Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIX

Capítulo 19

21 de diciembre, 2009.

G A B R I E L A

"El final feliz no existe pero existe, pero llegamos a la ataraxia de una etapa de nuestras vidas. Liberamos y disfrutamos el momento, dándonos cuenta que somos felices pero que no será para siempre, sino efímero. Y de nuevo volvemos al bucle de encontrar el clímax y seguir luchando por tener esa felicidad constante. Habrán momentos de enojo, tristeza, angustia, temor o solo sin sentir nada... pero nada impide en volver a nuestra ataraxia una y otra vez, cada día, cada semana, cada mes... año o en cada cierto tiempo en nuestros pequeños infinitos.

Alguien alguna vez me dijo que el destino es de reencuentros y despedidas, no solo con las personas que nos acompañan a lo largo de nuestra corta vida, que probablemente hemos dicho un adiós para siempre sin darnos cuenta o, sin espera o con anhelo, nos volvemos a reencontrar. Pero también vamos y venimos sino con nosotros mismos. Nos transformamos, cambiamos, maduramos y extrañamos. Le decimos adiós a nuestro viejo ser, tal vez a una mala versión de nosotros mismos o tal vez no, o nos reencontramos con nuestro futuro, uno dulce o más amargo. Quiero extrañar lo bonito que he dejado; aprender de lo que pretendo olvidar porque nunca se olvida; quiero reencontrarme con mi niña interior y decirle que estaremos bien, que el futuro se ve brillante y si algo lo apaga, sabremos buscar encenderlo con más fuerza nuevamente".

Estábamos en casa, al fin.

Daniel había preparado una sorpresa en casa. Las luces de Navidad adornaban el balcón de nuestro cuarto, había hecho una pequeña cabaña hecha de almohadas y colchas. Habían flores y esencias. El cuadro era perfecto, sus brazos me rodeaban por atrás y sus labios posaron mi frente dejándome un pequeño beso.

-Sé que hemos pasado por mucho últimamente y necesitábamos un respiro... quiero que sientas que este es nuestro hogar y nuestro nuevo inicio. Que... a pesar que el mundo se viene a la mierda, volveremos tú y yo aquí, en nuestra intimidad, bajo este techo que nos guarda. Te amo Gabriela y he odiado verte llorar cada segundo, solo quiero que seas feliz y sepas que estaré para ti cuando más lo necesites. Te amo por cada segundo más y pase lo que pase, mis brazos estarán abiertos cuando decidas regresar a casa... a nuestro reencuentro- no me di cuenta en que minuto empecé a llorar.

Estas semanas han sido... una montaña rusa de emociones. El mundo me conoce, en mi estado más vulnerable, conoce mis miedos y mi historia pero ahora desde mi boca. Daniel había sido paciente, mi columna y el hombre perfecto.

Yo me giré para abrazarle y lograr verlo frente a frente. Su pelo caía por su rostro, tenía su barba de días y yo me dediqué a observarle por un largo rato; me dediqué a acariciar la línea de su mentón, sus labios y su nariz. Cada parte de él me fascinaba y me encendía... pero era su corazón y su calidez que me atraían a sus brazos cada día, cada noche a cada hora.

-Exactamente hoy hace tres años perdí a Melody y me perdí a mi misma. Estaba llegando a Madrid, con treinta libras en mi bolsillo, el collar de mi nonna, mi pasaporte y una pequeña libreta con fotos. Era todo lo que tenía... ahora te tengo, te tengo y tengo mi libertad - solté unas pequeñas lágrimas y tomé aire para decir lo siguiente -. No tengo miedo al futuro... ¿sabes? Me enfrenté a mi mayor miedo... a lo más oscuro de mí. Me perdoné en silencio por todo lo que he hecho y por no tener a mi Melody conmigo. Encontré paz, fortaleza y lograr encontrarme de nuevo. Me has cambiado la vida Daniel, me has amado incondicional y de forma imperfecta y solo así encontré lo que significaba el amor. El amor incondicional es cuando no hay nada que diga pero cuando amas de verdad, aun cuando ese pero sea el adiós eterno a quien tu corazón anhela. Tengo miedo de ese amor que te tengo pero no quiero perderlo, no quiero decir adiós; quiero escogerte cada día y volvernos a encontrar, buscar nuestro futuro y enfrentarlos a lo que nos pueda venir - Daniel cogió mi rostro entre sus manos, me miraba con amor, sus ojos solo estaban para mí.

Me estaba entregando nuevamente a Daniel, mostrándole cada parte de mí, me conocía mejor que nadie y me había visto rota. Me amó cuando estaba rota, me ayudó a reconstruirme y me ama incondicional. ¿Qué más puedo pedir?

-Dicen que el amor a primera vista es una fantasía... pero yo lo sentí. Te amé desde que te vi en la plaza San Ángel, cuando bailabas y te miraba transparente. Mi corazón se aceleró y mis pies me guiaban a ti. Gabriela desde ese momento te amé y cada vez que conozco algo nuevo de ti me hace recordar porque te escogí. Te amo con cada molécula y tengo miedo porque tu tienes el poder de mi corazón. Soy tuyo... como sé que tu eres mía- y Daniel lloró mientras me dedicaba un poema informal, que nace desde su corazón-. Nos entregamos uno al otro y sé que eres el amor de mi vida Gabriela... te lo he dicho y te lo volveré a decir, en cada escenario que imagino mi futuro estás tú y mis decisiones me llevaran para que eso se cumpla. Te amo.

Amar es tener miedo porque no hay nada que puedas hacer, solo confiar.

Estábamos confiando en nosotros. Se nos había escapado de la mano... todo era tan rápido e imperfecto que me encantaba

Enamorarse era tan crudo, te quita la energía y te la renueva.

-Ámame en este atardecer, haz encender mi piel en tus labios y no me sueltes en la noche. Hazme tuya Daniel... por horas pero sin sentir el tiempo. Hazme delirar y olvidarme de donde estamos y quienes somos. Quiero que seamos dos amantes buscándonos y quemándonos.

Y las luces se apagaron.

Dos almas encontrándose, creando fricción... ardor y un deseo incandescente. Fuego en tus labios, explosión de mi anhelo más frívolo. Frotarse entre dos lienzos, explorando la energía que emanaban de sus cuerpos. Unos labios en las llamas de su ser. Fue una eternidad, un robo al tiempo de dos amates volviéndose a enamorar.

Daniel besaba mi piel y ahí perdí la noción del tiempo.

El olor a rosa me inundaba, mis gemidos oscurecían nuestro atardecer.

Gemí su nombre... después de cinco veces dejé de contar.

D A N I E L

Y entre su alma y la mía, había un roce como el pétalo de una rosa, absorbiendo los deseos que ardían. Su respiración agitada, sus mejillas como un arrebol en la luz del sol en el pleno amanecer, rojo vibrante. Una complicidad en nuestra mirada, en los dedos curiosos de cada curva en caos. Me ensimismé en mis pensamientos, en como complacerte, buscar tu punto débil y llevarte conmigo. Tus gemidos con gentileza cubrían los roces de nuestras pieles, el continuo golpe de besarte y adorarte.

Le amaba de forma inexplicable y me hacía perder la cordura con sus labios. Había tomado su boca en un beso, la había atraído a mí, acariciando desesperado y buscando piel. El ambiente estaba frío, estábamos a cinco grados pero quería calor, quería encenderla, quería quemarla con mis dedos.

La recosté en la manta y con desespero le quité su ropa, capa por capa. Mientras quitaba su blusa, su pantalón, mis manos por instinto buscaban su piel, haciéndola estremecer. Gabriela tenía tres puntos débiles, su cuello, su ingle superior y sus pies. Gabriela tenía vello, solía no depilarse y cada vez se estremecía, erizando cada poro de su piel, y a mi me encantaba. Su piel era tersa. Cuando la tenía desuda, ella me separó con su pie, poniéndomelo en mi pecho y sonriéndome, yo acaricié sus piernas y no tardé en tenerla encima de mí y empezarme a quitar mi camisa. Besé su muslo, su vientre, su pecho, su cuello, acariciaba sus pechos que estaban erectos por el frío. Estaba en su braga azul celeste que me volvía loco.

Mi chaqueta, mi camisa... estaban junto a su ropa. Gabriela estaba desesperada, me quitó el cinturón y metió su mano bajo mi ropa interior. Hice mi cabeza hacía atrás... me había hechizado. Gabriela sabía tentarme.

Sus manos buscaban desesperadamente bajar mi pantalón, emitió un quejido de urgencia. Yo la tomé del cuello y le besé, tratándola de pegar a mi. Me quité el pantalón con su ayuda, y mi ropa interior. La pegué a mi, acaricié su muslo, besé su clavícula. Mis manos la exploraban, le acariciaba lentamente aunque su cuerpo pedía velocidad y que no perdiéramos el tiempo pero yo quería probar su paciencia. En un momento detuve mis caricias y ella se quejó.

Gabriela le gustaba los preliminares, le gustaba que le diera caricias y atención.

-Cierra tus ojos - salió como una orden, vi sus pupilas dilatarse, tenía su respiración agitada, sus labios hinchados, su pelo despeinado, estaba desnuda encima mío y me dediqué a adorarla con la mirada. Ella asintió y cerró sus ojos, yo la recosté sobre las mantas en el suelo, empecé a besar la punta de sus dedos, subiendo mis besos cada vez más entre sus piernas, explorando su feminidad. Abrí sus piernas, sin apuro... con el único objetivo de hacerle perder la cordura y su autocontrol.

Gimió... levantó la cadera buscando mi contacto. Arqueaba su espalda y mordía su labio inferior. Yo sonreí viéndole excitada. Besé el borde de su braga, Gabriela solo se aferró a mi espalda, acercándome más a ella, sus piernas buscaban con desesperación salir bajo mi cuerpo.

Toqué entre sus pliegues, estaba mojada y yo solo quería quitarle el pedazo de tela para entregarme a su merced. Sus piernas perdían el control al contraerse, no tenía apoyo... ella lo quería todo. Soplé... puse mi mano sobre su braga y echó la cabeza para atrás. Entonces me puse encima de ella abriendo sus piernas, la atraje a mi y me sincronicé con el movimiento de sus caderas.

Era un roce tentador... que la hacía derretirse bajo mi mirada.

-Hazlo... Daniel... ya - y entonces con mi manos le quité él último pedazo de tela para probar su sabor por un tiempo y hacerla mía bajo la luz de la luna llena. Ella me buscaba, sus manos me atraían, pedía en silencio que le hiciera el amor bajo la briza del invierno y las estrellas que nos rodeaban.

Era mi nombre en sus labios, mis manos aferrándome a ella. Le amaba. Nos movíamos, bailábamos como dos deseos. El tiempo paró, nos envidió por hacerle saber que cuando estábamos juntos, era lo único que importaba.

Mi deseo sucumbió a sus peticiones, a su voz, a su piel...

Nuestros cuerpos se hicieron uno y una conexión tan fuerte e intachable.

G A B R I E L A

Daniel era la clase de hombre que buscaba mi placer antes que él suyo, sabía lo que me gustaba y me hacía sentir especial. Mi lenguaje de amor también es el físico aunque lo reprimí por mucho tiempo. Daniel me lo daba, me lo entregaba sin reproche y a mi tiempo.

Después de llegar al placer, se acostaba a mi lado y me acariciaba. Era una fantasía como este hombre me hacía sentir. Yo estaba encima de él, acostada, acariciando su pecho y su pelo, su respiración aún estaba agitada y sus manos me rodeaban.

Ambos estábamos adorándonos en silencio.

-¿Por qué nunca me has dejado complacerte solo a ti? - yo le miraba detenidamente, estaba desnuda ante él y haría lo que fuera por él.

-Porque me gusta verte a ti... me gusta concentrarme en ti. Eso... me gusta.

-¿Tienes alguna fantasía? -era curiosa. En el sexo Daniel no me pedía nada y no sabía si era por timidez o por algo más.

-Creo que siempre he sido aburrido en ese sentido - murmuró entre dientes y yo me levanté, quedándome sentada en su vientre. Yo acaricié su pecho que estaba lleno de vello y eso me enloquecía. Le miré con ternura y con una sonrisa.

-Nunca has sido aburrido en nuestra vida sexual. ¿Qué estás hablando? - yo le miraba indignada. Daniel conoce a una mujer en todos los sentidos, la comprende, la escucha... tengo al novio perfecto.

-Digo... no soy como Devon de tener sexo casual o hacerlo en todos lados. No sé muchas poses sexuales, y básicamente he estado con una sola mujer.

¿Qué?

-Daniel ¿Por qué no me lo dijiste? - yo entonces me acuesto a su lado, Daniel giró su cuerpo para verme y taparnos con la manta y pegarme a su cuerpo.

-No creo que fuera importante, nunca fui muy sexual o nunca me gustó una mujer lo suficiente como para iniciar mi vida sexual. Contigo... creo que perdí el control y te di muchas primeras veces. Mi primer te amo como por ejemplo. Nuestra primera vez yo estaba enfocado en decirte la verdad de quien era... pero me sedujiste. Sabes que a mi me gusta controlar todo pero a ti no... sacumbí a tus peticiones y dejé de pensar. Esa noche fue maravillosa... estaba tan feliz pero me sentía un miserable por mentirte. Ya te había entregado mi corazón y mi amor, parte de eso era entregarte mi cuerpo también - él acarició mi mejilla mientras se iba abriendo a mí. Yo sonreí y besé sus labios-. Además, sabía que tú, ese día, habías dejado tus temores de lado y me lo estabas entregando todo. Sé que no fui tu primera vez como tú fuiste la mía pero sé que tu experiencia pasada fue tu pesadilla y yo solo quería borrarlo... y que tu cuerpo conozca tu placer y olvidé cualquier rastro que te quite decisión. Me gusta complacerte, me gusta amarte de esa forma. Eres la única mujer que conozco... sabía que debía conocerte para entregarme. Te amo Gabriela y quiero que cada vez que estés en mi piel, tu cuerpo reaccione a mi, que tus labios digan mi nombre... quiero ser tu amante para la eternidad.

Yo me sonrojé, mi cuerpo reaccionaba solo a él. Estaba excitada por sus palabras e inconscientemente me sonrojé.

Daniel me lo había entregado todo como yo con él.

Yo solté unas lágrimas y me puse encima suyo para besarle con desesperación. Daniel sonrió entre el beso, aferrándome a él.

-Daniel Casillas pídeme lo que quieras y yo lo haré porque soy tuya y mi piel únicamente responde a ti y a tus caricias. Conozco tus labios y tu voz, conozco cada parte de ti y la amo, especialmente lo que tienes aquí - coloqué mi mano en su pecho, justo donde estaba su corazón-. Esto es lo más valioso que tengo y lo cuidaré -sonreí mientras le acariciaba, Daniel cerró los ojos por mi caricia y yo entonces le enseñé las maravillas que yo podía hacer con su cuerpo y demostrarle que sería su amante por la eternidad.

23 de diciembre, 2009. Lublin, Polonia.

La última vez que visité Polonia fue en el verano del dos mil cinco junto a mi nonna. Recuerdo las calles en donde iba a pasear con la bicicleta, y las noches de danza en el salón principal. Ese verano me sentía como una princesa.

Mi abuela vivía lejos del centro de la ciudad y su casa era una fantasía. Era un castillo con estilo gótico, blanco, rodeado de un bosque. Esta era una de las propiedades que mis abuelos habían luchado para recuperar ya que con la invasión de Polonia, los padres de mi abuela fueron despojados de sus pertenencias por ser judíos y fueron enviados al gueto de Varsovia; y sus abuelos fueron asesinados cuando fueron trasladados. Mi nonna tenía cinco años cuando la separaron de lo que ella conocía. Dejaron de ser personas a ser un número y un cadáver más en la fila de muertos durante la guerra. Mi nonna fue a la escuela en el gueto como una huérfana, la rescató el ángel de Varsovia después de dos años; le raparon, y, vestida de niño la transportaron a una ciudad Opolo y la dieron en adopción a una familia polaca que la cuidó como suya. Mi abuela creció con la familia Adamicz, una familia que jamás pudo tener hijos, no tenían mucho dinero y se oponían al régimen pero callaron por tal de darle a mi abuela lo mejor. Mi nonna me contaba como tuvo que dejar todo lo que alguna vez conoció y tuve que adaptarse y ver como sus tierras eran ocupadas por extranjeros. Creció feliz pero con miedo. A los veinte años, se mudó nuevamente a Lublin, consiguiendo una beca, para seguir sus sueños en el arte y seguir en la escuela de arte; y allí conoció a mi abuelo que no tenía nada y lo había perdido todo durante los años de la guerra. Mi abuelo era músico, mi nonna era bailarina y se robana el aliento de cualquiera que los escuchara o los viera- yo solté un suspiro, emocionada por contar la historia por donde todo empezó, Daniel solo me miraba atento y con cariño -. Mi nonna se enamoró perdidamente, dijo que fue a primera vista, tuvieron cinco citas y luego se casaron, tuvieron a mi madre y emprendieron para darle un mejor futuro mudándose a Londres y creando su primer hotel... el resto es historia, crearon toda su fortuna con mil euros que habían recaudado en una obra de sinfónica. Después de unos años, cuando cayó el régimen soviético, mis abuelos lucharon por recuperar el legado de sus padres, lo que les pertenecía por su sangre. En el año mil novescientos noventa y tres, mis abuelos lograron recuperar la mayoría de cosas y abrieron la organización con un fin: devolver la esperanza en Europa. Después de todo, todos habían perdido algo y el arte era la única esperanza después de tantos años de silencio y opresión.

Mis abuelos eran una inspiración para cualquiera que los conocieran. Nunca fueron ambiciosos, compartían y jamás renegaron abrir su corazón para la gente que más lo necesitaban. Yo crecí con su ejemplo y devoción, admirando cada historia y caminando de teatro y museos.

Ahora abriendo las puertas del hogar donde formó mi nonna una familia, un imperio y levantó nuevamente el apellido de su sangre: Los Leven, me entraba escalofríos. Mis abuelos siempre fueron felices era lo que yo recordaba ¿Por qué mi madre no? ¿En qué momento dejó ella de ser feliz y dejarme de amar? Tal vez es una respuesta que jamás obtendré. Mi nonna murió en su recamara y aún así siento que su memoria me persigue en estas paredes y las risas que compartía era ella reviviendo la esperanza en mi corazón.

Conservé esta casa para dejar vivo el recuerdo de mi nonna y de las voces silenciadas.

-Este es mi lugar feliz... un segundo hogar y donde tengo mis mejores recuerdos -Daniel me abrazó por atrás y besó la coronilla de mi cabeza.

-Serán unas bonitas fiestas... todo será perfecto -yo sonreí porque estaba emocionada. Sería la primera navidad y mi primer cumpleaños, después del último verano con mi abuela, que realmente podía sentir la esperanza y la felicidad.

-Estoy emocionada, vendrán mis hermanos y tus amigos y tus padres... -yo me giré para saltar a sus brazos-. ¿Sabes? Quiero abrir una escuela de sordo mudos aquí, renovarla y hacer que el lugar que me hizo más feliz... haga feliz a otros niños.

-Tienes un corazón precioso ¿Lo sabes Gabriela? No dejas de pensar en otros... -yo me encogí de hombros

-Tengo el corazón de una Leven, compartir y amar está en mi sangre -solté una pequeña risa mientras Daniel besaba todo mi rostro y por último mis labios.

-¿Decoramos la casa? -él me sonríe y yo doy saltos de alegría.

-Te amo - besé sus labios, lo estaba abrazando por el cuello.

Por primera vez, no estaba muriendo del frío ni preocupándome en como salir al siguiente mes. Tenía una familia, me tenía a mi misma y unos brazos en que podía llamar hogar.


N/A: ¿Cómo así que estoy actualizando seguido?

JAJAJA LOS AMO

Con amor, Gaby

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro