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3

—Un mes.

— ¿Eh? —Dijo Shirou mientras miraba el horno donde la pierna de Vaquidermo estaba cocinándose. Como era de esperar, desde la cocina, en todo el restaurante el delicioso aroma de la comida de Shirou inundaba el local, el cual estaba lleno. —Perdón ¿Qué decías Sarah?

—Hoy se cumple un mes desde que trabajas aquí con nosotros. —Respondió la chica alegremente mientras dejaba en la barra una bandeja con jarras vacías y platos sucios.

El magus pelirrojo no dijo nada pues tomo la bandeja y rápidamente la llevo al lavadero. Pero no llego ni a tocar siquiera la jícara para tomar agua, pues Sarah se le adelanto.

Ambos intercambiaron una mirada y Shirou solo suspiro y sonrió pues sabía que la chica era demasiado terca y no le dejaría lavar los platos sucios y jarras, pues él tenía ya un buen rato cocinando y si se lavaba las manos acabarían doliéndole los huesos de las manos.


—Sí, un mes. ¿Sabes si...? —Un grito desde la calle ahogo el resto de su pregunta. Y el local comenzó a temblar ligeramente al ritmo de un retumbe fuerte e inesperado que hizo que la mayoría se pusieran de pie casi de un salto, a Shirou casi se le cayó un plato que había estado sirviendo mientras hablaba.

Se oyeron gritos y después rugidos.

El retumbe se incrementó, como un terremoto. El joven magus se giró y cerro de golpe las puertas de un armario donde guardaban los platos y vasos de cristal y les escucho tintinear y romperse.

— ¿Qué pasa? —Grito alguien, pero nadie respondió pues un par de aldeanos entraron corriendo al local, uno casi se tropezó con una mesa.

— ¡Estampida! —Grito a todo pulmón. Tras él, los vidrios de varias ventanas se tronaron. Shirou escucho algunos gritos y espero que a nadie le haya alcanzado alguna esquirla de cristal.


Shirou ni siquiera se dio cuenta de que se había salido del local, así que alcanzo a ver a casi una treintena de vaquidermos corriendo asustados levantando nubes de polvo y destrozando otros puestos del mercado que estaban delante.

Quiso correr hacia a la estampida esperando que nadie hubiera sido arrollado pero sintió una mano firme sujetarlo y al girarse se encontró de frente a frente con el señor Fabio.

—Por favor suéltame.

—Espera a que acabe. —Respondió el hombre barbado. Shirou intento soltarse pero para su sorpresa otros 6 vaquidermos salieron de una calle lateral y comenzaron a correr para dar alcance a la manada que ya les llevaba delantera. Apenas los animales se perdieron de vista, el polvo que estaba a casi 2 metros de altura comenzó a atenuarse y escucho diversas voces entre los destrozos. —Listo.


El suelo aun vibraba. Shirou miro al interior del restaurante, la mayoría de las personas ahí dentro lucían tan perplejas como asustadas. El sonido de los animales furiosos y asustados se desvaneció lentamente, dejando un silencio tenso y cargado en el aire mientras la gente intenta recuperarse del impacto de la estampida.

El joven magus busco con la mirada a Sarah y simplemente salió a la calle con cautela.

Obviamente.

Después de una estampida de vaquidermos en el pueblo, la escena era caótica y devastadora.

Varios edificios antiguos de piedra y madera estarían parcialmente destruidos, con escombros esparcidos por las calles empedradas. Las puertas y ventanas rotas revelarían el interior de las casas dañadas, con muebles destrozados y objetos personales esparcidos por el suelo.

Muchos puestos del mercado estaban destruidos.

Shirou se enfureció al ver mucha comida aplastada por la estampida.

«Toda esta comida desperdiciada...»

Los habitantes del pueblo no tardaron en entrar estado de shock y pánico, algunos heridos y otros buscando desesperadamente a sus seres queridos entre el caos.

Shirou tuvo que sujetar y alzar en brazos a un niño que intento correr hacia a un hombre tirado e inmóvil en el suelo mientras gritaba a todo pulmón "Padre".


Antes de que dijera algo, otras personas también comenzaron a salir a la calle y el pelirrojo soltó al niño cuando una mujer llego a su lado y casi se lo arrebato de los brazos.

Sarah se le acerco.

—Hay que... —Iba a decir, pero un grito a unas casas cercanas le distrajo.

— ¡Lo sabía son hechiceros malvados!

— ¡Bruja! ¡Es una bruja! —Grito una voz chillona.

Shirou solo corrió entre las casas en ruinas y al doblar una esquina alcanzo a ver como algunos aldeanos que conocía por ser clientes del restaurant comenzaban a tomar piedras y escombros para arrojárselos a Alma y a Seth.

— ¡Escúchennos! —Grito Seth pero los aldeanos ahí presentes les ignoraron, algunos de ellos tomaron horcas o azadones con evidente uso de un arma improvisada. Shirou dudo solo un instante, para tratar de pensar en algún argumento; hasta que sintió sobre si la mirada de Alma.

Solo intercambiaron una mirada un instante antes de que la mujer de un brazo alzara la mano y una especie de escudo rúnico de viento o energía traslucida se manifestó ante ella y Seth para provocar un viento repentino que tumbo de espaldas a varios de los aldeanos que querían atacarlos.

El joven magus cerró los ojos instintivamente para que no le entrara polvo en los ojos y cuando alzo la mirada vio como Alma sujetaba a Seth mientras volaban en su escoba.

—Maldita bruja. —Grito un aldeano inusualmente pequeño que balanceaba una horca amenazadoramente. —¡Debemos llamar a la Inquisición! —Grito. —Que se lleven a estos brujos de aquí. O provocaran más problemas, se los digo yo.

—Si

—Cierto.

—Momento. —Se le adelanto Sarah que salió de entre la multitud, seguida de su padre y otros de los clientes del restaurant. —Ahora mismo lo más importante es ayudar a los heridos.

—Y detener a los vaquidermos antes de que causen más daño. —Agrego su padre. Fabio tenía cierta reputación y respeto en el pueblo por lo que muchos estuvieron de acuerdo con sus breves palabras.

Shirou se pensó mejor la situación y no dijo nada. Aunque noto que algunas personas le miraban, pero su oportuno silencio le mantuvo fuera de discusiones.


La mañana dio paso a la tarde y después a la noche.

Shirou estaba cansado.

Fatigado.

Técnicamente todo el día ayudo a mover los escombros y al rescate de los heridos o atrapados en derrumbes.

Fue frustrante, pues una parte de él, quería usar su magia para ayudar, pero el odio de los aldeanos a los hechiceros era peligroso. Shirou supo que, si le veían haciendo magia, le acusarían de complicidad, pese a que él realmente no tenía ninguna culpa.

Pero no por eso no pudo ser sutil. Reforzando su cuerpo, y con un poco de "esfuerzo fingido" pudo ayudar más que otros de los adultos.

Si, estaba fatigado.

Pero también satisfecho por su esfuerzo.

«Si este mundo tiene un Dios. Gracias.» Rezo mientras suspiraba.

Solo la intervención divina evito que hubiera muertos. Porque de haberlos, sería el propio Emiya Shirou y no un inquisidor el que le haría rendir cuentas a Seth.

Aunque el chico con cuernos era su amigo, y podía confiar en él. Necesitaba ser mucho más cuidadoso. Shirou jamás le hubiera perdonado que Seth provocara, aunque indirectamente, la muerte de una persona inocente.

«Aunque probablemente, Alma ya lo está castigando.» Pensó. Y tenía mucha razón.

Al caer la tarde, aun cansado ayudo a algunas personas a cocinar y a atender a los heridos, y para su sorpresa acabo con casi una decena de pacientes propios, Sarah le ayudaba.

Ambos, atentos a cualquier gemido de dolor o ayudando a un paciente a atender la llamada de la naturaleza en sus funciones corporales.

Sarah se quedó con él para ayudarle con un par de mujeres cuando estas necesitaron de un cambio de vendaje y de un baño de esponja (De nuevo le dio gracias al Dios de Pharenos por eso) eran casi las 9 de la noche cuando Shirou noto lo cansado de la joven y después de que ella dormitara un par de veces, es que el joven magus la alzo en brazos y la recostó en uno de los catres vacíos.

Sarah ni siquiera se percató de que Shirou había hecho esto, y murmuro entre dientes y se giró en el catre, pero no despertó.

Ella también estaba cansada.


El joven Magus hizo ronda, administrando un jarabe hecho de aceite de semillas de adormidera para aquellos que tenían dolores, humedeciendo las frentes de los que tenían fiebre, poniendo más mantas a los que tiritaban.

Shirou era Shirou a fin de cuentas.

Mamá Emiya.

Su tacto era delicado y su voz tenía un timbre compasivo que llegaba a los heridos, que les resultaba creíble. No como la voz de las personas sanas, las robustas, por muy buena intención que tuviesen.

—Sé lo que es sufrir. —Murmuro para sí, después de darle una cucharada del jarabe de adormidera a uno de los heridos. —Sé lo que es sentir dolor. Estar en una cama apabullado y exánime mientras otros te miran con lastima.

Se quedo junto a ellos en su lecho, le agarraban el brazo cuando el dolor se hacía más intenso, le pedían que escribiera cartas a sus esposas y demás seres queridos.


Shirou se sentaba a su lado, escribía y a algunos les entretuvo contando historias que había oído aquí y allá, como de cierto campesino que saco una espada de una piedra y se volvió un gran rey.

El motivo de contar estas historias era para distraerlos y que los heridos dejaran de pensar en el dolor.

Y sin que lo advirtieran.

Cuando les aplicaba un bálsamo o ungüento o les cambiaba vendajes. Shirou uso la magia que había aprendido gracias al Dios Sileno.

Sileno, Dios de la Jumera, fue el antepenúltimo servant de la Guerra del Grial donde Shirou había participado.

Y aunque era un pelmazo y un imbécil de profesional, también era buen tipo.
Por lo menos lo fue con Shirou, aunque no aprobaba la misoginia del Dios de la Jumera, estaba agradecido con él cuando le obsequio no una sino 3 bitácoras en las que había escrito a mano todos sus conocimientos sobre la magia de la tierra.

Aunque tenían nombres muy inusuales, pues hacían referencia a colores, pero lo curioso es que todos iniciaban con P. Y según Sileno, la letra P era muy poderosa, y peligrosa, por eso ambas palabras iniciaban con P. (Basta decir que ni Shirou ni Kiritsugu encontraron lógica a ese argumento)

Shirou jamás había oído hablar del color Punzó, que es una variable del color rojo vivo.


La primera Bitácora Punzó, detallaba muchos hechizos y sortilegios sobre el arte de la guerra, armas, combate, estrategia, coordinación y de fortalecer el cuerpo a niveles que el propio Shirou y su padre Emiya Kiritsugu (ahora convertido en su Servant Saber) jamás habían imaginado.

Y Kiritsugu no por nada se había ganado el apodo del "Asesino de Magos".

En este manuscrito, se mencionaban grandes cantidades de magia para los campos de batalla y podría incluir invocaciones y poderosos hechizos para aumentar la ferocidad de los guerreros, provocar miedo en el enemigo o desatar la violencia.

Otras páginas hablaban de la magia con fines mucho más estratégicos usada a tal modo que parecían bendiciones para estrategias exitosas, protección para los guerreros y habilidades para evitar conflictos innecesarios.

Explicaba cómo crear armas hasta con los ingredientes más "inesperados" y algunos que caían en lo ridículo, pero otros eran fáciles de obtener. Mientras que las ultimas paginas describía la creación de amuletos o talismanes que contenían inscripciones o símbolos sagrados que otorgaban protección o fuerza e incluso sanación en el campo de batalla.

Y hasta decía como crear un campo delimitado que dañaba a los enemigos y a la vez sanaba a los aliados.

Esa bitácora era sorprendente.

Y las otras 2 no se quedaban muy atrás.


La Bitácora Purpura hablaba sobre la magia de la creación, las estrellas, el vació y la destrucción, sobre todo tipo de materias, elementos, metales y sedimentos que no tenían nombre, colores que los humanos no conocían.

Era principalmente una muy avanzada magia cósmica y primordial.

La mayoría de esos hechizos y conocimientos eran tan complejos que Shirou se rindió después de tratar de leer solo la página de introducción de la Astromancia.

Su padre, le advirtió que tuviera mucho cuidado al mostrar esta bitácora y Shirou le dio la razón.

Finalmente estaba la Bitácora Parda.

Esta quizás era la más sencilla de leer y comprender, pues la magia que tenía plasmada en su interior no hablaban sobre el cosmos o sobre la guerra, sino sobre la naturaleza misma.

Sus conocimientos sobre las plantas, minerales y la sanación eran asombrosos.

Si bien, Shirou siempre estuvo satisfecho con su propio Refuerzo y Proyección, después de leer la bitácora se dio cuenta de que apenas y había arañado la superficie de magia.

Había sortilegios que podían hasta curar el alma, e incluso hasta crear una.

Y muchos de los hechizos de sanación apenas y necesitaban de una palabras o mejor dicho de una silaba entonada en la forma correcta.

Las 3 Bitácoras o como Shirou las llamaba bromeando "El Poder de 3" no eran objetos mágicos, eran simples bitácoras de trabajo que Sileno había obtenido en la guerra del grial y en las que plasmo todos sus conocimientos.


Shirou las guardo en su Realidad de Mármol mejorada por lo que había aprendido. De esto gracias a esos conocimientos podría decirse que ahora, estaba a la par de algunos de los integrantes de las altas esferas de la Torre del Reloj.

Y todo gracias a un servant enemigo.

Aun servant de 2 estrellas.

Sileno. Negaba ser un Dios.

Aunque era más poderoso y antiguo de lo que su apariencia juvenil e inocente demostraba. Y su catalizador era absurdamente fácil de obtener: Cerveza.

Incluso en su primera batalla cuando Sileno había ido a la casa de Shirou para rematarlo, demostró su superioridad a pesar de ser un Archer cuando uso su Habilidad: "Amado por la Tierra" creando en la casa de Shirou una línea ley eterna que restauraba la salud y maná de Shirou y de Saber.

«Tu podrías hasta crear un Grial por ti mismo. ¿No es así, Sileno?» Pensó Shirou mientras suspiraba y usaba la magia sanadora en el paciente que se había fracturado una pierna.

Restauro el hueso, pero no hizo más contrario a su intención original, pues sería muy difícil explicar una restauración milagrosa.

Paso a otro de los pacientes. Y después a un tercero. Después de ayudar a un hombre a ir al baño, dormitando se sentó en una silla cercas de Sarah y paso la noche a duermevela. 


Shirou despertó con un sobresalto cuando escucho el desplome de un edificio.

Alguien grito. Y cuando pudo salir al exterior pues el edificio se tambaleo por el tronido y la nube de polvo, fue que vio un gran orbe blanco con anillos negros a unas cuadras de distancia.

—¿Qué es esa cosa? —Hablo para si mismo pero la voz de Sarah a sus espaldas le dio la respuesta.

—Es el huevo de un némesis...

El joven pelirrojo miro el huevo y usando su magia sobre su vista distinguio a algunos de los obreros de las granjas de vaquidermos intentando sacar a un hombre que había quedado atrapado en un desplome.

—Esto es malo ¿verdad? —Pregunto, aunque sabia la respuesta.

—Mucho.

El pelirrojo suspiro.

—¿Cómo puede empeorar? —Pregunto. Y su Suerte Rango E  le dio la respuesta un instante después.

Sarah y Shirou solo alzaron la vista al escuchar un grito masculino. Y ambos vieron a Seth caer en picada apenas sostenidos por los murciélagos familiares de Alma.

—Maldita sea, Seth... —Murmuro Shirou dándose un facepalm en la frente cuando su amigo cayo con fuerza sobre el Huevo del némesis. Y como si su suerte Rango E aun pudiera superarse a sí misma, el huevo del némesis comenzó a fragmentarse, y un monstruo de cuerpo negro humanoide salió del cascaron con un rugido que hizo temblar el edificio del cual Shirou y Sarah habían salido.

—Ire a ayudar. —Dijo dando un paso firme, pero Sarah inesperadamente lo abrazo por su espalda.

Shirou no era alguien que no le gustara que lo tocaran sin su permiso, pero se quedó rígido al sentir el contacto del cuerpo de esa chica en la flor de su juventud.

—Ten cuidado y... —Antes de que terminara su frase, la chica inesperadamente empujo a Shirou quien dio un par de pasos torpes hasta casi caer al suelo, pero oyó a sus espaldas un sonido de derrumbe.

Temiéndose lo peor se giró rápidamente pero solo vio como Sarah estaba empapada de agua, pues unos barriles en una plataforma habían colapsado, pero lejos de peligrar, la chica solo estaba mojada.

—¿Estas bien?

—Estoy calada...

—Yo... —El pelirrojo no dudo y antes de que la chica lo detuviera, se quito la camisa blanca y azul y la puso sobre los hombros de la chica como si fuese una manta.

Era difícil saber quién estaba más ruborizado. Aunque a Shirou no le importaba mostrar su torso desnudo, para Sarah esto era mucho mas distinto.

Shirou era atractivo y atlético (algo que muchas jovencitas y clientes del restaurant habían notado) pero no se lo imaginaba así de bien.

Lo inesperado paso cuando de la nada, dos espadas aparecieron en las manos del joven pelirrojo.

—Volveré.

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