Capítulo 22 Te lo prometo.
Yuu.
He decidido que la persona que más odio es Lacus Welt, antes sentía disgusto tenerlo frente a mi pero ahora siento dentro de mi ser como si quisiera sujetarlo del cuello y darle un buen golpe en toda su horrible cara.
Haru es una de esas personas que nunca mereció haber sufrido en el mundo bajo ninguna circunstancia, quizás Mika y yo si lo merecíamos pero él no.
Mientras compito contra Mika para ver quien es el que llega más alto en los columpios, veo de reojo a Haru mientras se mece lentamente en el suyo y mira desconsolado aquella piedra como si fuera a darle todas las respuestas.
El cielo se torna de un color azul obscuro junto con unas nubes grises, tengo el presentimiento de que algo malo va a suceder.
Cuando al fin logré integrar a Haru en nuestro aniñado juego de competencias, comenzaron a caer pequeñas gotas de agua desde el cielo, la gente comenzó a irse dejándonos a nosotros tres solos.
Algo va mal, me detuve y con cuidado me bajé del oxidado juego.
— ¿Haru?... ¿Mika?... vámonos ya a la casa.
Dije con algo de temor en mi voz, giré mi cabeza por todos lados para ver si algo anormal sucedía a nuestro alrededor pero nada, solo se escuchaba el sonido de la lluvia que se iba intensificando a cada minuto que pasaba.
— Pero acaba de empezar la mejor parte.
— Haru por favor vámonos.
De la nada mis ojos me comenzaron a arder y sentí como mis lágrimas iban saliendo por la impotencia.
— VÁMONOS YA.
Los dos se detuvieron de repente por mi grito al levantarse de los columpios y ver ambas caras llenas de miedo supe que ya era demasiado tarde.
Di un giro de ciento ochenta grados y vi al responsable de esas caras.
Lacus traía en las manos un arma la cual apuntaba directamente hacia mi.
Mika se puso en frente de mi para tratar de protegerme, al salir de su estado de shock, Haru se posiciono en frente de Mika.
— Dejamos ser feliz Lacus, ellos están hechos el uno para el otro o estás celoso de que ellos son felices y tú no tienes a nadie.
Se escuchó una risa maniática y después un disparó.
Lo único que logro recordar es que les salvé la vida a estos dos y un gran impacto en alguna parte de mi cuerpo.
Todo es obscuridad, al abrir mis ojos veo a Haru dándome la mano para ayudarme a levantarme del suelo, la tomo y veo lo más horrible del mundo.
En el suelo se encuentran dos cuerpos cubiertos por una sabana cada uno de color blanco, el cordón policial rodea el área de juegos mientras que la lluvia comienza a llevarse la sangre que esos cuerpos despiden.
— ¿Haru?
— G-gracias Yuu-chan, te debo la vida hermano...— ¿Hermano?— Gracias por haberme salvado la vida aunque no te preocupes ya te pague la deuda aunque te debo ahora otra.
— ¿Haru que está pasando aquí?
Un hombre y una mujer salieron detrás de unos policías que alejaban a la gente que intentaba acercarse.
— Yuu-chan te presentó a Mila Evers y al señor Yukiteru Welt... mis padres.
Las mejillas de Haru se tornaron rojas, sus padres se acercaron a mi y me abrazaron, después Haru se nos unió al abrazo.
— Gracias por devolverle a mi pequeño Haru la confianza y regresar lo con nosotros.
Se separaron todos de mi y vi como el Sr. Welt le estiraba la oreja a su hijo.
— Pero aún así no se salva del castigo.
— ¿Qué castigo si yo no he hecho nada malo?
— Te parece poco el haberte enamorado de tu primo.
Haru se callo, me dio un abrazo en forma de despedida y al lado de sus padre comenzó a caminar.
— ¿Haru a donde vas?
— Al cielo Yuu-chan ¿a donde más?
— ¿Y yo?
— Te iras al infierno.
Su mamá de dio un suave golpe en su cabeza, me sonrió y me respondió con una hermosa voz.
— Cuando despiertes lo descubrirás.
— Yuu-chan si no es una molestia, podrías enterrar mi cuerpo junto al de mis padres.
Apenas le iba a contestar cuando todo volvió a ser obscuro, no se cuanto tiempo esperando en la obscuridad pero al ver una luz blanca supe que era momento de irme.
Comencé a caminar hacia la luz pero algo me detuvo por el brazo. Gire mi rostro y vi a la obscuridad detenerme, intenté pelear para irme a la luz pero era inútil era mas fuerte que yo.
— No te vallas aún Yuu-chan yo te amo, no quiero que me dejes solo, todavía no es el momento.
Al escuchar esa voz sentí mi corazón latir y mis ojos llenarse de lágrimas las cuales no tardaron en salir de mis cuencas.
— Yo también te amo obscuridad.
Decidí sentarme para volver a esperar, la luz no se iba, ¿debería ir? pero no quiero dejar sola a mi obscuridad.
Decidí cerrar mis ojos, me recoste y me dejé llevar por el repentino sueño que me dio.
Al abrir mis ojos ya no había obscuridad, todo era blanco, comencé a templar al pensar que mientras dormía la luz blanca podía haberme absorbido. Decidí levantarme y vi que estaba en una habitación blanca, giré mi rostro hacia a un lado y ahí estaba un rubio que al parecer dormía incomodo al lado mio en esa silla.
Acerqué mi mano y acaricié sus cabellos, eran tan suaves que sentí que estaba tocando la seda.
Al parecer sintió mi caricia porque rápidamente levantó su cabeza, al verlo a los ojos, logré ver el cielo. Son de un hermoso color azul, mientras más los miraba, más quería ir a volar en ese cielo con él, los dos tomados de las manos.
— ¿Yuu-chan?
— ¿Mika?
— ¿En verdad estás aquí?
— Si y no pienso irme de nuevo.
Se levanto tan rápido de la silla que hizo que se cayera pero no me importó, yo solo quería estar en esos cálidos brazos que me hacían sentir en casa.
— Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo por favor no vuelvas a irte de esa manera.
— Te lo prometo mi amor.
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