Ella no es como las demas
Estoy nervioso y las manos me delatan. Conozco su casa como si fuera mía, así que me dirijo a la ventana trasera. Aunque no la veo por ninguna parte.
Me tienta el entrar, pero seria demasiado arriesgado. No quiero asustarla.
Estoy volviendo a la parte delantera, y cuando tengo la primer pierna del otro lado de la verja, escucho el sonido de su risa.
—Ah, ¿qué estás haciendo, Gus?
La sangre sube a mi rostro y temo el no poder justificar mis actos. Comienzo a tartamudear y vuelve a reír.
—No te preocupes, no estaba espíandote.
Y cuando creo que nada podría salir peor, hace un ademán con la mano. No le importa. Creo que Vanessa podría ser la mujer de mi vida. Si.
—Eres raro, y eso me gusta.
Creo desfallecer y sus cabellos dorados son más brillantes que nunca.
...
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