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02. Jungkook y el pasado

[3]


5 años atrás

Las manos le sudan, su cuerpo tiembla y mantiene los ojos cerrados debido al temor. Jungkook lo sujetaba de las muñecas, con una de sus piernas en medio de las propias para impedirle la huida o el movimiento, pero no importaba, de todos modos se sentía incapaz de intentarlo.

Escucha un suspiro profundo y luego la voz ronca de su pareja se cola por sus canales auditivos.

—¿De verdad estás tan asustado, bebé? —cuestiona con asombro y hasta ese momento él se atreve a elevar sus párpados.

Jeon lo ve con sus grandes ojos de cordero inundados de preocupación, con los labios apretados por la incertidumbre y el ceño fruncido.

¿Dónde estaba aquel demente al que tanto le temía?

¿Qué pasó con las miles de ideas asesinas que habían asaltado su cabeza?

—Yo... las imágenes... —balbucea, los ojos le arden por haber estado llorando y sus mejillas están empapadas.

—¿Las imágenes? ¿Te refieres a las de mi habitación? —A pesar de no responder, Jungkook comprende de inmediato que así era—. Jimin, quiero que me escuches con atención. No quiero ni planeo hacerte daño, te amo más que a nadie en el mundo y jamás, jamás de los jamases he pensado en ocultarte lo que me sucede, solo estaba esperando a que despertaras para contarte.

—¿Contarme qué?

Suelta otro suspiro y acaricia su cabello, luego lo toma de las mejillas y las besa suavemente, dando piquitos cortos que —a pesar de la situación— lo hicieron sonreír con calma. Aquellos largos dedos se encargaron de limpiar la piel rosácea de su rostro y de secar las gotas saladas con las mangas de su pijama.

—Ven aquí —dice estirando su brazo, y aunque no lo dijera, era una prueba de confianza entre ambos.

Jimin ve aquella mano y la toma despacio, dando más de sí al hombre que luchó tanto para conquistarlo. Jungkook sonríe al ver su acción y con alegría lo hala al sillón para sentarlo a su costado. Se pone de pie y rebusca entre algunos muebles de la sala de estar, dando vueltas de una esquina a otra del departamento.

—Mira, sé que quizás no puedas o quieras creerme, pero juro que no miento, bebé —asegura acercándose al sillón con un folder lleno de muchos papeles—. Aún confías en mí, ¿no es así?

—Jungkook...

—Jimin, te amo, no te obligaré a creerme ni a permanecer a mi lado después de que sepas esto, pero quiero saber si aún confías en mí. Hasta hace un rato estabas temblando de miedo y seguramente pensando que era un psicópata.

—Bueno, yo... —Se mantiene en silencio por unos segundos y piensa con detenimiento, luego sonríe, los recuerdos parecen golpearlo y un calor se instala en su pecho—. Lo hago, Jungkook, confío en ti.

Y con otra sonrisa, el mencionado agita los papeles mientras los saca de sus respectivas carpetas.

—Cuando estaba en la mitad de mi carrera universitaria noté que algunas cosas cambiaban en mí, lo ocurrido a lo largo del día comenzaba a olvidarlo, confundía los días, a las personas y los sucesos. Era como si de repente mi mente tuviera algún error.

—Amnesia —susurra Jimin y él asiente con una sonrisa que no tiene un significado en específico, la esquina de su boca apenas y se curva perceptiblemente.

—Amnesia anterógrada. Una de las amnesias más extrañas y la mía es aún mucho peor.

—Jungkook... ¿Es en serio?

—Increíble, ¿no es así? —Una risa irónica se escapa de su boca y le acaricia la rodilla mientras señala documentos con el logo de diversos hospitales—. Cuando cumplí veinticinco todo empeoró, los médicos dijeron que poco a poco iría olvidando el presente hasta que un día simplemente no sabría del hoy o del ayer, solo los recuerdos del pasado se mantendrían intactos.

—Olvidas lo que ocurre en el día a día. —De repente todo comenzaba a tener sentido.

—Así es. Según los médicos, cada que duermo mi cerebro se apaga y reinicia, y cuando despierto pienso que es el mismo día una y otra vez. Desde que cumplí veintisiete, cada que despierto es trece de julio.

—Yo...

—No digas nada todavía, aún no termino. —La interrupción le causa cierta gracia y le besa la mejilla de nuevo, el sonido chasqueante de sus labios al contacto con la piel cálida hace a Jimin acercarse y acurrucarse en su hombro—. Las fotos que ves por todos lados es porque no quería olvidarte conforme pasaban los días, de verdad me gustas desde que te conocí y no quería perder la oportunidad de conocerte más allá de un simple saludo matutino. —Se ríe al recordar algo importante, abrazando por los hombros a su pareja mientras el rostro de alguien más está presente—. Incluso le hice un berrinche a mi amigo por no querer olvidarte pero aunque no quisiera, debía dormir en algún momento y mi cerebro inevitablemente te borraría.

—¿Cómo puedes recordar eso?

—No lo hago, leí mi diario antes de hablar contigo, necesitaba estar completamente enterado de lo que ocurrió en todos estos meses antes de sentarme aquí y dejarte claras las cosas.

—¿Entonces sí me has estado siguiendo y fotografiando?

Jungkook ríe sin poder evitarlo, se sacude de un lado a otro, meciéndose alegre al no sentir ningún tono de reproche en la voz contraria.

—Sí, pero fue con buenas intenciones.

—¿Hay buenas intenciones en acosar a la gente?

—Quizás no, pero en mi caso hay amor.

Y lo había, Jimin lo sentía con solo ver ese par de orbes brillantes. Acerca su boca a la contraria y une sus labios en una danza delicada, llena de sentimientos encontrados y verdades expuestas.

Se aman mutuamente, pero como dijo Jungkook antes, no puede comprender todo de golpe, es demasiada información para asimilar. Tampoco está obligado a permanecer al lado de una persona que el día de mañana no lo recordará. Por esa y muchas otras razones Jungkook lo deja ir, le pide a su amigo —mano derecha y guardaespaldas personal— que abra la puerta y lleve a Jimin a su departamento.

No vuelven a buscarse, quizás porque necesitan tiempo, o puede ser porque se aman demasiado y necesitan sanar adecuadamente, entender lo que sienten y darse cuenta que son suficiente para afrontar cualquier cosa que venga en el futuro.

A pesar de ello, Park y el guardaespaldas de Jeon se mantienen en contacto, hablan poco y solo lo necesario. Entonces él comprende que no puede vivir así, amando a un hombre con el que no habla, sintiendo nostalgia todos los días y extrañando aquella rutina que ya habían establecido en mutuo acuerdo sin mediar palabra.

Una tarde de invierno, un par de meses después de aquella separación sin nombre, Jimin se topa con un hombre sentado en las bancas del parque que se encuentra de camino a su casa. Viste un abrigo largo y pantalones pulcros. En su mano hay un pequeño cuaderno que él reconoce de inmediato. Es el diario de su pareja, lo vio el mismo día en que todo entre ellos terminó.

Se acerca despacio y observa con prudencia, a lo lejos, el guardaespaldas lo ve y lo saluda con un simple movimiento de cabeza que él corresponde de inmediato.

—¿Jungkook? ¿Qué haces ahí?

Por alguna razón, el joven parece sorprendido, asustado incluso.

—Hola —saluda—. Disculpa, ¿quién eres? ¿Nos conocemos?

Jimin no puede soportarlo y se pregunta si algún día podrá hacerlo en el futuro.

¿Qué hará cuando Jungkook despierte a su lado por las mañanas y no sepa quién es él?

¿Qué sentirá al ver aquella mueca de asombro y temor adornar sus facciones en cada amanecer?

¿Realmente podrá soportarlo? ¿Su corazón será lo suficientemente fuerte?

—Sí, nos conocemos —murmura y toma asiento a su costado—. ¿No lo recuerdas?

El invierno es una época hermosa desde su perspectiva, el frío que cala por los huesos hace sentir el límite de la vida y muerte de cada persona. Es... sublime.

—Bueno, por alguna razón escribí en mi diario que no debía leer nada de los últimos meses, así que pienso obedecer. —Se detiene de inmediato, siendo consciente de que le cuenta su vida a alguien que no está seguro de conocer—. Perdón, ¿quién dijiste que eras? ¿De dónde te conozco?

Su pecho duele, pero de alguna manera no se siente cansado ni decepcionado.

—Soy Park Jimin, un gusto volvernos a presentar —dice ofreciendo su mano y sonriendo con una tristeza oculta en su mirada—. Nos conocimos en la biblioteca del centro, si todavía tienes dudas puedes preguntarle a tu amigo, él me vio en muchas ocasiones contigo.

—La biblioteca, ¿eh? ¿Suelo leer mucho?

—Bueno... —carraspeó—. Solías visitarla bastante seguido.

—Genial... Eso quiere decir que tú apareces en mi diario, ¿no es así? —menciona abriendo el cuaderno con cubierta de cuero y él lo detiene ipso facto.

—¡Sí, sí! Pero no puedes leer aún.

—¿Por? ¿Acaso no sabes lo molesto que es hablar con alguien a quien no recuerdo? No sé qué podría gustarte y qué no, tampoco cuáles son nuestros temas de conversación habituales o los pasatiempos que compartimos.

Entonces lo entiende, los pasatiempos en las paredes no solo eran las cosas que le gustaban, sino aquellas que los unirían más, que podían compartir.

El dolor desaparece y es reemplazado por calidez, sabe que está haciendo lo correcto, sin importar cuánto cueste o el tiempo que tome. Sin lugar a dudas es lo correcto.

—Bueno, siempre es emocionante conocer a una persona de nuevo, es como iniciar de cero. —La sonrisa que le ofrece es sincera, alegre en comparación con la anterior—. No debes preocuparte, te hablaré de aquello que no te he contado en el pasado y más tarde puedes confirmarlo al leer tu diario.

—De acuerdo —suelta más convencido.

—Siempre quise dedicarme a cortar cabello, hacer peinados y ese tipo de cosas, pero mis padres nunca lo aceptaron ni me permitieron hacerlo —murmura tiempo después, cuando el silencio parecía querer apoderarse del ambiente.

—¿En serio?

Ríe y siente, recordando las miles de ocasiones en las que hizo arder en furia a sus progenitores.

—En serio, cada que me veían con una tijera en las manos me arrojaban lo que tuvieran a su alcance.

—Eso es terrible.

—Lo fue en su momento, ahora solo es divertido.

Hablaron y hablaron hasta que el sol cayó por el horizonte y desapareció, cuando la temperatura bajó lo suficiente como para tener que buscar refugio y los primeros copos de nieve descendieron del cielo.

—No lo entiendo, pero sé que debo estar aquí, la primera nevada es importante para mí, pero no puedo recordarlo y es tan molesto.

La voz de Jungkook se escucha apagada, cansada y decepcionada. Pero Jimin sabe la importancia, él recuerda claramente la promesa que se hicieron de estar juntos en esa primera nevada, apenas unos meses atrás.

Observa el perfil a su lado y suspira, buscando la mano ajena para tomarla y enroscar sus dedos. La acción sorprende a ambas partes, pero nadie dice nada, no se atreven a arruinar el momento.

—Jungkook, cuando llegues a casa debes leer tu diario.

—¿Por qué no esperar para mañana? Ya casi es hora de dormir.

—Necesito que lo leas hoy.

—¿Por qué?

No responde, toma el cuaderno y sacando un bolígrafo de su bolsillo escribe por algunos minutos en la siguiente hoja en blanco. Luego se lo regresa, pero le prohíbe mirar el interior.

—Acabo de escribir ahí, ahora te verás en la obligación de leer todo para comprender. —Se pone de pie y nuevamente ofrece su mano para que le imite—. Vamos, es hora de volver a casa.

Juntos caminan hasta el auto donde su chófer lo espera y antes de subirse a él siente a Jimin besarlo castamente. El toque es suave y delicado, sus labios rellenos son tibios al contacto y las mariposas no tardan en aparecer en su estómago.

—Cuídate mucho, Jungkook. —Hay lágrimas silenciosas escurriendo por sus mejillas y una sonrisa tímida tira de las comisuras de sus labios—. Te veré mañana.

—Hasta mañana, Jimin. —Se despide a pesar de no comprender nada, anonadado y confundido.

El guardaespaldas no tarda en abrir la puerta y dejarlo entrar, dándole una última mirada al más bajo antes de subirse al coche.

—Llévalo seguro a casa.

—No se preocupe, joven Park.

—Muchas gracias, Wang.

Ellos se marchan y horas después —con una taza de té sobre su mesita de noche, la pijama puesta y recién duchado— Jeon Jungkook lee lo escrito en su diario desde varios meses atrás. Siente todo de nuevo, se ha enamorado una vez más solo con leer las páginas y letras entre sus dedos.

Se sorprende, ríe, llora y ama. Todo en una sola noche.

Al final, la inconfundible letra de su amado lo hace pegar gritos de felicidad, de un hombre sumamente enamorado.

»Perdón por hacerte esperar tanto, por negarme a ser feliz a tu lado por tanto tiempo, por tener tanto miedo.

No te temo a ti ni a la situación, tengo pavor al futuro incierto, a no estar a la altura de lo que mereces y necesitas, a no ser lo suficientemente valiente y dejarte en algún punto de nuestras vidas solo por egoísmo.

Pero hoy, al verte aquí a pesar de no recordar la razón, al ver el amor en tu mirada sin que sepas quién soy, estoy seguro de mis decisiones, de querer estar a tu lado, de ser fuerte no por, sino para nosotros.

No importa cuántas veces olvides, te leeré tu diario a cada minuto del día de ser necesario. Te enamoraré todos los días. Sé que te reirás de mis chistes malos siempre, porque ni siquiera recordarás que te los he dicho en el pasado. Te contaré nuestra historia de amor una y mil veces, porque apuesto mi vida a que estarás encantado de volver a oírla. Y te amaré, todos y cada uno de nuestros días de ahora en adelante.

Por favor, recuérdame una vez más, mañana y todos nuestros despertares siguientes.«




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[4]


—¡Todos, fuera de aquí! —ordenó sin piedad, viendo a sus hombres asentir y obedecer de inmediato.

James mueve la cabeza de un lado a otro, la hemorragia comienza a hacer estragos en su cuerpo y desvariar sus acciones. Parece que en cualquier momento perderá el conocimiento.

—Black, creo que...

—Lo sé, no te preocupes, iré por un médico —menciona y antes de irse deja un fugaz beso en su frente.

—¡Que Jackson vaya contigo! —dice con la voz suficientemente en alto como para que el mencionado lo escuche.

—Lo hará incluso si no se lo pides.

James ríe ligeramente, estragos del alcohol o falta de sangre, realmente White no lo sabe. Incluso parecía una risa descarada, cínica.

—Es cierto, ¿no es así? —El más bajo lo ve con furia al comprender la pregunta, pero a él no le importa—. Es cierto que ustedes no son hermanos de sangre, son amantes.

—Eso es algo que a ti no debería importarte. —James vuelve a reír y él toma una silla para sentarse enfrente—. Vamos, sigue hablando de ese tipo.

—Hermano White, realmente no recuerdo mucho ahora... Recordar... recordar... recordar... ¡Eso es! Él sabe que uno de ustedes tiene amnesia, pero no está seguro de cuál ni de qué tipo.

No eran buenas noticias, pero tampoco eran lo suficientemente malas.

Aún debía pensar qué hacer ante tal situación. La organización y el propio Black eran la diana de un plan que no pintaba nada bien. Si pudieron atacar y herir a la familia Kim, sin lugar a dudas podrían hacer lo mismo con el núcleo.

Sonríe como siempre, no dejando verse afectado por las noticias recientes.

—¿Es un solo hombre quien dirige todo esto?

—No lo sé, creo que sí.

—¿Cómo es que no lo sabes?

—No hablo con él directamente, hermano. Ellos me contactaron en su principio, me amenazaron y acabaron con lo poco que tenía. Incluso cuando quise darles información falsa, ellos lo notaron de inmediato y casi me matan a punta de golpes. ¡No tuve opción!

No quería hablar más al respecto, tampoco juzgar a alguien sin saber realmente los hechos o acontecimientos. Pero inequívocamente hubo traición y él no puede dejarlo pasar sin siquiera un castigo.

¿Abrirle los muslos y cortar los músculos de la zona con las tijeras habría sido suficiente?

¿Debería cortarle una mano? ¿Un pie o una pierna?

"Los castigos no son castigos hasta que el recuerdo y algo más perdura toda la vida."

Mientras pensaba en ello pudo escuchar a Black llegar con otro joven. Jin Woo hace poco se había recibido de medicina y comenzaba a cursar su especialidad. Una mente prodigiosa sin lugar a dudas y ver ese talento fue bastante sencillo, costear sus estudios también fue una gran decisión. Hoy en día disponían las veinticuatro horas del día de un médico dispuesto a ayudarles.

—¿Qué tal se ve? —pregunta y el joven ríe, su vista fija en James.

—Hermano, creo que tuviste la mejor de las suertes. Hubo hombres a los que tuve que llegar a unir sus miembros en el lugar donde correspondía o terminar de amputar porque no tenían solución.

White no dice nada, su vista está fija en Black y la manera en que se recarga en un muro para no perder el equilibrio mientras se sujeta la frente.

—¿Estás bien? —La preocupación en su voz es palpable. Pone su palma en la espalda contraria y lo acaricia sobre la ropa con movimientos laterales.

—Lo estoy, solo son dolores de cabeza.

Black parece mareado, mas al girar el rostro puede ver a James profundamente dormido, inmóvil y apenas respirando. Jin Woo lo ha sedado lo suficiente como para perder la consciencia.

—Será mejor que volvamos a casa, tenemos cosas que resolver. —White parece extrañamente tranquilo, pero Black conoce ese comportamiento y expresiones en su rostro.

—No hay nada de qué preocuparnos.

—¿Cómo estás tan seguro de ello? Escuchaste lo que él dijo, suponiendo que no todo sea verdad, deberíamos de mantenernos alertas.

—No nos atacará.

—¿Por qué dices eso?

—Porque lo conozco.

—¿Qué? —La mueca que se apodera de su rostro es sublime, hay confusión, sorpresa y ligera molestia—. ¿Realmente lo conoces?

—Bueno, estoy casi seguro de conocerlo.

—¿Sabes a quién se refiere?

—Creo saberlo.

—¿Por qué de repente eres tan ambiguo?

Black suspira y aprieta una de sus mejillas. El amor se filtra por cada poro de su ser y es enviado al contrario. La mano termina acariciando la piel tersa y el toque se vuelve cálido, proporcionando paz a pesar de la tormenta que los espera.

—Todo estará bien, confía un poco.

—Jamás confiaré en el resto, ellos solo quieren dañarte, acabar con lo que hemos hecho hasta ahora.

—No lo harán, te lo prometo. —La seguridad con la que habla causa dudas en lo profundo de su estómago y la mueca en su rostro es suficiente prueba de ello—. Tengo algo que mostrarte, pero debemos volver al núcleo y entrar en mi despacho —susurra en su oído, aparentando un abrazo apretado que está completamente fuera de lugar.

—Entiendo... —responde de la misma manera. De repente parecía que debían mantener solo para ellos esa información.

Girando el rostro de nuevo pueden ver a Jin Woo uniendo fibras musculares y batallando con ello. La hemorragia parece haberse detenido, mas el hombre necesita transfusión sanguínea urgente entre otras cosas, como higiene.

—Hermano, creo que es necesario volver, aquí no puedo garantizarte salvarlo. —La voz del menor es plana, pero se puede detectar fácilmente la preocupación en sus palabras.

—Es hora de volver al núcleo. —Parece más una orden que sugerencia y nadie duda en obedecer.

White vuelve para recoger y limpiar sus tijeras, luego las regresa a su bolso y sale de ahí con él en manos.

Black se muerde los labios, luchando por recordar. 

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