41 ¿Qué te parece si estrenamos la cama?
No mentía Zack cuando dijo que dormiría toda la noche, luego del sexo desenfrenado durmió como un oso.
Era medio día cuando despertó.
Las marcas en sus muñecas eran visibles y las nalgas, rayos le ardían, pero no iba a quejarse, de solo recordar lo que le hicieron esa noche la hacía suspirar, sentía que era una locura, sentir ese grado de placer, y más estando embarazada, luego de haber tenido una buena ronda de sexo cayó en cuenta de que si seguía así podría afectarle a los bebés, pero ignoro ese pensamiento olímpicamente cuando se percató de que todo iba bien, nada le dolía aparte de su trasero, rayos, Ethan si se lo abrió de verdad.
— Despertaste, qué bueno, ya podemos ir a casa. — le dijo Zack
—¿De verdad?
— Sí, ¿Te quieres duchar o quieres salir así? Ya los obsequios están en la camioneta y uno de los bolsos también lo demás está aquí por si quería ducharte primero.
—Por supuesto, voy a darme una ducha, huelo a sexo.
Una carcajada salió de él, le gustaba oírlo reír.
—vale, te espero.
Diana no perdió tiempo en ir a ducharse, el agua tibia la relajaba mucho.
Una vez duchada, vestida y peinada salió del baño, ya la habitación estaba ordenada y la cama estaba con sábanas nuevas.
Qué pena, estaba hecha un desastre.
—¿Por qué esa cara?— le dijo Zack al verla con una mueca en el rostro.
— esas sábanas estaba hecha un desastre, qué vergüenza con las de la lavandería.
— bah, ese es su trabajo, a demás no somos los únicos que a veces se descontrolan en alguna de las habitaciones, sobre todo el personal médico.
Su mente viajó a esa doctora que una vez la atendió cuando tuvo el accidente en el elevador, cuando lo conoció. ¿A caso se refería a ella? ¿Con él? Por su salud mental esperaba que no.
—No, deja de comerte los sesos pensando pendejadas, nunca lo he hecho con nadie en un hospital que no seas tú.
— eso me tranquiliza.
— Vamos, Max ya entrego su guardia y la orden del alta ya está Dada.
Salieron de la habitación y no pudo evitar darse cuenta de que las enfermeras la veían de reojo. ¿Qué les pasaba?
— Una silla de ruedas para mi mujer por favor.
¿Su mujer? Decía una enfermera en susurro a otra.
Tiene dos maridos decía otra.
—Puedo caminar amor.
— Lo sé, pero no quiero que lo hagas, que justifiquen su salario.
— Zack — lo reprendió Diana.
La ignoro olímpicamente tras Robarle un beso después de que el camillero se acercará con la silla de ruedas.
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— Está no es la ruta a casa.
— Sí que lo es.
Diana no dijo nada más, siguió comiendo unos bombones de chocolate relleno de Arequipe.
—Llegamos
Diana se metió a la boca el último chocolate y miro extrañada la bella casa que estaba frente a ella, estaba al final de una colina.
—¿Te gusta? — le pregunto él
Ella solo asintió, pero no entendía nada.
— Es nuestro nuevo hogar.
No lo podía creer, bajo de la camioneta con pasos lentos y Zack se quedó a su lado.
Ahora que la veía mejor podía ver una enorme fuente al frente haciendo una rotonda dónde los carros podían entrar y salir fácilmente, los pinos a los lados le daban un toque más fresco al lugar, era una casa bellísima de dos pisos, se podía apreciar un estacionamiento techado a un lado, ahí se encontraban varios autos, pero no le dio importancia.
—Vamos nos esperan.
Caminaron al interior y pudo ver a sus padres y sus futuros suegros, también a la Nana y a James.
Todos estaban ahí, y uno que otro amigo de la familia.
— ¿Qué te parece nuestro nuevo hogar? — Le dijo Ethan cuando se acercó a ella después de darle un beso.
— esto... Yo... No sé qué decir, es hermosa, pero ¿Por qué no me dijeron nada?
— Si te decíamos ya no sería una sorpresa.
—Bienvenida hija — la saludo su padre seguido por su madre.— nos alegra que ya estés bien y en casa.
—Oh querida que bueno que ya estés recuperada. Moría de ganas de que salieras de ese hospital. Ven quiero que veas algo.— Mireya, su futura suegra le llevo casi volando a un lado de la casa mostrándome en el camino ciertas áreas de la parte de abajo de la casa. Le llevo a unas puertas de madera con un relieve muy hermoso. — vamos, abre.
Al abrir lo que allí vio Diana la dejo con la boca abierta, una enorme biblioteca se abría paso frente a ella.
—Es... Es... Impresionante.
—¿Verdad? De esto me encargué junto con tus padres, me dijeron que amas leer así que nuestro regalo de bienvenida tenía que ser a lo grande.
— Gracias suegra, está fuera de serie.— escucharla decir suegra y no señora o señora Mireya, la conmovió, amaba a esa niña como una hija, le alegraba mucho que sus hijos la tuvieran a su lado.
Fingiría demencia si alguien se enteraba de que en un principio no le pareció ese romance poliamorosa de sus hijos para con ella, pero optó por conocerla mejor y darle una oportunidad de tratarla y no se equivocó, era una niña adorable y la haría abuela, ¡Por Dios! ¿Quién lo diría?
— Gracias mamá, papá, saben lo mucho que me encanta leer.— le dijo a sus padres después de un abrazo.
— bien nosotros vamos al jardín de atrás, la barbacoa está puesta — dijo Antonio su futuro suegro acercándose a ellos con un delantal y una pinza de cocina en una de sus manos.
— Por Dios Antonio deja que los expertos en el arte culinario se encarguen de la barbacoa o comeremos puro carbón — le dijo Mireya un tanto horrorizada al ver que su esposo estaba tomando el mando de la barbacoa.
— Si papá por favor— dijo Zack abrazando a Diana por la espalda y sobando su panza que ya estaba empezando a notarse— mi mujer no se va a intoxicar con eso, le muestro la planta de arriba a Diana y me encargo de eso.
Diana no pudo evitar reírse, ¿Qué tan desastroso podía ser en señor Antonio en la cocina? La verdad es que jamás lo había visto cocinar, pero no creía que fuera capaz de achicharrar la carne.
Sus papás y sus suegros se retiraron al jardín, mientras su padre, Diego, intentaba persuadir a su consuegro en que dejara eso hasta que Zack llegara.
Qué dramáticos, no iba a ser el fin de mundo.
— Vamos, queremos mostrarle el otro nivel.— le dijo Ethan tomando una de sus manos y llevándola a la planta de arriba.
Si la planta de abajo era una cosa impresionante, la superior estaba fuera de serie tenía muchas habitaciones, su familia no era tan numerosa como para tener tantas habitaciones había unas ocho habitaciones y según Ethan podían hacer unas dos más.
— yo creo que son suficientes habitaciones. ¿No creen?
— nunca se sabe mi reina, estás son las habitaciones de los niños.
Estaban frente a dos puertas de madera pintadas de blanco.
— Aún no sabemos que van a ser, así que mandamos a decorarla con motivos de safari ambas, ya luego le colocaremos los detalles que quieras cuando sepamos el sexo de los bebés. — dijo Ethan — ¿Te gusta?
— están perfectas. — y no era mentira las habitaciones estaban decoradas de forma impresionante, las cunas eran blancas, había una cantidad increíble de peluches por toda la habitación colocados de forma que hacía juego con los dibujos de animales bebés en las paredes.
Cada habitación tenía su baño personal, así que el de los bebés no era la excepción, pero lo que llamo la atención a Diana fue el grabado en ambas cunas D'angelo Smith, no cabía duda que querían dejar en caro a quién le pertenecían.
— Es hermoso— dijo ella soltando unas lágrimas traicioneras, mientras repasaba con la punta de sus dedos el grabado de las letras en la madera de la cuna.
Zack limpio sus lágrimas tiernamente y le dio un beso en la cabeza cuando la atrajo a su torso.
Sintió que le acariciaba su espalda y le dejaba un beso en su hombro. — Ven, nuestra habitación está justo al frente.
Era la más grande con ventanas enormes y un balcón que dejaba una buena vista al jardín trasero, podía ver la enorme piscina y a su familia a un lado dando manotazos en el aire para despejar el humo negro que salía de la parrillera.
No pudo evitar soltar una carcajada mientras los veía a la distancia.
Cada uno de sus hombres se colocó a cada lado de ella, Zack cruzado de brazos contemplando el desastre — papá no aprende, siempre se le quema la carne, la última vez casi quemaba el jardín de su casa. — suspiro y se retiró a ver qué podía salvar de todo ese desastre, gracias al cielo que predijo que algo así podía pasar y compro una dotación de carne como para un batallón de personas, y salió de la habitación no sin antes darle un beso a Diana y uno a su pequeña pancita.
Ethan por su parte abrazo a Diana por la espalda y sobó su barriga — ¿Qué te parece si estrenamos la cama?
Diana no pudo evitar sonreír — me parece una excelente idea.
Nadie se iba a percatar de su ausencia, después de todo le estaban dando un tour por su nuevo hogar.
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