XI
D A N I E L
"Fuera tan fácil si nuestras almas supieran comunicarse, fuera tan fácil si mi espíritu abiertamente lo gritara. Las palabras no deberían sobrar, y son necesarias. No hay un obstáculo más difícil que el poder de la reserva de las ideas. Tal vez te amé lo suficiente, tal vez lo dije mucho pero tomé para mí lo que era indispensable para los dos. Ese fue mi error, no abrirme a la posibilidad que me eligieras a mí. Probablemente la salud de nuestro ser es el meraki de nuestras conversaciones, el poder el habla influenciado por el corazón,con amor y poniendo el alma en ello".
Me quedé viendo la puerta por donde se fue, no giró por última vez. Y lo esperé por los cinco segundos en que la vi marcharse. Ingenuamente creí que se quedaría, que nuestro amor era más fuerte. O ella era tan fuerte que no podía obligarla a permanecer enredada en mis mentiras.
-Es hora de volver a tu realidad Daniel... no puedes cumplir una fantasía -yo me giré a donde estaba mi madre de brazos cruzados-. Era hora de terminar esa relación.
Yo no dije nada, me encaminé directamente hacia mi sala. Yo tenía la cabeza dando vueltas. Recordando nuestro último beso, o tratando de recordar a lo que olía esta mañana.
Lloré, solté todas las lágrimas y sentía mi pecho estallar, mi corazón palpitaba fuertemente y me faltaba el aire.
Hoy había despertado creyendo que había encontrado al amor de mi vida, la persona con la que compartiría mi vida. Y ahora todo cambió...
Quería compartir una vida ficticia...
¡Era eso!
Mi mamá seguía hablando, yo no presté atención. Cogí mi abrigo dispuesto a ir por ella.
-¿A dónde vas Mario Daniel? - mi mamá me miraba severa-. No puedes ir tras ella, ella tomó una decisión y tú debes hacerte responsable de tu vida.
-No mamá... quiero que ella conozca mi realidad y si puedo, que ella sea mi realidad. No me importa nada mamá, hoy mismo podría entregarte un cheque con el dinero de mi fideicomiso. Hoy mismo podría mudarme a la casa de Gabriela y trabajar como vendedor de camisas para iniciar un futuro con ella. Mi felicidad no está asegurada en nada material y si necesito iniciar de cero con ella, sé que estaré bien porque es la mujer más fuerte que he conocido y porque tú me has criado bien. Ella es la mujer de mi vida mamá, ella es una de las razones más importantes por las cuales me levanto cada día, pero sobre todo, es la única mujer que veo en mi futuro -yo estaba llorando porque me había comportado como un idiota-. Tuve tantas oportunidades y te las agradezco mamá, pero mi felicidad la decido yo y mi decisión es ella en mi futuro.
-Perdón pero si vas por ella, la van a exponer completamente. En todos los medios estará su pasado, no tendrá privacidad y cada uno de sus miedos e inseguridades, resaltarán en la primera portada.
Mi mamá iba a continuar, resaltando uno de mis mayores miedo. Tal vez para Gabriela, estar conmigo no valdría la pena si eso conllevaría estar desnuda ante el público con cada uno de los secretos de su pasado. Dude en irme, pero mi padre la interrumpió.
-Eres imbécil porque en vez de ir tras ella, te quedas aquí como un gilipollas. Ve por esa mujer y consigue su perdón... nunca más vuelvas a mentir en tu vida a las personas que amas porque tú y yo sabemos que eres malo mintiendo y te costaría tu felicidad.
Yo sonreí con lágrimas hacia mi papá y salí corriendo a la salida para ir tras ella.
-Gabriela -grité lo más fuerte que pude, como si fuera mi última bengala de rescate. Ella estaba ingresando al carro con la cabeza cabizbaja. Yo corrí lo más rápido, como si mi vida dependiera de ello. Corrí y grité pero no giró. Grité un última vez, cayendo de rodillas en el pavimento.
Todo se volvía borroso por las lágrimas y creí que me habían cortado el aire.
No giró y tuve miedo que me haya escuchado y aún así decidió irse sin mirar una última vez.
* * *
Al llegar a la puerta del edificio de su apartamento, habían reporteros rodeando. La vi luchando entrar a su casa, tenía lágrimas bajo sus lentes. La gente usaba violencia física para evitar que ella entrara. Ella miraba a todos lados perdida y ansiosa, miraba como apretaba el puño, lastimándose a su paso. Estaba entrando en un ataque de pánico, la miraba luchar por respirar y caminar. Se sentía intimidada, su mirada perdida. Sus manos empezaban a temblar y quería llorar. Yo rápidamente me bajé de mi carro, después de esperarla por una hora a que viniera. Ella quería paz, y había gente atormentándola. Me acerqué de forma protectora, abrazándola porque en poco se derrumbaría. Aparté con mi brazo libre a todos los periodistas y haciéndole paso a su casa. Ella se refugiaba en mi pecho, y sollozaba, estaba llorando y ocultándose de las cámaras. Cuando alguien intentó tomarla por la blusa yo lo empujé, haciendo que cayera al suelo. En ese instante todos se apartaron en silencio. Yo me miraba serio y solo la guié hacia la puerta. Llegamos a la puerta ella solo la cerró tras de mí, yo me quedé congelado. Los periodistas me rodearon con preguntas, sobre ella, sobre mí... sobre todo.
Me agobié, traté de buscar la paz pero no podía.
-Se van ahora mismo...- grité desesperado-. Les agradeceré si respetan su privacidad, esto es acoso; es su puta vida y no quiero a nadie aquí o pondré una orden de restricción.
Todos se fueron rápidamente de allí, yo me miraba fúrico, indignado. La habían lastimado físicamente y los comentarios eran agresiones emocionales.
Toqué la puerta de su casa sin cesar. No me iba a ir hasta que ella volviera.
Pero no volvió a salir.
Toqué mis brazos, me abracé a mi mismo llorando esperando a que ella saliera. Quería su perdón y su tiempo, algo que desperdicié y no valoré. Desee nuevamente un abrazo o una sonrisa suya, no ojos de hielo y tacto lejano. La quería a ella y tenía su odio. Quería su corazón y ahora la puerta cerrada de su vida.
Esperé en la noche, no habían señales de ella. Había frío y preferí quedarme a irme sin ella una vez más. No la iba a perder.
No la quería perder, no cuando aprendí a lo que era una vida de felicidad con ella.
* * *
12 de mayo, 2009. Madrid, España.
Intenté esperarla afuera de su academia, pero a donde iban también estaban los reporteros. Intenté en su observatorio, y no la encontré. Esta vez parecía que el destino no estaba de mi lado, o tal vez mis decisiones hicieron que mi destino se alejara de ella.
Intenté buscarla por las calles, no la encontraba. No estaba la bailarina con gracia que me enamoró.
Busqué por cada rincón y más lejos la sentía.
Hasta que un día la encontré en una heladería. Su sonrisa no estaba y el brillo de sus ojos se habían opacado. Su pelo estaba corto, ahora pintado de pelirrojo. Camina cabizbaja, sus manos se ocultaban en su chaqueta, mordía su labio hasta lastimarse, entrecerraba los ojos para no llorar.
Tenía miedo... lo presentía porque estaba en la situación que odiaba y donde yo la puse.
No estaba el mismo brillo y me sentía culpable. No era ella, volvía a vivir en modo automático. No quería ser la razón de que perdiera la fe y la esperanza en ella, no quería que perdiera la confianza ni el color de su vida.
Ella tiñó con colores mi vida, había transformado mi soledad y desconfianza en alegría y pasión... ella me quitó el control de mi vida y se había apoderado de ella. No quería y me rehusaba a pensar que lo había perdido.
Quise entrar, pero atrás mío venían periodistas, así que tomé la siguiente callé y desaparecí.
¿Qué tendría que hacer para que nuestros caminos se volvieran a juntar?
15 de mayo, 2009. Madrid, España.
Me inscribí en su academia, en su clase para adultos principiantes.
Había llegado dos horas antes con la expectativa de encontrarla antes y poder hablar. Me quedé sentado en el suelo de la entrada, hasta que la vi entrar para hablar con la recepcionista.
-¿Todo bien ayer? Te vi alterada cuando te fuiste ayer.
-Mi casero me echó por todos los escándalos con los reporteros y tuve que irme a un albergue... no sé ni donde alquilar porque no me alcanza nada -su voz se había quebrado, se miraba miserable y desesperada. Yo me quise levantar para consolarla pero seguramente no me dejaría entrar. Yo me debatía si era bueno intervenir o no...
Me había centrado egoístamente en recuperarla, que olvidé que ella tenía sus propios problemas. Había perdido un trabajo y no tendría en donde vivir. Me había encerrado en mi burbuja nuevamente sin pensar en lo que ella quería, no en lo que yo quería. Estaba decidiendo nuevamente por ella.
-Te vino a buscar nuevamente... tal vez le puedes pedir ayuda a...
-No - dijo Gabriela tajantemente - todo este tiempo he salido adelante yo sola, no necesito a nadie más. Una vez más me probaron que los cuentos de hadas tienen su final y no importando cuánto lo deseas, te das cuenta que fuiste encantado con mentiras. Me fui queriéndome quedar, pero debía hacerlo por mí y solo por mí.
Todos buscamos un final feliz, todos idealizamos nuestro eclipse de amor. No era un cuento de hadas si nuestra realidad se conectaría nuevamente. No era una fantasía. Quería probárselo.
-Entonces dile en la cara que te deje de buscar - entonces la chica de la recepción me señaló tirado en el suelo esperando por Gabriela.
-¿Qué haces aquí? - su voz no tenía amor, tenía enojo y cansancio. Pude ver directamente sus ojos por primera vez desde aquel día, eran distintos.
-Por clases... - miento y luego me levanto de forma atropellada.
-Vete de una puta vez de mi vida. No quiero verte - señaló la puerta, su voz estaba firme aunque sabía que estaba reteniendo sus lágrimas.
-Necesito un minuto... un minuto de tu tiempo - le miro juntando mis manos como si le suplicara por mi vida.
-No tienes mi confianza, no tienes mi tiempo y que se te quede en la cabeza, ya no tienes nada de mi. Me has perdido. Así que pretende como si hubiese sido solo un sueño para ti... es hora de despertar para que te largues de una puta vez a tu vida donde nunca pertenecí y no me interesa pertenecer.
Yo iba a hablar pero ella se alejó de allí. No conseguí respirar por varios minutos, sus palabras me había calado tan hondo, habían llegado como una daga directamente al corazón. Mis mayores miedos se estaban haciendo presentes y ahora era yo el que no podía respirar.
Nunca había experimentado un corazón roto, una pérdida tan grande como la que estaba sintiendo. Ya la había perdido y no había empezado a luchar.
La había perdido... completamente.
No había amor en su voz, no había ilusión en sus ojos. No tenía la esperanza viviente, ya no pertenecía a su mundo. Era el extranjero, tal vez un invasor.
No sentía su cercanía, la sentía lejos, vacía... yo era un desconocido para ella y me trataba como uno, razones no faltaron.
-Borré tu historial, nadie podrá saber tu pasado. Gabrielle Emile Brunswick-Lyon Perlowsky desapareció. Te puse en el foco de España, fui egoísta y no pensé en las consecuencias para ti. Lo lamento - dije y yo saqué un nuevo pasaporte y un nuevo documento de identificación -. Nunca más tendrás que preocuparte...
Gabriela miró los documentos que le extendía y debatía si tomarlas o no. Yo solo los dejé en sus manos.
-No necesito tu ayuda - ella no los recibió y solo se apartó-. He logrado sobrevivir sola en mis peores momentos, no te necesito ahora y no lo haré nunca - su voz estaba fría, no me miraba a los ojos, su lenguaje corporal me apartaba.
-Por favor... es lo último que sabrás de mi. Si lo tomas, jamás volveré a buscarte ni a molestarte. Yo causé que todos busquen quien eres, al menos eso no te afectará.
La vi suspirar y solo guardó en su bolsa los documentos. Se quedó en silencio y yo debía cumplir con mi promesa, en apartarme, en dejarla vivir.
De alejarla de mi mundo, la alejé de mi vida. Ahora éramos paralelos, sin volvernos a conectar, separados por el espacio de mentiras que permití que nos dividiera. Viviría mi vida sin ella, y para mi era pérdida total. Quería aferrarme a mis mentiras y a lo que yo quería. Debía irme, debía hacerle feliz.
-Se feliz - me dijo antes de irse.
Yo tomé mi palabra y me marché del lugar. No me importó llorar, sentí que había perdido parte de mi corazón.
Gabriela será mi primer amor, la primera mujer que se había robado una parte de mí, nunca la recuperaría. No es el tiempo, es la persona. No es el momento, son nuestras decisiones.
Me encerré en mi apartamento, lloré sin cesar. Comí helado y abracé mi almohada pensando que sería ella. Recordé cada momento con ella, nuestro primer beso y nuestro primer te amo. Traté de recordar el olor a su perfume y el color de sus ojos, cada facción de su rostro y cada cosa que amo de ella.
Ahora era una memoria que debía procurar vivir sin que me atormentara.
Era la primera noche de las muchas que me desvelaría por su nombre, la primera vez que su nombre sería la razón de llorar hasta quedarme dormido. Sería ella la protagonista de mis noches en vela y de los sueños. Sería ella la razón por la cual sentía mi corazón apagarse y mi mente desconcentrarse. Sería ella... la única razón por la cual me atreví amar por primera vez libre de lo superfluo, ver más allá de nuestros ojos y adentrarnos al alma. Tal vez por eso dolió, porque habías descubierto todo y me quedé sin nada.
Dicen que el primer amor es el más arrebatador, el que más consume y el que más duele. Se experimenta la euforia de por primera vez compartir algo completamente tuyo a alguien más.
Ella era mi luna, había dejado la magata en mi vida, el reflejo de luz que necesitaba, pero había amanecido y no quedó rastros de ella. Debía vivir mi vida, llorar en las noche sin mi propia luna y con la luz apagada de lo que ahora era irreconocible e inevitable, el corazón roto que todavía ama y anhela por volverse a encontrar el alma gemela que se vuelve inevitable de amar. Con tinte se marcó nuestra historia, imborrable, irreconocible, una fusión de emociones que con un beso, abrazo y caricia, impregnaron en lo profundo de dos personas destinadas a encontrarse y lo miserable, olvidarse por un momento hasta que deje de doler.
Debíamos olvidarnos, era lo más sano para los dos. El proceso era arduo y tedioso, pero debía dejarla ir para siempre.
Soñé con dejarle flores, y quedó en una ilusión. No volví bajo su luna, no volví en las estrellas ni en el día pregunté por su nombre. Decidí desaparecer y tirar el ramo que me imaginé dárselo a cambio de su perdón. Fui ingenuo al pensar que la podía recuperar.
Una persona desaparece de tu vida y difícilmente sale de tu cabeza cuando por tanto tiempo vivió en tu corazón.
N/A: COMO QUE LA INSPIRACIÓN VOLVIÓ NUEVAMENTE, LOS AMOOOO MUCHO. Espero se disfruten este capítulo.
¿Quieren dedicación?
Las quiere, Bry
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