.
Era rubio, alto, fornido, tenía unos ojos mieles intimidantes y era fácil saber que me sacaba más de una cabeza, tenía muchos tatuajes en sus brazos y me miraba con desprecio y diversión.
—Devon... —miré a Isabella, como ingenuo, creí que me elegiría sobre él. Pero no fue así, —bajé la cabeza y miré un anillo que descansaba en su mano.
Sentí unas lágrimas acumularse en mis ojos, pero las retuve. No iba a llorar, no las merecía.
Porque una amargura estaba empezando a creer. Por un momento me sentí bipolar cuando comencé a reír. ¿Cómo no me vi venir antes esto? ¿Me cegué? ¿Bajé la guardia?
Y es que tenía razón, tal vez el amor no fue creado para mí. Era la clara prueba de la vida. Todos siempre me verán como el imbécil de las revistas, el hombre para pasar el rato y no para enamorarse.
Y no es que me haya puesto los cuernos, no, yo fui la rata de laboratorio que ella usó para poner celoso a otro hombre.
Yo era la segunda opción, o bueno, nunca fue su opción. Y duele maldita sea.
—Espero tengas un feliz matrimonio —me levanté con la poca dignidad que aún me quedaba.
No quería ni regresar a la habitación por mi teléfono. No quería volverla a ver.
—Lo siento Devon. Lo intenté y si me gustaste y lo pasé bien pero jamás llegaríamos a algo porque tú nunca serás lo que yo espero ni lo que ninguna mujer querrá. Estás creado de heridas y pedazos rotos, yo merezco algo mejor y eso no eres tú, no fuiste creado para el amor. Solo mira a tu madre y —podía si quería, dañarme con su veneno, pero no iba a tolerar que mencionara a mi madre. No aguanté que de su sucia boca, hablara de mi madre. Ella cometió sus errores, pero se arrepintió e Isabella no es la mitad de mujer de lo que es mi madre.
Solté una cachetada a su mejilla.
Todo el pasillo se quedó en silencio y vi mi mano, también su mejilla, que estaba roja.
Ella me miró con los ojos cristalizados, yo traté de acercarme pero ella se alejó de mí.
No... no... yo no soy violento. Nunca he lastimado a una mujer yo... yo le pegué.
Y lo peor de todo, me odiaba por eso. Me había cegado de la ira y el despecho que respondí ante violencia.
—Vete —dijo firme.
Y me dolió más, porque jugó conmigo, sí. Pero es la mujer de la cual yo me enamoré y la había lastimado. La violencia no es la respuesta pero fue tan instintivo que me dio miedo de lo que podía hacer cuando estaba enojado. Y no sé qué dolía más, del hecho de que ella me despedazó por completo o porque yo la había herido.
Miré de nuevo mi mano y como palpitaba...
Yo le pegué a una mujer...
Era un monstruo.
No... no... esto no debe ser real... ella no puede ser la misma Isabella por la cual enloquecí, no es la misma. Quiero rehusarme, pero este dolor se siente tan real como la gran cachetada que le pegué. Todo se miró tan genuino, tan real. O era una buena actriz o yo fui un imbécil por no darme cuenta antes.
Tal vez tenga razón, no fui creado para ser amor. Viví en una burbuja, porque nadie me va a amar.
Puede que me haya lastimado, pero no tenía derecho a levantarle la mano.
No fuiste creado para amar.
No eres lo que yo busco.
Yo merezco algo mejor...
Es un fracasado...
Todo se repetía como eco en mi interior, destrozando todo a su paso, recargando mi mente con un nuevo concepto de mí... abriendo viejas heridas y creando nuevas cicatrices...
Cicatrices que poco a poco se vuelven atormentando mi interior.
Entonces volví a ser el mismo Devon indefenso que leía la carta de su madre una y otra vez, el mismo Devon que vio a su padre autodestruirse por una mujer...
El mismo Devon que especulaba las revistas, porque después de todo, no había otro. Soy el hombre de una noche, no con el que pasarías toda una vida.
No... no...
No quería volverme a perder.
Entonces deje de sentir, todo a mi alrededor se volvió gris. Isabella trató de entrar a la habitación pero la detuve.
—Yo pague está habitación, así que será mejor que tú, te vayas. Al contrario de ti, yo sí que lo intenté. Eres una puta y te arrepentirás de usarme.
Y cerré la puerta en su cara, sin hablar, tal y como ella lo hizo.
Duele...
Duele...
Quema desde mi interior, dejando cenizas en lo que en un momento, consideré que podía ser un nuevo inicio. Mire de nuevo mi mano con terror. Jamás, pero jamás, volveré a responder con furia, por más que me lastime, yo no lo haré.
Con Isabella aprendí dos cosas, es fácil enamorarse del concepto de ser aceptado por otra persona, a tal punto que es fácil engañarte y romper tu corazón: y sobre todo, que al final, nadie tiene expectativas sobre mi.
Lloré como un niño. Nunca pero nunca debí abrir mi corazón. Nunca debí creer que ella sería diferente. Todas son iguales.
N/A 2022: Aclaración porque he visto mucha insensibilidad en los comentarios y falta de empatía. Podemos odiar a Isabella y estar de acuerdo de lo que ella hizo está mal. El golpe de Devon no está bien, muchas veces por el enojo reaccionamos y no pensamos. Ninguna violencia está bien, ni de mujer a hombre ni de hombre a mujer. Son muchas personas ya víctimas de la violencia, y por más que alguien nos dañe, aunque creamos que la persona se lo merece, no es así. Busquemos crear un ambiente de cero tolerancia a la violencia. Hay que aprender a controlarnos y saber manejar nuestro enojo. En fin.
Capítulo dedicado a : @renatamagana y @viviliz11
Las lovea, Bry.
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