Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXV

Capítulo 25.

"El silencio era el testigo de la saudade de mi alma. Agonía, dolor... sentimiento de pérdida por algo que tal vez nunca fue tuyo y que no volverá. Adiós por siempre, aunque aún no me quería despedir. El vacío reemplaza el deseo, y las noches de los te amos por gritos amargos. Corazón mío, te fuiste... de nuevo te he perdido. ¿Cuándo terminará el sufrimiento? Nada es para siempre y aún así, sigo encontrando pérdidas y adiós. No me pude despedir, no pude protegerte. 

Mi flor, mi esperanza, mi melodía, de nuevo fuiste apagada antes de venir a la luz y conocer a tu mamá.

Me lo habían arrebatado, volvía a estar atrapada, sin libertad ni decisión.

Si por mi fuera, daría mi vida por ti pero...

Te marchaste y dejaste el sentimiento de saudade, la nostalgia de perderlo todo.

No volverá... y eso que nunca te tuve.

Era remoto pero conservaba mi anhelo.

Cuantas veces intenté, tal vez esto no era para mí. Mi destino era amar pero no amarte a ti.

Un daño vibrante, un daño que marcaría. Quítame el pecho, arráncame el corazón, apaga este dolor. No quiero sentir. Sentir era recordarte, cuando aún estabas conmigo

Despiértame de esta pesadilla porque no me creo que ya no estás.

Mientras grito al cielo, tu nombre, incontables veces; recrimino hasta que ya no tenga voz. No me toques, no me consueles.

Lo hemos perdido... ahora no solo era mi pérdida. ¿Cuál era esta señal del destino? Hemos tomado todas las decisiones pero ninguna nos lleva a donde planeamos. ¿Era momento de rendirme? ¿Qué ampara a mi felicidad? ¿Era yo? ¿Y por qué te empeñas en arrebatarme lo que he creado?

Caí, me levanté y volví a caer.

Todas las veces que he caído, me he levantado, has tomado mi mano y he reposado. Ahora no quiero levantarme, quiero llorar en el suelo por horas. Quiero dejarme sentir, permitiéndome ser por primera vez humana y llorar. No quiero ser fuerte, quiero ser débil para sentir.

Quiero sentirme débil antes de renacer y que te vuelvas otro recuerdo.

No quería que fueras un recuerdo, te quería para siempre pero el para siempre es una fantasía.

No te pido rescate, quiero que llores conmigo, que también te permitas sentir. No fue mi pérdida, fue la tuya también. Deja de hacerte el fuerte, sé que lo que necesito y lo que necesito es qué sientas conmigo. Llora, grita... también te lo arrebataron.

No necesito tus brazos, ni tus lamentos. Necesito que sientas.

¡Siente! Por mí y por nosotros.

Nos levantaremos, estoy segura. Duele... a ti te duele, deja de decir perdón porque eso no nos devolverá lo que perdimos. Llora... por mí. Necesito saber que no solo yo siento esta opresión en el pecho.

Lo vamos a superar... vamos a recordar y vamos a luchar. Solo... unos días. Eso pido. Unos días para ser humana y no querer luchar, sentir que todo se hundirá y todo estará perdido. Quiero tocar fondo, unos días, antes de renacer a tu lado y seguir para vivir.

Lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo. No era una guerra, era una batalla contra el destino. ¿Ahora creo en él? No... pero no entenderé cómo llegué aquí. Sé que debo estar aquí ¿pero a qué costo?"

D A N I E L

—¡Solo dígame cómo está!

Mi corazón se detuvo cuando recibí la llamada de mi mamá, diciéndome que Gabriela estaba en el hospital.

El tiempo se detuvo, mandé todo a la mierda y rogué a quien esté en el cielo que proteja al amor de mi vida. El miedo de perderlo todo era horrible, era saber que cualquier circunstancia podría arrebatarte todo por lo que he luchado y añorado. No puedo dar por hecho nada en mi vida porque en un cerrar de ojos puedo perderlo  todo.

Saber que Gabriela me necesitaba y no estaba a su lado, me carcome por lo egoísta que fui. No debí separarme de ella, debí estar para ella. Celebrar y cuidarla. Ella era mi mundo, mi familia lo era. ¿Un trofeo? No sería nada si no tengo amor y no la tengo a ella..

Luché por llegar a ella, ahora debía luchar por ambos.

Me enloquecía no tener noticias de nada, que los doctores no nos dijeran nada. Sé que Gabriela cayó contra el pavimento, tenía sangre en las piernas y la trasladaron a emergencias. La ambulancia se tardó porque los fanáticos bloquearon las calles.

Mi corazón iba rápido, no podía respirar. Tenía ansiedad. No estaba llorando porque no era el momento.

—Daniel cálmate, debes ser paciente y creer que todo estará bien — mamá me sostuvo de los hombros y yo solo golpeé el mostrador frustrado. ¿Qué les costaba decirme si ella estaba bien?

Ella estaba en riesgo. Yo no podía hacer nada por ella, si pudiera cambiar de lugar con ella, lo haría.

Solo quería felicidad.

—Pero no me dicen nada y no quiero perderla mamá — y entonces en los brazos de mi madre, lloré como un bebé. Lloré por el miedo a perderla, a ella y a nuestro hijo. Lloré porque tenía metas e ilusiones que sentía que me las arrebataron y apagaron. Quería gritar tan fuerte y abrir cada puerta que me retenía para no estar con ella.

—Tranquilo amor, tranquilo — me abrazó y solo me aferré a ella llorando—. Gabriela es la mujer más fuerte, tú me lo has dicho. Estoy segura que está dando todo para que ella y el bebé estén bien. Confía Daniel, que el enojo no te nuble. Sé fuerte amor... se paciente.

Pero no podía serlo, la impotencia era más. Eran mis miedos controlándome, sin ser capaz de racionalizar ni encontrar soluciones. Era un bloqueo mental, un bloqueo que mi propio corazón activaba. No quería desilusionarme. Sabía que esto podía pasar... lo sabía pero me rehusaba a creerlo posible. 

Las mentiras que nos hacemos a nosotros mismos, las probabilidades que ignoramos y  la realidad donde constantemente huimos.

Pero respiré... después de contenerme y llorar.

Respiré y me dejé sentir tirando el suelo, orando a quien había olvidado, rogándole que no me abandonara, ni a mi, ni a Gabriela... ni nuestro futuro.

Y pasaron meses de llanto, dolor... incertidumbre.

* * *

Julio era el punto de verano, con el sol filtrándose como el umbral de nuestra habitación aunque con un vacío. Ella no salía, se refugiaba en la oscuridad, lloraba su nombre. Ella quería protegerte... queríamos protegerte. Era tu latido, aquello que nos mantenía de pie, recordándonos porque luchamos día con día.  Y lloraba en la serenidad, solo... porque no podía más.

Agosto se describe con angustia, una angustia del futuro, endulzada de la miel  palpable de perderte, con el miedo de despertar y ver la sábana roja entre sus piernas. Cita médica, reposo, cuidados especiales. Llorar abrazados en cama sin salir. El tercer lunes de agosto, fue la belleza de sentirte, la primera patada... allí nació algo más fuerte que el miedo, la esperanza.

Septiembre era contigo, un anhelo, un soplo de esperanza, eras tú porque nos recordabas que estabas con nosotros, que oías nuestra voz y dabas luz. Eres nuestra melodía, como le decía tu madre. Una esperanza en el alba, una expectativa en el atardecer. Eras nuestro inicio y te esperábamos.

Y con el otoño vino la belleza de la fuerza, porque ante todo pronóstico, crecías fuerte. Lloramos, porque luchabas con nosotros. No te rindes y allí te dejaste ver, supimos que serías nuestra hija. Nos recordabas con cada patada que estábamos tan cerca de verte y conocerte. Gracias por luchar, gracias por elegirnos como tus papás. Te haremos una promesa, te cuidaremos, te amaremos... no te dejaremos ir.

Eres fuerte, como tu mamá... yo no hago nada pero busco dar lo mejor de mi. Ambas lo merecen...

Ante todas las posibilidades, estás más cerca de nosotros y nosotros de ti. Las posibilidades nos hacían aterrizar ante la realidad, una realidad que cada vez se ve difusa porque sigues aquí y no te dejaremos ir. Eres un milagro y cada día nos lo recuerdas.

Pero ante toda tormenta, viene la serenidad, o de nuevo volvemos a la oscuridad.

Fue en noviembre cuando todo cambió.

Eran pocas opciones, una respuesta rápida. Lloramos, pedíamos más tiempo... sentíamos que la vida nos lo había arrebatado.

Éramos tan jóvenes para entender las vueltas de la vida, del destino incierto y gris que estaba por venir... antes de llegar al clímax de nuestra historia.

Este sería el punto de quiebre, no hay vuelta atrás.

* * *

—Ve —yo negué y me acosté a su lado, ella se negaba a acurrucarse a mi lado. Yo coloqué mi mano en su vientre, otra patada, Melody seguía pateando con fuerza, una fuerza que necesitaba que Gabriela la tenga.

—No volveré a jugar hasta que tú y nuestra hija estén bien. La última vez que puse mi trabajo sobre mi familia, paraste en un hospital y casi me muero Gabriela— mi voz se quebró. De tan solo recordar esa llamada, de cómo mi corazón se detuvo... morí por segundos. Jugar nunca será más importante que el amor, el amor que profeso a Gabriela y a mi hija. Ellas eran prioridad, la carrera del fútbol puede esperar.

—Estoy cansada... aburrida. Casi no salgo de casa y me siento asfixiada — ella se giró para hacerme frente y acariciar mi rostro—. Siento que mi alma me ha abandonado... y ni siquiera estoy bonita.

Suspiró y solo acaricié su rostro. Tenía ojeras, se miraba más delgada del rostro. Siempre usaba ropa deportiva, había días que no le gustaba bañarse. Odiaba tomar el sol, no le gustaba salir a caminar, se pasaba encerrada por horas y tenía miedo de ir al baño y perder a nuestra hija. Gabriela era otra mujer y lo entendía, tenía miedo de perder a Melody, tenía miedo de que la dejara.

Tenía pesadillas, lloraba y me pedía que me quedara con ella.

—Eres la mujer más hermosa del mundo — susurré y dejé un beso en su frente.

—No me siento hermosa — yo sonreí y entonces me acomodé a su lado para abrazarla y acariciar su vientre.

—Tu cuerpo necesita un respiro. ¿Sí? Estás haciendo todo el trabajo tu sola, estás formando a nuestra hija, cuidándola, alimentándose... protegiéndola del exterior. Luchas contra tu propio cuerpo para que ella esté bien. Por ello debo cuidarte mi amor porque somos un equipo. Sé que estás cansada, pero ya falta un mes... solo un mes más y la tendremos en brazos y todo estará bien — ella negó con lágrimas y fui limpiando lágrima por lágrima, acariciando su mejilla y dejando besos por su rostro.

—No me he bañado en tres días y apesto... no me beses — yo negué y solo me quedé viendo sus ojos cafés cristalizados. Me dolía verla decaída.

—Es normal con los cambios que tienes en tu cuerpo... si quieres te cargo y te doy un baño — ella pareció meditarlo y asintió lentamente.

—Gracias — yo le resté importancia y me levanté de la cámara para acomodarla a ella y levantarla en brazos. Parecía una niña buscando refugio, por el cual ella tuvo que luchar. Me abrazó por el cuello, se ocultó en mi pecho. Su cuerpo buscaba protección, buscaba protección para ambas y yo quería que se sintiera segura. Ella era una leona, capaz de cualquier cosa, de cuidarse pero también necesitaba una red de apoyo, y conmigo la tenía.

—No tienes que agradecer nada amor — la llevé al baño donde la dejé en la tina y empecé a llenarla. No le quité la ropa, sino hasta que estaba en la tina, ella se dejaba llevar mientras me miraba a los ojos. No despegué mi vista de ella y dejé un beso en sus labios.  Yo me quité mi camisa y mi pantalón, me metí con ella al baño.

En silencio la bañé, pasé el jabón por su cuerpo, acariciando su piel tan suave. Tenía su piel reventada, hacía unas olas continuas, entre rosa y beig, como pétalos envolviendo su hermosa piel.

Esta era nuestra intimidad, piel contra piel, pero en caricias sin tinta de segunda intención, con roces secretos y dulces, pausados y por infinitos.

Ella se dejó ir, confiando en mí. Le besé cuando terminé.

— Gracias — susurró bajo, yo levanté su mentón con mi mano, para sonreírle.

—¿Te he dicho lo hermosa que eres al sonreír? — y ella sonrió por primera vez, sin mentir y sin fingir.

—Te amo y perdón por... dejarme vencer —yo negué y me levanté con ella para abrazarla y que sintiera mi corazón, en cómo iba más rápido.

—No te has dejado vencer, esto ha sido demasiado para ti. Eres una luchadora, todo lo que haces, demuestra tu valentía —tomó dos largos respiros y me besó por primera vez, con iniciativa.

—No lo hubiese podido lograr sin ti... me diste esperanza Daniel porque... todos necesitan compartir el amor — acarició su vientre, nuestra hija volvió a patear con fuerza. Gabriela hizo una mueca pero volvió a sonreír. Yo fui por las toallas y la pasé alrededor de su cuerpo y la levanté en brazos.

—Puedo caminar...

—No... me gusta consentirte, y lo haré siempre que pueda mi amor.

Y eso era lo hermoso del amor, a veces permitirte ser vulnerable, dejarte caer en los brazos de quien amas y confiar que todo estará bien. Un día seré yo quien te reciba y la próxima vez yo me dejaré caer en ti. Era la fortaleza de dos almas buscando su camino, en dejarse guiar cuando estamos perdidos y tomar la iniciativa cuando nuestra otra parte nos necesita. Hoy estaré para ti, como cuando tu estas para mí. Si te amo es para siempre y porque quiero protegerte aunque sé que tú puedes. Renunciaste a tu libertad pero me demostraste que ambos tenemos alas para volar alto.


N/A. NAAAAA PERO QUE BELLO CAPÍTULO EH. AGARRENSE QUE VIENE EL DRAMA. BYE.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro