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III

Capítulo 3.

30 de enero de 2009. Madrid, España.

G A B R I E L A

Tal vez fue lo espontáneo en su momento, o esa chispa que hacía que funcionara. No sabía que había pasado este mes que me hizo olvidar por un momento, porque no merecía ser feliz.

Toda película muestra una secuencia de escenas maravillosas que viven los protagonistas antes del gran clímax. Esos pequeños clips que sacan suspiros y los recuerdas con una sonrisa estúpida en la cara. Tal vez eran besos, caricias, momentos, platicas hasta la noche. Esos había sentido este mes con Daniel.

Ya saben, cuando todo luce perfecto y en color de rosa. Aunque no todo en la vida es color de rosa, hay matices de colores. El amarillo te da alegría, el verde esperanza y ahora probaba este color rojo pasión junto a Daniel. Era raro, pero me gustaba.

Era algo genuino pero también le faltaba franqueza. Era un limbo, de vivir un sueño pero estar por llegar a la pesadilla. No quería que esto se tornara a un color gris. Era como si cuando estuviese con él todo fuese perfecto pero en las noches me seguía persiguiendo algo inevitable.

Después de tanto negarme, había podido rendirme pero seguían unas cadenas que me impedían continuar. Quería la libertad porque por primera vez en este tiempo, me permití disfrutar sin remordimiento.

Ha sido un mes donde no puedo dejar de cantar "I love you, baby; And if it's quite alright. I need you, baby; To warm the lonely night, I love you, baby; Trust in me when I say". Lo más irónico de todo es que mi subconsciente lo hacía sin que yo supiera el significado. Un compañero, que trabaja conmigo en el taller, me escuchó cantar y me preguntó si estaba viendo a alguien y yo no pude evitar sonreír. ¡Yo estaba sonriendo por un chico! Y no entendía el porqué. Daniel ocupaba parte de mis pensamientos, ya no lo puedo negar. Incluso si escuchaba su nombre, no podía dejar de sonreír. ¡Vamos Gabriela! Ya no eres un adolescente, casi. Aunque nunca puedes evitar sonreír cuando algo te hace eminentemente feliz, aún cuando estás rota por dentro.

Daniel es maravilloso, un chico de ensueño. Crea las mejores citas. Después de esa noche de nuestra primera cita, habíamos ido a Toledo y caminamos por horas visitando la ciudad porque nunca habíamos ido. Me recuerdo su sonrisa cuando apretó mi mano y cerró los ojos, todo justo antes de lanzarse por la tirolina. En la noche fuimos a bailar a un bar. Otro día me llevó a un picnic a Segovia. Después de comer, logramos llegar a la torre de la catedral y nos quedamos viendo el cielo hasta el atardecer abrazados. Lo más hermoso de todo es que nunca había ido a ese lugar y me había sorprendido porque se lo dije una vez a las once de la noche cuando nos quedamos hablando hasta altas horas de la madrugada. Él tenía la habilidad de escuchar cada detalle y eso me encantaba. Eso hacía que en tan pocas semanas me había dejado llevar a donde mi corazón sin razón me dijera. A veces, contaba parte de mi sin que el lo exigiera y eso me aterraba. Me conocía más y sí profundiza, sabía que se espantaría. Me tocaba disfrutar mientras podía y él aún me aceptara.

Lo más irónico de todo es que yo ponía los límites pero al día siguiente, fui yo quien lo sorprendí con un pick up, para perdernos por unas horas. Manejé casi dos horas hasta llegar a un mirador, aparcar el coche e ir a la parte trasera donde había una pizza, vino, mantas, colchas y muchas almohadas para admirar el atardecer. Fue hermoso... algo diferente entre él y yo. Hicimos una pequeña fogata bajo las estrellas, comimos malvaviscos y él me contaba historias de miedo para que me fuera a sus brazos. No le quité la magia a ese viejo truco y lo abracé, solo quería estar más cerca de él. Era una noche mágica, compartí un milagro en el amanecer y poder ver las estrellas sin las luces de la ciudad. Estábamos bajo el cielo que parecía que nos pertenecía. Hablamos hasta noche, el vino hizo efecto y nos quedamos dormidos. Y hoy... amanecí con una sonrisa estúpida en la sonrisa y no sabía como sentirme.

Estar con él no había palabras.

Con él podíamos desde ir a bailar, comer en un restaurante y probar nueva comida como la peruana o tailandesa, hasta hacer actividades al aire libre. Una parte de mi disfrutaba incluso que fuera, como dice Daniel, mi fan número uno y me fuera a ver casi todos los días a verme bailar. Me acompañaba a donde fuera y yo no podía apartarlo. No podía alejarlo como suelo hacer con la gente. Esta vez no me he saboteado para ser feliz... y eso me aterra. Todo era casi perfecto, casi que hasta me la llegué a creer. Todo en pocas semanas y siento que lo conozco de años y he vivido esto por un largo tiempo.

Siento que vivo una fantasía a su lado. Era yo pero sin ser cien por ciento honesta. Podía reírme y hablarle de todo pero siempre me cerraba cuando era algo que trascendía. No me gustaba eso y una parte de mí también sabía que algo en él también se lo reservaba.

Él y yo vivíamos la parte bonita de la relación sin llegar a tener una relación. Me gustaba por ahora... pero... ¿cuánto tiempo? Esa pregunta rondaba mi mente y me atormentaba... pero luego lo miraba y todo quedaba en el pasado. Me gustaba Daniel y no sé qué sentir al respecto.

Y cada uno de estos pensamientos los escucho en mi mente justo después de despertar a su lado y sentir su calor. Ver la serenidad en su rostro y como se acoplaban a su cuerpo perfectamente. Estaba sereno, como nunca lo había visto. Siempre tenía una postura rígida y que quería tener bajo el control. Tenía un pequeño tic de apretar sus dedos cuando estaba nervioso. Cuando estábamos juntos procuraba coger su mano entre la mía para que alejara cualquier cosa que le atormentaba. Una parte de mí quería que él confiara en mí como yo estaba empezando a confiar en él.

Pasé unos minutos despierta antes que él abriera sus ojos, sonrió achinando su sus ojos y sonriendo ampliamente. De repente ya no estaba a su lado, él se acopló encima de mí, acariciando mi rostro y jugando con mi pelo desordenado. La luz del sol nos alumbraba a penas, era muy temprano y él sol despertaba junto a nosotros.

— Buenos días hermosa.

Eso bastó para que alejara cualquier pensamiento y me concentraba en él, únicamente en él. ¿Qué pasa ahora Gabriela?

Tenía miedo por lo que estaba empezando a sentir pero debía tomar riesgos. No todos son como la gente de mi pasado. Ya nadie puede lastimarme, soy otra Gabriela. Una mucho más fuerte.

D A N I E L

Un mes fue suficiente para dejarme una sonrisa permanente. Un beso bastó para que supiera que cada día debía ser una cita con ella, ya sea si vamos por unos helados o nos quedamos hablando hasta la madrugada. Hablábamos todos los días: nos reíamos, nos quedamos callados pero podía sentir que sonreímos ambos. Había algo en ella que era fresco, adictivo y refrescante. Le sumaba a mi vida sonrisas y momentos que no quería que acabaran.

No podía decir su nombre sin sonreír estúpidamente y sonrojarme. Sebastian dice que no hace falta un tiempo determinado para enamorarse de una persona, solo bastan segundos para saberlo pero lo negamos a aceptarlo. Yo sabía que lo que estaba viviendo con Gabriela no era como ninguna otra experiencia. Sentía mi corazón ir más rápido. Cada noche que nos quedamos dormidos hablando uno con el otro, me dormía pensando en ella. Y no puedo dejar de lado que le he dedicado varios momentos de mi vida para hablarlo con mis mejores amigos.

Ellos dicen que me aventure. Y quiero porque es una mujer magnífica pero tengo miedo. Es ese pero que me detiene porque somos dos personas completamente distintas a cuando estamos juntas. Se que ella tiene mucho que esconder y veo algo que le atormenta. Y por mi lado... no he sido completamente honesto. Me siento culpable porque podía estar arruinando algo que podría ser más...

Ella era alguien especial y siento que estamos viviendo algo sin realmente darnos la oportunidad. Nos ocultamos cosas y no sé qué tanto podría continuar así. Me mataba saber que le estaba mintiendo y no le estaba demostrando quien soy. Siento que nos mantengamos en una burbuja que en cualquier momento podría explotar. Me gustaba estar en esa burbuja donde solo eramos los dos.

Y ayer cuando me recogió en ese pick up y nos llevó al mirador, solo podía pensar que tenía una mujer maravillosa a mi lado y no podía dejar de pasar otra oportunidad para ser completamente honesta con ella.Nos debemos una verdadera oportunidad, que venga con tantas imperfecciones como tengan que venir. No quiero seguir en esa burbuja perfecta que nos alejará.

Me gusta estar con ella y estar en estos momentos increíbles pero también quiero coger sus manos cuando sufre. Sé que sufre porque la veo llorar cuando baila, veo que incluso aunque no lo dice, sufre cada día y trabaja por vivir. La admiro y la quiero, pero quiero más de ella... pero si quiero más de ella, debo darle más de mi. Ese día debía ser hoy...

—Buenos días — me respondió con una sonrisa y yo me acerqué para dejarle un beso en su mejilla y luego en sus labios. Sus ojos estaban achinados y tenía la marca de mi brazo en su mejilla. Era hermosa y además tenía una perfecta vista de su rostro.

—¿Qué tanto me miras? — me preguntó mientras se levantaba un poco y se inclinaba para apoyarse en mi pecho y verme directamente. Yo solo alargué mi mano para acariciar su mejilla y detenerme en sus labios, donde reposaba un lunar en su labio inferior.

—Nada... solo... que —sonreí —. Dime loco pero no he podido dejar de pensar en ti en este mes.

—Yo tampoco — me sonrió y esta vez ella se inclinó para besarme aunque más que las otras veces. Ella invadió mi boca, calentando el ambiente. El beso iba subiendo de nivel, profundizando en cada segundo, como quemaduras en la piel, cosquillas en nuestro ser. Quería más...

Fueron minutos donde no dejábamos de besarnos ni acariciándonos. En un momento ella se quedó jugando con mi pelo y yo con sus labios. Los dos... recostados, sin decir nada.

—Yo era la favorita de mi abuela... ¿sabes? Yo solía escabullirme de mis clases de ballet para irme a su cuarto... ella robaba de la cocina galletas de chocolate. Las comíamos juntas y ella trenzaba mi cabello mientras me contaba sobre como conoció a mi abuelo y su historia de amor... — ella le gustaba contar anécdotas de cualquier clase... aunque esta vez que me habla de su vida, había algo distinto. Era algo mucho más personal y profundo. Algo que casi no hacemos y quiero llegar con ella—. Mi abuela era mitad judía y mitad polaca y bailaba en la ópera de su ciudad. La bailarina más hermosa y más aclamada. Era famosa en su época...

—Por eso bailas — digo viéndole con una sonrisa. Ella me la devolvió. Su sonrisa esta vez era más pacífica, llena de recuerdos y nostálgica. Recargaba valentía pero también tempestad.

—De hecho me obligaron a hacerlo mis padres, al principio lo odiaba pero ahora lo hago porque me siento conectada a ella... — dijo viendo el cielo mientras se recostaba a mi lado—. Ella decía que cuando uno baila las estrellas toman tu historia y la cuentan a través del tiempo— su voz fluía y se llenaba de ilusión. Podía sentir que esto era algo especial para ella y me gustaba ser parte de eso—. Quiero creer que mientras bailo ella me cuida desde el cielo y alberga mis esperanzas...como las de ella, que nunca se apagaron pese a la tempestad.

—Eso es hermoso — dije viéndole directamente a los ojos.

—Esto no lo sabe nadie... pero parte de mí recrea esa historia. ¿Sabes? Mis abuelos se conocieron justo antes de que los nazis invadieran Polonia. Mi abuelo era un maestro judío que al entrar a una cafetería vio a la mujer más hermosa. Su corazón volcó de felicidad al verla.. entonces tomó veinte segundos de valentía para acercarse y saludarla. Mis abuelos siempre dicen que las grandes decisiones de la vida se deben de tomar en tus veinte segundos de valentía —me vio—. Tú hiciste eso para acercarte hablar... te oí contar hasta veinte. Por eso acepté tu cita... porque sabía que si contaste hasta veinte, estabas tomando el riesgo y también quise aceptarlo — esta vez me vio directamente a los ojos y empezó acariciar mi barba con delicadeza. Por primera vez, la mirada transparente que tenía en cada baile, la vi mientras desnudaba una parte de su pasado. Su voz era calmada y llena de paz, después de mucho tiempo y por su lenguaje corporal, sabía que estaba despejada de cualquier cosa que la atormentara.

Quería llegar a ella y cogerla entre mis brazos, algo de mí sabía que podíamos apoyarnos unos a los otros. Pero me daba miedo dar ese paso de confianza. No quiero decepcionarme, nuevamente.

—Gracias por confiar en mí y contarme esto —cogí ambas de sus manos y dejé un tierno beso.

Debo aprender a abrirme con ella y el primer paso era decirle la verdad. Aunque hoy todo parecía perfecto como para arruinar lo que teníamos. Sabía perfectamente que ese ha sido mi pretexto, todo va perfecto y de maravilla y tengo miedo de que eso quede en el pasado por mi pequeña mentira.

—Espero también ganar un día tu confianza.

Eso solo me hizo sentirme aún más culpable.

N/A:  ¡TA DAAAA! Corto pero conciso, espero les guste. ¿Tienen una teoría sobre lo que pasará? jiji tengo grandes planes para el siguiente capítulo. ¿Quieren saber más? Pongan la estrellita.

Capítulo dedicado a: @mayrapareja20y @mvsg61207

LOS AMO CON TODO MI CORAZÓN.

Btw: ¿Quieren otro zoom o prefieren un live en instagram?

Con amor, Bry.

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