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Capítulo 10.
10 de mayo 2009. Madrid, España.

G A B R I E L A

"Le dije que quería conocerlo, me mostró una sonrisa. Me habló de cosas tan pequeñas como lo que le hace feliz, lo que le gusta hacer y me muestra su punto de vista sobre la vida. Creo que eso hizo que me enamorara de él. Un helado le hace feliz, las burbujas son su cosa favorita y le encanta el color amarillo. Es una persona seria y su sentido de humor es como la de un niño. Es muy controlador y no le gusta no tener la razón. No es impaciente ni explosivo, es una persona rescilente llena de admirar. Cuando hay un problema le gusta crear diagramas. Planea cada minuto de su vida, tiene abiertos varios excel. Pocas veces se deja llevar. Cierra los ojos cuando está nervioso y siempre cuenta hasta veinte. Tiene la maña de mover su pie cuando algo no está pasando como quiere y mira su reloj cuando vamos impuntual. Toca la puerta dos veces y llama siempre a la misma hora. Le gusta las horas en punto y los números par. Le gusta ver deportes y nunca sube la voz. Le gusta ver las repeticiones de los partidos y habla de cada técnica que vio. Es apasionado cuando habla de lo que ama y cuando se trata de su madre, siempre habla con orgullo y amor.

Es duro consigo mismo, se recrimina lo que no pudo hacer y como mejorar. Se insulta en voz baja y aprieta con fuerza sus dedos. Es una persona noble que busca como ayudar. No es egoísta y su voz serena. Es un humano con cualidades tan extraordinario. Y aunque sé que le encantan los animales acuáticos y su lugar favorito en la tierra son los bosques... no le conozco.

A veces siento un espejismo y aún así caí por él y me enamoré. Entonces me enamoré, sin excepción. Dejé atrás el miedo que tenía por sentir, deje las inseguridades y me expuse al dolor.

El miedo te paraliza y cuando te paralizas, pierdes el sentido de la vida. Estuve paralizada por años hasta que lo encontré y supe que debía resetear mi vida para amarla y vivirla. Cuando la viví, decidí compartirla con él.

Me enamoré del alma que me expuso y me recibió con brazos cálidos. Me enamoré de su mirada transparente pero a la vez llena de secretos. Amé al hombre que me expuso su corazón y no le da miedo de quedar vulnerable. Me enamoré del hombre paciente y que me da la serenidad que necesito. Amo con locura del hombre noble y bondadoso que abre su corazón al mundo para entregar gracia. Me enamoré de ese hombre que es paciente, sonríe pocas veces pero de forma genuina. Me enamoré del hombre que incluso expresa su amor con silencio y acciones.

Y aún así es un enigma para mí. Una incógnita que decidí ignorar por lanzarme con los ojos cerrados a sus brazos.

Nunca tuve miedo a que me dañara porque confiaba y cuando me miraba, no había más que amor. El amor no daña, eso me recordaba".

Daniel dijo que tenía explicaciones. Esta mañana salió volando y preocupado. Puso la misma cara como cuando tenía que irse con urgencia y ponía el mismo pretexto: trabajo. Nunca dudé de sus palabras y ahora que me acerco a donde me indicó estaba confundida.

Daniel me cuenta quién es él, me demuestra su personalidad y lo que más ama. Pero su pasado... está en blanco. Es un libro abierto con páginas censuradas. Sabía que no había malicia pero no todo era color de rosa.

Daniel me envió una dirección. Cerca del Paseo de la Castellana en un edificio de lujo, donde la entrada se miraba pulcra, estuve quince minutos buscando que hacer y una manera de contactar con Daniel. Me cercioré dos veces de la dirección. El recepcionista me miró de arriba hacia abajo y yo ni sabía que decirlo o porque estaba aquí. Cuando iba a llamar a Daniel el guardia me cogió del brazo, escuché que me sacaran para la privacidad de uno de sus huéspedes, que no se podía infiltrar los periodistas. Yo no entendía. Me safé del agarre del guardia para salir del edificio. Fue entonces cuando me paralicé.

En las puertas habían reporteros. Todos apuntando hacía mí.

Soy una persona reservada que aunque no lo aparenta, me agobia las multitudes. Las voces constantes atacándome con preguntas sin cesar. No entendí nada. Todo era un escándalo. Me quede petrificada en mi lugar sin saber que hacer. Decían mi nombre y eso me confundía aún más. ¿Cómo lo sabían? ¿Por qué me seguían? El nombre Daniel Daurella Viscasillas inundaba mis oídos. No entendí nada, inmediatamente dejé de escuchar todo, entrando en pánico.

Yo traté de apartarme pero sentía que el espacio se reducía aun cuando estaba en la calle y al aire libre. Todos estaban anglomerados, me sentía pequeña y vulnerable. No me dejaban salir e allí, se amontonaban a mi alreedor queriendo respuestas a incógnitas que no sabía.

No entendía nada y me encontraba en desventaja. La desinformación nos deja susceptibles a cualquier ataque. Traté de marcarle a Daniel pero me sentía sin aliento. Los recuerdos de mi pasado se mezclaban con el presente. Cuando no podía salir de casa porque la gente quería saber el escándalo de mi familia y la humillación pública que sufrí por querer abortar.

Me sentía el blanco principal nuevamente y poco a poco estaba olvidando cómo respirar. Volví a escuchar mi nombre a mi espalda pero yo solo me sentía rodeada y la cabeza dándome vueltas. Pedí que pararan una y otra vez. No lo hacían. Mi pecho dolía y todo estaba borroso. Me giré para ver a Daniel salir corriendo hacia mí y un guardia. Yo dije su nombre pero todo se hacía más pequeño. Habían gritos, flashes. Estaba entrando en pánico y mi respiración se quedaba corta. Caí de rodillas... lo único que vi fue a Daniel cogiéndome en brazos con el hombre que anteriormente me había sacado del lugar.

Caí inconsciente, buscando un lugar de paz.

***

"Estaba sola... todo estaba en blanco. Estaba yendo a la salida, sintiéndome por fin libre. Siempre supe que era mi decisión, me sentía bien conmigo. Entonces salí por esas dos puertas y la pesadilla comenzó. Oía gritos, gente gritándome.

Asesina.

Sin verguenza.

La gente lanzaba preguntas y bombardeaba mi cabeza. Los reporteros buscaban fotografiarme. Una turba se había acercado. No me dejaban avanzar a mi carro. Poco a poco empecé a perder el aire, todo se volvía negro. Los gritos se intensificaban.

Recuerdo haber gritado ayuda, pero nadie venía. Recuerdo pedir que parasen y nadie dijo nada. Caí entre la gente, caí perdida. Me habían robado mi paz".

Desperté agitada, una vez recordé mi pasado. Había repetido ese sentimiento de agobio. Como por más ayuda que pidiera, nadie vendría. Estaba en una cama amplia, más grande que mi propia habitación y la habitación más grande que mi apartamento. Había un gran ventanal y yo buscaba como incorporarme a la luz. La cabeza me daba vueltas. Todo era color blanco y café, había una gran televisión y un escritorio de madera. Todo se miraba limpio y fino...

Fue entonces cuando en la mesita del lado, había una foto mía y de Daniel. Yo me incorporé lentamente para cogerlo entre mis manos. Estaba confundida y tenía más dudas que respuestas. ¿Dónde estaba? Me levanté pero estaba descalza y una cobija a mi alrededor. El piso era de madera. Fui hacia el gran ventanal y solo miraba una azotea con piscina, alrededor del edificio habían árboles. ¿Dónde estaba? No reconocía el alrededor del edificio.

Salí de la habitación, habían más habitaciones. Me sentía una intrusa. Mis pies tocaban la fría madera y entonces vi las escaleras para la planta superior.

Escuché voces que cada vez más se intensificaban. De forma sigilosa subí unos escalones procurando no hacer ruido. Y entonces los vi.

Estaba Daniel, una señora y otro señor. Los acompañantes de Daniel vestían de forma formal. Todos discutían. Daniel se encontraba rojo, estaba gritando. Lo que nunca hace. Nunca lo había escuchado gritar, nunca lo había visto tan enojado.

-Tú sabias que este día llegaría cuando decidiste cambiar tu nombre y llevar esta doble vida que te has armado. No se puede tener toda en esta vida Daniel, tú vida privada siempre estuvo expuesta desde que llevas el apellido Daurella Viscasillas. No puedes cambiar quien eres. No puedes evadir tus responsabilidades del hoy, posponiéndolas para mañana. Esa niña merece saber la verdad y tú has sido un irresponsable de dejarla tan vulnerable al ojo publico. ¿Sabes lo que esto afectará y manchará el apellido de tu familia? Si yo puede investigar todo su pasado y saberlo ¿crees que la prensa no? ¿Qué le dirás cuando despierte y note que toda su vida privada está expuesta?

Fue cuando entonces yo estaba retrocediendo para apartarme y no inmiscuirme en su conversación. Pero a pasos torpes, me resbalé. Todos los ojos se fijaron en mí y me sentí pequeña.

Tenía una mirada de disculpas y otra penetrante que sentía que arrancaría el aire. Ella me recordaba a la mujer que me dio la vida, y ese no era un buen sentimiento. El otro señor se encontraba serio, a una distancia prudente.

-Ahora que está despierta, será mejor que te vayas -yo no sabía cómo responder. Estaba confundida. La señora se había acercado a mí rápidamente, sus ojos podían fácilmente fulminarme en este instante. Probablemente estaría muerta si fuese por ella.

Me sentía vulnerable, un objetivo.

-Mamá ya -dijo Daniel, interponiéndosele entre, su madre y donde yo estaba. Mis manos temblaban, yo estaba desorientada y perdida -. ¿Estás bien cariño? -levantó su mano para acariciar mi mejilla y yo rehuí de si tacto. Daniel había bajado la mirada y yo solo me aparté.

Estaba tensa, no sabía como reaccionar.

-¿Qué es este lugar Daniel? - dije tratando de sonar serena y no levantar la voz. Me encontraba engañada porque hasta este momento, Daniel era un desconocido. Tengo cada pregunta que pasa por segundos en mi cabeza y simplemente no podía entender porque habían tantos misterios y yo me sentía una imbécil que fue manipulada. Estaba perdida y necesita un paso a la vez para no volverme loca.

Daniel no dijo nada, se quedó en silencio.

-Vamos Daniel, dile la verdad por una vez en tu vida.

La señora se había cruzado de brazos, tenía la frente en alto. Su traje se encontraba sin ninguna arruga, su peinado en su lugar, un maquillaje perfecto como sus uñas. Esa mujer intimidaba, tenía una postura recia y no pestañaba. Me volví a sentí pequeña, como cuando mi madre me miraba con decepción.

-Mamá - dijo reprendiéndola.

-Anda Daniel, no seas un cobarde y dile que le has mentido todo este tiempo. Que no eres un corriente vendedor de camisas...

Ante su tono de desprecio yo fruncí el ceño, levantando la vista.

-¡Basta mamá! -volvió a gritar Daniel.

-Yo me voy... - dije sin saber que hacer. Yo estaba con un vestido simple, pelo enredado y sin una gota de "clase", lo que irradiaba este lugar. Me sentía fuera de lugar con estas personas y la persona que creí amar, era una desconocida.

-Será lo mejor -dijo la señora nuevamente, con un tono de desprecio. Ella sabía cosas de mí ¿y si lo sabe? Seguramente todo por lo que he luchado, se irá a la mierda.

-Nadie se va de aquí - yo me había girado pero Daniel cogió mi mano-. Tú mereces la verdad de quien soy y mis padres deben callarse. Es la mujer que amo mamá y no permitiré que le faltes el respeto.

Su madre iba a hablar pero decidió quedarse callada.

-Necesito una copa inmediatamente - entonces se fue alejando con el otro señor a otro lugar de la casa.

La planta superior estaba limpia, había un candelabro y jarrones que seguramente costarían una fortuna. Había un gran vidrio que daba al exterior. El cielo se miraba tan celeste, ojalá pudiera escapar al mismo, era el mismo que el de la mañana, pero allí era ingenua porque el hombre que amaba me mentía a mis espaldas.

Daniel intentó coger mi mano para ayudarme pero yo no me moví. Me encontraba seria, escéptica.

-Déjame explicarte...

-¿Explicar qué Daniel? Que no tengo ni puta idea de quien eres... - yo solo cerré mis ojos fuertemente-. Odio las multitudes, odio los reporteros y hoy fui atacada... no sé que pasó, no sé porque estoy aquí y se supone que mi novio resulta ser un desconocido. No sé quien eres -mascullé enojada, casi a punto de reventar.

El estrés me consumía, estaba ansiosa. Quería explotar de todas las sensaciones que sentía.

Enojo, cólera, decepción y tristeza. Nunca son una buena combinación.

Quería llorar y no lo iba a retener. Anoche me había hecho el amor con el hombre que más he amado, y horas después, lo tenía en frente de mí y no sabía quien era.

-Necesito que me des una oportunidad para explicarte. Si después de eso no me quieres volver a ver en tu vida, te dejaré ir.

Yo estaba temblando pero cuando se acercaba me ponía rígida. Estaba en paranoia.

Daniel me guió hacia la sala, donde yo ni quería sentarme. Me crucé de brazos, jugando con mi cabello.

-Empiezan ahorita tus dos segundos - mi voz trataba de sonar fuerte pero me encontraba rota....

-Yo soy... Mario Daniel Daurella Viscasillas aunque me cambié el nombre a Daniel Casillas. Llevo tres vidas... queriendo escapar de donde vengo. Quisiera decir que como tú, huí de casa para superarme y buscar mi identidad pero yo... no puedo. Crecí en Barcelona porque mi madre es catalana y mi padre francés. Mi padre heredó grandes terrenos en Francia y España de su padre cuando quedó huérfano. Creo un imperio de licores desde cero, ‎‎Daurella & Montmorency. Mi madre por otro lado, venía de familia de políticos aquí en España y se conocieron. Crecí como tú... en escuelas privadas, en los mejores barrios y con un gran peso sobre mis hombros. Pero no me gustaba ni la política ni el derecho, no quería heredar la empresa de mi padre ni quería ser senador o abogada como mi madre, yo tenía por donde escoger. Desde niño mi pasión era el deporte... papá me apoyaba, mamá no lo hizo. A los quince fue cuando me fichó un equipo de segunda categoría... yo cambié mi apellido porque no quería estar relacionado a dos apellidos tan predominantes en España... quería sobresalir por mis méritos... no por las conexiones de mis padres.

Daniel calló y yo solo podía ver a la ventana. Lo escuchaba pero trataba de digerir toda la información.

»Entonces fue cuando después de jugar una temporada... y pasó lo que nunca creí que pasaría. Me fichó el Barcelona... era una gran oportunidad porque había iniciado desde cero en este mundo. Yo empecé a jugar con más pasión y le di doble a mis entrenos. Todo eso rindió frutos y conseguí el contrato en el Madrid -Daniel tenía una sonrisa en la cara mientras contaba todo. Hubiese deseado ver esa sonrisa antes cuando me contara quien era, pero nunca tuve la oportunidad, nunca confío en mí para decirme su mayor logro-. Era como un inicio de cero. Yo era Daniel Casillas... no era el hijo de nadie. Solo era un niño con un sueño que se haría realidad. Gané mi primer sueldo, mío... no era dinero de mis padres y se sentía tan bien... - Daniel sonrió cuando dice eso, tenía un brillo especial en los ojos. Allí era su nobleza y su humildad aunque también cubiertas de mentiras. Yo hubiese querido saber esto de el, que me lo contara en la intimidad y no forzarlo a sacar-. Por primera vez era libre, tenía lo que quería... y aunque no lo creas. El mismo día que firmé contrato... te conocí.

Yo le miré fijamente, sin pestañear. En ese instante dejé de estar tan rígida.

-Me trataste con indiferencia y yo estaba completamente rendido ante ti... incluso antes de conocerte. Y no sé porque tuve la necesidad de mentirte porque después de toda mi vida desconfiar de la gente... había encontrado a la mujer perfecta. Todos los días me carcomía la cabeza pensando que era el mayor idiota porque te podía perder porque tal vez te gustaba Daniel Casillas... el vendedor de camisas deportivas... tal vez no te gustaba el jugador y menos de donde vengo... Huiste de tu vida ¿y si también huías de mí?

Fue entonces cuando lo interrumpí.

- Cuando me enamoré de ti, no fue de donde venías o por tu trabajo. Me enamoré de ti... por tus cualidades y me privaste de conocerte completamente por los perjuicios que tú mismo te creaste en tu cabeza - yo me giré, hablé con firmeza y mis ojos querían soltar lágrimas-. Ahora no sé quien eres porque no sé que fingiste conmigo... yo hubiese amado que tu vida me la contases desde hace tiempo. Escapé de mi familia y de ese mundo pero yo confiaba en que tú jamás me harías algo así... sabía que eras diferente y sé que lo eres pero no me diste la oportunidad de escoger.

-Lo nuestro es real.

-¿Y cómo lo sé? - le digo casi gritando y desesperada.

Poco a poco la información me dejaba perpleja.

-¿Cómo sé que no fui un pasatiempo? ¿Un escape de tu mundo? Porque hasta ahorita... creaste un mundo de fantasía y me dejaste en él. No me dejaste formar parte de tu realidad ¿y cuándo tengas que volver? -yo le encaro y esta vez pongo mi dedo en su pecho. Estaba furiosa-. ¿También te desharás de mí? ¿Eso planeabas hacer? ¿O encerrarme en una burbuja para que no descubriera la verdad? - de mis ojos salían lágrimas, mi voz sonaba con amargura-. Porque si fue así... jamás viste un futuro en nosotros.

Él me había excluído, había tomado decisiones por mí. Se quedó viéndome a los ojos, yo había soltado todo. Permitiéndome llorar porque eso no me hacía débil.

Estaba rota, me había reparado de nuevo. Había confiado en alguien.

¿Para qué?

Le di la espalda, sin saber más que decir. Su silencio me mataba. Yo traté de caminar hacia las escaleras pero cogió mi mano, abrazándome por atrás, aferrándose a mí. Yo me quedé quieta, tratando de recordar el olor a su perfume, la calidad de sus brazos. Yo lloré, a este punto él conocía todo de mí, me había desnudado completamente, le había mostrado mi lado más vulnerable. Yo no lo conocí a él, nunca lo hice. Lloré porque me marchaba cuando realmente quiero quedarme y besarlo.

¿Pero de qué me sirve tenerlo si nunca lo tuve?

-Te amo Gabriela y siempre quise que fueras parte de mi realidad. Podría renunciar a todo por ti... porque no me importa donde trabaje, donde viva... lo que realmente quiero es formar un hogar contigo, con nadie más - su voz estaba rota. Ambos estábamos rotos.

Su voz ahogada, me suplicaba una y otra vez que no me marchara. Mi corazón me rogaba quedarme, pero mi mente que racionalizaba sabía que jamás encajaría en su mundo. Yo huí por el daño que me hacía, no me podría vivir de nuevo con el peso de ser su pareja, de vivir e involucrarme en su mundo.

Yo me separé lentamente, girándome. Sus ojos estaban rojos, me miraba con súplica. Acerqué mi mano a su mejilla, acariciándola. Pareciera que mis ojos tenían fuego ardiente, aunque probablemente yo lo transmitía todo y él en este instante podría descifrar en un segundo todo lo que corre dentro de mí.

-Te amo... pero tomaste decisiones por mí, me apartaste de tu vida y yo no quiero... no quiero.

Debía ser fuerte, por más que me doliera. Dejé que me diera un beso en mi frente, cerré los ojos fuertemente porque seguramente sería su último tacto íntimo con mi piel. Tocó mi mejilla, limpiando mis lágrimas porque no podía parar, pero debía ser fuerte. Debía alejarme, debía irme.

Tomé el primer paso y me aparté, tome mi distancia.

-Te equivocas en algo... si te veo en mi futuro. Compré esta casa hace una semana... cuando la vi pensé en que quería tener tres hijos... en que cuando los niños estuviesen dormidos, estaría con mi esposa justo aquí... poniendo nuestra música favorita en ese tocadiscos... y bailaríamos juntos. Cuando vi la casa hasta me imaginaba el desorden de los juguetes o zapatillas de baile por toda la casa -entonces me vio directamente a los ojos-. Me imaginé cada escenario posible y en todas estabas tú.

Yo me quedé perpleja, sin saber como reaccionar. Mis piernas temblaban, me sentía intimidaba, con miedo.

Me juré nunca sentirme de nuevo de esta manera, no me quería sentir pequeña. Tenía un corazón roto, volvía confiar a ciegas y caer en un vacío a toda velocidad. Entre más te atreves a soñar y volar, más alta será la caída y con más dolor.

-¿No te gusta aquí? Pues escogeremos una casa juntos, en el lugar que quieras - puso mis manos entre las suyas-. Te amo Gabriela y no hay nada que quiera más, que tú estás en mi vida... tú eres mi casa y tú eres la realidad que quiero vivir.

Cerré mis ojos, contando hasta veinte para encontrar la valentía: para huir de aquí y no volverlo a ver; o bien, para perdonarle y aceptar que mi vida cambiaría por completo.

Despierta Gabriela, el cuento de hadas se acabó.


N/A: Bueno si me desaparecí por mucho tiempo pero el trabajo y mi universidad me consumía. Estoy aquí para quedarme... voy a terminar esta historia.

GRACIAS A TODOS LOS LECTORES QUE SE HAN QUEDADO. LOS AMO MUCHO.

LA VERDAD DE DANIEL SALIÓ A LA LUZ.

Me tardé en subir este capítulo porque me dolió mucho escribirlo, yo estaba en una encrucijada con los personajes pero ¡se los traje de vuelta!

Espero que este año ha sido mejor para cada uno de ustedes y para sus familias. Un gran abrazo.

Con amor, Bry.









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