V
Capítulo 5.
-Nos prometiste que esto del fútbol jamás interferiría con tus clases ni tus actividades extracurriculares - mi madre elegante y con presencia me estaba dando el mismo discurso de siempre. Tienes que destacar que eres un...
-Daurella Viscasillas - dije completando por ella y yo suspiro de nuevo, cansado de lo mismo. Llevo desde que nací complaciendo todo lo que han hecho. Si ellos querían que yo estudiara francés, latín, inglés, alemán y mandarín, yo lo estudiaba. Si querían que yo aprendiera piano, yo lo aprendería. Si ellos querían excelencia académica, yo la tenía. Incluso aprendí a jugar polo, ajedrez y golf para poder pasar tiempo en el club con mi padre y con sus amigos poderosos porque claramente el hijo de Pierre Antoine Daurella Videla y Eva Antonella Viscasillas Sabattini, tenía que abrirse en el mundo y hacer de su nombre alguien importante-. Lo sé mamá pero hoy renuncio...
-¿Qué estás diciendo? - me miró como si yo le hiciera una broma pesada.
No fue fácil. Tenía que decirle a mamá que yo no iba a dejar que manipulara mi futuro. No me hacía feliz ir a la escuela de negocios ni la de derecho ni a la de medicina y mucho menos hacerme una carrera política.
-Entré en un equipo de fútbol... es de la tercera liga pero al menos algo es algo - susurré, temeroso por su reacción. Quería que ella me apoyara como tenía el apoyo de papá. Él siempre lo supo, me miraba solo por horas y me regaló un pequeño balón para que jugara con él y calmara mi ansiedad. Era un niño muy retraído y ansioso, el fútbol me hizo ser libre y feliz. Era mi momento de escape a ser quien yo quería y no quien esperaba que fuera. Pasaron largos segundos hasta que sentí mi mejilla roja y una palpitación. Mi madre me había abofeteado.
-No crié diecisiete años a un joven preparado, inteligente y derecho para que quiera ser un pobretón jugando con ese balón. Le dije a tu papá que inducir a ese mundo arruinaría tu futuro - entonces ella explotó y me miró con ira. Yo por respeto a la mujer que era mi madre, no me moví del lugar ni le hablé con voz dura.
Pasé diecisiete años detrás de un libro, sin poder relacionarme con la gente. Apenas podía comunicarse y cuando quería hacer amigos, buscaban un interés en mí. Pasé casi toda mi vida reprimiendo hacer lo que me gustaba por agradar a mis padres.
Pero llegué a mi punto cero.
-Lo siento mamá... pero papá fue él único que me comprendió. Asistir a clases particulares y avanzadas, tener horas de clases extracurriculares me hizo perder la cabeza. No espero que lo comprendas y tú sabes que por el amor y el respeto que te tengo, haré lo que quieras. Pero si sigo el camino tuyo o de mi padre seré infeliz... y voy a recaer.
Fue entonces cuando ella también sollozó y me abrazó fuertemente. Su pequeño cuerpo se aferraba al mío y me decía que solo quería mi bienestar ¿Y qué mamá no? Ella siempre fue el pilar de esta casa, la mujer dura y decidida a criar un hijo, a ser la mejor esposa y la mejor empresaria. Ella nunca estuvo ausente, estuvo en la primera fila de cada recital de piano, incluso en mi primer partido de fútbol cuando no estaba tan de acuerdo. Amaba a esa mujer y no podía decepcionar.
Algunos me dirán estúpidos pero si nunca me hubiese abrazado, jamás podría ser completamente feliz realizando mi sueño.
En ese momento me sentí libre porque era la primera decisión que tomaba que influiría a largo en mi vida. Todo era una causa y consecuencia y acababa de desatar una serie de acontecimientos que nunca me iba a arrepentir.
D A N I E L
4 de marzo de 2009. Madrid, España.
-¿Y? -Mis amigos me miraban expectantes y yo solo miraba nerviosamente el suelo, mi pie se movía frenéticamente sobre el suelo. Justo después del entrenamiento, Sebastian y Devon habían venido a mi casa porque: 1. Devon no tenía nada que hacer; 2. Le rogó a Sebastian por diez minutos seguidos que vinieran. Al menos tomaría consejería gratis.
-¿Qué quieren que les diga? - levanté la vista para ver a mis dos mejores amigos. Ambos estaban acostados boca abajo en la cama y apoyaban su rostro en sus manos. Era gracioso verlos como dos viejas chismosas. Yo fui por mis pastillas y las tomé de una.
Estaba ansioso y apenas podía conciliar el sueño si no fueran por estas pastillas. Mentirle a Gabriela me mantenía ansioso y no podía dejar de sentir culpa.
-Llevamos meses hablando sin parar de Gabriela. Gabriela esto... Gabriela lo otro... -dijo Devon entornando los ojos-. Te ves mucho más feliz y relajado. Eres una persona menos controladora desde que ella está en tu vida. ¡Ella es perfecta para ti!- dijo emocionado tirándome una de las almohadas, yo con mis reflejos la logré atrapar y se la volví a tirar. Yo no dejaba de mover mis pies.
-Llevo dos meses saliendo con ella y me fascina... - grité frustrado y enterré mi rostro en mis manos -. No sé qué hacer. Tengo miedo de decirle la verdad... Tengo miedo de abrirme más con ella - suspiré-. Necesito su ayuda...
-Dile la verdad - me dijeron ambos al mismo tiempo.
-Ella huirá... nunca me lo perdonará... ¡Le he mentido todo este tiempo! Lo más difícil es cuando entramos a un bar y mi cara está en la televisión. Por suerte ella no ve noticias ni ve deportes pero en cualquier momento la verdad saldrá a la luz.
Eso era lo peor de mantener dos vidas porque no podía controlar ninguna.
-Entonces será mejor que lo escuche de ti que por los medios. Además, no puedes ignorar que antes eras el chico que jugaba mitad de tiempo... pero ahora has demostrado de lo que eres capaz y estas ganando popularidad en el campo - Sebastian hablaba y sabía que tenía mucha razón pero no podía evitar sentirme inseguro, como muchas veces me he sentido.
Muchos no lo saben pero soy una persona insegura y por ello suelo preocuparme por mucho las cosas y querer tener todo bajo mi control. Empecé a hiperventilar. Esta situación no ayudaba.
-Todo esto terminará mal, muy muy muy mal - me vio Devon moviendo su dedo de un lado a otro -. Te estás comportando como un gilipollas - Devon arrugó su nariz-. Se me está pegando su jerga y eso no me gusta...
-El punto es - dijo Sebastian retomando el tema y cogiéndome por los hombros para calmarme-, porque nuestro querido amigo ya perdió el hilo... que si realmente sientes algo por ella y quieres dar el siguiente paso, debes ser honesto- se levantó de la cama para acercarse a mí y señalándome con su dedo anular-. ¿La quieres?
-¿Qué es esa forma de preguntar Sebastian? -dijo Devon levantándose y empujando a Sebastian para ocupar su lugar. Me cogió por los hombros y me hizo que la viera directamente a los ojos, inclinó mi asiento hacia atrás, y puso esa mirada que todo mundo sabe que no es para nada amenazante-. Tú amas a esa mujer, ¿no?
-Si - dije viéndole a los ojos serio pero entonces recibí una cachetada.
-¡Dilo con pasión hombre! - me reprendió.
-Si - grité y Devon me sonrió abiertamente.
- ¿Quieres abrazarla? - asentí- ¿Complacerla? - volví a asentir y entonces miré su sonrisa pícara- Pues dale toda tu ternura - dijo moviendo sus caderas de forma divertida e imitando la voz del burro de Shrek versión latino -. A ellas les gusta lo cursi - me miró picarón. Yo solo pude ver a Sebastian y Sebastian me miró a mí.
Él no tenía caso.
La razón por la cuál nos volvimos mejores amigos fue porque congeniamos desde el primer instante. Fue fácil porque Devon saca los temas con naturalidad y te hace reír espontáneamente. Sebastian es el balance que toda persona debe tener en su vida... alguien muy decidido y que cuando te ama, lo da todo por ti. Según ellos, yo soy el recto y sabio. Éramos un trío dinámico.
Eran mis primeros amigos y aunque pueda sonar deprimente, para mí no lo era porque por primera vez experimenté una conexión genuina con alguien sin intereses ni miedos de por medio. Somos tres jóvenes en búsqueda de sus sueños y miedo a lo que pueda ocurrir.
-Está mal dicho... así no es la escena - le dije- y te has desviado del tema, de nuevo.
-Tú porque no tienes buen doblaje- me sonrió y entonces se puso serio-. El punto es que si la quieres, le debes honestidad. Te has quejado que no se abre completamente contigo pero tú... eres un hipócrita que te miente.
Auch, dolió. La verdad duele.
-Devon tiene razón... por primera vez - habló Sebastian y Devon se quejó, haciéndose el ofendido-. No todo lo vas a controlar en la vida... no sabrás su reacción y tal vez asusta, pero debes tomar de nuevo esos veinte segundos de valentía para decirle la verdad.
-¿Y si ya no quiere nada?
-Fue porque fuiste un idiota pero al menos no seguiste agrandando la mentira - ambos se cruzaron de brazos en frente mio. Lo que me pareció una ironía porque yo era el que siempre los aconsejaba en temas de amor cuando, por cierto y un dato interesante, nunca había salido a citas.
Ahora conocen mi lado antisocial. Nunca tuve amigos ni citas... ni pareja.
Crecí en una familia donde la mayoría de gente se acercaba a mí por un favor y nunca tuve la confianza de ser yo mismo con la gente por temor a ser usado. Con Gabriela no tenía ese miedo... no quería que cambiara pero sería egoísta de mi parte no ser cien por ciento yo con ella. Cuando ella misma intenta abrirse conmigo.
-Hoy tengo una cita con ella...
-Debes de decirle la verdad - me dijeron ambos y yo suspiré.
* * *
Debes de decirle la verdad.
Debes de decirle la verdad.
Tú puedes Daniel. Tienes que ser honesto y decirle la razón por la cuál la ocultaste.
Ese era mi monólogo interno, practicando mis disculpas y buscando las perfectas palabras para evitar que se aleje de mí. A este punto ya había reconocido que Gabriela me encantaba y quería más que citas. Y entre más lo repetía en mi cabeza, más me convencía en que hoy le tenía que decir la verdad. No podía reprimir en quien soy. No debía de avergonzarme de quien soy y ella me ha demostrado que me quiere por quien soy y no por lo que tengo. No tengo nada que temer. Ella es diferente. Ella es diferente. Por eso le compré unas flores y un sobre para hacer dos chocolates calientes. Nota importante: ama el café y los chocolates calientes.
Decidido, crucé la callé para ir a su casa y fue entonces que la vi en la entrada de su edificio hablando con un hombre igual de alto que ella, con pelo oscuro y con un abrigo negro. Era un hombre atractivo y una pequeña inseguridad empezó a surgir en mi interior. ¿Eran celos? No, claro que no. No pueden ser celos...
Él hombre le miraba con ternura y acarició su mejilla pero Gabriela dio un paso hacia atrás. El hombre trataba de acercarse a ella y entonces miré a Gabriela romper a llorar aunque se estaba reprimiendo de dejarse sentir. En ese instante quería ir con ella y estrecharla en mis brazos. En mi interior surgió un instinto de protección y me juré a mí mismo jamás hacerla llorar y hacerla feliz. No me gustaba verla así. Eso solo me hacía más miserable porque con mis mentiras la iba a lastimar.
Entonces fue cuando el hombre se acercó a abrazarla y ella se dejó hacer, abrazándolo fuertemente. Después de unos segundos el hombre besó su frente, ella se despidió de él y el hombre se montó a una camioneta negra grande de la marca Mercedes. Después de su partida, Gabriela se quedó mirando el cielo por unos segundos, abrazándose a sí misma; se limpió sus lágrimas y decidió entrar a su edificio. Fue entonces cuando decidí cruzar la calle y esperar unos minutos en la puerta, esperando que ella se tranquilizara. No quería presionarla. Me moría por saber qué había ocurrido pero ella merece su espacio, merece un respiro. Después de quince minutos, toqué su comunicador, me respondió que pasara y yo subí por las escaleras a su piso. Iba a tocar la puerta pero ella abrió enseguida.
Supuestamente teníamos planes para ir a un karaoke pero ella aún usaba su pants gris, una blusa de algodón blanca y un cardigan largo color beige. Trató de fingir una sonrisa conmigo porque aunque haya pasado poco tiempo
, conozco la diferencia entre su sonrisa genuina y la falsa que me está dando en este instante. No hay brillo, no está su espíritu y esencia.
Eso me dolía. No me gustaba verla así. Ella merece color y alegría. Siento que ha sufrido tanto en su pasado que no merece más espinas en su rosal.
-Mierda... - dijo al verme y yo sonreí a medias. No se miraba bien.
-También es un gusto verte - ella fue entonces cuando nerviosamente bajó las mangas de su suéter para tapar sus manos y cruzarse de brazos.
-Lo siento... solo no me he sentido bien - dijo viéndome a los ojos con media sonrisa.
-Si quieres estar sola lo entenderé completamente y me iré... pero yo... bueno. Tenía un presentimiento que necesitabas - entonces atrás de mi espalda saqué el ramo de flores. Eran lirios blancos con el centro rosa enrollados con una moña rosa palo. Ella al ver las flores cambió su expresión a una sonrisa nostálgica. Las lágrimas nuevamente se acumulaban en su rostro-. y tal vez un poco de chocolate. Después de todo el chocolate puede robar sonrisas.
Ella al ver mi detalle se abalanzó a mis brazos, rodeándome fuertemente, como si se aferrara a mí. De nuevo otra mentira. No era un presentimiento, simplemente había comprado eso para pedirle perdón pero ella necesitaba un soporte en este instante.
Y eso me hizo sentir aún más miserable, porque ella confiaba en mí. Entonces le debía la misma confianza. No importa si tengo que trabajar años para que ella se abra completamente a mí, estaba dispuesto a que hoy era el día para que ella supiera toda la verdad.
-Gracias - susurró contra mi pecho, reposando su mejilla en dónde está mi corazón. Yo también le abracé fuertemente.
* * *
-Lamento que mires mi apartamento de esta forma, está hecho un desorden.
Sí, puede ser que en mi mente tuviese un tic al ver tal desorden pero entonces la miraba a ella y sabía que ella necesitaba mi apoyo en este momento.
- ¿Qué te parece si vas a tomarte una siesta y yo te preparo algo de comer y te lo lleve a la cama?
Su mirada reflejaba ternura y fue cuando se acercó a mí, poniéndose de puntillas, cogiéndome de ambas mejillas y besándome los labios. Algo tan pequeño, una leve acaricia. Una intimidad entre ella y yo.
-Eres un ángel de la guarda -me sonrió-. No tienes por qué hacerlo.
-No... pero quiero hacerlo. Quiero cuidarte, ¿sí? Necesitas descansar y a mí no me importa hacerlo - entonces la cargué en los brazos para ir a la puerta que yo creí que era su habitación. La coloqué con cuidado en la cama y la arropé -. Esta cita será para consentirte - acaricié su mejilla. Tenía los ojos y la nariz roja, tenía los ojos adormilados. Había algo distinto en ella. Quería ver a mi dulce bailarina pero sin el tormento en su mirada.
Me quedé a su lado hasta que cerró sus ojos en paz. Poco a poco iba cayendo, como yo lo hacía por ella.
* * *
Dos horas bastaron para que yo preparara una sopa, chocolate caliente y limpiara el desorden del apartamento. Su hogar no era grande, era una habitación pequeña que consistía en una pequeña cocina, un sillón y una televisión. Había muchos cuadros de bailarinas y sus ventanas estaban pintadas de amarillas y azules. Era un espacio reducido pero tenía un aura que te daba la sensación que entrabas a un lugar cálido.
Después de terminar todo, llevé la sopa a su habitación donde sorprendentemente ella estaba recién despertando y restregándose los ojos. Yo le sonreí con ternura y me acerqué para dejarle la sopa.
-Antes que digas que no quieres sopa, debes probarla. Es una receta familiar y tuve que suplicar para conocerla -le guiñé un ojo. Le ayudé despacio a que se sentara y reposara su cabeza en mi pecho. Poco a poco empezó a beber la sopa -. ¿Te sientes mejor?
-Mejor - me sonrió con ternura y se recuesta en la cama casi prácticamente encima de mí. Y eso me encantaba. Había un poco de frío y nos abrigué con sus sábanas mientras le abrazaba por su cintura y con una mano me dedicaba a acariciarle su pelo. Por largos minutos nos quedamos en silencio. En mi mente seguía rondando quién podía ser ese misterioso chico que vino a verla y tenía un leve presentimiento que cambió su humor completamente. Esta mañana la llamé para desearle suerte en el trabajo y podía jurar escuchar a una Gabriela animada. Necesitaba sacarla de la cama, necesitaba hacerla sonreír.
-¿Qué te parece si vamos a ver una película mientras comemos chocolate caliente y hago palomitas de maíz? - le miré con una sonrisa y toqué su nariz con mucho cuidado. La miraba apagada, sin ganas de nada y eso no me gustaba para nada.
-Está bien - sonreí feliz al escucharla hablar y yo me levanté rápido de la cama, alargando mi mano para que ella la tomara y fuéramos juntos a la cocina. Yo fui por ambas tazas sirviendo el chocolate caliente y poniéndolo en el microondas. Esperé unos minutos y fui con ella hacia su pequeño sillón azul con una manta de colores bordados. Ella estaba envuelta en otra manta mientras se abrazaba las piernas.
-Toma... chocolate caliente - ella se giró hacia mí y me sonrió a medias. Yo besé su frente para ponerme a su lado y coger otra manta para arroparse en ella -. ¿Necesitas algo más?- Ella negó lentamente mientras miraba su ventana y tomaba su chocolate caliente. Había silencio. Me absorbía y no sabía cómo romper el hielo. Tenía que acercarme a ella, tenía que hacer una conexión. No podía dejar que sufriera sola. No cuando yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que me regale una pequeña sonrisa-. ¿Estás segura? - ella volvió a negar y cuando iba a insistir, dejó a un lado su taza y se lanzó a mis brazos para besarme.
-Creí que quería estar sola hasta que te vi entrar a la puerta de mi casa. Yo... solo te quiero a mi lado. No pido más - susurró mientras miraba detalladamente mi rostro y delineaba con su dedo cada milímetro. Yo estaba atento a sus movimientos. La manta nos envolvía como su calor. Ella tenía la voz quebrada y los ojos cristalinos.
Déjame llegar a ti Gabriela. Necesito más de ti...
-Estoy aquí... contigo. No me iré y tengo tu mano entre la mía porque no tengo la intención de soltarla - entonces entrelacé nuestras manos, dejando un beso en sus nudillos-. Estaré aquí -ella me sonrió ante eso y unió su frente con la mía. Soltó un largo suspiro mientras cerraba sus ojos por unos segundos.
-Gracias por cuidarme...
-Mi madre me dice que no puedes amar si no estás dispuesto a servir - susurré, esta vez viéndole directamente a los ojos mientras repasaba cada uno de sus rasgos. Sus labios eran carnosos y rosas, tenía tres lunares que formaban un triángulo en su barbilla-. Estoy enamorado de ti Gabriela, más de lo que me gustaría admitir - susurré y esta vez había inseguridad en mi voz. Me había lanzado a decirle mis sentimientos, exponiendo una parte de mi corazón. Abriendo mi corazón pero dejando una parte reservada. Tal vez ella no sentiría lo mismo pero si me quiere como la quiero... tal vez no tuviese nada que temer y fuera mi motor para decirle la verdad.
Aunque no hoy, hoy no era el día. Era una excusa vaga.
Era descabellado que confesara que estaba enamorado. Habían pasado dos meses. ¡Unos pequeños meses en que no podía dejar de pensar en ella! Era tan poco tiempo pero toda una vida.
Desde el momento que la vi supe que debía luchar por esa mujer. No he dado mis mejores batallas porque le he mentido. Pero puedo prometer que con ella había una conexión fuerte que no podía ignorar. No sabía qué era lo que teníamos pero me gustaba demasiado como para soltarlo y dejarlo ir.
Su silencio mató por un momento mi luz pero entonces ella soltó unas lágrimas y empezó a sollozar. No de nuevo... no quiero hacerla llorar. Quiero levantar su espíritu.
-Yo también estoy enamorada de ti y... - ella tartamudeaba, no podía formular una oración coherente. Balbuceaba y apenas podía controlar sus sollozos-. Tú... yo... no sé qué hice para merecerte Daniel. Sólo mírate. Parece que tu vida está en orden y yo solo soy un desastre andando. Has limpiado mi apartamento, me has preparado comida y me has regalado flores y yo... yo solo no puedo avanzar - escondió sus rostro en mi cuello.
Oh Gabriela. Si tan solo supieras que no tengo nada en orden. Ni mis pensamientos ni mi vida y todavía tengo deudas que pagar con el destino.
Tenía miedo. Se estaba abriendo a mí, dejaba aflorar su debilidad sin temor a ser juzgada. Me estaba abriendo camino a su vida... a su corazón y sus mayores miedos. Ella temblaba en mi regazo y podía verla desahogarse. Lloraba y no tenía miedo. Había un ardor en su alma. ¿Qué le atormentaba?
-Hey cariño... tranquila. ¿Sí? Yo tampoco sé que hice para merecerte ¿sabes? - está vez con delicadeza empecé a acariciar su espina dorsal y buscar que no se escondiera. No la iba a juzgar. Ella era perfecta. ¿Y yo qué he hecho? Mentirle y hacerme pasar por un caballero de armadura blanca-. Te admiro tanto pero tanto. Me haces querer ser mejor persona - y mi subconsciente me grita traidor-. Trabajas día y noche sin parar, sonríes cuando te veo sufrir. Abres tu alma y no tienes miedo a la aventura. Eres la mujer que ha sacado el lado espontáneo. Dejo de querer controlar todo cuando estoy contigo - junté ambas manos entre las mías para besarlas-. Hacer ver todo fácil pero sé que todo tiene un desafío. Te admiro como nadie... y no sé qué tanto has sufrido pero veo que tu espíritu sigue intacto y yo...
-Soy un fraude Daniel, soy un fraude - me interrumpió llorando-. Nada de esto me tranquiliza. Dices todo esto y me siento peor conmigo misma... - bajó la cabeza avergonzada-. Sólo mírate Daniel. ¿Por qué yo entre todas las mujeres? Me viste con aceite de carro embarrada en la cara y sudada después de bailar. ¿Qué viste en mí? - prácticamente me lo reprochó en la cara.
-Vi un botón en plena primavera, que necesitaba un poco de agua y sol para seguir creciendo. Sé que hay una flor a punto de florecer y quiero estar allí. Tienes tanta belleza... Gabriela. Eres una mujer hermosa... y no sabes lo loco que me volví cuando desapareciste esa tarde entre la gente. ¿Cómo te iba a encontrar? Y por más novela que parezca... lo hice. Fue allí cuando tuve la oportunidad de ver la belleza interior - entre más hablaba ella negaba y seguía llorando.
Sabía que toda persona tenía sus inseguridades pero no esperaba verla quebrantarse de esa forma.
-No Daniel... eso lo dices porque no conoces. Tú... - dijo señalándome en el pecho y bajando la mirada-. Mira todo lo que has hecho por mí. Me llegas a ver todas las tardes a la plaza... estás en el lugar y hora perfecta para sostenerme. Me haces olvidar muchas cosas.... y a la vez me haces tener esperanza y felicidad. Y yo no lo merezco.
-Claro que sí pequeña -dije viéndole y acariciando su rostro-. Todos merecen amor y cuidado. Todos.
-Yo no Daniel... soy una horrible persona - tenía a una Gabriela completamente distinta delante de mí. Era como una niña buscando refugio, era una niña llorando a todo pulmón mirando el cielo como si buscara una respuesta y una solución.
-No lo eres.
-¡Pero es qué te he mentido! - me gritó, me gritó para entonces bajarse de mis piernas y caminar de un lado a otro-. Será mejor que te vayas - susurró. Ella estaba en una encrucijada.
-Dime que te impide... que te retiene - me levanté junto a ella para colocarse delante de ella y coger su rostro entre mis brazos. La acerqué a mí.
-Soy un fraude - volví a susurrar y yo me estaba desesperando.
-Dime quien eres - separé cada sílaba, enmarcando cada palabra-. Te he visto soltarte y reprimirte. Quiero saber qué hay detrás de ti. Quiero llegar a ti. Si me enamore de ti es porque supe que hay más que una historia y quiero leer cada línea - sus ojos estaban cristalizados, estaba haciendo un pequeño puchero mientras no podía verme directamente a los ojos. Quería alejarse pero yo no iba a permitir que se estancara.
-Te irás cuando conozcas la verdad pero mereces saberla porque tú no eres un centro de rehabilitación para usarte y sanar mis heridas. Mereces más que una mujer rota - dijo por fin.
Y allí estaba ella... de nuevo. Como cuando la vi por primera vez.
Su alma suplicaba que la perdonaran y la salvaran.
Lo peor de todo es que buscaba más de ella y yo no daba nada de mí.
Yo era un fraude. Yo estaba roto como ella pero ni siquiera admitía que necesitaba ayuda y menos, mostraba esa parte insegura de mí.
(Recomendación: Pongan la canción)
G A B R I E L A
Yo estaba feliz. O así me podía describir en mis últimas semanas. Salía de la rutina y ya no sobrevivía. Podía sonreír y no sentirme culpable. Aunque a últimas noches la pesadilla volvía. Y ese era un ciclo interminable: de tener esperanzas a bajarme de esa nube que me había elevado este último mes.
El pasado siempre te atrapa. A mi me atrapó cuando estaba queriendo ser feliz y por primera vez quitarme la culpa. No era consciente, todo de una u otra forma me lo recordaba. Lo peor de todo es que temía estancarme de nuevo, volver a las arenas movedizas que me hundían por la desesperación. O tal vez era el karma que venía por mí, burlándose de nuevo y atormentándome por la noche. Traté de ocultarme este mes pero yo realmente era una joven vulnerable e insegura, como cualquier otra, que le tocó trabajar por las malas decisiones y el maldito destino. De veras quería ser esa mujer segura que proyectaba y la que Daniel se había enamorado. Pero soy débil y rota, como cualquier otra persona. No soy fuerte porque caigo de nuevo, no soy independiente porque mi pasado me ata. Los errores me hacen ser lo que soy.
Estoy rota y maltrecha.
Nadie quiere a alguien roto.
Nadie merece algo roto.
Y seguramente Daniel tampoco. Una vez supiera la clase de persona que soy, este cuento de hadas iba a desaparecer tarde o temprano. Ya decía que todo pintaba tan bonito como para ser real.
Este día iba perfecto o así podía describirlo. Fui hacer voluntariado en mi trabajo cuando mi jefe me dijo que alguien vino a buscarme. Sonreí inconscientemente porque creí que era Daniel. Por una extraña razón, verlo me trae sonrisas y alegrías.
Pero la persona detrás de esa puerta no era la que esperaba y tampoco fuese como si me alegrara. Era un golpe bajo, era tener a mi pasado enfrentado mi presente. Amenazando lo que había construido con esfuerzo y por mí, sin ayuda de nadie. Más bien como alguien que fue desterrado en tierras desconocidas para nunca más volver.
-¿Cómo me encontraste?
Mi voz reflejaba como me encontraba. Triste... enojada... furiosa y no mentiré, tenía miedo. Si él estaba aquí, cualquier otro podía dar con mi paradero y no estaba dispuesta a huir de nuevo pero tampoco a que todo se me viniera encima. No podía ser esclava de mis errores para toda la vida. Debe existir un punto de gracia.
-Te he estado buscando desde que me enteré que te fuiste.
Y entonces volvieron todos los recuerdos a mi mente. No son buenos. Los peores momentos que no le deseo ni a mi peor enemigo sufrir.
Me desmoroné. Lloré y me frustré. No sabía qué pensar ni siquiera qué hacer. Mi jefe me dejó ir a casa después que me desmayara.
Horas después estaba en el hospital con la persona que menos quería ver a mi lado. Tenía una vía intravenosa y según los médicos mi cuerpo reaccionó de esta manera ya que no había desayunado y mi cuerpo se sometió a tanto estrés.
Él me pidió desesperadamente que lo escuchara y por primera vez quería cerrar una parte que me ataba. Y lo escuché por horas. Ahora no sabía qué pensar y me sentía cobarde por huir.
Traté que no me viera débil y vulnerable. Pero lo fui... por las horas que seguimos hablando y yo no podía dejar de llorar y decirle lo que realmente había ocurrido.
Al parecer él nunca dejó de confiar en mí y tal vez sí tenía un arrepentimiento.
Casi en la noche se fue, me despedí de él con un abrazo aunque me pedía que se quedara para cuidarme, no lo permití y le dije que se fuera . Le pedí un tiempo para procesarlo y él lo entendió. No era tan fácil y sentía que millones de emociones explotaron al mismo tiempo y era tan difícil de digerir.
Entré a casa y fue allí cuando me derrumbé completamente. Caí de bruces al suelo, sin siquiera tener un ápice de ánimo.
Nadie es completamente el héroe o villano de su historia. Todos somos tan volátiles que de un momento somos los que nos dejamos opacar, hasta ser el que destruye y desmorona su alrededor o el principal, aquel que logra conseguir sus cuentos de hadas. Esta es la vida real y el cuento de hadas se termina hasta que empieza un nuevo día.
En mi caso fui la villana porque tomé las decisiones, dejé de creer en mí cuando me dejé influenciar y decidí ser mi propio héroe cuando decidí iniciar de nuevo. Pero yo no tuve mi final feliz, ni siquiera pude disfrutar de lo que empezaba a vivir.
Estaba bajo la mirada ultravioleta del hombre que empezaba a enamorarme. No podía ocultarme más. Debía dejar que viera cada parte de mí, incluida las rocas que me conforman.
Había fuego consumiéndome y necesitaba exterminarlo. Si quería apagarlo, debía abrir mi corazón para dejarlo ir. Debía dejarlo ir. Lo merecía. Merecía ser feliz. No puedo eclipsar mi futuro. Debo avanzar.
Si sigo aquí me voy a ahogar.
Debo dejarme respirar. Soy libre y los únicos límites son los de mi imaginación.
D A N I E L
Ella estaba rota aunque no sabía por qué. La había visto desesperada buscando cada pieza que le faltaba. Aunque yo desde lejos miraba a una mujer completa con necesidad de perdón. Su perdón, no el de nadie más.
Y entonces empezó su historia. Una historia para ver de forma transparente su alma.
-No hables... solo escucha - dijo susurrando para empezar su historia, después de un largo silencio y caminar por toda su sala de estar-. Mi nombre no es Gabriela Emile Leven como todos me conocen aquí - un nombre falso, como el mio. Todos deseamos dejar algo atrás para avanzar y eso lo podía comprender. Mordía nerviosamente sus uñas y temblaba. Quería acercarme pero entendía que ella quería su espacio. Necesitaba de su propia fuerza para continuar con lo que sea que la atormenta. Eso me dolía, no poderla ayudar porque me empezaba a enamorar de esa mujer. Pero debo dejar de querer ser o pretender ser el héroe a su lado, debo dejarla ser ella: valiente y valerosa. Porque lo es, como ninguna otra mujer-. Mi nombre es Gabrielle Emile Brunswick-Lyon Perlowsky y vaya que no estoy orgullosa de esos dos apellidos cuando muchos me decían que tuve suerte al nacer- ella bajó la mirada y se sentó en uno de los sofás, justo el que estaba enfrente mío, alejada y distante como sentía su alma-. Tomé el apellido de mi abuela materna, la mujer que más he amado en el mundo, cuando decidí huir de casa - ella movía sus dedos mientras hablaba y su mirada la sentía perdida, como si recordar aquello le doliera.
Tomó un largo respiro, antes de continuar.
»Me decían... se recatada, se amable... siempre sonríe y obedece. Tu esposo no querrá oír tus opiniones. Debes lucir siempre impecable y dócil -su voz cambió a un tinte amargo, como si recordara cada palabra y le afectara aún-. Mi nonna me cuenta que cuando papá se enteró que sería niña, se alegró tanto que sabía que tendría a su pequeña niña y la protegería- sollozó. Nunca quisiera imaginar lo que estaba por continuar y menos saber que algo tan pequeño aun le afectaba de sobremanera-. Pero al parecer fue al único que lo alegró, porque después murió en un accidente cuando mi madre tenía 3 meses de embarazo y necesitaban a alguien para continuar el legado -pausó por un momento-. Yo no era apta para continuar un legado - rió irónicamente-. Crecí en Houghton Hall... un palacio. Mi padre sería el séptimo marqués de Brunswick-Lyon y mi madre es la hija de los grandes magnates hoteleros y dueños de hospitales; que además, son dueños de muchas obras de artes. En resumidas cuentas fue un matrimonio muy favorecedor y el futuro heredero no solo tendría un título, estatus, sino poder y básicamente el mundo a sus pies. La mayor decepción de mi familia fui yo... soy la primogénita y nací mujer. Ese fue mi primer error... o eso me decían porque nací primero que mis tres hermanos - entonces sollozó con pesar y un trago amargo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y temblaban en su lugar-. Entonces no fui criada ni para heredar el título ni para dirigir la industria porque eso no le correspondía a una mujercita como yo. Recata, sumisa y callada - cada palabra la decía de golpe, señalando a la nada y lastimando su voz. Esas tres palabras tenían más significado de lo que yo podía pensar, además que rompió a llorar mientras cerraba sus ojos fuertemente-. Crecí entre riñas... mi nonna me decía que yo podía ser lo que yo quisiera y me daba esa pequeña libertad que todo niño debería de tener... pero mi madre se dejaba influenciar por la marquesa y obviamente paré encerrada toda mi vida para ser la futura esposa de un empresario o de un duque.
-Gabriela... - entonces ella me calló con sus manos y limpió sus lágrimas.
-No... para. Estoy bien... de veras - suspiro y se levantó exaltada mientras reía sin grasa y cada palabra la decía con rencor. Fue allí que entendí su fuerza... porque siempre le decían que nunca podría lograr nada y que sería la esposa de alguien y nunca alguien importante. Fue criada para obedecer y no vivir-. Lo más irónico de todo es que yo ya sabía con quien me tenía que casar cuando tenía doce años. Por mucho tiempo nunca supe lo horrible que fue mi infancia y que mi único soporte era mi nonna. A mi me gustaba.. porque ignoraba mi alrededor. Después de todo, toda niña quiere tener un cuento de princesa. Crecí con lo que "toda niña desea" - rió de nuevo con lágrimas, como si le divirtiera la situación.
»Todas las niñas querían ser como yo cuando crecí y daba mis fiestas de té. Todas querían al joven apuesto que era el futuro Duque de Wellington y que era mi novio desde que tenía doce años. ¿Te imaginas eso? Una niña que solo aspiraba a ser la esposa de alguien y cuando su novio la abofeteó, le pidió perdón. Esa era yo... a mis quince años. Insegura que le pedía permiso a su novio para hacer cualquier cosa. Y no podía rechistar si él quería hacer algo... además estaba "enamorada" ¡Y eso fue lo peor de todo! Yo creía que eso era amor - bufó con lágrimas y tapó su rostro -. Una vez nonna llegó a visitarme y me vio con un ojo morado. Logró por fin convencer a mi mamá de que me fuera el verano a Polonia para despejarme. Mamá aceptó y creo que fueron los meses más felices que puedas imaginar - sonrió con nostalgia y se paró en una mesita que tenía con una foto antigua de una mujer. Acarició el borde de la fotografía y luego me la pasó
-Ella es tú nonna... la bailarina -le dije y ella asintió con una sonrisa pero se alejó de mí. Yo miré la fotografía y vi a una mujer joven abrazada por otro señor joven. Era igual a Gabriela.
- Ella siempre dijo que si yo me lo proponía podía gobernar el mundo. Pero mamá se dejó influenciar tanto por mi otra abuela que incluso no deseaba que yo tomara la presidencia de su compañía, sino mi hermano. Que irónicamente nacieron porque mi otra abuela le dijo que usara los espermas congelados de papá. Nacieron trillizos y las únicas veces que los veía era en sus veranos cuando regresaban del internado. Con ellos yo podía ser feliz y me trataban como un igual. Con ellos podía ensuciarse de barro y me protegían como podían - dijo con una sonrisa débil-. Podía ensuciarse de barro, podía correr y ser brusca y cuando mi abuela me encontraba me pegaba y me decía que eso no hacía una mujercita - suspiró-. En fin, ese verano cuando tenía dieciséis años me fui a Polonia y allí aprendí que, de hecho, amaba el baile. Salíamos a la plaza con mi abuela todos los días a caminar y me enseñaba que estaba bien tener criterio propio y tomar fuerza para luchar por lo que creías. Que si ella podía manejar una multinacional, yo podía hacer lo que propusiera y que ni el cielo podía ser mi límite - sollozó cuando contaba esa parte-. Me dijo que valía... me enseñó a amarme... y que no necesitaba un hombre para vivir. Ella me entendía en cada sentido y al ver lo que estaba sufriendo me dijo que pelearían por mi custodia y creí que por fin sería libre. ¿Sabes? No más clases de etiqueta o comer con todos los cubiertos - siguió sollozando con pesar-. Pero murió antes de tiempo y creí que me quedaría sola por siempre; ya que la única mujer que me amaba y le importaba, se había ido. Tuve que regresar a Inglaterra antes de tiempo y allí inició mi pesadilla.
Paró durante largos segundos antes de romper a llorar. No podía ni imaginar el dolor que sentía al recrear su pasado.
Dicen que las palabras tienen poder y pueden llegar a destruir. Eso solo me hizo imaginar lo mucho que sufrió y lo mucho que le costó ser la mujer que era.
-Después de unos meses cumplí diecisiete y me recordaba todas las palabras de mi nonna. Se fuerte y valiente, no te dejes derrumbar. Tomé la valentía para terminar con mi novio y esa noche sólo hubo gritos. Mis hermanos me abrazaron hasta que me quedé dormida en lágrimas. Unos día después llegó mi ex novio a pedirme perdón y que cambiaría - se limpió las lágrimas-. Y de estúpida le creí. Toda la valentía se había esfumado y me sentía vulnerable. Él un día me dijo que debíamos de hacer el amor, no me sentía preparada pero no tenía la valentía para decirle que no. Un mes después no me bajaba la regla y estaba asustada. Quedé embarazada - dijo esta vez aunque su voz se iba apagando.
Yo involuntariamente veo su vientre y ella aprieta más su suéter, como si fuese una especie de escudo y defensa.
-Le di tantas vueltas al asunto... pero yo tenía miedo y no quería a ese bebé. Sentí pánico porque estaba tan segura que ser mamá no entraba en mis planes, ni siquiera estaba casada y no estaba segura si realmente quería casarme con ese hombre que era un desconocido ante mis ojos. Miraba mi vientre y no me podía ver como una mamá - bajó la cabeza-. La gente podría pensar que fui egoísta pero no lo quería, simplemente no. Yo no lo miraba como una bendición como muchos dicen... para mí era un obstáculo que tenía que quitar. No me sentía a gusto y entonces programé una cita en una clínica -suspiró por largos minutos antes de mirarme a los ojos-. Todavía lo recuerdo como si fuese ayer, porque fue mi último día de libertad, sin sentimiento de culpa... había llegado a hurtadillas hasta la clínica. Estaba oculta como si fuese un criminal cuando no tenía nada de qué avergonzarme pero aún así sentía asco y vergüenza y no entendía porque... En mi mente solo podía pensar "¿Cómo había llegado hasta allí?". Parecían excusas pero era mi único camino y me sentí acorralada a tomar una decisión desesperada. Fue cuando ya estaba en esa camilla con una bata y desnuda, cuando el doctor me realizó el ultrasonido. Y entonces escuché su corazón.
Fue cuando, desde que inició su relato, rompió a llorar. Estaba ella de nuevo con esa mirada de sufrimiento cuando la conocí. Estaba derrumbada, decaída y sus ojos no contaban una historia, estaban idos y fríos. Había un huracán de emociones azotándose, sin dejarla descansar. Quise acercarme a ella pero ella no lo permitió.
-Su corazón palpitaba como una de las melodías favoritas de mi nonna y fue cuando desistí a la idea de abortar - ella temblaba, como si todavía viviera esa escena. Estaba afectada, deshecha y destruida-. Tal vez era mi imaginación pero en ese instante pareció como si el cielo no tuviese límite. Debía de enfrentar primero a mi familia y tomar las fuerzas para decidir sobre mi futuro porque era yo y solo yo quien podía tomar esa decisión. Pero unos reporteros me habían seguido y tomado fotos saliendo de la clínica. Mi familia se enteró y todo explotó. Entre a casa, ahí estaba mi mamá que no lo quería diciéndome que únicamente me quedaba abortar, mi abuela gritaba que era una decepción y él me golpeó tan fuerte que caí inconsciente. Desperté en una clínica desorientada - entonces me miró por primera vez directamente a los ojos-. El doctor entró y me explicó que habían tenido que operarme para sacar al feto, había perdido a mi hijo por el golpe y el estrés que me sometí... - entonces por primera vez me vio directamente a los ojos -Mi mamá entró a mi habitación y yo estaba llorando. Nunca recibí apoyo y lo único que escuché fue que yo tenía la culpa y después de todo era lo que yo quería. Fue un golpe bajo porque Melody era la esperanza que estaba buscando, tal vez era mi rayo de luz para tomar valentía y tomar el rumbo de mi camino. Sentí todo mi mundo colapsar y huí... huí tan lejos como pude. No dije adiós, no miré hacia atrás y desde hace dos años llevó el peso muerto de la culpa que tanto me decían. Llevo dos años cargando sobre mis hombros las palabras de cada persona que me hizo daño, creyéndome cada una. ¿Sabes lo que no es poder dormir porque te sientes miserable? ¿Sabes lo que es pasar días sin comer porque era una joven que no había completado sus estudios, en un país extranjero y abriéndose camino en un campo dominado por hombres? Y cada mierda la fui superando...
- Todo... menos su muerte...¿Y sabes que pasó? - se levantó directamente, como si cobrara fuerzas -. En el tren conocí una mujer que había abortado y me dijo todo el miedo que sintió cuando se lo estaba realizando de forma clandestina en América Latina... Yo también sentí ese miedo y no se lo deseo a cualquier mujer. Ella me enseñó a entender que no tenía que avergonzarme por decidir pensar realizarme un aborto. Al final todos debemos vivir sin miedo a que nos juzguen por nuestras acciones. Que no era egoísta... que era humana. Ella me enseñó que no puedo cambiar mi pasado... solo luchar por lo que me queda... - suspiró y entonces yo me levanté para estar frente a ella y coger una de sus manos, acariciándola -. He luchado por dos años y he peleado contra mis propios demonios que tratan de paralizar, con cada etiqueta y dedos señalándome. En las noches, siento que ya no puedo respirar y que en momentos me sofoco. Pero entonces la recuerdo a ella... a Melody y me recuerda que ya soy libre, que soy Gabriela. Una mujer libre de etiquetas y sin cargar la letra escarlata que desde que era niña me hicieron cagar- dijo con la voz ahogada, tirándose al suelo de rodillas. En señal de rendición.
Siendo vulnerable. Mostrándose más humana y eso hizo que quitara cualquier perjuicio.
¿Cuánto tiempo se lo había guardado? ¿Cuánto tiempo había sufrido? Sentía su dolor y también su miedo... había sentido cada maldita emoción que ella había sentido en su momento.
Solo la podía escuchar decir que era libre, una y otra vez. En un momento elevó su voz y gritó, con la voz quebrada. Sus ojos no dejaban de estar fríos y vacíos. Tenía el alma desgarrada y había entregado cada parte de su ser para dar cada parte de ella.
Muchas veces debemos decir en voz alta nuestros miedos para cerrar una etapa de nuestra vida. Esos sentí que ella estaba haciendo. Porque cuando me miró a los ojos me sonrió en agradecimiento.
N/A: Capítulo algo larguito JAJAJAJAJAJAJA DAMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMN YA EMPEZÓ EL SALSEO QUE TANTO ME GUSTA. A partir de aquí empezaremos a conocer más de Gabriela y a Daniel.
Espero les haya gustado el capítulo y no los haya dejado esperando mucho.
COMENTEN Y VOTEEEEEEEEN CUALQUIER COSA. Me encantaría escuchar sus opiniones y teorías.
Esta vez hice muy largo el capítulo jiji pero ME INSPIRÉ Y NADIE ME PARABA JAJAJAJAJA
Btw: terminé de ver Modern Family y ESTOY SENSIBLE PORQUE LLORÉ. ¿POR QUÉ SE ACABÓ ESA SERIE? Es tan bella.
En fin........................................................................... ¿alguien quiere dedicación?
Con amor, Bry.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro