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II

Capítulo 2.

Madrid, España. 23 de diciembre, 2008.

Ahora era oficial, formaba parte del equipo del Real Madrid. Era hilarante, nunca pensé llegar tan lejos. Al principio cuando un cazatalentos me fue a ver y me dijo que tenía la oportunidad de mi vida, no creí que iba a escalar tan rápido, fui reclutado para un equipo que he admirado desde niño. Llegué hace dos años a Madrid, pero empecé jugando en segunda categoría, hasta que el Sevilla me contrató... de ser el novato a la nueva revelación. Jugué tan bien que me calificaron como el diamante en bruto. Y desde ahí muchos equipos me llegaban con propuestas exorbitantes con contratos de varios ceros. No me lo podía creer porque, bueno, siempre soñé con jugar en Boca Junior porque era el equipo que siempre miraba con mi papá, pero que el mismísimo Real Madrid me quisiera contratar, vaya. Pasé de ser un chico pobre, a tener un contrato de dieciocho millones de euros al año. Sin contar que eso ha llamado la atención de varias... mujeres. Las mujeres son mi talón de aquiles.

—Bienvenido al equipo Devon, sé que harás grandes proezas.

—Gracias por reclutarme señor, no lo defraudaré —e internamente estoy celebrando porque jugaré con futbolistas que he admirado. Llámalo casualidad o destino, pero me sentía en casa. Papá, lo habíamos logrado, te llevo en mi corazón y en cada gol, tu sonrisa y gritos de apoyo me acompañan. Tu fuiste el primero en confiar en mí, en motivarme, y ahora estoy donde ambos soñamos.

Al entrar al equipo, el primero que me habló fue un tal Casillas, no el portero, era otro chico como yo. Creo que ese pibe me caerá bien. Es uno de los más jóvenes del equipo conmigo y ese chico... el alemán serio... ¡El Berkeley!

Todo esto, era un sueño.

Madrid, España. 9 de enero, 2009.

Nunca fui fan de Brasil, pero ahora tenía que compartir cancha con Marcelo y Kaká... Son increíbles.

Era mi primer entrenamiento, era uno de los más chicos de todos y tenía que mostrar todo lo que podía. A pesar de ser novato, daba la talla y estaba preparado. Ayer llamé a mi hermana, le deseo suerte. Ella cree en mí. Mamá me envió la primera camisola de mi padre, la primera que el pudo comprar y era mi amuleto de la suerte.

Yo creo en mí, mi familia creía en mí.

—Primer día, ah —miré a mi izquierda y era ese chico. El otro Casillas, no el portero, si no el defensa.

—Sí, soy Devon —sonreí como siempre lo hago. Estos años en España me he dado cuenta de lo carismático que puedo ser, algunas chicas lo llaman encantador.

—Soy Daniel —me devolvió la sonrisa y me señaló a un chico que estaba platicando con otros—. Ese es Sebastian —le hizo unas señas y el chico, antes mencionado, vino a nuestro lado.

—Seb, este es Devon —el chico me devolvió el saludo. Y por lo que supe, era un año menor que yo y Daniel.

Casualidades que recibiéramos casi al mismo tiempo el contrato. No, claro que no. No creía en las causalidades.

—Algo me dice que nosotros tres, seremos buenos amigos —les dije a ambos. Todos teníamos personalidades opuestas, Daniel era introvertido, Sebastian era amable y muy reservado y yo era una bomba explosiva de palabras.

Y no pude acertar de mejor manera. Conforme iba pasando el tiempo, nosotros afirmamos nuestra amistad. Y éramos tan diferentes que no solo hacíamos buen equipo en la cancha y progresamos como uno de los mejores en poco tiempo, si no éramos un buen equipo en la vida real. Yo como él que los animaba a hacer cosas que nunca imaginaron, como ellos me enseñaron lecciones de vida, más de las que ya tenía aprendidas. Sebastián era prudente, Daniel muy sabio. Nos complementamos con facilidad.

Los tres teníamos problemas, éramos de distintos lugares, pero eso no evitó que fuéramos como hermanos. Y entre las agujas del reloj seguía su curso, esto solo estaba por empezar.

Mónaco, Monte Carlo. 30 de mayo 2010.

—Así que eres el galán del año —Sebastian me pasó una revista donde estaba yo de portada. Abrí la página donde estaba mi artículo y era lo mismo de siempre. Un chico rebelde, mujeriego y en busca de diversión. Y más mierda, pura pantalla. Luego uno que otro comentario de mis récords en el fútbol... y más conquistas mías.

Se podría decir que era una verdad a medias, camuflada o de mentiras convenientes.

No soy como me muestran en la revista. Si me gusta salir de fiesta, también suelo cometer idioteces pero de las bromas inocentes, también me encantan las mujeres y odio los compromisos. Pero no soy el idiota que utiliza a las chicas, ni he jugado con ellas. Siempre he sido directo en lo que quiero, no quiero ilusionarme porque sé que la ilusión puede ser más doloroso que el propio amor. Que no seas un hombre de una mujer, no te hace un cretino, según las revistas. Porque yo no quiero repetir ningún error del pasado, tampoco amargarme por errores ajenos. Eso no significa que uno de mis mayores miedos, es enamorarme y caer por una mujer, porque he visto al hombre que más admiro en este mundo caer por una, y la caída fue dolorosa. No quiero que la historia se repita y prefiero aislarme, a poder crear una ilusión y caer de picada. El amor duele y decepciona, y no sé si estoy listo para aquello.

Soy joven y tengo mucho por delante.

¿Se logra sanar? Sí, pero es cuestión de tiempo.

No todas las mujeres son viles, interesadas y engañosas pero prefiero ser precavido a ser lastimado. Por eso, a veces tienes que ser más inteligente e incluso engañarte a ti mismo, con alguien que realmente no eres. Sexo sin compromiso, huir sin mirar atrás.

Solo un año para darme a conocer mundialmente, un año para aparecer en las revistas de farándula, un año para que sea ya nominado como los más ardientes del mundo y también un imbécil.

Muchos dicen que tengo encanto y es difícil resistirse, yo le llamo suerte. Lo bueno de todo esto, es que no se meten en mi vida personal, ni hostigan a mi familia, pueden inventar miles de cosas de mí y la verdad es que prefiero que me ataquen a mí, y no las personas que amo. Porque el día que se lleguen a meter con mi familia, ese día me conocerán.

—¿Qué te digo? Ser como yo se nace, no se hace.

Y puede que sea un poco egocéntrico, solo un poco.

Oí una risa y vi a Blake, ella estaba tomada de la mano de Sebastian. Ella me agradaba demasiado, era dulce y tierna, perfecta para Sebastian. Y es mi mejor amiga, la única mujer a la que es inmune a mis encantos, bueno, menos cuando logré que ella probara mis deliciosos panes de comida variada. ¿Ven lo que digo? Es un amor de persona.

—Eres increíble Devon, nunca cambies el concepto de ti—besó mi mejilla sonoramente y me abrazó—. Nunca dejes que las críticas cambien quien realmente eres, no eres el santo pero tampoco el diablo. Eres complejo, como todos, y no te pueden culpar por el dote de carisma que se te otorgó ni por lo guapo que eres; lástima que yo estoy irrevocablemente enamorada del hombre que hace latir mi corazón cada día, más rápido— ella me miró como sintiendo pena y le guiñé un ojo; vi a mi mejor amigo gruñir. Reí a carcajadas, amaba molestar a Sebastian, porque su única debilidad era la mujer que tenía a su lado.

Recuerdo que después de unos meses de conocerlo, supe que estaba arrebatadoramente enamorado, tanto que volvió por su chica para darle algo mejor. Por personas como ellos, es que creo en el amor. Y por otro lado, está la pareja perfecta que hace Daniel con Gabriela. ¿Qué les digo? Daniel no tiene otros ojos que no sean para ella y Gabriela ha sacado lo mejor de Daniel.

Soy fiel defensor del amor, porque lo veo en todos lados. Y da miedo ese sentimiento, porque cuando se empieza a sentir, se vuelve vulnerable, pero a la vez, nos hace más fuertes. Sé que el amor no se resume en el eros, el amor entre pareja, pasional y vivo; y el más peligroso y me da miedo experimentarlo por temor a un corazón roto. Hay otros poderosos, que lo siento y lo profeso, como el philia , un amor desinteresado y leal, que se alegra por las alegrías del otro, un amor solidario, un amor hacia el prójimo. También está el ágape, uno universal, puro e incondicional, sensible y da satisfacción por dar amor, incluso deja ir por amor, uno espiritual y difícil de describir. Y por último, el amor storgé, que se forja con aquellas personas a lo largo del tiempo, tomando un vínculo de compromiso con tus amigos y familia. Para mí, ese amor es el más perdurable e inquebrantable.

Por otro lado, Daniel era el típico amigo que me ayuda a seguir el camino correcto, aunque muchas otras veces, yo lo llevo al camino opuesto. Era sabio, precavido y muy analítico, nos ha salvado de muchos... ¿Cómo le digo yo? Cagadales al estilo Devon. Por lo cual, era fácil saber que existía una diferencia abismal entre los tres. Ellos dos han sentado cabeza y no les dio miedo aventurarse al amor a temprana edad. Yo... yo sigo buscando algo más en esta vida, aunque aún no he descifrado que es lo que exactamente es.

Los tres sabemos llevar nuestro balance.

—Eres la mejor Blake, gracias por tus palabras pero... Lo preferiste a él, me dueles Blake, me dueles —me hice el ofendido para molestar aún más a Sebe. Mi motivación de hoy, es sacar de las casillas a Sebastian. Sebastian me miró seriamente y solté una risa, sin que él lo previera, cogí su rostro entre mis manos y le di un gran beso en la boca y solté una risa junto a Blake ante la sorpresa del rostro de Sebastian.

—No te pongas celoso, yo te amo a ti cara de alfajor.

Sebastian me sonrió y me guiñó un ojo.

Los tres estábamos esperando a Daniel, teníamos que ir a una fiesta o ¿Era un festival? Era un evento y era el último día libre antes de que iniciara el mundial. No sé ustedes pero los argentinos patearemos el culo a los alemanes y españoles. Este era nuestro año.

La cosa es que llegaríamos tarde y Sebastian odia la impuntualidad. Maldito alemán.

—Y al fin, viene ahí —en las escaleras, Daniel bajaba de prisa mientras se arreglaba el corbatín. Fallo. Blake se lo tuvo que poner. Los tres éramos un desastre, pero esta mujer nos ponía en nuestro lugar.

—Te debo el cielo Blake —besó su mejilla y Sebastian se quejaba y la apartaba.

—Aléjate de mi novia —reímos por cómo arrugaba la nariz y Blake besó a Sebastian.

—Tranquilo hermano, mi hermosa novia ya estará allá esperando por mí — le guiñó el ojo.

Cuando íbamos saliendo del hotel, una mujer ya mayor de edad quería subir las escaleras y como soy un encanto de persona, fui a ayudarla.

—Perdóneme el atrevimiento pero no pude notar que esta hermosa mujer, necesita ayuda — le ofrecí mi brazo y le sonreí amablemente.

—Oh, pero qué jovencito tan lindo, tan caballero y guapo —reí y cogí su mano para llevarla a la puerta principal. Ella no desaprovechó besar mi mejilla y apretarla luego. Arrugué la nariz, hace años que no hacían eso.

—Fue un gusto ayudarle —le besé su mano y ella despeinó mis rizos. Lo bueno es que ni intenté peinarlos.

—El gusto fue mío jovencito —ella me sonrió como lo haría una abuela y entró al edificio. Pero antes, una chica rubia que pasaba por ahí me puso su número de teléfono en mi saco.

¿Ven? Las mujeres me aman. Sin siquiera intentarlo. Soy un imán y no me quejo. Me encanta la soltería.

—Nunca entenderé cómo logras encantarlas.

—¿Qué te digo? Soy encantador —les guiñé el ojo y abrí la puerta para Blake.

¿El secreto? El secreto es saber que a toda mujer le gustan los detalles. ¿Lo malo? Es que lo hacía sin siquiera intentarlo. Y a veces me dolía porque me dañaba a mí mismo.

Londres, Inglaterra. 15 de Septiembre 2011.

Latinas, australianas, gringas, británicas, europeas, pakistaníes, asiáticas... desde morenas, pelirrojas, rubias; bajitas o altas, de complexión delgada o no; desde las más inteligentes hasta las más deportistas y no importando la edad...

Muchas mujeres en el mundo, pero no me encontraba satisfecho, no me encontraba bien. Sentía un vacío en el pecho: era como buscar una aguja en un pajar. Me apartaba y no buscaba estabilidad por temor a ser dañado, pero en el proceso, yo mismo me lastimo. Me lastimo porque alejó sin razón justificada, y comparo donde no debo.

Pavor, miedo... todo se acumulaba en mi estomago. Quería sacarlo pero no estaba listo para enamorarme. Y me sentía una mierda de persona porque muchas mujeres salían llorando o esperaban más, a pesar de ser claro al principio.

Sí tan solo no tuviera miedo y lo superara. Tal vez, me hubiese atrevido a conocer a una mujer y estaría enamorado. Mis barreras estaban altas.

Las necesidades carnales eran fáciles de complacer. ¿Las del corazón? Esas quedan en el olvido, hasta llegar a pensar que no fuiste hecho para el amor.

¿Lo estoy?

Si tan solo dejara de pensar en sí podrían hacerme daño y me lanzaría al vacío para amar y abrir mi corazón.

¿Llegará alguien a verme por lo que realmente soy?

Si tan solo vieran quien soy... tal vez se decepcionarían.

"Y de nuevo Devon Rodrigo nos sorprende con su encanto. Ayer se le fue visto con una modelo..."

"¿Las morenas son ahora el tipo de nuestro querido y mujeriego, Devon Rodrigo?"

"¿Cuándo nos presentará una novia el chico que hace suspirar a todas?"

"Sebastian sentó cabeza con su novia, Daniel sale con una chica desde hace mucho. ¿Cuándo llegará el turno de Devon?"

"Las mujeres de Devon, conócelas solo aquí"

Suspiré y cerré la aplicación de noticias. Ni que mi vida personal fuera tan interesante. No les debería importar.

Quisiera amar sin salir lastimado en el proceso, pero no se puede amar sin sufrir.

Estaba un poco cansado, pero era lo que me tocaba afrontar.

Miré la cama donde estaba una chica recostada con su espalda desnuda, me levanté y me fui al barandal. ¿Podría amar?

¿Hasta cuándo pretendo seguir así?

¿Cuándo dejaría de buscar y huir?

Ayer había recibido una carta de mi hermana, por lo menos una mujer si tenía un buen concepto de mí. No buscaba mi fama... ni mi dinero, tampoco un polvo, solo me buscaba a mí, por quien era y por quién soy.

—Veo que te quedaste más del tiempo que esperaba —me giré y vi a la chica, era atractiva y hermosa, con curvas y un cuerpo voluminoso, lastimosamente, y por instinto de mis traumas, tenía ganas de ya no verla. ¿Y yo qué buscaba exactamente? Sentirme Devon, el hombre que especulan las revistas.

Cannes, Francia. 23 de mayo 2012.

Era ya un poco tarde y no encontraba por ningún lado a Sebastian o Daniel. Fui a la barra y pedí algo fuerte. Había bailado casi toda la noche y solo quería volver al hotel.

Este festival fue un poco más aburrido de lo que pensé.

—Veo que alguien ya está cansado —me giré para encontrarme a una morena de pelo largo rubio, unos ojos verdes como esmeralda, unas mejillas rosadas y redondas, un cuerpo de infarto y una sonrisa coqueta. Su rostro parecía el de un ángel, con una mirada tan cautivante y hermosamente seductora.

Soy fan del cuerpo femenino, también de las mujeres en general... pero ella tenía algo distinto. Dentro de mí, lo sabía. Debía dejar mis murallas, eso me gritaba mi parte racional, me gritaba que me alejara. Que no estaba preparado para ello. Era una zona peligrosa. La zona que siempre evitaba y huía cuando podía. Pero por una extraña razón, no me fui esta vez.

Yo era Devon, el mujeriego, el hombre de una noche. Quien te da placer, te manda las estrellas por una noche y jamás volverás a saber de él.

Sentí su mirada descaradamente por mi cuerpo. Tenía ya mi camisa arremangada y los músculos se ceñían a la camisa. Yo por mi parte miré la abertura de su espalda y noté varios lunares, mi cuerpo reaccionó ante ella. ¿Qué hombre en su sano juicio no? Era la sensualidad e inocencia personificada. Sentí una conexión, una química que crecía en nosotros.

—Tengo un poco más de energía —pedí otro trago más para la chica que me acompañaba y me apoyé en la barra. No podía dejar de mirarla, era tan hermosa. La comía con la mirada.

—¿Eres tan bueno como dicen que eres? —miré de reojo que nadie nos estuviera viendo y me incliné un poco más a ella, acariciando su brazo y también su clavícula, gesto que a ella le gustó porque sus vellos se erizaron. Le sonreí genuinamente, después de mucho tiempo lo hice. Y no solo para llevármela a la cama, quería conocerla...

Me atraía físicamente... pero había otra cosa. ¡Cuidado Devon! Buscar más allá de sus ojos hará que tus defensas bajen la guardia. Estás en terreno peligroso.

Fácil es hacerse ilusiones, pero aún más fácil elevarse y caer desde lo más alto.

—¿Para encantarte o para... —aparté un mechón de su pelo y la vi ruborizarse.

Mierda, era bellísima.

Tenía que conocerla, de todas las maneras posibles. Más cuando mis manos eran curiosas, esos ojos me invitaban a buscar en lo profundo de su alma, y sus labios, a besarlos toda la noche.

—Tienes talento —el chico de las bebidas nos dio los dos tragos y le di uno a ella.

—¿Sabré tu nombre?

—Será mejor que no —me besó la mejilla y se alejó, yo traté de seguirla pero era demasiado tarde. Ella desapareció entre la gente. Me quedé en medio del bar como un idiota, cerrando los ojos y tratando de recordar ese maldigo y bello rostro. El rostro que me dejaría en desvelo por las noches.

¿Pero cómo la deje ir? Aquí sí era un imbécil.

Una parte de mi, se alegro, porque no sabía las locuras que podía llegar a cometer. A veces podía llegar a ser impulsivo e irracional, muy pasional. La otra, solo ansiaba volverla a ver. Y sería mentiroso si digo que no. Quería hacer locuras.

Sonreí. Eso sí, me iba asegurar volverla a ver. Y como que me llamo Devon, que lo haré, y le mostraré quien realmente soy.

Wow, simplemente wow.

No quería temerle a nada más, la quería a ella... Quería mostrar quién era Devon y lo que podía dar, no solo una noche, si no también mi corazón.

Si hubo conexión, fue por algo. No iba a dejar que se me escapara de las manos.

Ella... Ella era especial. Lo supe desde el primer momento.

N/A 2022: Me he dado cuenta que Devon dice no enamorarse pero es un enamoradizo de primera.  Ahorita no hay muchos cambios, más adelante lo van a ver. 

Este capítulo va dedicado a @alexa-98 y @everythingcanhappen

Las loveo, Bry

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