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12. Eclipse

Su respiración se cortó al instante por haber oído hablar a un lobo. Aquella profunda voz viajo a través del eco de la oscura cueva y erizó totalmente los sentidos de la joven pelirroja. Su admiración creció a pasos agigantados y palpitar de su corazón era cada vez más intenso. Simplemente no podía describir con palabras aquel descubrimiento al dar con el hijo de Hana-san. 

Sin embargo, el gruñido gutural del animal la regresó a la realidad y recordó que el mechero encendido en su mano mostraba los aterradores gestos del animal. 

—Había preguntado quién eres.— Su dorada mirada llena de desconfianza y resentimiento hacia la humana estaba a flor de piel, pero lo que más le molestaba al imponente alfa era ver aquellos redondos ojos mirarlo con una pureza increíble, llego al punto de querer hacerlo retroceder el paso de su propia cueva debido a ella. 

—S-si, yo soy Tsubaki Mat...— La pelirroja detuvo su hablar al momento de pisar nuevamente con su pie lastimado y cayó sentada hacia atrás. Aquel punto débil permitió que el jefe y dueño de aquella privada cueva avanzara estuvieran a menos de un metro de separación. 

—Si estuvieras en una pelea por la supremacía, ya hubieras muerto.— Agregó molesto mientras pasaba por un costado de la humana.— La verdad, quiero que te marches del territorio lo más pronto posible y nunca vuelvas.—Confesó, pero a su vez y con bastante molestia tuvo que volver lentamente a su transformación de humano, revelando ligeramente la piel desnuda de la especie. 

Tsubaki no perdió de vista aquel increíble proceso de los híbridos, ella había visto antes el de Yuki, sin embargo, el cual a duras penas logro presenciar la avergonzó un poco, y tuvo que apartar la mirada cuando su almendrada vista subía delimitando cada músculo bien formado junto a un afinado rostro que denotaba a gritos una belleza salvaje y masculina. 

"Pensamientos puros, pensamientos puros" 

Pero al instante sintió el rozamiento piel con piel y un grito suprimido hizo un nuevo eco en la cueva, provocando que una nueva ronda de aullidos de lobos se escucharan a lo lejos en aquel bosque. Tsubaki tartamudeo al momento de sentir su cuerpo siendo levantado por el contrario y quiso apartarse. 

—¿Podrías callarte y mantenerte quieta?— Exigió en tono autoritario el hombre de cabellos azulados mientras se lo susurraba al costado de la oreja de la mujer. Pero ya era muy tarde cuando la pelirroja sin querer golpeó su costilla con el codo. Había pasado mucho tiempo desde que Ame en verdad se sintiera enojado con alguien y peor aún con una humana. 

—Perdón, pero estás muy... muy cerca y algo me está rozando...— Entre las suplicas susurradas por la arrepentida y nerviosa pelirroja hicieron reflexionar un poco al más alto que aún la sostenía en sus brazos. Fue entonces ahí que notó el ligero aroma dulzón que le producía la más baja y eso lo alteró un poco. 

Aunque no está detallados a ciencia cierta en libros, existen investigaciones en las cuales han mencionado que los seres humanos logran emitir las llamadas feromonas, sin embargo, estas no son detectadas por los sentidos del mismo, hay muy bajas probabilidades de que un humano logre sentir o detectar las feromonas en los olores que transmiten. Aquella información se le vino de golpe a la pelirroja la cual aún se encontraba avergonzada envuelta en los brazos del contrario y ella fue capaz de sentir el ardor sofocante de aquel estrecho lugar. 

Tsubaki no tenía el corazón preparado para esa situación que llegó tan repentinamente, y se cuestionaba muchísimo sobre la época de reproducción de los lobos, según sus anotaciones faltaba siquiera un mes para eso. Pero sucedió algo que la hizo temblar, y fue que el hombre la llevó hasta la especie de nido con paja junto a una manta y la colocó sobre ella de manera poco delicada y a continuación se puso sobre ella. 

La pelirroja aguantó gritar al sentir la perfilada nariz rozar ligeramente al cuello, como si estuviera olfateando algo en ella. Ella simplemente esperaba que acabara. 

—Por favor... apártate.— Para Tsubaki era demasiado contacto corporal y necesitaba recuperar su respiro en su espacio personal perdido. 

—¿Por que hueles tan dulce además... también hueles a mi mamá?— El momento de la calentura bajó y la pelirroja se sorprendió al punto de casi preocuparse por el tono nostálgico de lo último soltado por aquel hombre salvaje. 

Como pudo, tanto Tsubaki como Ame se sentaron frente a frente, centraron su mirada en el contrario y esperando cada uno el momento perfecto para retomar la conversación. 

—Conozco a tu madre desde hace muy poco— Comenzó la pelirroja con una sutil sonrisa. 

Con el pasar de las horas de aquella madrugada, Ame y Tsubaki sostuvieron una conversación amena, a veces mencionando recuerdos y mensajes de la señora Hana-san, en otras mencionando datos curiosos acerca de botánica o ecología terrestre. También, el no abrirse mucho fue un gesto de Ame, quien con bastante razón ella era una extraña que conoce a su madre y hermana. 

—Aún Hana-san se encuentra trabajando en la reserva, es más, iba a trabajar durante esta vacaciones ahí pero... me esguincé el tobillo y creo que ha empeorado...— La ligera tristeza en el tono de voz en la mujer logró estremecer un poco el fuerte caracter de aquel lobo, quien se levantó a buscar algo. 

Tsubaki solamente miró en silencio y siguió con su mirada los movimientos del contrario que traía ciertas hojas en un tupper (envase plástico). Su curiosidad giraba sobre el origen de ciertas cosas humanas a la mitad de la nada del bosque. 

—Los consigo de la basura que tira los humanos.

—Pero si no he preguntado nada todavía. 

—Se te nota en la cara.

La simple respuesta del contrario hizo caer en cuenta lo muy obvia que es Tsubaki y hasta eso le llega a molestar a veces, por ejemplo si quisiera jugar poker perdería a la primera. Llevando su divagación, la pelirroja presionó sus párpados y mordió el interior de su mano al sentir el ardiente rozar de las hojas húmedas sobre la piel de su pie, la cual era lo más afectado. Sin embargo, Ame comentó casi para si mismo que el esguince había empeorado y tal vez su hueso estaba mal ubicado. 

—Va a doler.— Tsubaki iba a preguntar sobre el contexto pero las acciones y agilidosas manos del hombre fueron rápidos que un estrepitoso dolor recorrió cada fibra y nervio de la mujer. Ni si quiera tuvo tiempo para gritar y simplemente se dejó caer adolorida sobre la manta. Claro que lágrimas brotaron de sus almendrados ojos y el sencillo pensamiento de Ame era querer lamerlos. 

"No seas idiota, es una humana"

—No fue para tanto.— Y sin más Ame quien sentía a sus espaldas el resplandor del sol que estaba empezando a salir, y las responsabilidades como jefe comenzaban. Suspiro y decidió ya no interactuar más con la humana.— En dos días más te sentirar mejor, luego te marcharas. 

La contraria solamente giró su rostro en dirección al recién al lobo recién transformado, quien abandonaba la cueva sin regresar a ver. Ella deseo decir "suerte o regresa pronto" pero el bajón de la adrenalina consumió sus fuerzas y la llevó a un profundo sueño. 

Ame estando listo para comenzar sus tareas como lider, volvió a recordar un momento de la madrugada y fue cuando escuchó "... algo me está rozando". Aunque quiso ocultarlo, él estaba ligeramente avergonzado de no poder haberle dicho que era por la navaja del bolsillo de su pantalón, pero claro, cuando se transforma a humano solo se toma la molestia de estar usando un par de jeans gastados y un arma para defenderse en su forma más vulnerable. Pero eso no quita el hecho de que no aclaró sus malentendidos, llevándolo así a maldecirse mentalmente.

—¿Algo le sucede a Alfa?

—No lo mires. 


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