Te ves preciosa
—Antes que digas algo, lamento la tardanza —finjo preocupación, mientras pongo mis manos en forma de suplica.
Oh por dios, esa sonrisa podría iluminar cada pedazo de este ya oscuro bosque.
—No te preocupes, son solo diez minutos.
Esta cerrando la puerta, y aprovecho esos quince segundos para mirarla disimuladamente. Lleva un vestido rojo, ajustado en la parte de arriba, con vuelo por debajo. Esta solo un centímetro arriba de la rodilla. Me pregunto que brassier llevará hoy. ¿El blanco que tanto me gusta? Huelo su perfume, y es el mismo que el de la otra noche. Chocolate, dulce y delicioso.
Caminamos al coche y luego de abrir su puerta, y cerrarla, voy por el otro lado, al asiento del conductor. Ella y yo en un mismo espacio, solos, en mi coche. Es algo mejor que en mis sueños.
—¿Y bien? ¿Cómo ha ido tu día?
Vanessa comienza la conversación y yo me encuentro desestabilizado por un rato. Suelto el aire de forma sonora y arranco el coche, para empezar a irnos.
—Hum bien bien, bastante bien. Nada demasiado interesante, ya sabes, uno de esos días en los que te da igual todo. —Me encojo de hombros—. A excepción de la noche, claro. Esta cita me hacía mucha ilusión. —Volteo un poco a verla, y elevo una sonrisa de costado.
Practiqué esta sonrisa demasiado, aunque ya me ha funcionado en situaciones anteriores.
Odio no poder verla bien mientras me responde.
—Si, supongo que yo tampoco pasé por nada muy emocionante. —Su voz suena aburrida, y comienzo a pensar en alguna de las cosas que tenía pensada para esta noche.
Cuando salimos de la zona boscosa, y estamos frente al primer semáforo del camino, muevo mi mano hasta la radio. Una canción de Misfits, porque sé cuanto le gusta el punk rock.
https://youtu.be/WtIRm_5BEdw
Veo sus pies moverse, con los primeros acordes de la guitarra. Y quizás no conozca la canción, pero es una de mis favoritas.
Veo que frunce el ceño al escuchar la letra. Si no le gusta, solo debería decírmelo.
Cuando llegamos al restaurante, veo su sonrisa asomar de nuevo. Mira el lugar con ojos encantados y mi interior explota de felicidad por dentro. Será una buena noche, lo puedo ver.
Tomamos asiento en una mesa junto a la ventana. Ya tenía hecha mi reservación allí, así que el mozo se acerca a nosotros con aire cordial.
Recuerdo cada parte de nuestra conversación. Mi grabadora esta escondida justo en mi bolsillo. Tendré más momentos de su risa, eso me emociona. Aun así, no puedo dejar de pensar en que está a solo un metro de mi cuerpo. Respiramos el mismo aire. Mis manos comienzan a sudar si pienso demasiado, así que me concentro en dar la mejor impresión. Parece que todo va perfecto.
Perfecto para que mi movimiento magistral de la noche se lleve a cabo.
Solo necesito seguir siendo un tipo perfecto para ella.
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